Dean Stoneman venció al cáncer —y ahora quiere conquistar la Fórmula 1
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Dean Stoneman venció al cáncer —y ahora quiere conquistar la Fórmula 1

No es fácil que la Fórmula 1 te considere una gran promesa de futuro. Dean Stoneman lo ha conseguido dos veces —y tras superar un cáncer.

El cáncer es terrible sin importar en qué momento llegue el diagnóstico, pero lidiar con la enfermedad a los veinte años debe ser un reto especialmente duro. Tu mundo se convierte en un caos justo cuando estabas empezando a saber quién eras y qué querías ser. En un momento estabas en la flor de la vida y al siguiente estás luchando contra la muerte.

Dean Stoneman (Croydon, Reino Unido, 1990) tenía 20 años cuando le diagnosticaron cáncer en 2011. El aviso llegó justo a tiempo: dos días más tarde, el cáncer habría sido inoperable. Para enfrentarse a la quimioterapia, no tuvo más remedio que posponer sus planes… y el caso es que esos planes eran bastante serios: en ese momento, a Dean se le consideraba uno de los pilotos jóvenes más prometedores fuera de la Fórmula 1.

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Cuatro años más tarde, Stoneman ha vencido a la enfermedad y ha vuelto a luchar por conseguir un volante en la categoría reina. Los equipos le tienen en aún mejor consideración que antes gracias a su regreso, que muchos dudaron que fuera posible. La consagración como valor de futuro llegó en febrero de este año, cuando a Stoneman se le ofreció formar parte del prestigioso equipo júnior de Red Bull —el mismo programa que lanzó la carrera de Sebastian Vettel y le permitió convertirse en tetracampeón del mundo.

Dean Stoneman, a la derecha, alabando el tupé de un ingeniero de su equipo. Imagen vía Red Bull Racing.

Stoneman empezó a hacerse un nombre en 2010 al ganar el campeonato de Fórmula 2. Como premio se le permitió realizar una serie de 'tests' para la escudería Williams de la F1, y sus resultados fueron excelentes. A principios del 2011 se estaba preparando para correr en las World Series by Renault, un campeonato ubicado un escalón por debajo de la Fórmula 1. Su compañero de equipo iba a ser Daniel Ricciardo, que apenas seis meses después ya estaba pilotando para Toro Rosso y que ahora compite para la escudería Red Bull.

"Todo estaba en su sitio", recuerda Stoneman. "Iba a ser una gran temporada con Daniel como compañero… pero entonces me diagnosticaron cáncer testicular, y el motor dejó de ser una opción para mí".

Stoneman es un personaje tremendamente tranquilo. Muchos pilotos lo son, porque siendo excitable y emocional es difícil llegar lejos en un deporte donde una mala decisión puede ser fatal. Pero hay algo en la forma de expresarse de este joven de 24 años que lo hace parecer especialmente impasible, incluso cuando habla sobre una enfermedad que casi acabó con su vida (y de hecho estuvo cerca de hacerlo: tras pasar desapercibido durante un año, el cáncer se había esparcido hacia sus pulmones, su hígado, sus riñones e incluso su cerebro cuando se lo detectaron).

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"Estuve a dos días de que fuera intratable y empecé la quimioterapia el mismo día", explica, manteniendo una pasmosa tranquilidad. "Tuve 250 tumores, los contaron en la pantalla. Tuve que apartar las carreras y concentrarme en mi salud. Hice 24 horas de quimioterapia; me hicieron transfusiones de sangre y cuatro operaciones. Sufrí un montón de efectos secundarios", explica el británico.

"Simplemente vivía cada día como venía. Era terrible. No podías decir 'voy a hacer X, Y y Z para recuperarme'. Es difícil de describir a menos que hayas estado ahí y lo hayas vivido. Es horrendo, lo peor. Volver al coche fue muy grande. E hice carreras de lanchas para mantenerme ocupado".

La última declaración seguramente requiera una pequeña explicación. Como parte de su recuperación, Stoneman decidió competir en carreras de lanchas con su amigo Dean Paling como copiloto. Esto ocurrió en 2012, un año después del diagnóstico y cuando Stoneman aún sufría los traumas físicos de haber derrotado el cáncer. Obviamente, pilotar lanchas sobre el agua es totalmente distinto a pilotar coches en un circuito: Dean estaba allí principalmente para pasárselo bien mientras recuperaba su salud y su confianza.

"Espera que le pongo aquí una pegatina de Pioneer y ya lo tendrás, ¿eh?". Foto vía Red Bull Racing.

O al menos esta era la versión oficial: en realidad, los dos Deans tenían otras ideas.

"Empezamos a correr, ganamos nueve carreras y terminamos segundos en la otra, lo cual es genial", dice Stoneman, que se convirtió en campeón del Reino Unido en el proceso. "Después de casi haber muerto y pasar un año terrible decidimos que yo necesitaba pasármelo bien, más que volver a ponerme al límite cuando no me sentía preparado".

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"Las carreras de lanchas son totalmente distintas de las de coches, pero las conozco de toda la vida. Mi padre fue campeón del mundo de la disciplina en 1995. Me siento bien en los barcos y amo el agua. Sentí que competir me hacía falta como estímulo, para ayudarme a salir y a disfrutar".

Con la confianza recuperada y el cáncer vencido, Stoneman ha pasado los dos últimos años demostrando su inmenso talento en el mundo del motor. En 2013 pilotó coches Porsche en el campeonato británico "para recuperar sensaciones y asegurarme de que aún tenía la habilidad de correr, adelantar, y todo lo demás". Dean ganó la carrera de su debut, lo cual disipó las dudas. Poco tiempo más tarde decidió que tenía asuntos pendientes con los monoplazas e hizo una aparición en las GP3 Series, dos escalones por debajo de la F1.

Stoneman, buscando un aparcamiento en la sombra en el circuito de Jerez. Imagen vía Red Bull Racing.

"Decidí que quería correr en la último gran premio de la GP3 en Abu Dhabi y fue muy bien: quedé 7º en la primera carrera y 2º en la segunda, lo cual demostró que aún era rápido".

De cara al 2014, Stoneman se aseguró un puesto fijo en el campeonato. A pesar de tener que cambiar de equipo a media temporada por culpa de las dificultades económicas por las que pasaba su primera escudería, el piloto británico estaba en forma. Sumar cinco victorias le aupó al segundo lugar de la clasificación general; su nombre volvió a estar en boca de todo el mundo.

Tras su recuperación, sin embargo, Stoneman creyó que soñar en una carrera en la Fórmula 1 no era realista. El actual estado económico del deporte implica que muchos conductores deban aportar ingentes sumas de dinero solo por tener una oportunidad al volante. En el camino de Dean, sin embargo, volvió a cruzarse Red Bull, cuyo programa de pilotos jóvenes busca perfiles exactamente como el suyo… y la escudería de Dietrich Mateschitz apostó por él.

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Este año, Stoneman competirá en las World Series by Renault, el mismo torneo en el que iba a participar cuando le diagnosticaron el cáncer. No es ningún secreto que Dean sufrirá la presión de tener que ganar el título en su primer intento: su nuevo equipo ha ganado las dos últimas ediciones del campeonato, y como piloto júnior de Red Bull se esperara de él que rinda desde el minuto uno. Es un enorme desafío, pero en absoluto el primero al que se enfrenta Stoneman.

"Las he pasado canutas, pero aquí me tenéis de nuevo. Y preparaos porque pienso dar guerra". Imagen vía Red Bull Racing.

"Estar con Red Bull, llevar su logotipo en el pecho, ser parte de su programa… es un sueño hecho realidad. Espero salir ahí y rendir a tope. Será una temporada dura —hay grandes pilotos ahí fuera— pero no veo razón por la cual no pueda ganar".

Si Stoneman logra vencer, es casi seguro que Red Bull le dará una oportunidad en la Fórmula 1. Son extremadamente exigentes, pero si en la pista la rompes te apoyarán en tu camino hacia la cima. Preguntad si no a Vettel y Ricciardo.

Le vayan bien o no las cosas en las World Series, Stoneman ya ha conseguido algo único: ha logrado llegar a las puertas de la Fórmula 1 —dos veces. Y ha vencido al cáncer. Y ha ganado un título de carreras de lanchas porque… bueno, porque al tío le venía de gusto, mayormente.

Últimamente, la Fórmula 1 está plagada de sucesos negativos, así que ver a un joven superviviente al cáncer unirse a gente como Hamilton y Vettel sería una excelente noticia. Pero tener a Stoneman en la parrilla de F1 sería bastante más que una buena historia para los relaciones públicas; por encima de todo, sería el triunfo de la justicia poética. Dean se merece su oportunidad más que nadie.