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Defensa y seguridad

El Gran Hermano te vigila en Marruecos

Activistas y periodistas críticos en Marruecos aseguran haber sido hackeados y espiados. La Asociación de Derechos Digitales se ha atrevido a denunciarlo. La vigilancia tecnológica de los gobiernos: herencia de las revueltas árabes.
Imagen vía Flickr

Hisham Almiraat está fuera de Marruecos y accede, en respuesta a un mail, a una charla online con VICE News, pero no quiere usar Skype: "Preferiría que no hablemos en Skype, si no te importa. No es seguro", explica en el correo, en el que incluye un link a una aplicación similar de llamadas a través de internet. Más segura, aparentemente. Más privada. La privacidad en internet es su lucha diaria, que compagina con su puesto de médico en Casablanca, la capital económica de Marruecos.

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Almiraat, igual que otros activistas y periodistas críticos en Marruecos, asegura haber sido hackeado y espiado. Como presidente de ADN, la Asociación de Derechos Digitales [Association des Droits Numériques] se ha atrevido a denunciarlo. El gobierno marroquí ha respondido anunciando una querella.

Este militante por la seguridad en la red y el derecho a la privacidad de los usuarios de internet puso en marcha, en 2011, al calor de las primaveras árabes, el website Mamfakinch ["no nos rendimos", en dialecto árabe marroquí] en el que daba cobertura en directo a las protestas contra el gobierno y el majzén (el sistema) protagonizadas por el movimiento opositor 20 de Febrero. Empezó a ser molesto para las autoridades marroquíes.

"Quisimos montar una plataforma alternativa de periodismo ciudadano para que la gente supiera lo que estaba pasando, porque los medios mainstream estaban ignorando las protestas", relata en conversación con VICE News. Tuvieron un millón de visitas en la primera semana y un año después ganaron el Google Breaking Borders Award, que premia la defensa de la libertad de expresión.

Poco después llegó un correo a las cuentas de al menos 15 integrantes del equipo de Mamfakinch. El asunto: "Denuncia". En el correo pudieron leer: "Por favor, no menciones mi nombre ni nada. No quiero meterme en problemas". El intrigante mensaje incluía un archivo adjunto con el nombre "Escándalo 2". Siete miembros del equipo abrieron el archivo y comprobaron que estaba vacío.

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Resultó ser un spyware, un programa que se instala en el ordenador y que tiene acceso total al equipo: a lo que escribían, a la pantalla, el micrófono y la cámara y a las contraseñas. Tuvieron que formatear todos los ordenadores, pero quisieron saber quién les enviaba el archivo.

Contactaron con Citizen Lab, un laboratorio especializado en tecnologías de la información y derechos humanos en la Universidad de Toronto (Canadá) que les informó de que se trataba de un software de vigilancia vendido por la empresa Hacking Team. La compañía con base en Italia se publicita con mensajes como "Vence el encriptado", "Miles de comunicaciones encriptadas al día. Consíguelas" o "Los datos interesantes no están en internet. Están en el aparato".

Hacking Team sólo vende a gobiernos o a agencias gubernamentales y, por descontado, no revela la identidad de sus clientes aunque reconocen que "investigamos las acusaciones de los opositores al gobierno de Marruecos en 2012. No informamos de los resultados a la prensa, sin embargo, tomamos acciones si vemos que es necesario", explica a VICE News en un correo electrónico Eric Rabe, director de comunicación de Hacking Team. Las acciones incluyen suspender el servicio en caso de que se de mal uso a la tecnología vendida.

'Hay argumentos que dan una idea de quién puede estar usando esta tecnología. Es un software que cuesta 200.000 euros'.

Con el sello de malware infectando sus ordenadores, Hisham se fue a buscar apoyo a la organización británica Privacy International, dedicada a destapar el papel de gobiernos y empresas en la vigilancia electrónica. Juntos redactaron un informe en el que se denuncian estas prácticas de espionaje y pirateo de cuentas de varios activistas y periodistas marroquíes que relatan cómo han sido vigilados en internet, hackeados o escuchados en conversaciones telefónicas privadas.

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El documento, "Sus ojos sobre mi", se presentó en Marruecos en mayo. "En el informe no hago acusaciones directas", insiste Hisham, "pero hay argumentos que dan una idea de quién puede estar usando esta tecnología. Es un software que cuesta 200.000 euros. Es difícil que haya sido adquirido, por su precio, por un individuo o un grupo de hackers nacionalistas marroquíes".

El informe se presentó en la sede de la AMDH [Asociación Marroquí de Derechos Humanos], una organización muy crítica con el poder en Marruecos que en el último año ha vivido la persecución del Ministerio del Interior, que le ha prohibido numerosas actividades. Una hora antes de la presentación, según Almiraat, varios vehículos policiales se instalaron junto a la sede y desaparecieron media hora después.

En el informe se explica que el gobierno marroquí "ya había sido expuesto en 2011 por haber invertido 2 millones de euros en un sistema de vigilancia, Eagle, que permite al gobierno censurar y monitorizar el tráfico en internet", un software desarrollado por la compañía francesa Amesys Bull, que según Privacy International vendió una tecnología similar al gobierno libio durante la etapa de Gadafi.

El gobierno marroquí ha anunciado que llevará a los tribunales a los responsables de las acusaciones.

Ni Privacy International ni Hisham han recibido ninguna comunicación oficial, pero el activista cree que quizás haya una investigación en curso — o que quizás sea una forma de intimidación — porque la policía ha estado en su antiguo barrio preguntando a sus vecinos dónde está y qué hace.

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"Normalmente son agentes de paisano. Es un viejo método: visitar el barrio y hablar con tu familia y tus vecinos o con el conserje", explica a VICE News un activista que no quiere revelar su identidad y que ya ha tomado medidas de precaución como instalar software en su móvil para encriptar sus llamadas o un programa que permite borrar los mensajes de otro dispositivo en caso de ser arrestado.

'La persecución del terrorismo es una de las excusas que emplean los gobiernos para adquirir esta tecnología. Luego pueden darle otro uso'.

Otro de los protagonistas del informe, el periodista Ali Anouzla, que ha sido acusado de enaltecimiento del terrorismo, describe cómo ha sido objeto de escuchas telefónicas, un método más costoso, porque hay que escuchar y transcribir horas de conversaciones y tener a mucha gente dedicada a esa tarea.

El Estado marroquí invierte mucho en unas fuerzas de seguridad y unos servicios secretos que están a la altura de cualquier agencia europea. La pregunta que se hacen los activistas — y la que se responden — es ¿por qué les vigilan a ellos, si no son terroristas. "La persecución del terrorismo es una de las excusas que emplean los gobiernos para adquirir esta tecnología. Luego pueden darle otro uso", asegura Eva Blum, miembro de Privacy International.

'No quieren que la gente disfrute de sus libertades ni tome el control de sus vidas. Por eso desde entonces están invirtiendo tanto en tecnología de vigilancia'.

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Hisham tiene la respuesta: Cree que desde las primaveras árabes, los jóvenes han encontrado en internet un medio para expresar sus creencias y sus ideas y "de esta forma han destruido un poco las viejas estructuras del poder en Oriente Próximo y el norte de África. Pero estos gobiernos son freaks del control. No quieren que la gente disfrute de sus libertades ni tome el control de sus vidas. Por eso desde entonces están invirtiendo tanto en tecnología de vigilancia".

"Cuando un servicio de inteligencia usa estas técnicas sin un mandato judicial, normalmente el objetivo es acumular información para tender una trampa a alguien o para intimidarle", comenta un miembro de las fuerzas de seguridad que prefiere mantenerse en el anonimato. Eso es lo que la Asociación Marroquí de Periodismo Independiente [AMJI, por sus siglas en francés] cree que ha pasado en el caso del periodista Hicham Mansouri, condenado a 10 meses de prisión por adulterio.

"En realidad, el supuesto adulterio es una excusa. Mansouri estaba preparando un reportaje sobre la vigilancia en internet cuando fue arrestado. Descubrió que se habían metido en su ordenador desde 2 IPs, una en el barrio de Agdal y otra en Les Orangers, en Rabat", relata a VICE News Maâti Mounjib, miembro fundador de AMJI. "El objetivo es acumular información para destruir tu reputación", añade Almiraat.

Marruecos está clasificado en el puesto 136 del ranking de Reporteros Sin Fronteras 2014 sobre libertad de expresión en el mundo, de un total de 180 países. Con el informe, Almiraat asegura que ha querido "abrir un debate en Marruecos sobre la privacidad, que yo entiendo como un derecho humano más. No puedes ser realmente libre si están espiando tus comunicaciones".

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Recientemente, la ONU ha decidido nombrar a un Relator Especial sobre derecho a la privacidad, en la era digital.

La figura de un relator es una buena noticia para los internautas que, sin embargo, poco pueden hacer por protegerse al 100 por cien de las intrusiones en sus equipos. Los gobiernos usan de manera habitual esta tecnología y no siempre bajo mandato judicial. En el caso de Marruecos, las líneas rojas, los asuntos delicados objeto de vigilancia están claros. Son viejos, aunque quizás se estén usando nuevos métodos,: Dios (religión), patria (Sáhara, integridad territorial y seguridad del Estado y del poder establecido) y rey.

Aaron Sorkin lo predijo en 1999. En el capítulo The Shortlist, de El Ala Oeste de la Casa Blanca [The West Wing], en un diálogo entre Sam Seaborn y el presidente Jed Burtlet:

"En los años 20 y 30 era el papel del gobierno. En los 50 y 60 eran los derechos civiles y las próximas dos décadas van a tratar de la privacidad. Hablo de internet, hablo de teléfonos móviles, hablo de historiales de salud, de quién es gay y quién no. En un país nacido con la voluntad de ser libre, ¿qué hay más fundamental que esto?".

Ya lo dijo George Orwell en 1984: "Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro".

Sigue a Elena González en Twitter: @ElenaGlez_

Imagen vía Flickr