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Alguien quiere envenenar a los perros de Chapinero

Una papel que circuló el domingo pasado en la Ciclovía obligó al alcalde local citar a una reunión de emergencia y pedir a la policía judicial que investigue lo que está ocurriendo. Casos así se ven en toda la ciudad y con más frecuencia de lo que se...

Foto cortesía de Miriam Gubovic,residente de Chapinero.

“Así como ustedes adoran a sus perros, yo adoro mi parque Portugal, el cual cada vez uso menos porque está todo cagado. Matazón de perros, empiezo el 29 de julio. Regaré veneno en todo el pasto. Queda advertido. Asegure su mascota”.

Da la sensación de estar leyendo una de las frases de la libretica de Pablo. La diferencia es que en este caso, en vez de pagar por policía asesinado, se amenazan animales, y en vez de ser un capo del narcotráfico, se trata de un tipo común que puede ser el vecino de cualquiera.

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El domingo pasado, varios residentes de Chapinero, en Bogotá, recibieron la amenaza en pequeños papeles dejados en la Ciclovía. Luego, los vieron regados por el parque Portugal, en la calle 58 con 5ta. La comunidad alertó a las autoridades y se reunió anoche con la alcaldía local para analizar el asunto.

Al terminarse la reunión con los vecinos y la policía, el alcalde local de Chapinero, Mauricio Jaramillo, le pidió a la Seccional de Investigación Judial de la Policía Metropolitana de Bogotá (SIJIN) que asuma la investigación de lo ocurrido. Además, resaltó la importancia de denunciar este tipo de casos de maltrato, que por lo general terminan siendo subregistrados por las autoridades.

Pese a que no existen cifras oficiales, el envenamiento de animales se está convirtiendo en una creciente preocupación para los habitantes de algunos sectores de la ciudad. Una breve indagación lo confirma: según varias fuentes consultadas, en mayo pasado, en el Park Way, dos perros murieron; hace diez días, en una sola jornada, ocho más fueron envenenados en Cedritos, sector donde dos meses atrás, otros 15 cayeron enfermos (tres de ellos murieron).

El asunto se agrava por la facilidad con la que cualquiera consigue el veneno. De acuerdo con el médico veterinario Walter Salazar y el intendente en jefe de la policía ambiental, Manuel Guillermo Melo, el victimario la tiene fácil. Para envenenar a unos 30 animales se necesitan: una bolsita de vidrio molido o un tarro de mataplagas, que se compran en cualquier chatarrería a $2.000;  un par de huesos de pollo, un salchichón barato y algo de carne sobrante que sirva de carnada, para regarlo por el pasto o esconderlo en las matas. Añádase a esto “una fobia muy grande a los animales”, como lo expresa Natalia Parra, directora de la plataforma ALTO!

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 Fotos por Christina Gómez.

Muchos de quienes recientemente han perdido animales se han hecho miembros de movimientos animalistas. Y ahora dedican parte de su tiempo a presionar para que las autoridades tomen cartas en el asunto y los dueños de los animales sean más concientes de los riesgos a los que exponen a sus mascotas. A continuación, algunas de sus recomendaciones: salir con la correa para que vigilen que el perro no se meta nada a la boca y, si lo hace, sacárselo rápidamente; lavarle el hocico cuando vuelva del parque porque, a veces, el veneno entra por el olfato; ponerles bozales para prevenir que ingieran lo que se van encontrando; ser buenos vecinos, y asistir a las charlas de tenencia responsable y campañas que se hagan en las diferentes localidades.

El veterinario Walter Salazar, añade: “Lo que sugiero es que, si el perro ya ingirió el veneno, cuando empiece a comportarse extraño (convulsionando o anormalmente desesperado) el dueño corra al veterinario”.

Para algunos, las autoridades en la ciudad no están prestando la suficiente atención al problema. En especial, si se tiene en cuenta que el veneno no solo amenaza la vida de los perros, sino también la de los niños. “Alguien que envenena es como si mandara una bomba; no piensa a quién afecta", asegura Natalia Parra, directora de la plataforma ALTO!

Esto se traduce en la baja eficacia a la hora de investigar los casos y dar con los responsables. O peor: en los bajos niveles de sanción para aquellos que cometen estos actos. Hace dos años, en Cedritos, en el parque de las rampas, más de 15 perros eran envenenados al mes. La policía local puso cámaras de seguridad para dar con el culpable. Lo encontraron y nunca fue castigado, simplemente recibió una advertencia de no volver a incurrir en la falta.

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“La Ley 84 de 1989 considera contravención el envenenamiento de perros y gatos, establece sanciones y le asigna a alcaldes e inspectores de policía la competencia de investigar estos casos. Lo cierto es que nunca pasa nada; ni se investiga ni se sanciona por falta de pruebas, desconocimiento de la norma y debilidad en los procedimientos”, dice Andrea Padilla, vocera de AnimaNaturalis en Colombia.

La ineficacia de las autoridades se debe, más que a una falta de voluntad, a una imposibilidad de actuar. "La policía ambiental está suscrita a la Dirección de Protección y Servicios Especiales (DIPRO), que se dedica, precisamente, a los servicios de protección especiales. Entonces, a veces, en vez de ser especialistas en cuidado medioambiental son entrenados más como escoltas", comenta Natalia Parra, de la plataforma Alto!

Además, los crímenes contra animales no son penalizados en el país porque no existe una ley en la materia. Natalia está trabajando en un proyecto de ley, con el representante a la Cámara Juan Carlos Lozada (Partido Liberal), que pretende penalizar el maltrato animal.

Y como todo, esta historia también tiene dos versiones. Como bien dice el papel amenazante que circuló en Chapinero, basta darse un pequeño paseo para darse cuenta de que la ciudad "está cagada".

“En esta situación hay varios componentes: la mala tenencia que se hace de los animales de compañía, la falta de cultura ciudadana, la inoperancia de las autoridades e instituciones y su desprecio por los temas de protección animal; pero los más graves son el ejercicio de la violencia contra otro ser sintiente y la impunidad que impera en estos casos”, asegura Andrea Padilla de AnimaNaturalis.

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El empute es entendible…las reacciones, no.

 “Ni los dueños de los perros deben esperar a que los vecinos lleguen a ese punto de desesperación ni las personas que no tienen animales pueden reaccionar de esa manera”, afirma Margarita Vela, animalista residente de Chapinero.

En Bogotá, hay una especie de “baby boom”, pero de mascotas. Todo el mundo quiere tener un perro, pero muchos no son concientes de la responsabilidad que esto implica.

Yerly Mozo, vocera de Amigos Unidos Por la Protección Animal, cuenta que, en Chapinero, están “intentando crear campañas de concientización pero impactantes. Por ejemplo, tenemos la idea de poner banderas con caritas tristes sobre los residuos que dejan los dueños”. Adicionalmente, la alcaldía de Chapinero está capacitando a setenta personas como "Guardianes del Bientesar Animal" "para generar conciencia y sensibilización en la ciudadanía”, según explicó este miércoles un comunicado emitido por la entidad.

De acuerdo con el intenedente Manuel Guillermo Melo, de la Policía Ambiental, de darse estos casos “las personas deben presentar una querella en la alcaldía local. Nosotros debemos acatar las órdenes del inspector de policía, quien es una persona civil que trabaja los asuntos legales”.

Lo curioso es que, al menos en Chapinero, las denuncias no están llegando al inspector.  Manuel Jiménez, jefe de la secretaría de Inspecciones de la localidad, asegura: “este año no hemos recibido ninguna denuncia por amenazas ni por envenenamiento de perros. Tenemos 15 contravenciones por maltrato y mala tenencia animal, pero nada con veneno”.