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“Una nueva guerra en el Sahara sería un desastre”

Hablamos con Hassanna Aalia, saharaui condenado a cadena perpetua por Marruecos por su participación en la protesta pacífica de Gdeim Izik.

Concentración en Gdeim Izik (foto de Javi Julio)

Hassanna Aalia vive refugiado en Euskadi. No puede volver al Sahara Occidental, su casa, porque un tribunal militar marroquí le condenó en febrero a cadena perpetua. Fue juzgado en rebeldía, en un proceso irregular, por participar en la acampada de protesta de Gdeim Izik, de 2010

Durante 28 días, los saharauis de los territorios ocupados se sintieron “libres” en su propio país, explica Hassanna Aalia (El Aaiún, 1988), activista. En el desierto, a quince kilómetros de El Aaiún, 20.000 personas levantaron sus jaimas en octubre de 2010 para protestar contra la tortura y la discriminación que ejerce Marruecos. La concentración en Gdeim Izik fue disuelta por la fuerza. En febrero, el Gobierno alauí juzgó a 24 saharauis por su participación. Aalia fue condenado a cadena perpetua, acusado de pertenencia a banda criminal y de usar la violencia contra la fuerza pública. La sentencia se basó, casi en exclusiva, en las declaraciones de los acusados, que fueron torturados. “A algunos compañeros les arrancaron las uñas de las manos y se producieron violaciones con botellas de cristal”, narra el activista. Aalia vive refugiado en Euskadi.

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Marruecos ha ordenado su búsqueda y captura ¿en qué situación legal se encuentra usted?

Estoy sentenciado a cadena perpetua, a pesar de que ya me condenaron a cuatro meses de cárcel por el mismo delito. ¡Me han juzgado dos veces por esos hechos! Por eso, hace más de un año y medio que pedí asilo político en España. Estoy esperando que se resuelva el trámite.

Si, como dicen los juristas internacionales, las pruebas contra ustedes no son verídicas, ¿cuál cree que fue la razón para que la policía les detuviese?

Mientras duró la acampada, un grupo de activistas se reunieron con representantes marroquíes para explicar nuestras demandas. Y, tras el desalojo, fueron a por ellos. En mi caso, yo me encargué de traer a periodistas extranjeros desde El Aaiún al campamento. La policía me tenía muy controlado.

¿Va a continuar con su activismo en España?

Sí, porque no puedo volver al Sáhara Occidental. Mi labor ahora es ayudar a mis compañeros encarcelados, presionar al Gobierno español y marroquí. Soy afortunado porque una familia vasca me ha acogido desde que salí de El Aaiún, en octubre de 2011. Me tratan como a un hijo más y estoy aprovechando para aprender castellano.

Hace unos días España expulsó a un hombre por ser espía de Marruecos y ser un peligro para la seguridad nacional, ¿se siente espiado?

Supongo que vigilan mis movimientos. Además, en una página de internet han publicado mi fotografía para pedir ayuda para localizarme.

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Hassanna Aalia (foto de Javi Julio)

La acampada de Gdeim Izik fue una nueva forma de protesta, más allá de las manifestaciones, ¿qué ha cambiado en la resistencia desde la Intifada de mayo de 2005 (concentraciones en los territorios ocupados disueltas con violencia y con más de 100 detenidos, entre ellos, Aminatou Haidar)?

Las concentraciones siguen siendo pacíficas porque sabemos que esta vía es más útil para denunciar lo que está pasando. Pero necesitábamos romper el bloqueo informativo. Las protestas en la zona ocupada suelen durar un minuto o medio, hasta que las reprime la policía. El campamento de Gdeim Izik permitió que más gente saliese a la calle y llegamos a los medios de comunicación. Sin ellos, no se sabría lo que estamos sufriendo.

¿Cómo se organizó la acampada de 20.000 personas sin que el Gobierno marroquí se enterase?

Primero empezamos con 40 jaimas y, poco a poco, fue viniendo más gente. En una semana éramos miles de saharauis. Al principio, la policía marroquí no atacó el campamento porque pensaba que no aguantaríamos más de dos semanas.

Había mujeres y niños en el campamento, ¿no tenían miedo?

Estábamos preocupados. Pero el pueblo saharaui ya sabe que tiene que luchar y que vamos a sufrir mucho: han muerto niños en estos años. La independencia no va a venir sin pagar nada, sin perder nada. Lo que no esperábamos es que entrasen con tanta brutalidad, usando armas. Confiábamos en la vigilancia de la ONU, con la misión de la Minurso.

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¿Una nueva guerra sería una solución para la causa saharaui?

No. Perdimos a mucha gente y, si vuelve, será un desastre. La vía pacífica está funcionando, nuestros triunfos son mayores. Las organizaciones internacionales y los gobiernos de muchos países reclaman que se protejan nuestros derechos: eso es una victoria

Hace unos meses, Estados Unidos pidió que el destacamento de Naciones Unidas en el Sáhara pudiese vigilar las violaciones de derechos humanos, ¿a qué se debe este cambio de estrategia?

Muchos países han presionado a EEUU y supongo que consiguieron que reformulase su posición en la zona. Pero no sabemos qué está ocurriendo debajo de la mesa de negociación. ¿Por qué no se enfrenten a Marruecos por violar los derechos humanos?

¿La presencia en el Magreb de grupos próximos a Al Qaeda puede empujar a EEUU a apoyar al Frente Polisario para que impida su influencia?

Lo que ocurre en Mali con los yihadistas no tiene nada que ver con lo que pasa en el Sáhara ni con el conflicto. El pueblo saharaui también ha sido víctima de estos grupos.

Estas milicias salafistas, ¿reclutan a jóvenes saharauis?

No. La juventud del Sáhara tiene un solo enemigo: el Gobierno de Marruecos. No estamos en contra de Occidente.