"No es fácil vender una hijueputa pauta": Pascual Gaviria de Universo Centro

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"No es fácil vender una hijueputa pauta": Pascual Gaviria de Universo Centro

Nos sentamos con el editor del periódico alternativo más leído de Medellín para hablar sobre crowdfunding y las estrategias para salvarlo de ser descontinuado.

Sostener un impreso en la era digital se ha convertido en una labor de kamikaze. En VICE lo corroboramos cada dos meses que tenemos que romper la alcancía, pagar colaboradores, correr a vender pautas y rogar a la imprenta para que no detenga la rotativa.

Pero la vaina es más compleja cuando la publicación pretende ser gratuita y no depende de una gran casa editorial o publicitaria que la respalde. Es el caso de Universo Centro, quizá el periódico alternativo más leído en Medellín, producido en esta ciudad y repartido en Bogotá, Cali, Pereira, Manizales y Armenia.

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UC nació en 2008, como una apuesta de Juan Fernando Ospina, su director, junto a otros personajes como Pascual Gaviria y Fernando Mora. Caras conocidas, casi patrimonios del Parque del Periodista de Medellín. Un grupo de gente con todas las ganas de imprimir en papel los olores de Medellín, sus colores, las pintas de los paisas, la caricatura política, la ficción hecha noticia y el ocio creador que no sobra en esta pequeña villa de tradición poeta.

Por sus páginas gratuitas han pasado plumas como las de Alfonso Buitrago, Alonso Salazar, Andrés Hoyos, Pablo Montoya, Brigitte Baptiste y Ricardo Aricapa, quienes la mayoría del tiempo han regalado su trabajo por amor al arte y a los lectores desprevenidos de Medellín. Lectores que han encontrado en Universo Centro una lectura diferente al bombardeo noticioso, una realidad distinta a la de presidentes y ministros, que rebusca señales periodísticas en lo aparentemente insulso de lo cotidiano. Y, por supuesto, papel periódico de la mejor calidad para madurar aguacates.

En resumen, Universo Centro es la nostalgia de los magazines culturales, los pasquines literarios de adolescentes poetas y la sátira política que languidecen junto a la prensa periódica desde finales del siglo XX.

Nuestra meta era cuarenta millones, luego dijimos bajémosle y seamos más realistas. Ya vamos llegando a los veintiuno

En nueve años de recorrido ha logrado llegar a 92 números, sin fallar un solo mes. Las cosas siempre han sido complicadas, pero ahora se pusieron color de hormiga. Por eso, acudieron a la estrategia de crowdfunding para lograr llegar a sus 10 años y los 100 números, pues como lo aseguran en su página de colecta, “no solo de aplausos vive la rotativa”.

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Hablamos con Pascual Gaviria, su editor, para saber en qué va la vaca y qué más han pensado para sostener a esta joya del periodismo paisa.

VICE: ¿En qué va la vaca?
Pascual Gaviria: La vaca va bien, va avanzando. Nosotros la habíamos pensado mucho, cerca de dos o tres años diciendo bueno, es hora, tirémonos pues al agua con eso. Siempre habíamos sido un poco pudorosos de salir a pedir plata. Incluso hace como dos años hablamos con la gente de la Silla Vacía para saber cómo les había ido a ellos.

Llegó este año y no hubo muchos proyectos editoriales, como los que en 2016 taparon el hueco que deja el periódico cada mes. Entonces ya por obligación nos tocó, si no recogemos plata esto no va a tener posibilidades de seguir.

Nuestra meta era cuarenta millones, luego dijimos bajémosle y seamos más realistas. Ya vamos llegando a los veintiuno.

¿Cuánto cuesta hacer Universo Centro?
UC gasta cerca de 10 millones de pesos sólo imprimiendo el periódico en La Patria de Manizales. Ellos han sido muy pacientes para los pagos que a veces se alargan.

En los gastos normales del arriendo del Antro de Redacción, diseño, administrativos y algo que se les paga a algunos colaboradores, el periódico gasta entre ocho y diez millones.

Intentamos pagarles algo a los colaboradores más frecuentes y activos. Tenemos un grupo de cinco o seis colaboradores que son muy fieles. La página también tiene un costo fijo, así que calculamos siempre entre 18 y 20 millones vale hacer un periódico.

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¿Cuáles son esos proyectos editoriales que hasta ahora habían salvado al periódico?
Fueron proyectos que salieron incluso sin buscarlos. Desarrollamos productos para Latina Estéreo, la Liga Antioqueña de Fútbol, la Universidad San Buenaventura, incluso hicimos uno del Tranvía con el municipio de Medellín. También hicimos una agenda para la Secretaría de Cultura, pero duró como cuatro meses y ahí paró. Si un proyecto de agenda no tiene continuidad no sirve para nada.

Este año, a cambio de proyectos editoriales, está el proyecto Medellín, un mapa para perderse, que consiste en regar todas las historias de UC en una plataforma: escritos, videos, insumos del periódico e historias nuevas. Ese mapa tiene algunos apoyos de empresas privadas, algo que nunca había tenido el periódico. Algunas se han vinculado y por ahí entró algo este año. Esperamos que el mapa siga creciendo.

Universo Centro nace en 2008, ese mismo año muere el periódico La Hoja, que también le apostó a un periodismo alterno y más reposado. Pareciera que a Medellín le gusta contarse y leerse, pero paga poco por eso.
Yo creo que La Hoja fue un proyecto muy distinto, tenía una estructura de empresa y dos periodistas muy formados a la cabeza, con gran apoyo de empresas, las fiestas que hacían, una vaina más establecida. Con un estilo y una cosa parecida, sí, pero Universo Centro fue algo casi que fortuito: con el bar [El Guanábano], lo que se juntó ahí, esas ganas de buscar pleitos güevones y defender el [parque del] Periodista.

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Nos dimos cuenta muy rápido que había una carencia, tanto para los lectores que lo reclamaban con avidez, como para los creadores. Porque empezaron a llegar cosas al correo del periódico y fue una sorpresa. Por Universo Centro han pasado, entre ilustradores, escritores, periodistas, fotógrafos, casi 400 personas; y el 90% de esa gente ha colaborado de gratis.

Bueno, pero si algo comparte La Hoja y UC es su nostalgia y defensa por el impreso. Quizá las redes sociales y lo digital terminaron por absorber La Hoja, pero en qué va Universo Centro en esa batalla.
Yo creo que ese es el golpe para todos los medios ahora. La Hoja se fue como cansando, se fue como agotando su vaina. Yo no sé si Héctor Rincón y Ana María Cano en algún momento llegaron a decir “no empujamos más”.

Yo no sé si uno se va cansando, siento todavía energía de hacer el periódico. Siento que hay un grupo que todavía está gomoso con la vaina. Sacamos el periódico cada vez y celebramos que salió otro. Somos 10 o 12 personas en el grupo más cercanos y veo que hay mucha energía para seguir todavía.

Algunos medios han probado distintas alternativas, como El Malpensante y El Tiempo que han intentado fidelizar clientes ofreciendo contenidos de mayor calidad pero pagos. Pero estas estrategias terminan siendo paños de agua tibia, sobre todo cuando se trata de medios alternativos que no los ampara una gran casa editorial ni las universidades.
Yo no siento que el camino sea intentar cobrar, somos felices de ofrecer lectura gratis y repartir los 20 mil ejemplares. Yo no siento que sea una posibilidad cobrar. Creo que se puede pedir a los lectores, como hemos hecho esta vez. La Silla Vacía lo hace cada año y tiene cerca de 800 donantes, puede recoger algo cercano a los cien millones de pesos. Ellos tienen una presencia nacional y un día a día en lo político que es otra cosa distinta. Nosotros recogemos una tercera parte, yo creo que no está mal.

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Otra estrategia que ellos tienen y que nosotros ya estamos buscando, son los apoyos internacionales. Llevamos nueve años, esto ya está andando y tenemos recorrido. Hay que aprovechar que hay gente buscando proyectos de comunicaciones en América Latina, entonces vamos a intentar por ahí también en 2018. Hemos pensado por ejemplo algo en los bordes de Medellín y hacer un buen proyecto de cubrir esos bordes. Inventar contenidos por el que alguien nos pague.

Los lectores de la era digital nos hemos vuelto algo perezosos para los contenidos de largo aliento. Lo que permite el impreso es sentarte en el desparche a leer una buena historia, pero igual está el celular ahí vibrando con noticias ya digeridas en Twitter y Facebook. ¿Se arriesgarían a pasarse a la web, aún con la apuesta de textos largos?
Yo lo veo complicado. Nos gusta el papel. Hemos sido enamorados y llevamos la contraria al repartir el periódico gratis. Para textos largos es más fácil en físico, mucha gente lo guarda para el fin de semana.

Eso bajaría casi a la mitad los costos, pero hemos pensado en la felicidad de recibir el paquete mensualmente. Ha sido una apuesta eso de no tenerle miedo a los textos más largos. Nos hemos dado cuenta que la gente sí puede leer una historia larga. Nosotros siempre hemos apostado por historias, no sólo periodísticas. Buscamos un equilibrio de ficción y no ficción. Muchas veces ni se advierte y ha habido algunos líos, pero no podemos señalarles a los lectores, ellos tienen que resolverlo y ver de qué se trata.

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¿Qué tan difícil ve el panorama de los medios alternos en Medellín?
Tiene una dificultad. No sé si hemos copado los creativos, pero uno ve que el gremio no es tan amplio. Si alguien quisiera montar algo le tocaría morder un pedazo de nuestros colaboradores. Pero no es tan fácil colaborar de parche. Uno ve 480 personas que han colaborado y eso ya es mero abanico.

Ha publicado mucha gente. Eduardo Escobar le dice la mecanografía, mucha gente nos cuenta historias y les pedimos que la escriban y aquí les ayudamos, editamos y pulimos. Cuando el brote de Ébola, por ejemplo, nos escribió un colombiano que estaba allá. Le pedimos que la escribiera, se negaba porque no escribía, pero finalmente terminamos sacando un artículo sobre nuestro corresponsal en Monrovia.

Y el apoyo de privados, ¿cómo les va con eso?
No es fácil vender una hijueputa pauta. Nosotros hemos logrado casi que un equilibrio entre los públicos y privados, pero casi siempre han sido los pequeños avisos de los sitios donde los repartimos y algunos patrocinadores que mandan para todo el año y han salvado la vaina.

Bueno, lo que está demostrando el crowdfunding que están haciendo es que hay buena acogida del periódico. Uno pilla los comentarios en redes sobre Universo Centro y los troles que tienen son de los más benévolos, se dedican es a corregir sintaxis y ortografía.
Troles nunca faltan, no creás. Hace como dos años aparecieron unos güevones muy pegados a la vaina política, reclamando por los contratos con la alcaldía, uno de los libros que hicimos. Sobre eso escribimos la editorial Mafia de Garaje. Como quien dice se enriquecieron con Universo Centro.

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Pero lo que sí no ha faltado son seguidores, la gente lo recibe con alegría. Incluso, es gracioso, los profes y los pelaos de colegio lo han vuelto como una herramienta de estudio. Tiene lectores de todos lados, un target bien amplio.

Principalmente universitarios…
Pues es que en las universidades se reparte como el 40% del periódico.

Sí, pero un nicho también muy arrancado…
Sin duda [risas]. Pero con la vaca ha llegado gente a donar los 30.000 o 50.000. Ha habido muchos donantes de buena voluntad. Sin tener el poder de decir que van a comprar la suscripción de 150 o 400 mil, pero donan los 30.000 pesitos para la causa.

Van hacer un bazar para recoger fondos, también hay una fotomaratón, no falta sino hacer empanadas. ¿En qué más han pensado, fiestas?
Fiestas se hicieron. Pero hacer fiestas es muy hijueputa. Eso es otro negocio, otra vaina. Bacano y todo pero no hay energía ni tiempo para todo. Eso requiere gente de tiempo completo. Cada uno tiene sus proyectos por otro lado, yo en Caracol, pero cada persona por su lado está buscándola.

Con Juan [Juan Fernando Ospina, el director] nos hemos dado cuenta de que para vender esto se necesita el santo, que estemos al frente nosotros. Hemos intentado venderla, pero hacer contenidos, editorial y fuera de eso salir con el maletín a vender es muy verraco. Pero toca, ha tocado y tocará.

Lo que yo creo es que tenemos que fortalecer un poco nuestra plataforma en internet, crecer un poquito ahí y tener productos distintos. Ahí es donde más tiene opciones de crecer UC, y es donde menos trabajo se ha hecho.