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Cultură

Tu cadáver nunca se verá así de bien

Antes muertos que sencillos.

San Valerius sigue estando a la moda después de tantos años.

Las prácticas funerarias contemporáneas apestan. Te ponen un traje o un vestido, te avientan a una caja y te entierran, dejándote ante una eternidad de aburrición que no soportarán ni los gusanos. No siempre fue así, y las fotos del profesor de historia del arte, el Dr. Paul Koudounaris que muestran esqueletos cubiertos de joyas lo prueban. Puede que recuerdes algunas de sus fotos de la edición del 2011 de The Empire of Death: A Cultural History of Ossuaries and Charnel Houses. Ahora, Koudounaris tiene una secuela del libro llamada Heavenly Bodies: Cult Treasures and Spectacular Saints from the Catacombs, que también muestra a muertos deslumbrantes. Pero de acuerdo con el autor, hasta ahí llegan las similitudes. "Son proyectos muy diferentes, casi diametrales", dijo. "Como trata de la identidad, Heavenly Bodies es de hecho mucho más íntimo".

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Koudonaris empezó a documentar seriamente los esqueletos hace menos de cinco años mientras fotografiaba los osarios en Alemania del Este, en otras palabras, bóvedas llenas de cadáveres. "Estos esqueletos se volvieron mi vida", dice. "Siento que fue una especie de mandato divino el que yo tuviera que contar esta historia".

Aunque ha habido artículos sobre esqueletos en revistas académicas (sobre todo en Alemania, donde se encuentran muchos de los huesos), así como algunas disertaciones doctorales, nadie las había tratado como piezas de arte. "Los veían como objetos históricos o de devoción, pero eso, creo, les quita sentido", dice Koudounaris. "Para una audiencia moderna que los va a apreciar, son obras de arte increíbles, y ese es el contexto que quería crear para estos".

Paul Koudounaris admite que hay más que sólo las bonitas poses y las brillantes joyas. "Se convirtieron, casi en una manera malsana, en personalidades para mí, en personas". Mientras tomaba fotos, se encontró a sí mismo hablando con los sujetos, diciéndoles complementos y alentándolos como lo haría un fotógrafo de moda con un modelo. Quería capturar lo que sentía de los esqueletos —ya fuera orgullo, dignidad o abandono— así que las fotos respetan el estado psicológico de cada esqueleto.

Santa Luciana.

Koudounaris se ha encontrado más de doscientos esqueletos en su vida, muchos de ellos en Suiza, Austria y Alemania, donde decorar elegantemente a los muertos se convirtió en algo así como un fenómeno durante la Contrarreforma de mediados del siglo 16. Cuando le preguntamos cuánto vale uno de esos brillosos cadáveres, nos contestó que eran invaluables. Determinar el precio no sólo significa saber cuánto cuestan las joyas reales, sino también las falsas, que costaban más trabajo y recursos en aquellos días. "El objetivo era la presentación", dice Koudounaris. "No era por ahorrar dinero".

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Mientras que Empire of Death es un estudio general de personas muertas desconocidas, Heavenly Bodies investiga los intentos históricos de preservar las identidades póstumas de los esqueletos, específicamente los que se cree que fueron mártires. El último libro, aún sin publicar, de la serie de Koudounaris investiga la experiencia social de los vivos y los muertos y la interacción entre ellos. Quiere encontrar los lugares en donde aún ocurre esta interacción con la muerte en el día a día, y donde no existe la discriminación entre vivos y muertos. En el pasado, los muertos ayudaban a los vivos al morirse, y eso es algo que Kuodounaris cree que debe revisitar. "Es un deseo natural el intentar conectar con algo que ya murió", dice. "Lo importante de la muerte, básicamente, creas lo que creas espiritualmente —si crees que viven en forma física, forma espiritual, si crees en el cielo o no— ellos sí viven entre nosotros. Hay una parte, nuestra parte sicológica, que los preserva".

Koudounaris nos ha dado una serie de imágenes tanto de su libro como de su galería que estará por un mes en la galería La Luz de Jesús en Los Ángeles, muchas de las cuales no han sido mostradas en ningún otro lado, así como unas historias bizarras, creencias raras y pequeños milagros con los que se topó mientras los estudiaba.

San Félix una vez invocó al aire para apagar un incendio en el mercado del pueblo, así que su santuario en la Iglesia de San Juan Baptista en Friedenweiler, Alemania, se volvió el foco de un peregrinaje popular. De acuerdo con Koudounaris, la extraña asociación del santo con el aire también dio supuestamente a San Félix el poder de controlar los pedos.

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Y hablando de olores, en el monasterio en Irsee, Alemania, San Canditus (junto con San Fausto) podían quitar el olor a los objetos apestosos. Koudounaris dice que es imposible identificar el origen del mito, pero en la misma iglesia había otra reliquia que olía a culo, así que probablemente el olor se esfumó al mismo tiempo que los santos muertos llegaron y se les reconoció el poder de quitar los olores desde entonces.

Los restos de San Pancracio llegaron a la iglesia de San Nicolás en Wil, Suiza, en 1672, cuando una extensa celebración trajo a cinco mil personas y vació las aldeas locales. Koudounaris dice que una mujer inmediatamente buscó la ayuda del santo difunto porque su matrimonio estaba en problemas debido a problemas de vejiga que tuvo después de tener un bebé. Le prometió a San Pancracio rezarle aves marías si le ayudaba, y poco después se curó. Cuando se corrió la voz la gente de lejos venía en caravanas a ver a San Pancracio porque creían que curaba la incontinencia. También se creía que aliviaba el dolor de pies.

Conrad II en la iglesia de San Miguel, en Mondsee, Austria, fue un antiguo local que fue asesinado en 1145 d.C. No es un santo como tal, pero como tuvo una muerte de mártir fue elevado a cuasi santidad. Koudounaris dice: "Supuestamente, si tienes miedo de ser asesinado y le rezas, él te protegerá".

San Leonito fue supuestamente un romano de la nobleza que fue decapitado y cocinado en un asador, bajo el mando del emperador Diocleciano. Ahora en el monasterio Muri, en Suiza, se cree que sus restos pueden revivir a los niños, pero sólo por unos minutos. Lo suficiente para que los bebés sean bautizados, permitiendo que oficialmente se les permita entrar en las aperladas puertas del cielo.

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Se creía que San Alberto en la iglesia de San Jorge en Burgrain, Alemania, tenía la habilidad de esterilizar a animales. Koudounaris no está seguro dónde se originó esta creencia: "Pero aparentemente, si agarrabas a un animal doméstico por las patas traseras y las separabas, y luego decías una oración e invocabas a Alberto, el animal se volvería estéril".

Cuando llegó por primera vez a la parroquia de Bürglen, Alemania, en 1682, el esqueleto de San Máximo comenzó a secretar un raro líquido amarillento que olía a sudor. Pronto, los aldeanos comenzaron a ver a un gran gato blanco al que le gustaba esconderse en el altar junto a los huesos del santo. También visitaba las casas de los pobres, así que cuando el gato aparecía, la gente creía que recibiría algún dinerito inesperado.

Descansando en la Iglesia de San Pedro en Múnich, los enjoyados restos de Santa Mundicia se convirtieron en figura de devoción por los pobres obreros textiles porque supuestamente ella ayudaba a las solteronas a encontrar marido. Después de que perdió su interés, la guardaron y la pusieron en un almacén por décadas.

San Faustina también fue una pérdida para la posteridad. Koudounaris la encontró en un almacén rentado en un estacionamiento de Porrentruy, Suiza. Fue enterrada bajo un montón de muebles de iglesia rotos.

Cuando un sacerdote anglicano se encontró por primera vez los restos decorados de San Deodatus en Moosburg, Alemania a mediados del siglo 19, lo etiquetó como "algo realmente horrible". La iglesia evidentemente estuvo de acuerdo, porque San Deodatus desapareció por un largo, largo tiempo. "¿Ves esa caja en la mesa atrás de él?" Ahí es donde lo encontré", dice Koudounaris. "Tal vez llevaba escondido ahí cerca de 200 años".