Magaluf post-coito

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Magaluf post-coito

Fotos de Magaluf en temporada baja.

Cuando mis amigos de fuera de la isla me preguntan por Magaluf, a todos les explico lo mismo: Magaluf no es Mallorca, forma parte de otro planeta con el que la mayoría de mallorquines no tenemos nada que ver. Es una realidad paralela, como la mayoría de complejos turísticos del estilo: un gran parque temático creado para reunir todo aquello que nos da de comer pero no queremos ver o nos importa una mierda mientras los turistas sigan dejándose sus cada vez más ridículos sueldos en una semana de demencia alcohólica y fiesta ininterrumpida.

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No somos los únicos. Tanto las autoridades como los empresarios responsables tienden a olvidarse que existe, porque obviamente no viven allí. A ellos no les toca. Solo se acuerdan de que Magaluf existe cuando aparece un nuevo ejemplo del imparable avance del I+D de la depravación adolescente y se inventan nuevas fórmulas cada año para engrandecer la estupidez humana.

2014 ha sido el año del mamading, que aunque solo se tratara de un caso aislado, como todo en Magaluf, tiende a ser imitado y convertido en moda. Como el balconing: para unos el mayor ejemplo de la presión implacable que ejerce el Darwinismo sobre nuestra especie; para otros una de esas brillantes ideas que se te ocurren cuando llevas ocho horas bebiendo alcohol de ínfima calidad y tomando drogas cortadas con matarratas azotado por un sol inclemente que te convierte en una placa de Petri con patas en la que puede florecer cualquier idea de mierda. Sería divertido si no murieran decenas de jóvenes cada año.Lo curioso de todo es que cada vez que surge una de estas nuevas depravaciones nuestros políticos se rasgan las vestiduras, muy dignos ellos y más preocupados por la mala publicidad que por la seguridad y la vida de los turistas.

Curioso porque desde que tengo conocimiento, Magaluf es sinónimo en Mallorca de desfase y depravación a full y, de hecho, he visto a party animals locales, hechos y derechos, rajarse cuando les propones subir hasta Punta Ballena a tomar una copa. Lo único que ha cambiado estos últimos años en Magaluf es que a) el turista inglés es cada vez más joven y b) ahora tenemos teléfonos móviles con cámara HD, Twitter y YouTube para dejar constancia de ello. Porque el monstruo Magaluf estaba allí antes, ya era un monstruo cuando se empezó a llenar Punta Ballena de clubs de striptease, discotecas y bares donde escuchar techno hiperfrenético cantado por Alvin y Las Ardillas, un monstruo cuya verdadera fisonomía se revela especialmente cuando deja de fluir el neón y calla el ensordecedor bum-bum de la música.

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En invierno Magaluf es el resumen desolado de cómo se hicieron las cosas aquí durante décadas, un engendro de cemento y mal gusto que espera en letargo el inicio de la siguiente temporada, en la que no cambiará nada. En esta época del año Magaluf es como un parque de atracciones abandonado o una ciudad fantasma, uno de esos sitios que resultan bonitos en un sentido terrible y alienante. El mejor sitio al que acudir si quieres estar de verdad solo. Entonces, paseando por la resaca de sus calles, puede que llegues a distinguir las facciones de ese monstruo, la cara de un pobre imbécil sintiéndose culpable y deprimido después de echar un mal polvo.