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Sexo

Así es ser dominatrix en Bogotá

"A mi esclavo le he llegado a pegar con cualquier cosa que encuentre".
Todas las fotos por el autor.

Artículo publicado por VICE Colombia.


Valeria tiene 30 años y vive en Bogotá, Colombia. Desde hace seis, trabaja como dominatrix y se hace llamar Viuda Negra en las redes. “Escogí mi nombre más por el lado gótico, de una mujer fatal que seduce a sus víctimas y las atrapa para torturarlas y convertir su dolor en placer”, me comenta sobre su alter ego sin despeinarse.

Dice que se gana bien la vida con sus servicios de dominación, pero confiesa que este trabajo no es para cualquiera. “Como leí alguna vez, no hay nada como hacer lo que a uno le gusta. Pero hay épocas malas como en todo trabajo, y siempre es mejor tener una segunda opción”, apunta. La suya es su trabajo como diseñadora de ropa ‘fetish’ y gótica e implementos sadomasoquistas.

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Habla de su profesión sin reparos y, para los que aún se confunden, nos aclara que se considera una trabajadora sexual, pero no una prostituta. “Porque igualmente estoy dando placer, aunque no sea propiamente con mi cuerpo, sino con una práctica concreta, igual que las webcamer o las masajistas eróticas. Pero esto es una forma de sexo alternativo, en el que la persona puede llegar a tener un orgasmo con esa práctica o con la masturbación”, apostilla.

Hablamos de todo lo relativo a su profesión con la dómina, que por cierto me cuenta que posee una mazmorra en un lugar bastante céntrico de la ciudad.

VICE: ¿Qué ofreces normalmente en tus servicios de dominación? ¿Tienes un horario de atención a clientes?
Valeria: Ofrezco una amplia gama de prácticas BDSM, desde la más sutil erótica hasta la más perversa y cruel que te puedas imaginar. Dominación virtual y real, por medio telefónico, Skype, WhatsApp (que incluye fotos, texto y audios con mi hermosa voz para los pajeros y cobardes), para novatos y expertos en lapsos de un tiempo determinado o dominación 24/7. Cada uno de mis clientes tiene gustos diferentes, pero entre lo más común está la feminización, sodomización, masaje prostático, bondage, humillación, facesitting y servilismo.

Atiendo todos los días, sin un horario especifico, tanto virtualmente como en real, pero me deben avisar con tiempo. No me gustan las sesiones de afán o, como publicito en mis anuncios, no estoy como una prostituta esperándote en un burdel. Viajo a diferentes ciudades de Colombia a dominar, ya que hay carencia de dominatrix en mi país. Me publicito en todas las redes sociales y páginas de servicios sexuales. Y también hago shows de BDSM en eventos eróticos, conciertos y bares de música metal y electro.

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¿Cuál es el perfil medio de esos clientes que requieren tus servicios? Hablo de edad, sexo, condición social, perfil profesional, etc.
La mayoría son hombres, muy pocas veces parejas y rara vez mujeres. Los hombres de entre 18 y 45 años son los clientes más frecuentes. De estrato medio alto, ya que las sesiones no son nada económicas y no están al alcance de cualquier persona (excepto mis sumisos y sumisas personales, que se han ganado el privilegio de estar a mi servicio 24/7, más allá de una sesión de una hora). La mayoría de los que me frecuentan son ingenieros o ejecutivos con altos cargos. Pero tampoco falta el que ahorra y hace el esfuerzo de venir a postrarse a mis pies, así sea cada dos meses o más.

Por carácter, veo cuatro tipos de clientes. El primero es aquel que en su vida cotidiana maneja personal y tiene un trabajo donde es el que manda, y quiere salir de esa rutina, sacando todo ese estrés del trabajo y estando al otro lado. Luego está el típico cliente que quiere probar cosas diferentes y está cansado de la monotonía; a algunos puede que les quede gustando y otros sencillamente ven que no es lo suyo. El tercero es el que tiene alguna parafilia, ya sea por una práctica en especial del BDSM o por una prenda en particular, y se excita con este cierto tipo de cosas (aunque no todos los fetichistas son sumisos). Y el último es el sumiso por naturaleza. Ese que está dispuesto a todo por obedecer a una ama en todo lo que ella ordene, a recibir instrucciones y a esforzarse para que su ama esté contenta. Esa sumisión es algo que llevan dentro desde pequeños; son seres humildes, sin egocentrismos ni machismo.

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¿Siempre que practicas la dominación con alguien te excitas a la par que el cliente o se finge mucho?
La verdadera dominatrix disfruta de las prácticas BDSM. Algunas no disfrutan del BDSM y solo lo hacen por el dinero. En mi caso, disfruto de lo que hago y también vivo de ello, aunque no me excito con todas las prácticas. Algunos no te inspiran ni un mal pensamiento, pero con otros tengo sesiones extraordinarias que me llevan al borde de la locura. La mayoría de veces, cuanto más excitados los veo, más arrecha me pongo.

Aparte de los clásicos látigos, cuerdas y esposas, ¿qué otros accesorios utilizas habitualmente en tus sesiones?
A mi esclavo 24/7 le he llegado a pegar con cualquier cosa que encuentre. Con un cable de la luz, un palo de escoba, un gancho de ropa, la polea de una máquina de coser… A otro le practiqué la tortura de pene con una ortiga y le restregué y presioné el pene con un ladrillo. Me divierto cuando voy a almacenes o ferreterías y miro cosas para usarlas como elementos de tortura.

¿Pones algún límite a la hora de hacer un servicio? ¿Hay alguna palabra clave?
Sí hay límites. No ofrezco sexo (solo si yo lo decido y eso es una aguja en un pajar). Solo admito sumisos cultos y solventes. Nada en contra de la ley, ni practicas con niños o animales, ni drogas ni licor, ni situaciones sorpresa. Y todos los participantes deben estar enterados de lo que se va hacer. Pero manejo todos los niveles, llego hasta donde los dos queramos llegar.

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En sesiones pagadas mi palabra clave es ‘piedad’. La única vez que no la utilizo es para esclavos 24/7. Por su condición propia de esclavos, no tienen derecho a esta opción. El ‘¡no!’, ‘¡pare!’ y palabras similares romperían el dominio del juego. Sería una falta de respeto grave y más duro les daría.

¿Para ser dominatrix basta con saber coger un látigo e insultar o hay que tener una serie de aptitudes? ¿Puede cualquier persona ser ama dominante?
No basta con eso, claro. Hay que tener carácter, conocimientos, seguridad en una misma y, sobre todo, sentir amor por el tema. Como todo trabajo, necesita dedicación, perseverancia, disciplina y metas (si quieres ser la mejor en lo que haces y sacarle provecho a esto). Y si eres sumiso y quieres entrar al mundo BDSM, debes mirar muy bien con quién, para que no te lleves una mala experiencia, y que esa persona te guíe por el mejor camino.

No está muy bien visto en la comunidad BDSM que se cobre por ese servicio, porque dicen que es prostitución, y no estoy de acuerdo. Cada sumiso mirará qué hacer con su dinero y en qué gastarlo, así que es cuestión de cada uno si quiere invertirlo, usarlo para su placer o malgastarlo. Los que no pueden acceder a este servicio suelen buscar amas (que son las que no cobran). Y en el caso de las dominatrix, ¿por qué no vamos a cobrar? Si los tacones nos cuestan, los implementos nos cuestan y tener una mazmorra cuesta…

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¿Afecta de algún modo tu trabajo como dominatrix al resto de facetas de tu vida?
Sí que afecta. Yo soy una persona dominante en el sentido más amplio de la palabra. Tengo carácter fuerte y con el femdom se fortalecen esas actitudes. En mi vida cotidiana esto es algo que no puedo disimular. Me acostumbré a mandar y a que me obedezcan. Soy una niña caprichosa y consentida [risas]. Así soy con mi familia y con las personas cercanas.

A veces puede haber malentendidos o discusiones por eso, sobre todo porque tengo una hija que trata de tomar esas actitudes y es algo inevitable. Entonces, me toca explicarle en qué situaciones cotidianas le puede afectar y que uno no puede ir mandando a todo el mundo, en base al respeto y las normas sociales establecidas. Y en cuanto a una pareja, también. Ya no prefiero una vida vainilla, sino un sumiso como pareja, ya que no soporto que un hombre me trate de mandar. Me gusta mi espacio, hacer lo que yo quiera y que me hagan caso en todo lo que yo desee.

¿Alguna vez has vivido una situación incómoda en alguno de tus encuentros con clientes?
Sí, claro. Unas pocas veces han intentado sobrepasarse conmigo. Forzarme y tirarme a la cama o cosas así, pero siempre he sabido manejar la situación y los he detenido de un grito. Por eso, y porque soy grande e intimidante y no les queda fácil. Al principio, cargaba un tambo o un taser (pistola eléctrica) para mi seguridad. O cuando alguna gente llega con malos olores, les castigo por sucios. Esto es complicado y se pueden correr riesgos si no estas preparada.

¿Ves compatible tu vocación con el discurso feminista y de liberación de la mujer?
En cierto sentido, las mujeres buscamos el poder y es algo que une a las practicantes femdom con las feministas. Pero hay que tomar en cuenta a qué feminismo nos referimos, si el de antes o el de ahora, ya que las luchas son diferentes. Es un tema donde tengo sentimientos encontrados, ya que el feminismo involucra muchos factores políticos, culturales, sociales y económicos, así que hay que verlo desde muchos puntos de vista. Estos cambios sociales pueden llegar a fortalecer el femdom, donde la mujer se empodera y disminuye el machismo, pero no lo veo necesariamente relacionado.

En el femdom, la mujer decide y el hombre acepta el liderazgo de la mujer. Las dóminas no esperamos derechos iguales; tenemos derechos superiores. No creo que una dominatrix financiera sea feminista, cuando utilizamos a los hombres para que nos den su dinero. No creo que seamos feministas cuando el hombre debe pagar la cuenta. No nos ofendemos si un hombre nos mira o nos elogia. No tomamos actitudes como no depilarnos las axilas o vestirnos como hombres como símbolo de lucha. Las dominatrix utilizamos nuestro cuerpo y nuestros encantos como armas sexuales, para envolver a nuestras ‘víctimas’. Sencillamente, debemos dejar de criar mujeres sumisas y hombres abusadores.

¿Qué consejo darías a alguien joven y sin experiencia que sienta curiosidad por adentrarse en el mundo de la dominación profesional?
Leer mucho, aprender sobre protocolo y sobre las diferentes prácticas, instruirse tanto en teoría como en práctica y, en lo posible, asistir a reuniones de comunidades BDSM (si en su ciudad existen, ya que en algunas no hay este tipo de espacios para compartir). También mirar qué practicas le satisfacen y cuáles no harían, tener actitud y comportarse como una dominatrix, cuidar su apariencia física, no tener prejuicios, ser de mente abierta, no juzgar, ser comprensiva y discreta, tener todo tipo de accesorios e implementos y saber utilizarlos. Y ser muy profesional, en el sentido más amplio de la palabra.