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ESPAÑA

Las diferencias entre la escuela en Eritrea y la escuela en Europa

Este artículo es parte de la serie de VICE España 'Nuevos Vecinos', en la que jóvenes refugiados de toda Europa colaboran con nosotros como editores invitados.
Crédito de la fotografía: Yonas (centro) ganando un premio en su colegio de Eritrea. Cortesía de Yonas Gebrehiwet

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Yonas tiene 20 años y es de Eritrea. Actualmente vive en Rheineck, Suiza.

Si has nacido en un país donde no tienes ninguna posibilidad real de ganarte bien la vida sin un título universitario, te ves obligado a esforzarte mucho en el colegio. Así que yo ya era muy buen estudiante en mi país, Eritrea. Mis padres solían decirme: "¡Tienes que aprender o nunca llegarás a nada!". Aquello ejercía mucha presión sobre mí, así que como resultado trabajaba muy duro en las asignaturas de la escuela. Hace cinco años, cuando me mudé a Suiza a los 15 años de edad, aquello resultó de gran ayuda para mí. Lo único que tuve que estudiar desde cero fueron el idioma y la cultura.

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En mi primer día de colegio en Rheineck estaba hecho un manojo de nervios. Sabía que todo lo que me encontrara podría ser una novedad para mí. Por ejemplo, me llevó algo de tiempo ser capaz de distinguir a la gente. Para mí, al principio todas aquellas personas de tez clara me parecían iguales, especialmente cuando conocía tantas todos los días.

También me sorprendió el tamaño tan pequeño de la clase, con solo 15 estudiantes. En Eritrea estaba en una clase con más de 60 estudiantes y aquello era una desventaja. Por ejemplo, nunca nos repartían fotocopias porque los profesores no disponían de dinero suficiente, así que teníamos que copiar a mano todo lo que escribían en la pizarra. Aquello era tedioso. En Suiza también tenía más tiempo para hablar con el profesor y el ambiente en clase era más calmado.

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En Eritrea solo pasaba medio día en el colegio, cinco días a la semana. Tenía toda la tarde libre para completar mis deberes. Durante la mitad del día que pasaba en el colegio, solo aprendíamos asignaturas teóricas. Apenas recibíamos educación física y mucho menos clases de cocina o trabajos manuales, como coser.

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