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Cuando nació, esta perversión era controversial. Algunas gigantas "aplastaban" animales vivos: insectos, gusanos, langostas o peor. Esto es ahora ilegal para los vertebrados vivos. En la actualidad, los macrófilos se excitan sobre todo mediante videos de internet y collages de fotos, en los que distorsionan los tamaños con la ayuda de Photoshop y otras herramientas para editar. Imagínense, como explicó un usuario de Reddit, a una "Christina Hendricks de 150 metros de altura causando estragos por el centro de una ciudad repleta de gente, mientras da rienda suelta a cualquier actividad sexual que le dicte su pequeño corazón de gigante".Todo esto es un giro de 180 grados en mi historial de relaciones, y tal vez es por eso que me intrigó. En ocasiones anteriores, siempre había salido con hombres dominantes y agresivos. He estado en relaciones que fueron emocional y físicamente abusivas. Me he forzado a sentirme insignificante para hacer felices a los hombres grandes y poderosos de mi vida. Si existía un nicho donde las mujeres son grandes y están a cargo, pensé que valía la pena intentarlo.
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Además juega con los principios conocidos del BDSM: la mujer en control y como una diosa. En un thread AMA (ask me anything) de Reddit, un hombre describió el atractivo de la macrofilia como "la máxima expresión de dominación, en la que quedas reducido a la nada frente a una mujer. A veces no eres más que un juguete sexual. A veces no eres nada y sólo piensas en ser aplastado".
Otro macrófilo, quien me pidió que no utilizara su nombre, me dijo "Me gusta sentirme insignificante. Me gusta la idea de una mujer tan poderosa que pueda aplastarme y que no se dé cuenta. Ser tan pequeño lo vuelve real".A pesar de que es una fantasía —ya que este tipo no va a conocer a una mujer de 150 metros de altura—, explicó que internet le permite darse ese gusto.Luego contacté a una amiga que solía ser una dominatrix en Nueva York. Me explicó que la mayoría de los macrófilos que conoce son "hombres poderosos: abogados, tipos de Wall Street. En vista de que sus trabajos tienen que ver con el poder y control, cuando quieren un escape, necesitan sentir todo lo contrario a eso". Ella llegó a la conclusión de que a veces sexualizamos nuestro dolor personal, nuestros traumas y frustraciones, con el fin de sentirnos en control.A veces sexualizamos nuestro dolor personal, nuestros traumas y frustraciones, con el fin de sentirnos en control.
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Decidí probar esas aguas y subí algunos videos de macrofilia a mi Instagram y Snapchat. Fui a una tienda de juguetes para comprar algunos soldados en miniatura y animales de plástico para pisarlos en los videos. El anciano en la caja registradora asintió con la cabeza. "Regresó el periodo escolar ¿eh?" Me pregunto si pensó que era una maestra o una madre que ayudaba a su hijo con una maqueta. Decidí vivir en aquella fantasía, en lugar de una donde tengo 30 años y me filmo a mí misma aplastando soldados de juguete para internet.He subido algunos videos en los que salgo pisando los soldados, con el hashtag #giantess. En conjunto, los vídeos obtuvieron unas pocas miles de visitas y algunos comentarios.Una mujer me rogó: "Por favor ¡aplástame con tus pies!"Un tipo me escribió: "Me encantaría estar a tu merced".Una mujer, cuya biografía dice que es la propiedad/esclava de otra giganta, me envió un mensaje directo: "Eres hermosa". Otro mensaje directo: "Haz más imágenes de macrofilia".
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No sentí mucho después de pisar los juguetes de plástico, pero la atención me excitó. Pronto estaba inmersa en los foros relacionados con la macrofilia en Reddit. Comencé a responderles a algunos de los macrófilos que habían comentado en mi Instagram y les pregunté: "¿Les gustó mi video? ¿Si subiera otros los verían?" Sigo diciéndome que lo hice para poder escribir el artículo, ¿pero es cierto esto? Encontré un grupo de personas que querían adorarme por hacer algo tan pequeño como pisar un juguete; y se sentía increíble.Ese mismo día, un video promocional (que no estaba relacionado con la macrofilia) que había grabado meses antes para una empresa fue lanzado en Facebook. La sección de comentarios fue mordaz. Los trolls me llamaron una "perra fea". Otros intervinieron para decir que era tan tonta que nunca debería ser madre. Incluso hubo un debate acerca de si en realidad era o no un hombre; aunque si lo fuera, me imagino que no comentarían mi apariencia en primer lugar.El mundo real puede ser duro y sentencioso, pero como una giganta, pude escapar de todo eso. Aquí había un rincón de internet en el que podía ser grande, descarada y sin remordimientos. Podía ocupar espacio y exigir mis propios deseos. Y si alguien más consigue hacerse una buena chaqueta con eso, mucho mejor.Sigue a Alison Segel en Twitter.