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¿gol? mejor dame un cigarrillo

Petardos: Robert Prosinečki o la historia de Marlboro, el paquete rubio más caro

En el fútbol español, al pobre Robert Prosinečki se le conoce más por su afición por el humo y por sus (maravillosos) anuncios que por su juego... ¡y eso es muy injusto!
Foto de Ian Waldie, Reuters

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Seguimos con la segunda entrega de la sección dedicada a los Petardos más entrañables y no queremos bajar el ritmo, así que recordamos a un jugador que iba a ser la gran estrella de los Balcanes pero que acabó siendo un gran fake en el Real Madrid y el FC Barcelona: Robert Prosinečki (12 de enero de 1969: Villingen-Schwennigen, Alemania).

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Conocido por… pasar más tiempo lesionado que jugando

Pocos jugadores prometieron tanto como Robert Prosinečki y terminaron siendo recordados por tan poco al final de sus carreras. Su historia empezó como el típico relato de esperanza y sueños cumplidos: tras ser descartado por su primer club, el Dinamo de Zagreb, Robert se fue al Estrella Roja de Belgrado… y allí comenzó la mejor época de su vida.

Prosinečki rápidamente ascendió por las categorías inferiores del club serbio hasta consagrarse en el primer equipo; tuvo, además, la fortuna de coincidir con una generación mágica de futbolistas yugoslavos que ganaron el Mundial juvenil de 1987 —y, muy especialmente, una inesperada Copa de Europa en 1991 frente al Olympique de Marsella.

Hasta ahí, todo en orden y todo muy bonito. Prosinečki se convirtió en una estrella del fecundo fútbol yugoslavo, y como tal recibió ofertas de toda Europa.

Robert Prosinečki, que no jugó las eliminatorias del Mundial'98, marcó en la final de consolación contra Holanda que dio el tercer lugar a Croacia. Imagen vía Reuters

La felicidad, sin embargo, no es para siempre. Prosinečki fichó por el Real Madrid porque "era el más grande" según sus palabras, pero en Chamartín su nombre no se recuerda con excesiva admiración. El croata llegó con el cartel de 'mejor jugador yugoslavo del año' colgado del cuello en 1991; el equipo blanco pagó hasta 1.000 millones de pesetas para que no se les escapara.

Pobrecito: lo último que podía hacer era escaparse. Prosinečki pasó su primera temporada lesionado, con depresión o las dos cosas a la vez. Los médicos del club madrileño acabaron afirmando que Robert había sufrido demasiada presión y eso provocaba los problemas musculares. Después de 3 temporadas y menos de setenta partidos jugados, Robert se fue del Madrid.

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Tras él, el croata dejó un rastro de bromas y mofas: le cayeron motes como "Lesionecki"… o, mejor aún, "Malboro, el paquete rubio más caro". Digamos que Prosinečki tenía fama de fumador —y uno poco disimulado, por cierto.

Del Real Madrid, Prosinečki pasó al Real Oviedo, donde completó una buena temporada. El año en Asturias le valió un sorprendente pase al FC Barcelona —aún hoy es de los pocos jugadores que pueden decir que han jugado en ambos clubes—, donde (¡sorpresa!) las lesiones se cebaron con él. El pobre Robert se fue al Sevilla FC, donde se lesionó poco… pero no pudo evitar que el equipo bajase a Segunda.

Visto su éxito en España, a Prosinečki solo le quedó una opción: regresar a sus inicios y convertirse en el amo y señor del centro del campo del Dinamo de Zagreb, el club que lo había visto crecer. Sí, antes de que preguntes, 'traicionó' al Estrella Roja para volver al Dinamo. Digamos que Robert no lleva muy bien el tema de la lealtad a los colores.

Para ser justos con Prosinečki, sin embargo, debemos decir que estaba lejos de ser un mal futbolista. Su técnica era muy refinada y no en vano se convirtió en una de las piezas clave del Estrella Roja campeón de Europa en 1991. Sencillamente, quizás no tenía la mentalidad adecuada para la presión de un grande de la Liga. No todos los cuentos tienen un final feliz, ¿no?

Un auténtico hombre-anuncio

A Prosinečki, sin embargo, no solo se le recuerda por sus constantes lesiones, sino —muy especialmente— por un inolvidable anuncio de coches en el cual se parodiaba a sí mismo. Como ya vimos con Amunike, los petardos son incomprensiblemente efectivos como imagen de un anuncio… y Prosinečki era demasiado jugoso como para dejarle escapar.

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¿Qué mejor ejemplo para un niño que un futbolista diciendo "vámonos de fiesta"? ¿Podéis imaginar un juguete más útil que un muñeco que se lesiona al ponerlo sobre el césped?

El anuncio se hizo tan famoso, de hecho, que la marca encargó una segunda parte que explotaba otra de las grandes características de Prosinečki: su amor —un poco exagerado— por las mujeres.

¿Y ahora, qué es de él?

Actualmente, Robert Prosinečki es el seleccionador de Azerbaiyán. El croata tenía la misión de mejorar el juego de la selección asiática y clasificarla para la Eurocopa de Francia: no hubo suerte, pero lo seguirá intentando para el Mundial 2018 de Rusia. Su experiencia en el banquillo azerí no es la primera con una selección nacional: Prosinečki ya estuvo cuatro años ayudando a Slaven Bilić en Croacia.

Tras su aventura con la selección absoluta croata, Robert también probó suerte en el Estrella Roja, equipo en el que siempre será recordado gracias al título europeo de 1991. Después de dos años, sin embargo, Prosinečki no consiguió recuperar el terreno perdido que el equipo había cedido al Partizan de Belgrado: al final, la directiva le despidió por ponerse de parte de los jugadores cuando estos iniciaron una huelga tras estar meses sin cobrar.

En realidad, Robert es un buen tío.

Ahora ya no es 'Lesionecki', más bien el 'croata barrigón', pero después de todos los buenos entrenadores que tuvo se merece una oportunidad más como técnico. Imagen vía Norsk Telegrambyra, Reuters

Está por ver si finalmente Prosinečki se gana el derecho de entrar en el cielo futbolístico como entrenador o se ve condenado al infierno del olvido: en cualquier caso —¡y por suerte!—, sus anuncios, sus paquetes de tabaco, sus lesiones musculares y su sinceridad hacen de él un petardo imposible de olvidar.

El autor también querría hacer anuncios de muñecos, pero mientras no lo consigue puedes seguirle en Twitter: @21pauriera