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La guía Vice de la salud mental

Las hormonas femeninas pueden causar estragos en tu salud mental

La relación entre las hormonas femeninas y la salud mental puede ser bastante complicada.

Imagen a través del usuario de Flickr Hey Paul Studios

Cambios de humor, depresión, cansancio, fatiga, irritabilidad, ansiedad, menor capacidad cognitiva, agresividad, rabia, trastornos del sueño y antojos. Una de las cosas divertidas de tener útero es que los síntomas mencionados anteriormente simplemente se asocian con la regla. Es lo que tiene. Lo siento chicas, pero si tenéis la osadía de ser biológicas, también vais a tener que sufrir lo psicológico.

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La relación entre las hormonas femeninas y la salud mental está separada por una línea muy bien definida para una mujer como yo. Porque, por un lado, deberíamos tomarnos el tiempo necesario para considerar esta cuestión. Como Gloria Steinem afirmó en Si los hombres tuvieran la menstruación, si esto le ocurriera a ellos: «Los médicos llevarían a cabo pocas investigaciones sobre los ataques al corazón, ya que los hombres estarían hormonalmente protegidos ante ellos, pero investigarían todo lo que fuera necesario sobre los calambres».

No somos un segundo sexo y vale la pena invertir tiempo y atención en estas cuestiones, por no mencionar el dinero. Pero, por otro lado, como mujer que llora, se corta el pelo y se da cuenta dos días después de que su ropa interior se mancha de sangre que todo se debe a esa molesta progesterona, yo soy extremadamente cautelosa de describir a las mujeres como más débiles como resultado de nuestras hormonas. Lo último que haría es añadir leña al fuego y hacer como el oficinista capullo, que se sienta junto a los lavabos en el departamento de finanzas y hace chistes sin gracia sobre una de sus compañeras de trabajo que «debe estar otra vez con la regla» porque ha visto como acababa de despedir a alguien.

No. Las mujeres no somos biológicamente inferiores debido a que las hormonas afectan a nuestra salud mental. Aunque sería bueno tomarse en serio esa salud mental de vez en cuando.

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Conocí a un hombre que, después de varios meses de depresión, aumento de peso, llantos e imposibilidad de concentrarse en su trabajo, al final fue a ver a un endocrinólogo para que le dijera que, debido a un exceso de testosterona, su cuerpo había comenzado a convertir la testosterona en estrógenos. «¿Estrógenos?», preguntó. «¿Quiere decir esas cosas que lleva la píldora? ¿Esto es lo que se siente?» Sí, esto es lo que se siente. Es el único hombre que probablemente conoceré que sabe lo que es verse a merced de las olas que provocan las hormonas femeninas y afirmó en un tono pesimista que si la píldora anticonceptiva se diseñó para aumentar el número de suicidios femeninos no le sorprendería en absoluto.

Hablando de la muerte, cuando otra amiga fue al médico de cabecera y le dijo que el síndrome premenstrual la hacía sentir como una psicópata, lo único que hizo fue «mirarme con calma con los ojos entrecerrados y decir: La mayoría de los asesinatos cometidos por mujeres se produjeron cuando estaban con el síndrome premenstrual». A continuación, la dio de alta. Para él eso era lo que pasaba.

Lo primero que tenemos que preguntarnos, por supuesto, es cómo. ¿Cómo afectan las hormonas a nuestra salud mental? ¿Cuál es el reflujo que fluye entre el útero y el cerebro?

La respuesta es que en realidad no lo sabemos. «La etiología del síndrome premenstrual es desconocida», escribe Nick Panay, el Presidente de la Asociación Nacional para el Síndrome Premenstrual del Reino Unido. «Pero la actividad ovárica cíclica y el efecto del estradiol y la progesterona sobre los neurotransmisores de serotonina y ácido gamma-aminobutírico (GABA) parecen ser factores clave." El ciclo mensual de estas importantes hormonas de la reproducción, que se liberan en diferentes etapas en el sistema donde se gesta el bebé parece afectar la forma en la que las señales pasan a través de nuestros cerebros.

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Cambian el funcionamiento de los neurotransmisores, es decir, pueden realmente cambiar la química y la ingeniería de esta gran coliflor húmeda responsable de nuestra forma de pensar. O eso es lo que sospechamos porque, como Panay explica, «cambiando rápidamente los niveles de estradiol, no solo premenstrualmente sino también posnatalmente y perimenopausalmente conduce a esta triada de trastornos depresivos que dependen de las hormonas, a menudo en la misma predisposición individual». Y, por supuesto, algunas personas están más predispuestas que otras.

Como una definición de trabajo, Parney caracteriza el síndrome premenenstrual como «un estado que se manifiesta con unos angustiantes síntomas físicos, conductuales y psicológicos que no son debidos a una enfermedad psiquiátrica orgánica o subyacente». Por supuesto, algunas mujeres con síndrome premenstrual sufren de un estado psicológico subyacente. Pero, por otra parte, muchas de nosotras no. La definición también añade que estos síntomas se producen de forma regular durante la fase lútea de cada ciclo menstrual pero luego «desaparece o retrocede significativamente al final de la menstruación». Para algunas mujeres, la cosa no acaba aquí; para ellas, los síntomas del síndrome premenstrual se vuelven en un estado más raro e incluso menos comprendido: el trastorno disfórico premenstrual.

La cuarta edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría define el trastorno disfórico premenstrual como un «trastorno depresivo no especificado». Una definición que no es de mucha ayuda. Los síntomas incluyen depresión, una disminución del interés en las actividades habituales, letargo e hipersomnia o insomnio. En otras palabras, un desastre de proporciones épicas que puede diagnosticarse muy fácilmente como depresión, trastorno bipolar u otras muchas enfermedades mentales. La única diferencia, según psicólogos como Jean Endicott que trabaja en Psicología Clínica en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia, es que los síntomas del trastorno disfórico premenstrual son cíclicos, ligados a tu menstruación y desaparecen una vez que empiezas a sangrar.

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El ciclo mensual de estas importantes hormonas de la reproducción, que se liberan en diferentes etapas en el sistema donde se gesta el bebé parece afectar la forma en la que las señales pasan a través de nuestros cerebros

«Lo más extraño es que tan pronto como empiezo a sangrar, desaparece" me explica, a través de un correo electrónico enviado desde Cornualles, Charley Feltham, la artista que sufre un trastorno disfórico premenstrual. «Literalmente 30 minutos o una hora más tarde y ya me siento completamente normal otra vez. Como si hubiera estado rodeada por la niebla durante una semana y luego hubiera salido de ella». Durante la semana o 10 días antes de su período, sin embargo, Charley se queda totalmente ensimismada. «Los olores son más fuertes, los sonidos más fuertes, las cosas que normalmente no me molestan se convierten en algo importante, me vuelvo torpe y propensa a tener accidentes, me siento totalmente agotada y muy sensible. A medida que me acerco a mi período todo se intensifica y se junta con un odio a mí misma extremo, a veces incluso tengo pensamientos suicidas. Me miro en el espejo y mi cara parece distinta, distorsionada, no parece que sea yo. Sé que parece una locura; pero tengo la sensación de que es una locura real».

Pero es una sensación de «locura» que es demasiado familiar para aproximadamente un 5% de las mujeres que tienen la regla. De hecho, el índice puede ser incluso más alto, la Asociación Nacional para el Síndrome Premenstrual de Gran Bretaña lo estima entre el 5 y el 8% con la advertencia de que es probable de que no siempre se informe de este hecho, especialmente en el caso de las minorías étnicas. Y si crees que la razón por la que sabemos tan poco sobre el trastorno disfórico premenstrual es porque no lo sufren muchas mujeres, recuerda que solo el 6% de la población adulta en el Reino Unido sufre de diabetes. Y todos sabemos que existe.

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Por suerte, el médico de cabecera de Charley tenía los conocimientos suficientes para diagnosticar el trastorno disfórico premenstrual y recetarle que tomase una píldora anticonceptiva Yasmin al día durante un período de tres meses con mínimas interrupciones. «En seis semanas todos mis síntomas desaparecieron y me sentía como una persona totalmente diferente», afirma. «Todavía tenía ansiedad, y las hormonas la agravaban, por lo que terminé tomando también un antidepresivo ISRS que me ayudó mucho, durante un tiempo. Era extraño y sorprendente, como si se confirmara que eran las hormonas y no que yo era una autentica gilipollas».

Por desgracia, vivimos en un mundo social y a veces los problemas de salud mental son debidos a la confluencia de factores desencadenantes externos y biológicos.

En sus indicaciones para el tratamiento del síndrome premenstrual, Nick Panay escribe que, «al tratar a las mujeres con el síndrome premenstrual, las nuevas píldoras anticonceptivas pueden representar un tratamiento eficaz para el síndrome premenstrual, por lo que se deben considerar como una de las intervenciones farmacéuticas en primera línea». Si la píldora combinada es nuestro primer recurso en la lucha contra el síndrome premenstrual y el trastorno disfórico premenstrual, entonces no es la única posibilidad. Existe una evidencia cada vez mayor de que la serotonina puede desempeñar un papel clave en el síndrome premenstrual y el trastorno disfórico premenstrual, por lo tanto, se han utilizado una serie de ISRS (un tipo de antidepresivos que aumentan el nivel de serotonina que es un neurotransmisor) en su tratamiento, con mejores resultados que un placebo.

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La otra opción es una histerectomía. Pero mientras que para algunas mujeres es una consideración seria, muchas otras prefieren primero realizar un cambio en su estilo de vida, probar la terapia cognitivo-conductual, llevar a cabo tratamientos de progesterona y tomar antidepresivos. Porque, como suele ser el caso, una buena dieta, ejercicio, reducir el estrés, no abusar de los hidratos de carbono, la cafeína o el alcohol pueden ayudar a reducir los efectos del síndrome premenstrual y el tratamiento disfórico premenstrual.

Por supuesto, el tratamiento del impacto en la salud mental de nuestras turbulentas y bombeantes hormonas en constante cambio dista mucho de ser sencillo. No se trata de dejar de comer pan y beber menos té. En el estudio realizado en el año 2011 ¿Existen los trastornos psiquiátricos producidos específicamente por las hormonas?, Margaret Altemus escribió, «existen varias dificultades a la hora de identificar síndromes relacionados con las hormonas. En primer lugar, en los flujos de hormonas reproductivas naturalistas, como la pubertad, el ciclo menstrual, el embarazo, la lactancia y la menopausia, se producen múltiples cambios hormonales simultáneamente». Nada que objetar a lo dicho.

«Hay una lamentable tendencia a atribuir los síntomas psiquiátricos a las fluctuaciones de los niveles de estrógeno, en lugar de considerar un conjunto más completo de cambios hormonales», continúa. No podemos aislar fácilmente una hormona, un neurotransmisor, un órgano o un área del cerebro y considerar que es el único culpable. O quizá sí. Por desgracia, vivimos en un mundo social y a veces los problemas de salud mental son debidos a la confluencia de factores desencadenantes externos y biológicos. ¿Quién puede determinar si la depresión postparto es debida a un cambio en las hormonas, falta de sueño, una alimentación deficiente, estrés, cambios significativos en la vida o dolor crónico cuando es probable que estés experimentando todas estas cosas a la vez? ¿Cómo podemos saber si la joven que tiene la regla y que se odia a sí misma y tiene ansiedad es la víctima de un cambio en los niveles hormonales, condicionamientos sociales, malas relaciones o inseguridad financiera cuando es probable que esté experimentando las cuatro situaciones simultáneamente?

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¿Cómo podemos determinar las causas de los síntomas, cuando a menudo nuestros médicos, compañeros, amigos y colegas lo consideran como «cosas de mujeres»?

Por desgracia, vivimos en un mundo social y a veces los problemas de salud mental son debidos a la confluencia de factores desencadenantes externos y biológicos.

El Dr. Venkatraman Chandra Mouli de la Organización Mundial de la Salud me dijo en una entrevista a principios de este año, «los problemas menstruales no matan a nadie». Así que a nadie le importan, excepto a las mujeres que los sufren». Pero, en realidad, sí que pueden matar. Y las mujeres sufren. No solo en los países con ingresos bajos y medios, donde tienen que utilizar cortezas, arena, trapos y periódicos en lugar de tampones y compresas. Los problemas menstruales matan a las mujeres debido al daño que hacen a nuestras mentes. Como Parnay escribe, «El síndrome premenstrual sigue sin entenderse bien y en muchos casos se trata de una manera inadecuada. Puede ser la causa de una considerable morbilidad e incluso en algunas ocasiones de mortalidad».

Por lo tanto, si sospechas que la furia y la desesperación, la frustración y el odio a uno mismo, la desdicha, la misantropía, la locura y las desgracias que fluyen a través de tu cuerpo son más de lo que puedes soportar, entonces a riesgo de sonar como Judy Blume, escribe un diario. Tratar de anotar lo que estás sintiendo en todo momento, durante un par de meses y luego, cuando vayas al médico (y es obligatorio que vayas al médico), tendrás algo concreto que enseñarle. Hazte un examen de la tiroides. Pregunte sobre los métodos anticonceptivos que estás utilizando. Haz ejercicio, come de forma sana y duerme bien. No deje que nadie te diga que tus hormonas son «solo hormonas» y no tengas miedo de pedir ayuda.

Tu cuerpo y tu mente son maravillosos. Aunque a veces te hagan tener mala sangre.

@NellFrizzell