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La ecología y los robots son las mejores armas para acabar con el capitalismo

La economía verde y la robotización cambiarán radicalmente nuestra forma de producir, y pueden ser también el principio del fin de nuestro sistema político.
Molinos de viento en Vejer de la Frontera, Andalucía. Foto por Vidar Nordi vía Unsplash

Daniela Sansón forma parte de Economistas Sin Fronteras, puedes seguirles aquí.

La economía verde, esa promesa de transitar a un sistema económico que sea respetuoso con el medio ambiente, que no deje de proveernos de las comodidades de la producción capitalista, pero que sí deje un futuro posible y con recursos para las generaciones venideras. Suena bien, ¿cierto? Se dice pronto, pero ese tránsito está siendo más complicado de lo que parece y vamos contra reloj.

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Además, a nivel individual el problema del desastre ambiental nos queda bastante grande, cuando tenemos que preocuparnos por los problemas cotidianos, la nimiedad de tener un trabajo que nos dé ingresos para comer, un techo y esos lujitos.

Sin embargo, posiblemente podamos matar dos pájaros de un tiro. Según informes de la OIT, la economía verde creará cuatro empleos por cada uno de los que desaparezcan. Pese a que la transición implicará pérdida de empleo en los sectores que deban comenzar a reducirse o desaparecer, como la producción de ciertos combustibles o materiales contaminantes. Un ejemplo es la refinación del petróleo.


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Los millennials, la generación conocida -entre otras cosas- por el desempleo, puede que no se beneficie del todo. Pero sí la generación Z (nacidos entre 1994 y 2010), dado que estos 24 millones de empleos nuevos a nivel mundial se crearán para 2030 y para España se calcula la creación de 2 millones de empleos verdes para 2020.

Si estás ahora pensando a qué te dedicarás o qué estudiar, podrías mirar estos nuevos sectores como buenas oportunidades de carrera. Por ejemplo, las fuentes de energía renovable, actividades de reciclaje, reparación, alquiler y refabricación.

Ciertamente, es tranquilizadora la idea. Nuevos trabajos, recuperación de la salud del planeta, pero ¿y los robots? ¡Quizás nos quiten más trabajo que el que va a crear la economía verde! ¡Ay, que angustiosa la vida de la clase trabajadora! Antes que la carencia de agua potable, nos preocupa más tener trabajo, y en vez de saltar de felicidad porque un robot picará piedra en nuestro lugar, nos echamos a temblar. Porque si hay algo peor en el capitalismo que ser explotado, es no serlo. Bueno, y también que los robots tomen el control del mundo y nos esclavicen.

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Para el año 2020, en España se habrán creado 2 millones de empleos verdes

Tranquilicémonos un poco. Si bien es cierto que la robotización implicará que cierto tipo de empleos desaparecerán (lo cual, por cierto, ocurrirá de forma paulatina), otros sectores del mercado de trabajo se verán beneficiados por esta misma transición y algunos nuevos se abrirán.

Por ejemplo, en el caso de España se calcula que la robotización hasta 2020 —no queda mucho— podría poner en riesgo no más del 3% de los puestos de trabajo, principalmente trabajos que es más sencillo automatizar. Asimismo, a la vez que esto va ocurriendo, nuevos tipos de trabajo serán necesarios. Esto abre para las siguientes generaciones aun más perspectivas de carrera, sobre todo las relacionadas con la creación, mantenimiento y funcionamiento de los robots y la inteligencia artificial.

Además, esto significaría que, al ocuparse ya nuestros amigos robots de las tareas mecánicas, podremos atender cada vez más la calidad de las relaciones humanas, la formación, la cultura, el ocio y los cuidados. Los trabajos relacionados con la educación, el cuidado de la salud, el turismo y todo lo que implique interacción personal serán cada vez más relevantes.

Tal situación la confirma el estudio de PwC, ¿Nos robarán los robots nuestros trabajos? . En el caso no sólo español, sino de los 29 países analizados, los tipos de trabajos que apenas sufrirán la automatización son los relacionados con la educación en primer lugar y en segundo los relacionados con la salud y trabajo social.

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Como resultado, las mujeres se verán beneficiadas por esta tendencia, según el mismo estudio de la PwC, pues los empleos de la educación, atención personal y cuidados son sectores del mercado laboral feminizados, relacionados con carreras en las que las mujeres tienen mayor presencia a causa de la división sexual tradicionalista del trabajo. Enfermeras, maestras, cuidadoras, trabajadoras sociales… Ésas y otras profesiones asociadas a las mujeres por requerir habilidades “femeninas”.

Esa asociación en realidad podría cambiarse si nos vamos quitando de una vez la idea de que hay “trabajos de hombres” y “trabajos de mujeres”. Se da por sentado que “las mujeres son más pacientes, delicadas, atentas y serviciales”. Esta absurda —y al final dañina— división sexual del trabajo evita que haya hombres en estos campos laborales. Es más, también ha provocado que todas esas actividades estén vistas como un deber de las mujeres y sean poco valoradas.

Sin un aumento en los salarios, sin una consecuente reducción de las jornadas laborales ante el aumento de la productividad por la automatización de la producción y sin la democratización de la educación de calidad, las desigualdades sociales se acentuarán

Volviendo a la economía verde y robotizada, esta peculiar dupla nos invita a una visualización utópica de una ciudad futurista, llena a su vez de vegetación y gente sonriente, con robots haciendo el trabajo sucio y tedioso. En caso de ocurrir, probablemente todos los que estamos vivos ahora no llegáramos a presenciar la tan profetizada rebelión de las máquinas. Sin embargo, como decía al inicio, no será tan sencillo llegar a ese paraíso. Antes hay problemas evidentes y relevantes que tenemos que considerar.

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Lo primero que resulta problemático es que, sin un aumento en los salarios, sin una consecuente reducción de las jornadas laborales ante el aumento de la productividad por la automatización de la producción y sin la democratización de la educación de calidad, las desigualdades sociales se acentuarán. Las personas con ingresos bajos, con empleos mecánicos y baja formación serán las más afectadas.

Lo confirma un estudio realizado para el mercado laboral alemán, el cual concluye que la robotización incrementa la productividad, pero a su vez hay una tendencia a la baja de los sueldos medios. Es decir, el beneficio de la automatización va a parar prácticamente sólo al bolsillo de los capitalistas: se convierte en beneficio empresarial sin mejoras para los trabajadores de menores ingresos. Aunado a esto, recordemos que los primeros afectados por la transición al mercado laboral verde y robotizado serán las personas con trabajos fáciles de automatizar y los nuevos empleos requerirán cada vez más formación especializada, de ahí la necesidad de acercar la educación a las personas cuya situación laboral es vulnerable ante este escenario.

Dichas problemáticas son reflejo de que esta economía verde y robotizada, en la que nos estamos fiando como nuestra salvadora, es en realidad capitalismo neoliberal teñido de verde, en el cual la ganancia privada sigue siendo el objetivo principal, sin considerar la situación de los más necesitados y poniendo en realidad en un segundo plano el rescate ecológico.

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Nos preocupamos por tener un empleo verde, pero tal vez deberíamos replantearnos aspectos más profundos. Aún pensamos que nuestra vida económica consiste en tener empleo para tener bienes de consumo y comodidades, sin embargo, esa forma de funcionamiento de la economía debe cambiar. El problema ambiental no se resolverá sólo con la creación de empleos verdes. Habrá que reinventar el sistema económico y con ello nuestro papel como sujetos económicos. Recientemente un grupo de científicos (biofísicos de la Unidad de Investigación de BIOS, Finlandia), en un artículo que contribuirá para el Informe Global de Desarrollo Sostenible de 2019 de la ONU, advierten que para detener el desastre ambiental el capitalismo debe desaparecer.

Antes decía que el problema ecológico a nivel personal nos puede hacer sentir pequeños e impotentes. El de transitar a otro sistema económico no se queda atrás. Pero al hacerlo, implícitamente estaremos tomando medidas para solventar el primero, puesto que el capitalismo es su principal causa.

El beneficio de la automatización va a parar prácticamente sólo al bolsillo de los capitalistas: se convierte en beneficio empresarial sin mejoras para los trabajadores de menores ingresos

Puede que pensar en términos económicos nos ayude a dilucidar medidas más concretas: ¿Cómo reorganizamos la producción, la distribución y el consumo para que el objetivo del sistema económico sea la sostenibilidad y mejora de la calidad de todas las formas de vida y no la ganancia privada? ¿Qué medios de producción (herramientas, tecnologías, materiales, etc.) son compatibles con una economía integrada al sistema ecológico? ¿En qué forma debemos relacionarnos entre nosotros para dejar de ver nuestro rol económico sólo como empleados y consumidores, y así empezar a cuestionarnos el costo real de ayudar a perpetuar un sistema que ve el daño al medio ambiente como una simple “externalidad negativa de la producción”?

¡Oye, yo no tengo las respuestas! De hecho, me sigo planteando preguntas y repensando posibles contestaciones. A los que estéis en la búsqueda de trabajo o decidiendo qué grado estudiar os deseo suerte.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión de la autora y ésta no compromete a ninguna de las organizaciones con las que colabora.

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