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Música

Lo que aprendí siendo una groupie

No debería existir un estigma tan grande en contra a las mujeres que utilizan su sexualidad para lograr cosas en una industria musical que sigue siendo ultra sexista.

Penny Lane; Almost Famous

De alguna manera, a finales de mis veinte, me convertí en una groupie. La verdad fue inevitable que terminara así. Cuando mi ex partió hacia las luces brillantes de Londres y yo me quedé sola en Manchester tratando de reconstruir mi fracturada existencia, tenía el autoestima en el piso. Vi un par de episodios de Girls y comencé a hacer lo que cualquier persona recién soltera hace: salir, emborracharse y buscar a alguien con quien poder tirar y olvidar el dolor. Sí, no estaba en mi mejor momento —mi agente recién me había dicho que mi novela había sido rechazada por todas las posibles editoriales, tenía un trabajo de mierda y mi novio me había dejado—, así que parecía apropiado que empezara a acostarme por ahí. Lo que no sabía era todo lo que iba a aprender de eso.

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Durante este tiempo emepecé a sumergirme en los escritos de Wilhelm Reich, un alumno de Freud y el hombre que inventó la frase "free love". Era una figura popular entre la contra-cultura de los 40 y 50 —JD Salinger, Saul Bellow, Allen Ginsberg, Jack Kerouac, toda la banda— principalmente porque inventó el Orgone Energy Accumulator, un gabinete de madera del tamaño de una cabina telefónica que los psicoanalistas decían que podía infundir al cuerpo con una energía especial que, según él, podría tratar todo tipo de cosas como el cáncer y enfermedades por radiación y que obviamente después resultó ser un fiasco. Pero fue un libro titulado Die Sexualität im Kulturkampf, publicado una década antes de su muerte y después traducido aThe Sexual Revolution(La Revolución Sexual), que llamó mi atención. En él, Reich argumenta que una verdadera revolución política no puede ser posible hasta que se haya eliminado la represión sexual. Aparte de eso, él creía que el sexo era la llave a una buena salud física y mental. En pocas palabras, el sexo no sólo te haría sentir bien, sino que podría curar todos tus problemas. Entre más gente te comieras, mejor sería el tratamiento, sería más profunda tu comprensión de ti mismo y del mundo en general. Hasta que estuvieras sexualmente satisfecho, no podías cambiar los sistemas de opresión que te rodean.

La fuente de mi depresión era una abrumadora sensación de falta de control. Todo para lo que había trabajado, desde mi relación, hasta mi oportunidad de publicar un libro, me había sido arrebatado. Necesitaba un escape, pero también algo que me diera una sensación de autonomía. Además estaba muy caliente. Decidir que iba a acostarme exclusivamente con músicos era una forma de recuperar el control. También descubrí que tener sexo con tipos que hacían música que me gustaba no sólo aliviaba mi triste realidad temporalmente, sino que también era una experiencia casi espiritual: estaba interactuando con gente cuyo arte me había ayudado en mis momentos más bajos y me llenaba de esperanza. Si se querían acostar conmigo, entonces tal vez el mundo entero se acostaría conmigo de otra manera. Ellos veían algo en mí que en ese momento yo no podía ver, aunque ese algo fuera atracción sexual. Cuando te odias todo el tiempo eso vale mucho. Además, mientras la mayoría de gente es inspirada por el arte cada día, rara vez pueden conocer al artista de las pinturas que aman o al autor de su libro favorito y la mayoría ya están muertos. Los músicos son mucho más accesibles: ellos tocan en nuestras ciudades y de esta manera son personas cuyos ojos podemos realmente atrapar. Acostarte con un músico es una manera única de conectarte con el arte y que la mayoría de la gente no tiene la oportunidad de experimentar. Me hizo sentir especial en un momento en el que me sentía una mierda.

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La palabra "groupie" está tradicionalmente cargada con connotaciones negativas. Tanto que, en la película del 2000 Almost Famous, Penny Lane se burla de otro personaje que se atreve a describirse como tal. Ella se describe como una "band aid", una mujer que inspira a los músicos sólo por estar ahí, desviando la atención de cualquier relación sexual. Pero, ¿por qué acostarse con músicos es visto como algo tan malo? ¿Si un hombre decidiera acostarse exclusivamente con músicos sería llamado groupie? Creo que todos sabemos la respuesta. Pero, sobre todo, la percepción tradicional de una groupie como una mujer desamparada posiciona al músico como alguien que se aprovecha y el intercambio sexual se percibe como algo negativo. No debería ser así. Se obtiene un cierto poder cuando te acuestas con alguien. Justo después de que mi novio me dejara, también me encontré con un libro llamado Honey Money, de la escritora feminista Catherine Hakim. Su discurso es que: junto con el capital económico, cultural y social, también existe el capital erótico, una moneda que todos podemos aprovechar para ser más exitosos. El capital erótico es más que sólo estar en forma, aunque eso es definitivamente una parte, pero también incluye otros factores como el carisma, la gracia, habilidades sociales, la presentación y la vitalidad. Aplica para ambos sexos y no necesitas estar en una situación sexual explícita para que te pueda ayudar. En mi opinión, gente como George Clooney o Angelina Jolie, definitivamente lo han usado para avanzar en sus misiones humanitarias. Generalmente la gente que utiliza su capital erótico son aquellos que conocen sus fortalezas y saben cómo usarlas para obtener lo que quieren. Con la austeridad siendo más dura, y la brecha entre ricos y pobres aumentando, el capital erótico es una forma de capital disponible para la población en general. Así que, en mi opinión, creo que Hakim es una de las pensadoras más relevantes que existen en estos momentos.

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Para cuando decidí crear una noche de club con mis amigas como antídoto a la predominante escena masculina de hip-hop en Manchester, ya había tenido sexo con un rapero de los 90 de Brooklyn. Él bailaba al ritmo de una banda emergente de Manchester que le puse, mientras me contaba sobre los problemas de ganarse la vida en la vivienda de interés social en la que creció y la siguiente semana estaba en un after con el guitarrista de dicha banda emergente. Sin embargo, puedo trazar mi adoración por los músicos a cuando tenía 18 e ilusionada le había pedido a Mark Ronson que me autografiara diez libras, cuando tocaba en Sankeys. No traía su disco, había perdido el boleto de su concierto y no encontraba ni siquiera una envoltura de chicle en mi cartera. Mark escribió "spend it well" (gástalo sabiamente). Obviamente nunca lo hice. Pero junto con un buen recuerdo, es un recordatorio elegante de que el dinero no es el único capital allá afuera. Con los músicos, muchos de los estereotipos son ciertos. Tipos en bandas se acuestan contigo y después del acto te informan que tienen novia. Te cogen y se levantan dos minutos después para tocar el mismo acorde una y otra vez, volviéndote loca mientras su semen está aun caliente en tu vagina. Pero estos encuentros me habían dado confianza y pasión por la vida que había perdido después de mi ruptura. Estaba lista para empezar a vivir de nuevo y probar con algo nuevo.

Una escena de Sid and Nancy

No hay ningún estigma alrededor de hacer conexiones con la escena musical a través del Internet o relaciones no sexuales, pero hay muchísimo estigma alrededor de usar el sexo para hacer estas conexiones y no debería. ¿Por qué no utilizar mi capital erótico, ya sea ligando, vistiéndome de cierta manera o teniendo sexo casual? Esto se convirtió en casi una necesidad cuando me di cuenta lo difícil que es conseguir un lugar en la escena musical. Cuando comenzamos nuestras noches prácticamente no teníamos contactos, no podíamos entrar a la mayoría de los lugares y mucho menos convencerlos para que me tomaran en serio cuando finalmente tenía a alguien en el teléfono. Si no eres un DJ, entonces el conocimiento adquirido es, ¿para qué estás haciendo eventos en un club nocturno? Nadie los hace sólo por diversión. Incluso los DJs que agendamos estaban escépticos. Así que sentí necesario en ciertas situaciones desarrollar mi capital erótico que me di cuenta que tenía, después de acostarme con un montón de músicos. Cuando vi una oportunidad utilizaba mi encanto para arrendar lugares más baratos, negociaba los pagos de los DJs después de acostarme con ellos y orquestraba sesiones de fotos con la ayuda de personas que sabía que les gustaba. No estoy avergonzada de admitirlo, porque para mí el capital erótico es como cualquier otro tipo de capital y es un juego justo, especialmente en una industria repleta con desigualdad de género. Sin embargo, tengo que admitir que hubo momentos en los que no he disfrutado ser una groupie. Hace un tiempo estuve una noche en el club Gorilla en Manchester y de repente una chica me tocó el hombro. Me di la vuelta. Ella me dijo que uno de los DJs quería hablar conmigo y me invitó a la sala VIP. Mi amigo me animó a decir que sí. El lugar estaba completamente lleno y la cola para la barra era enorme. Al menos en el VIP conseguiríamos algunas bebidas. Pero cuando llegué la experiencia fue muy incómoda, por decir lo menos. No hubo química entre el DJ y yo, pero el aire se llenó con la expectativa de que, como había llegado y tomado gratis, debía volver con él a su hotel y tener sexo. Tuve una experiencia similar muy incómoda con un premiado músico que admiraba y pude hablar con él yendo a una fiesta en la madrugada. Le di mi número para que pudiera alcanzarnos cuando terminara sus bebidas, pero en lugar de eso comenzó a llamar incesantemente los días siguientes para decir que nuestra reunión había sido amor a primera vista. Al final resultó que él había terminado con su pareja y estaba en medio de una crisis. Al igual que cualquier otra profesión hay días buenos y días malos para ser una groupie. Tal vez controversialmente, estas experiencias no me desanimaron. Me niego a no tener un empleo positivo de mi sexualidad sólo porque tiene peligros. Lo veo como un paso más del feminismo. Más que nada, estas reuniones me confirmaron que tengo el capital erótico que puedo usar cuando me conviene. Sin embargo, como las groupies son a menudo estereotipadas como niñas desesperadas que utilizan la proximidad al talento para compensar su propia falta de ello, yo estaba consciente de que dormir con alguien no me llevaría a donde quería, simplemente porque me acostaba con ellos. En mi opinión, obtuve cierto conocimiento: algunas cosas no se pueden transmitir con palabras y eso era lo que yo buscaba.

Hablé con un músico sobre la noción de ser una groupie, si se sentía mal por dormir con ellas. Al principio se puso a la defensiva. «¿Qué hay de malo con sentirse atraído por los músicos? », reflexionó. Cuando lo desafié diciendo que muchos músicos son narcisistas, como bien está documentado en el libro Confessions of a Groupie de Pamela Des Barres, dijo: «Los músicos son interesantes y de vez en cuando tienen algo bueno que darle al mundo. Creo que la mayoría de los músicos lo hacen por las chicas». Con respecto al intercambio de sexo por información , dijo: « Si identificas que un músico sabe algo que tú no y quieres saberlo y compartirlo con el mundo, eso es algo que hay que celebrar. Y qué mejor manera de conocer a alguien que cogiéndotelo». ¿Así que es un intercambio justo? Dijo que no necesariamente lo considera justo, pero cree que es positivo cuando el objetivo final es enriquecer una cultura. No se puede negar el hecho de que el negocio de la música sigue siendo sumamente sexista, como casi todos los line-ups de festivales a lo largo de la historia pueden dar testimonio y aún estamos muy lejos de superar la desigualdad de género incluso dentro de esta industria. Así que estoy de acuerdo con Catherine Hakim, en que urge que las mujeres aprendan a pedir un mejor trato, tanto en lo privado como en la vida pública y que usen el capital erótico como un medio para ese fin, ya sean un músico o una groupie. Obviamente, utilizar el capital erótico no va a cambiar el mundo, pero Hakim argumenta que el reconocimiento del valor social y económico del capital erótico puede desempeñar un papel importante en la renegociación de la desigualdad de género. Hasta que no tengamos la igualdad real, siento que las mujeres estaremos condenadas a conseguir lo que queremos de la manera que se pueda. Para mí, exigir un mejor trato empezó con el sexo casual. El ser una groupie me permitió obtener tanto el sexo como el conocimiento, dos por el precio de uno. Creo que eso es un juego justo en una sociedad patriarcal. A través del proceso de leer a Reich y Hakim, y mientras tiraba con algunos cuantos músicos, aprendí y encontré mi confianza, así como mi gusto y, en última instancia, conseguí tener mi propia noche de club exitosa donde tratamos de mostrar lo mejor del talento femenino local. De verdad, pueden tener el pastel y comérselo: ser una groupie, así como también tener tu propio lugar en la escena musical.

Encuenta las noches de club de Kamila en Twitter: @WITCH_UNT