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El resto de parejas van llegando. La mayoría de los hombres van trajeados, y ellas lucen principalmente lencería o vestidos cortos y con transparencias y zapatos de tacón. Muchos se saludan con abrazos y besos. No existe un límite de edad oficial, aunque nadie de los presentes supera la cincuentena. Los taxis llegan al hotel a buen ritmo. En determinado momento entra en la sala un hombre calvo de unos sesenta años acompañado de una chica asiática bastante más joven que él. "Hola. ¿Hay habitaciones libres en el hotel?", le pregunta el hombre a Richie, el portero. "No, lo siento, esta noche celebramos un evento privado". Nadie que no haya sido admitido previamente puede entrar a la fiesta, aunque en cualquier caso, ninguno de los dos habría superado la prueba de la foto. "Vale", replica el hombre, bajando la mirada y alejándose con su acompañante.Quizá es mejor que ciertas fantasías sigan siendo fantasías
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En un momento dado, ambos llegaron a la conclusión de que estaban preparados. "Me excitó mucho verla acostarse con otro hombre. Era como ver porno en directo y con mi propia esposa". Para él, el intercambio de parejas era la evolución natural que debían seguir. "Es muy satisfactorio saber que podemos probar cosas nuevas y que pese a ello seguimos unidos". ¿Le preocupa que su mujer se enamore de otro hombre después de haber practicado sexo con él? Su mujer interviene: "Hay que tener cuidado. Si hay problemas, no lo hacemos. El riesgo está ahí, por supuesto, pero también lo está en el supermercado".A veces me sorprendo en compañía de mis amigos de toda la vida, conservadores, y pienso que estoy llevando una doble vida
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