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Television

'Game of Thrones' nos dio un episodio lleno de despedidas

'A Knight of the Seven Kingdoms' les dio a todos tus personajes favoritos un momento agradable, antes de que mueran horriblemente la próxima semana.
Jaime Lannister en Winterfell
Fotos cortesía de HBO.

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Por un breve momento en el segundo episodio de la temporada final de Game of Thrones, Arya Stark sonó menos como la asesina letal en la que se ha convertido y más como una adulta joven con ciertas necesidades. "Probablemente vamos a morir pronto", le dice a su amigo Gendry estoicamente mientras se preparan para la Batalla de Winterfell. "Quiero saber cómo será cuando suceda". Cortamos a una mirada prolongada, un tartamudeo y un beso con la boca abierta que dejó a más de un televidente sintiéndose incómodo.

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Con casi cualquier otra serie, este momento normal —una persona joven que disfruta de un encuentro sexual saludable— sería algo normal; tan trivial como los romances de Riverdale. Pero con Game of Thrones, es la culminación de una inversión de ocho años en estos personajes. Arya ya no es el marimacho bullicioso que solía buscar pleito en el patio de Winterfell, ahora es una mujer joven con necesidades. Es producto de una serie que continúa moldeando a sus personajes en el tejido de nuestros recuerdos.

"A Knight of the Seven Kingdoms" (Un caballero de los siete reinos) —un título que surge de la escena más impactante del episodio, y quizás uno de los momentos más entrañables de toda la serie— fue básicamente un costoso episodio autocontenido, ambientado en el castillo de los Stark, en Winterfell. Dado que Game of Thrones es una serie conocida por saltar a través de los continentes para poder abarcar a sus decenas de personajes, ciertamente se sintió como una complacencia para los fans que todos nuestros personajes favoritos estuvieran reunidos en el mismo lugar, intentando atar cabos sueltos. No se derramó sangre y ni siquiera vimos a un White Walker hasta el final del episodio. No hubo niños zombie gritando o símbolos ocultistas. Vamos, ni siquiera vimos a Cersei, aunque fue mencionada en un par de ocasiones. Pero nuestros héroes pusieron en orden sus asuntos y todos bebimos el enorme trago de desarrollo de personaje de Tormund Giantsbane.

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Como nos lo recordaron los primeros minutos, fue Jaime Lannister quien sufrió un cambio moral muy complejo en los últimos años. Como un hombre que comenzó la historia como un villano que lastimaba niños y cometía incesto, recientemente se encuentra en una senda de redención. Debido a que pocos personajes lo han visto completar el círculo, se presentó ante Daenerys Targaryen para el juicio de su vida y encontró rescate a través de su vieja amiga, Brienne of Tarth, quien se puso de pie y les recordó a todos sobre su maldad ahora reformada: Jamie salvó su vida y, por extensión, fue responsable del rescate de Sansa Stark.

Este breve momento en el que un amigo mostró su apoyo hacia otro amigo hizo que culminaran varias temporadas de afecto tácito. Ambos han experimentado aislamiento, dolor y pérdida a lo largo de los años, pero desde posiciones muy diferentes en el tablero. Cuando Jaime decide pelear con Brienne y le concede el grado de caballero —con lo que ella había soñado toda la vida— es evidente por su vacilación, pero eventual aceptación, que su relación es mucho más profunda que cualquier ficción erótica hecha por los fans.

Bran, Game of Thrones

Hablando de ficción erótica, el favorito de los fans, Tormund Giantsbane, tuvo su más reciente momento digno de memes cuando se robó el episodio con un monólogo sobre cómo mató a un gigante a la edad de 10 años y luego fue amamantado por el pecho de la esposa del gigante. Finalmente tuvimos el triángulo Jaime / Brienne / Tormund bajo el mismo techo, y sí, uno de ellos definitivamente morirá la próxima semana en la Batalla de Winterfell, (que ocurrirá la próxima semana, en caso de que la serie no lo haya dejado en claro, y supuestamente es la escena de batalla más larga que jamás se haya filmado).

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Casi todos tus personajes vivos favoritos, sin importar su tamaño —nos referimos a ti, Lady Mormont— tuvieron un momento dulce y breve. Davos Seaworth repartió sopa y sabiduría. Al discutir con la reina, Sansa Stark se mostró más inteligente y capaz que su padre y sus hermanos, muy lejos de la mocosa malcriada de la primera temporada. The Hound y Arya compartieron un trago. Jaime y Tyrion recordaron quiénes solían ser cuando visitaron Winterfell en el piloto de Game of Thrones. Sam Tarly obtuvo su legítimo reconocimiento como un tipo rudo accidental, asesino de un White Walker, amante de mujeres y ladrón de libros de la biblioteca.

Todo se sintió como el final de un juego de rol, en el que caminas por el campamento hablando con todos en tu grupo antes de salir a pelear con el jefe final. Pero no se sintió forzado.

Las escenas de Jaime Lannister siendo amable con Brienne o Ayra perdiendo su virginidad se sienten como una inversión monumental para Game of Thrones. En temporadas anteriores, todavía estábamos conociendo poco a poco a estos personajes. El acercamiento a las relaciones de Arya, Jaime y otros personajes había sido desarrollado de una manera increíblemente lenta, para llegar a una conclusión varios años después, como la relación de Brienne con los conceptos de convertirse en caballero. Esa es la cuestión. Más allá de las breves secuencias del encuentro de Theon con Sansa, o la obsesión de Daenerys por el Trono de Hierro —a pesar de saber que tiene sexo con su sobrino—, sabemos quiénes son estas personas. Los hemos conocido todo este tiempo. Arya podría haber actuado como un adulto cuando cortaba gargantas, pero al igual que Jon, la recordamos como una niña, y por lo tanto, nos desconcierta. Hemos visto la eterna lealtad de Brienne, así que, por lo tanto, nos provoca lágrimas.

Game of Thrones está en un lugar especial donde no tiene que pedirnos recordar, simplemente lo haremos. No tiene que explicarnos un momento, porque lo vamos a sentir. Y no tiene que manipularnos para llorar, porque maldita sea, lo haremos.

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