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Identidad

Me senté a hablar con dos de los bailarines del Vogue de Madonna

Salim Gauwloos y Jose Xtravaganza fueron dos de los bailarines del icónico video. En el marco del IndieBo presentaron Strike a Pose, el documental que cuenta cómo es vivir a la sombra de Madonna y lo que callaron por más de 20 años.

—¿Cómo es vivir a la sombra de Madonna? ¿No están mamados de hablar de ella? —Puede ser un fastidio. A veces es bueno, pero a veces es molesto— dice José Xtravaganza mientras voltea los ojos.

—Ha disminuido. Ya todo el mundo sabe todo sobre Madonna, su vida es muy pública. A mí cada vez me hacen menos preguntas sobre ella— responde Salim Gauwloos.

—Creo que depende. Todavía recibimos mensajes rarísimos de fans de Madonna que quieren hacer 'vogue' por Skype— asegura José.

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José y Salim son dos de los siete bailarines que, en 1990, aparecieron en el famoso video de Vogue, la canción de Madonna —el single más vendido de 1990—, y que acompañaron a la cantante en el Blond Ambition Tour, uno de los más icónicos de su carrera. Veintiséis años después de la época en que viajaron por el mundo en jet privado con Madonna, Salim y José aterrizaron en Bogotá para presentar el documental Strike a Pose (2016) en el Festival de Cine Independiente de Bogotá IndieBo.

A propósito del documental y de la visita de los bailarines, el IndieBo organizó una fiesta en Cine Tonalá donde la temática era, obviamente, la música de Madonna. A la fiesta fui después de que el lugar anunciara por sus redes sociales que Salim y José, los invitados de honor de la fiesta, seleccionarían la mejor coreografía amateur entre los asistentes que se atrevieran a participar. El concurso nunca pasó y José y Salim estuvieron más afuera que adentro de la fiesta. Mientras tanto, en el ático de Tonalá, el DJ puso dos veces Like a Prayer, y Vogue alcanzó a sonar tres veces —la primera vez fue aplaudida—.

Mientras sonaban una y otra vez los éxitos de casi 30 años de carrera artística de Madonna, trataba de imaginarme cómo debe ser para Salim y Jose vivir un cuarto de siglo teniendo que escuchar las mismas canciones y teniendo que hacer los mismos pasos del video que los hizo famosos. La carrera de ambos es diversa y extensa, los dos se formaron para ser bailarines profesionales, y su carrera nada tenía que ver con el mundo pop. Sin embargo hoy siguen siendo reconocidos por la misma canción de hace 26 años que, me imagino, ya les debe saber a cacho.

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Nueve horas antes, me había reunido con ellos en un hotel del norte de Bogotá mientras superaban el cansancio de quien ya no está para trasnochar a diario. Durante nuestra conversación intenté mencionar a Madonna la menor cantidad de veces posible, un nombre tan grande que termina opacando el hecho de que José Xtravaganza es un ícono en sí mismo de la escena del 'vogue' de los ochentas en Nueva York, y de que Salim Gauwloos es un bailarín de ballet profesional dedicado a dictar talleres por todo el mundo.

Strike a Pose, el documental, cuenta la historia de quienes después de muchos años siguen, hasta cierto punto, cargando con el fantasma de Madonna y de una época de sus vidas que duró menos de un año. El documental es dirigido por Ester Gould, una realizadora de documentales escocesa, y Reijer Zwaan, un periodista y documentalista holandés que a los 11 años vio Truth or Dare (1991) —el documental que registró la trasescena del Blond Ambition Tour— y que desde entonces no paró de preguntarse qué había pasado con los bailarines del documental. En Strike a Pose, Gould y Zwaan le quitan el micrófono a Madonna y se lo pasan a los seis bailarines que quedan hoy de los siete de entonces —uno de ellos, Gabriel Trupin, murió en 1995 de sida—.

El documental recupera pedazos de Truth or Dare, en los que se sienten los lujos y la vida casi absurda que implica andar de gira con Madonna en 1990, pero a su vez muestra todo lo que el otro documental dejó por fuera, que es, en esencia, volver a una vida de barrio neoyorquino intentando aferrarse a los gustos excesivos de la breve vida de celebridad. "Cuando volví a Nueva York fue un despertar muy duro, no quería estar ahí. Luego te ves en el metro con tu 'metrocard'. Fue como cuando le das un dulce a un niño y luego se lo quitas. Odiaba todo. Odiaba a mi familia. Quería cambiar todo. '¿Por qué tenemos esto? ¿Por qué no podemos tener esto?' Mi mamá me miraba como '¿Estás demente? ¿Crees que ahora eres rico?'", me dijo Jose.

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Sin embargo, el video de Vogue y la película Truth or Dare no sólo le cambiaron la vida a los siete que lo vivieron todo de primera mano, sino que también alcanzaron a una comunidad mucho más grande que intentaba de una u otra forma salir del clóset en los 90. La escena más famosa del documental de 1991 fue un beso entre Salim y Gabriel Trupin que, según cuenta Strike a Pose, marcó a una generación de jóvenes en una época en la que los gays seguían viviendo en nichos de ciudades grandes. "Me di besos con un chico porque era lindo y me gustaba, pero no sentía que fuera ningun statement político", me contó Salim.

El tour y la canción se volvieron icónicos al hablar de una sexualidad libre, abierta y gay que pocos se atrevían a tocar públicamente. Madonna pasó a la historia por su brasier de conos y por el escándalo que tuvo con la iglesia católica. En el camino, los siete bailarines que la acompañaban le dieron otras posibilidades de expresión al cuerpo masculino en un escenario: eran abiertamente gays, usaban brasieres, se movían delicadamente. Mejor dicho, vivían su sexualidad públicamente y sin pena.

"No teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo —me dijo Jose sobre el impacto que él y los otros seis generaron en la comunidad gay en el mundo—. Cuando vi Truth or Dare me vi a mí mismo haciendo parte de la revolución de esta mujer, que no sabía que era tan política y controversial. Tal vez ella sí sabía lo que estaba haciendo, porque le gusta presionar límites que nosotros desconociamos. Yo creo que todo está premeditado. Ella es una mujer de negocios".

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Ese olfato de negocios que le atribuye a Madonna, y la habilidad de saber lo que generaría polémica, se siente patente en Strike a Pose. Después de que el tour terminara y de que saliera Truth or Dare, varios de los bailarines demandaron a la cantante por revelar escenas que, como la del beso, se volvieron un statement político sin que ellos lo quisieran así. "Gabriel fue a hablar con ella para decirle que no se sentía bien con esa escena. Ella le dijo que no se avergonzara de lo que era. Pero él no estaba listo para salir y hacer esa declaración", cuenta en el documental la mamá de Gabriel. Su hijo falleció cinco años después del tour, con una enfermedad que, durante toda la época con Madonna, mantuvo en secreto.

Y mientras Madonna hablaba en el escenario del VIH y de la importancia de empezar a hablar públicamente del sida, otros dos integrantes vivían en secreto la misma situación: Carlton, quien se enteró que tenía VIH mientras estaban de gira en Japón, y Salim, que sólo se atrevió a confesarlo en este último documental.

"Seis meses después de llegar a Estados Unidos me diagnosticaron VIH. Pero yo no sentía que 1990 fuera el momento indicado para hablar del tema. En esa época todo el mundo se estaba muriendo y la gente seguía siendo muy precavida con las botellas de agua o los baños. Por el show y por la energía de todo el Blond Ambition Tour, decirlo hubiera sido un Debbie Downer, hubiera cambiado todo", me dijo Salim, quien decidió que Strike a Pose era la oportunidad perfecta para hablar del tema.

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—¿Y qué se sintió decirlo tan duro?

—Se sintió muy bien. Hay mucha gente en la misma situación, y no es que todo el mundo tenga que andar diciendo "tengo VIH", solo encontré el momento adecuado para hacerlo. Ahora recibo muchos más correos y se me acerca más gente a hablar del tema. Me asombra la gente que me dice que soy un valiente. Es raro, ¿de verdad soy valiente?— me dijo Salim.

—¡Eres un valiente!— le dijo Jose con el cariño de quien siente el dolor del otro como casi propio.

Hasta ahora, ni los directores ni los medios ni ninguno de los bailarines ha recibido ningún comentario de Madonna sobre la película. Para Jose es claro que ella debe saber que la película existe y que, eventualmente, tendrá que tener un momento en que deberá dar una respuesta de vuelta. Para Salim, el hecho de que ella hable o no hable es irrelevante. "Yo lo dejé ir hace mucho tiempo. No hice la película por ella, así que si la ve o no, no cambia nada", me dijo.

En lo que coinciden los dos es que la experiencia los moldeó: aún hoy les sigue dando sentido a sus vidas. Para ellos, lo más importante de volver a la historia con Strike a Pose fue volver a reunirse después de tantos años.

—Cuando estoy con él —me dijo Jose hablando de Salim— siento que todavía estoy en tour. Él tiene un efecto en mí que me hace sentir como si todavía estuviera ahí.

—Esa energía todavía existe. Somos como hermanos. Nos amamos y a veces también nos dan ganas de estrangularnos.

—Estoy muy feliz de que seamos parte de nuestras vidas de nuevo. Así sea para pelear o para querernos, pero me alegra estar acá, no quiero que pasen otros 25 años y no verlo o no saber por lo que está pasando— terminó diciendo Jose.

Al final, la fiesta en Tonalá terminó llena. La mayoría de los que bailaban eran gays para los que cada una de las tres veces que sonó Vogue fue tan gloriosa como las primeras veces que empezó a sonar la canción en los 90. En los aplausos y los pasos de baile que acompañaron la canción era claro el statement en el que se volvió la canción para la comunidad gay, la moda y la música. Jose y Salim, quienes vivieron en carne propia el desarrollo de ese statement y sus consecuencias, ya se habían ido. Tal vez eso sea lo más valioso del documental.

***

Tania no pudo resistir pedirles a Jose y a Salim que le enseñaran a strike a pose. Si quiere que le mande instrucciones escríbale por acá.