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COLOMBIA

Peñalosa y su estrategia sacada de Los Simpson: pintar casas en barrios populares... y ya

OPINIÓN | De acuerdo al Twitter del alcalde, se pintarán 64.000 fachadas, "un área superior a 100 canchas del Campín".

La ciudad ideal de Peñalosa es una utopía antiséptica. Como si Bogotá fuera un cuerpo enfermo y Peñalosa fuera el médico encargado de rehabilitarlo, el alcalde se ha esforzado en señalar, localizar y erradicar la presunta sepsis (esos microorganismos capaces de producir putrefacción sobre la materia viva) del espacio público. Una sepsis que, en su imaginación urbanística, ha sido metáfora para un indistinto conjunto de cosas: afiches en postes, grafitis y fachadas sucias. Todos iguales, todos focos infecciosos para la salud de la ciudad que imagina: un cuerpo esbelto, sin granos ni estrías, sin ojeras ni mugre debajo de las uñas.

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Pero, en vez de un ejercicio de sanación, la de Peñalosa ha sido más bien una mediocre labor de cirugía plástica. Como dijo Mario Noriega, profesor de la Maestría de Planeamiento Urbano y Regional de la Javeriana a La Silla Vacía, la estrategia del mandatario podría definirse como una "cosmética del parque": esa limpieza del espacio público detrás de la cual perduran y se recrudecen los problemas estructurales de nuestras ciudades. "Tratar todo como si fuera un problema de embellecimiento". La misma estrategia de la cincuentona enferma que, en vez de dejar de fumar para no morirse, paga caros blanqueamientos dentales, se zampa una menta a la boca y duerme con una bala de oxígeno.

Este fin de semana, la mano de Peñalosa volvió a mostrar esos dotes de maquillador profesional. En su cuenta de Twitter anunció esto:

Como quien aplica polvos sobre el acné o usa camisas manga larga para disimular las cicatrices debajo de los brazos, la Alcaldía está liderando —de nuevo— un proyecto para pintar de colores las fachadas de miles de casas en barrios periféricos de Bogotá. En la foto se puede ver cómo la pintura azul neón y el esmalte rosado brillante van recubriendo poco a poco las escaleras y paredes de cemento de un barrio anónimo que se elevan, como en una favela, entre casas apiñadas y sin rastros humanos (aunque en la otra foto hay niños). La fantasía higiénica de Peñalosa: barrios vulnerables de exportación, idénticos los unos a los otros, pintorescos y deshabitados.

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Sí, los barrios marginales con intervenciones 'estéticas' (ojalá pudiera aplicarse ese adjetivo a esa mezquina capa de color que, vean de cerca la foto, ya se está agrietando) son puras monas vestidas de seda. El siguiente programa parodió esto hace unos años con un Peñalosa caricaturizado que habla con unos habitantes pobres de cierta loma vulnerable: "Si usted pinta esos tugurios de colores diversos y vivos le da alegría a la vida. Y de esta manera cambia el entorno no solo de los habitantes del Sur sino del sufrido habitante del norte que tiene que pasar por acá para ir a jugar golf a Peñalisa y a Anapoima".

Ya Alejandro Lanz había detectado aquí las que, según él, son violentas agendas que se deslizan bajo el discurso de "revitalización" o "recuperación" de ciertas zonas de la capital: "Estas palabras comienzan a inseminar en la conciencia social de la ciudadanía la idea de que los lugares objeto de intervención están muertos, deshabitados. Revitalizar es, por definición, volver a dar vida a algo que no la tiene, a un lugar donde nadie habita o donde habita alguien que no le importa a nadie".

La estrategia parece sacada de Los Simpson, cuando viajan a Río De Janeiro. ¿O será que Peñalosa vio este episodio y creyó que era basado en hecho reales? ¿O será que nunca lo vio, y por eso lo hace, porque no se imagina que es parte de un programa de humor?

* Manden antidepresivos, por fa

** Este es un espacio de opinión. No representa la visión de Vice Media Inc.