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Cultură

Un transmedia sobre los clubes de barrio como resistencia de la narcocriminalidad

En VICE te mostramos un proyecto dónde trabajan un recorrido multiplataforma por las historias de los clubes de barrio de Rosario
Fotos cedidas por De barrio somos

Artículo publicado por VICE Argentina

Relatos, historias y participación de la ciudadanía en la ancha autopista de la web son las claves para que la comunicación se expanda y diseñe un universo propio. Fórmulas que desde la mercadotecnia o la ficción cinematográfica se han perfeccionado. Pero una cosa es que los relatos expandidos tengan como objetivos la persuasión publicitaria o el agigantamiento al infinito de un producto de mercado, y otro es el dilema para el periodismo o el documental.

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Si un transmedia se genera desde la no-ficción el universo narrativo no se dirige a los hábitos de consumo.

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En este caso, su objetivo deberá centrarse en la construcción de ciudadanía. Ya no alcanza con lo lúdico, el entretenimiento por el entretenimiento mismo, sino que la participación debería ser táctil, de cuerpo a cuerpo, de redes humanas. Y esto es lo que se ha logrado con el transmedia De barrio somos, una producción realizada en Rosario, Argentina. Una meta compleja. Un proyecto humano.

“Los clubes son espacios donde se construye y se juega la identidad barrial, el tiempo y el territorio compartido. Hoy tienen un rol fundamental en el entramado social, muchos los identifican con lugares de contención, donde conviven varias generaciones, el presente y la historia. Son espacios donde se pone de manifiesto la construcción colectiva de los proyectos, donde hay debates y organización. Incluso en los tiempos más oscuros, en tiempos de dictadura, en los clubes resistieron y se cobijaron las prácticas democráticas”, afirma Anahí Lovato, a cargo del guion del proyecto.

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De barrio somos ofrece un recorrido multiplataforma por las historias de los clubes de barrio de Rosario. La propuesta transmedia articula una serie de medios en línea pero existen varias posibilidades de sentir el proyecto en el propio territorio. Entre los dispositivos narrativos se desarrolló un webdoc que permite explorar la vida de los clubes en 360 y conocer a sus personajes típicos, propuestas de realidad virtual, una serie documental de ocho capítulos de 13 segundos, un libro de crónicas con historias sobre los clubes de barrio, un juego de mesa con trackers de realidad aumentada, un álbum de figuritas y un festival transmedia que es una especio de kermesse donde los socios de los clubes y el público pueden asistir a la experiencia narrativa completa a partir del estreno del documental.

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Para Fernando Irigaray, director del documental, el club de barrio es un territorio de sociabilidad, un espacio relacional que aglutina valores y sentido de la vida. Y va más allá, citando a Juan Domingo Perón: “No por nada, Perón en la comunidad organizada situaba a los clubes de barrio como ‘organizaciones libres del pueblo’, entre otras agrupaciones como sindicatos, vecinales, cooperadoras y cooperativas, cuyo objetivo era buscar el bienestar desde la sociedad misma, desde abajo hacia arriba, sin imposiciones para alcanzar el equilibrio potencial”.

Patricio Irisarri, quien viene trabajando desde hace años en proyectos sociales transmedia, destaca la historia de los clubes como “uno de los nudos más importantes del tejido social en todo el territorio argentino, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego”. Según Irisarri, en los períodos de masiva inmigración durante el siglo XX fueron fundados la mayoría y consagraron espacios de participación, sociabilidad y mixtura de distintas formas culturales a lo largo de los años. Es, tal vez, el paradigma de la película Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella la que se repite en cada barrio, en la subsistencia diaria de las crisis económicas y sociales feroces, cuando los clubes tomaron el protagonismo abriendo sus instalaciones, haciendo actividades, sirviendo la copa de leche o los almuerzos, haciendo rifas, peñas y chancho-móvil.

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“En el contexto actual de Rosario, estas entidades sociales enfrentan a otro tejido mucho más complejo, que sigue creciendo, y es el de la criminalidad organizada que ofrece el camino de la violencia a los jóvenes de sectores populares. Ese es uno de los mayores desafíos para nuestros clubes hoy, que los pibes vayan al club a practicar deporte, hacer un taller o simplemente "estar", y que no caigan en las garras de las bandas narcocriminales”, agrega Irisarri.

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Crisis: entre la degradación, el abandono y la supervivencia

Al momento de la producción, el equipo se encontró con espacios que fueron muy golpeados por la crisis. “En algunos clubes hoy recuperados, las nuevas comisiones directivas se organizaron para enfrentar y desplazar a las bandas que ocuparon las instalaciones”, narra Lovatto. La guionista destaca las horas de trabajo y el esfuerzo, donde todos los clubes se pusieron de pie y, en los últimos años, mostraron un crecimiento, también con grandes logros y conquistas deportivas. “Hoy la situación se ha vuelto a agravar y los clubes se están organizando, en red, para hacer frente a los tarifazos y ajustes económicos”, agrega.

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Irigaray utiliza dos palabras para definir a las personas que llevan adelante el trabajo en las instituciones: obstinadas y empecinadas. Ese marchar contra viento y marea, soportado crisis de diferentes índoles, son las características comunes que atraviesan todas las historias del transmedia. “Sus mujeres y hombres habitan el destino de la organización, dejando varios de ellos jirones de su vida”. Y agrega que dentro del marco de deterioro general que vive la Argentina en estos tres últimos años, lo más interesante es la sumatoria a estos proyectos colectivos de jóvenes voluntades para campear este terrible momento.

¿Quiénes sostienen a los clubes?

Los clubes se sostienen con el trabajo de sus comisiones directivas, en conjunto con los socios, grupos de padres, familias que participan de la vida social, deportiva y cultural de cada espacio. “Cada club está lleno de historias de compromiso y sacrificio para alcanzar sus objetivos. Con presupuestos muy acotados, los clubes se organizan para hacer milagros”, define Lovatto en clave casi espiritual.

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VICE: El equipo de producción hace años atrás realizó un transmedia sobre el narco y ahora fueron por un proyecto propositivo: ¿los clubes son una barrera fundamental de contención social?

Anahí Lovatto: Ciertamente, son espacios de contención y de resistencia. En Rosario hay clubes centenarios, que lograron sobrevivir a un sinnúmero de situaciones críticas en lo político, lo social, lo económico. También hay clubes muy nuevos que surgieron como respuesta de los vecinos del barrio a las problemáticas locales. En ese sentido, nos gusta la idea que propone Reynaldo Sietecase en la contratapa del libro de crónicas: pensar los clubes como plataformas de sueños. Son lugares preñados de futuro, desde donde aventurarse y proyectarse juntos hacia adelante.

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Fernando Irigaray: Cuando los estados se retiran del espacio público, la sociedad civil, fundamentalmente en los barrios periféricos, queda vulnerable ante los ataques de las bandas delictivas y es allí donde estas organizaciones del pueblo son el último fortín y trinchera ante el delito y la violencia—acota Irigaray.

Hay libro, hay crónicas, hay soportes audiovisuales y también un álbum de figuritas ¿Cómo fue la recepción en los clubes de este material?

Anahí Lovatto: Creo que pocos dimensionaban las características transmedia y se sorprendieron muchísimo con las producciones finales. Cuando comenzamos a desarrollar el proyecto, una de las primeras cosas que activamos fueron los contenidos para redes sociales. Allí muchos usuarios descubrieron el proyecto y comenzaron a enviarnos información, a compartir historias. Considerando que en la ciudad hay unos 300 clubes y en el proyecto seleccionamos 24 historias, una de las cosas que nos está pasando ahora es que los hinchas de clubes que no están contemplados en esta primera etapa comienzan a demandarnos su presencia, su participación, la producción de contenidos específicos

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La participación de los usuarios

Los usuarios están involucrados en el proyecto desde sus inicios. Cada club colaboró con la búsqueda y selección de imágenes representativas, actuales e históricas, para armar el álbum de figuritas. Otras personas sumaron datos, fotos y fragmentos de historias a través de las redes sociales. “Hoy nos estamos encontrando con mensajes de personas que se descubren a ellos mismos, o bien a algún familiar o amigo, en las figuritas o en los capítulos de la serie. Eso los conecta muy fuertemente con la historia desde lo emotivo”, agrega la guionista.

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“Las narrativas transmedias son fundamentalmente una estrategia convergente multirrelato de piezas de comunicación y acciones que se despliegan en diversas plataformas tanto físicas como virtuales y que necesitan de forma excluyente la participación de las audiencias o públicos destinatarios. El club o el barrio mismo es la plataforma narrativa contenedora, hay acciones articuladas que no están solamente el espacio virtual sino que se expanden sobre el territorio y esto genera un gran involucramiento y apropiación del proyecto”, agrega Irigaray, quien destaca el contacto humano más allá de las redes digitales comerciales.

Historias de papel

Hechos de barrio es el libro que complementa el universo digital. Desde la producción se convocó a una multiplicidad de cronistas y fotógrafos de Rosario para sumar sus miradas con un doble objetivo: rigor informativo y belleza literaria. El cronista Lucas Paulinovich puso el foco en Central Córdoba. “Algo que me inquietó fue esa especie de doble historia de Central Córdoba: por un lado, un origen vinculado a una de las zonas fundantes de la ciudad, al barrio del vaciadero, los primeros asentamientos irregulares, el matadero y el ferrocarril, con un arraigo importantísimo en los primeros pobladores del sur y un enorme desarrollo a lo largo de la primera mitad del siglo XX, y por el otro, la historia del intento frustrado por ser grande, un proceso que dejó al club en una suerte de estadío intermedio, sin ser un club netamente de barrio como otros de los casos relatados en el libro y, a su vez, sin tener la magnitud y trascendencia de Newell’s o Central”.

En tanto, Laura Hintze, hurgó la historia del Club Social y Deportivo San Martín. “Cuando los jóvenes se plantaron a jugar a la pelota y tocar la guitarra, los pibes volvieron solos”, cuenta en torno a las problemáticas más recurrentes. “Primero las puertas tuvieron que estar abiertas para activar lo que a cada quien le guste y esa apertura es el primer paso para comenzar a desterrar la misma violencia social que aleja a las personas de los espacios públicos”.

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