Este médico inyecta ácido en el punto G de las mujeres
Photos by Eva L. Hoppe

FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

Este médico inyecta ácido en el punto G de las mujeres

Por 1.200 euros, el doctor Mark Wolter puede inyectarte ácido hialurónico en el punto G, aunque no se sepa si existe o no.

Lo primero que ves al entrar en la clínica de cirugía cosmética del doctor Mark Wolter es una foto en primer plano de la cara de Anthony Hopkins colgada en la entrada.

En la sala de espera hay sillas con aspecto de ser muy caras y en la pared, un póster con el logo de Louis Vuitton, pero el intenso olor a desinfectante es el mismo que en cualquier otra clínica. Martina —una mujer en sus cuarenta y ataviada con un abrigo de pieles falsas— me espera en recepción. Es amiga del doctor Wolter y fue la primera en probar el “G-Shot” poco después de que el médico lo introdujera en su clínica en 2013. Desde entonces, Wolter ha practicado la intervención a unas 50 mujeres.

Publicidad

El G-Shot es una inyección de ácido hialurónico que se aplica justo debajo del punto G, la legendaria zona de la pared vaginal a la que se atribuyen los orgasmos femeninos.

Supuestamente, esta inyección aumenta el tamaño de dicha zona, incrementando así la posibilidad de llegar al orgasmo. La intervención cuesta 1.200 euros y es similar a las inyecciones de relleno de labios. Wolter recomienda repetir el procedimiento cada dos años, puesto que el cuerpo acaba absorbiendo el ácido.

inyección de ácido en el punto g

Martina me explica que su decisión de ponerse un G-Shot fue “espontánea”. Lo hizo porque para ella era gratis y pensó “que sería gracioso”, aunque también quería saber cómo era antes de recomendárselo a otras mujeres.

Antes de la inyección, se aplica un anestésico local. Cuando le pregunto a Martina si fue doloroso, suelta una carcajada. “Obviamente, no fue una experiencia agradable que tu amigo te vaya dando pinchazos por ahí abajo, pero para mí fue como una visita cualquiera al ginecólogo. No creo que haya nada que temer”. Además, Martina asegura que desde entonces sus orgasmos son mucho más frecuentes e intensos que antes de la inyección.

Un hombre con zapatos de piel y jersey de punto entra en la consulta y desaparece en una de las salas junto con Wolter. Unos minutos después, vuelve a salir sosteniendo un trozo de algodón contra su entrecejo, limpiándose los residuos de la inyección de bótox que le acaban de aplicar.

Publicidad

“Para algunas mujeres esta inyección es como un permiso de una autoridad médica para sentir placer”

El doctor Wolter ahora tiene algo de tiempo para nosotros, y lo aprovechamos para hacerle una foto. Mientras posa como un profesional, nos explica cómo funciona la liposucción y menciona sus otras especialidades —aumento de pecho y reducción de los labios vaginales—. No hay duda de que el cirujano predica con el ejemplo: se ha hecho un lifting en las cejas, se ha quitado las ojeras y se ha reducido el tamaño del pecho.

Los detractores del G-Shot aducen que se trata de un procedimiento invasivo para aumentar algo cuya existencia no está probada. Hay muchas investigaciones científicas en las que se ha cuestionado la existencia del punto G, y muchos compañeros de profesión de Wolter, como el doctor Matthias David —ginecólogo en el hospital universitario Charité, el mayor de Europa— lo han acusado de estafar a sus clientes. Pero a Wolter no le importan esas críticas ni la ausencia de estudios que demuestren la eficacia de su inyección.

“Casi todas mis pacientes me dicen que su vida sexual ha mejorado después de la inyección, por lo que la cuestión de si el punto G existe o no es irrelevante para mí”, afirma Wolter.

La psicoterapeuta de Berlín Ada Borkenhagen se dedica a investigar por qué hay mujeres que deciden someterse a intervenciones invasivas como la del G-Shot. Borkenhagen duda de la eficacia de la inyección en términos médicos, y explica que puede tratarse de un efecto placebo. “Para algunas mujeres esta inyección es como un permiso de una autoridad médica para sentir placer”, señala.

Publicidad

La única garantía para tener mejores orgasmos, según Borkenhagen, es mejorar la calidad del sexo que se practica. “A menudo la gente practica el sexo como conejos: dentro, fuera y se acabó en unos pocos minutos. Para muchas mujeres eso no es suficiente”.

inyección de ácido en el punto g

Muestras de implantes de pecho (izq.). Una máquina de liposucción (derecha)

“La gente mide su valía con la falsa idea de lo que es un cuerpo perfecto: si los labios vaginales son lo suficientemente pequeños, si el punto G es lo suficientemente grande, si se llega al nivel óptimo en el orgasmo…”, explica la terapeuta sexual Bettina Uzler. “Y están dispuestas a gastar fortunas para alcanzar ese ideal distorsionado”.

Uzler señala lo común que es que los procedimientos que prometen mejorar la vida sexual tengan muy poco o ningún respaldo científico, y compara los G-Shots con los tratamientos para la disfunción eréctil. “Un hombre toma viagra para poder practicar sexo, pero no se molesta en intentar entender qué está causando el problema”.

Le transmito todo esto a Martina, pero ella se mantuvo firme en sus convicciones: cree que el G-Shot funciona y no dudaría en recomendarlo a cualquiera. Pero para ella, más que una simple intervención, es una cuestión de principios. “Creo que es una lástima que haya tantas mujeres que se pongan pechos falsos para satisfacer a sus parejas”, añade. “Primero deberías preocuparte de ti misma. Es la única forma de disfrutar la vida”.

Este artículo apareció originalmente en VICE DE.