Una entrevista con el elenco de Monólogos de la Vagina

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Una entrevista con el elenco de Monólogos de la Vagina

Después de 16 años de haberse estrenado en el país, la obra sigue siendo tan relevante, conmovedora y chistosa como al principio. Lo mismo la mojigatería que parece seguir provocando.

En 2001 era absolutamente novedoso y bochornoso cuando la voz de Fanny Mikey anunciaba en medio de una cuña radial el estreno de una nueva obra en Bogotá que con su solo nombre ya causaba intriga cuando no indignación: Monólogos de la vagina.

Hoy, 16 años y más de 800 funciones después, parte de la mojigatería se ha perdido, pero la novedad sigue reflejándose en los que paran, miran y comentan cuando ven el banner gigante con el letrero Monólogos de la vagina sobre las puertas del Teatro Nacional La Castellana, donde por estos días se presenta su más reciente temporada.

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La obra se ha vuelto tan emblemática en la historia del Teatro Nacional que muchos ignoran su procedencia gringa: fue escrita en la década de los 90 por Eve Ensler, una estadounidense que escribió los monólogos a partir de los testimonios e historias de las más de 200 mujeres que entrevistó sobre su sexualidad, sus relaciones personales y su vagina. El resultado es una obra que no sólo habla de placer y sexo, sino también del desconocimiento de las mujeres de una parte de su cuerpo sobre la que la sociedad ha sembrado terror y asco y sobre la violencia que las mujeres sufren por el solo hecho de ser mujeres. Una vista panorámica de lo que significa ser mujer y tener vagina.

Actualmente son seis las actrices colombianas que le dan voz a los monólogos en la más reciente adaptación de la obra que por años ha sido criticada y censurada por sectores conservadores en todo el mundo: Marcela Gallego, Diana Ángel, Sandra Reyes, Carolina Cuervo, Indhira Serrano y Victoria Góngora. Todas son repitentes a excepción de Indhira, para quien esta temporada es la primera. Las demás han estado yendo y volviendo a la obra desde el principio, entonando el rap que nombra todas las formas con que se llama a la vagina —el toque particular que le dio Fanny Mikey— y contando las historias que siguen siendo tan relevantes y conmovedoras como hace 20 años.

Con ellas seis nos reunimos yo y Mateo Rueda, el fotógrafo que me acompañó, en los camerinos del Teatro La Castellana, mientras se maquillaban, peinaban y pintaban las uñas minutos antes de la función: una escena intimidante en la que reinó el histrionismo, los chistes, las risas y, ante todo, el ambiente propio de quienes el tiempo y las circunstancias han convertido en una sororidad.

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VICE: ¿Qué dirían sus vaginas si pudieran hablar?
Diana Ángel: ¿Por qué no estudiaron otra cosa?.
Virginia Góngora: ¿Su mamá no le dijo?
Indhira Serrano: ¡Diría groserías!
Sandra Reyes: Romeo, Romeo, dónde estás que no te veo, ome huevón.

De izquierda a derecha: Marcela Gallego, Diana Ángel e Indhira Serrano.

¿Antes de vincularse a la obra tenían alguna reticencia o miedo?
DA: Personalmente, creo que es más intimidante el reto que el contenido. El contenido es maravilloso, muy vanguardista para su época, y sigue siendo fuerte para la gente. Pero es más el reto a nivel de técnica, porque no es fácil. Ahora que somos seis se alivió un poco la carga de los monólogos, pero cuando éramos solamente tres actrices cada una debía sostener tres monólogos. Cuando a uno lo llamaba Fanny o lo llamaban del Teatro para hacer esto, era como las grandes ligas. A uno le decían: tiene que hacer monólogos y uno decía: "¿En serio? ¡Qué difícil!". Era más en ese sentido: el miedo de enfrentarse al público uno solo y hacer algo que no había hecho jamás.
Carolina Cuervo: Sí, más que todo es el reto de sostener un monólogo. Eso, para un actor, siempre va a ser un poco miedoso. En medio de todo, es para valientes.
DA: Y nos hemos quedado en blanco.. Y nos ha pasado de todo.
CC: En mi caso, tuve que hacerlo con muy poco tiempo de ensayo. Tres días.

Esta obra provoca todo tipo de reacciones en el público. ¿Esas reacciones cambian según los lugares o las épocas?
CC: Cuando uno sale con esta obra a otras ciudades uno se da cuenta del machismo que existe todavía en algunas regiones. No quiero echarme encima a ninguna, pero Barranquilla, por ejemplo, fue una experiencia extraña porque uno sentía que ahí había un machismo fuerte. Cosas donde la gente se ríe a carcajadas en esas ciudades no lo hacen. Eso pasa en Villavicencio o en Yopal, que siguen siendo ciudades muy machistas. La manera como se recibe la obra le da a uno a entender que todavía es un tema que en Colombia no está del todo hablado.
DA: Fíjate que Carolina la empezó a hacer en 2012 y la obra se estrenó en 2001. Si sigue siendo fuerte en algunas ciudades, imagínate 10 años antes.

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Carolina Cuervo.

¿Y hay algún monólogo o algún chiste en el que pase eso con más frecuencia?
VG: Mira que con la Cachu, el monólogo en el que una mujer se reivindica a través del amor con otra mujer, la sala se quedaba en silencio, sobre todo en el último instante. En el monólogo final, cuando ella reivindica su vagina a través del amor con otra mujer, usted sentía la incomodidad y sonaban las sillas cuando la gente se paraba o se iba.
DA: O se escuchaba "ush".
VG: O "agh". Pero también estaba la chica súper conmovida que lo esperaba a uno a la salida. A mí me pasó varias veces que me abrazaban con un sentimiento… Pero en general, en partes donde ahora se ríen de manera muy abierta, antes se quedaban en silencio. En una convención de ginecología, se pusieron furiosos.  El solo nombre es un tabú. La gente dice: "Yo quiero ir a ver monólogos", "¿De verdad que tú estás en monólogos?" Y monólogos y monólogos..
IS: Pero no dicen "vagina".
VG: Y uno percibe eso, no dicen 'vagina' como decir 'codo' u 'ojo'. Solo la palabra es un tabú.
DA: Y lo más triste es que no haya cambiado el tema de la violencia contra la mujer. Yo me atrevería a decir que casi el 80% de la obra tiene que ver con la violencia a las mujeres y hace 20 años la violencia era una realidad y hoy seguimos en las mismas: con feminicidios, violencia en la guerra, violaciones a las mujeres en la guerra, en las casas, en fin. Es muy triste que tengamos que seguir denunciando.
VG: Que simplemente cambien las cifras.
DA: Cambiamos las cifras: aumentan o no varían.

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Marcela Gallego.

¿Pero sí ha sido significativo el cambio de cómo era la recepción de la obra en 2001 en el país a hoy?
VG: Sí, el cambio es brutal.
DA: Digamos que la gente tiene la mente más abierta a las cosas que tienen que ver con sexualidad, como los nombres de la vagina. Sin embargo, a veces la gente sigue siendo tímida. Cuando hay mucha gente se ríen mucho, uno siente que se van contagiando. Cuando son más poquitos, la gente todavía tiene un poco de pena.
VG: Incluso en el monólogo del parto cuando dice: "Se abría y le salía mierda…"
SR: "Mierda y los coágulos, empujando cada vez más y más fuerte". Yo creo que sí ha cambiado, pero no es suficiente.
Marcela Gallego: Ha cambiado un poquito.
SR: La gente está un poco más abierta pero no se ha dado el cambio que necesitamos que se dé.
VG: ¡Para dejarla de hacer!
SR: Exacto.

Sandra Reyes.

Indhira Serrano.

¿Alguna vez se ha acercado a alguien a quejarse o a criticarlas después de una presentación?
SR: No. En general, les gusta.
CC: Yo siento que la gente se sorprende mucho porque no sabe a qué viene. Cuando vienen a ver la obra piensan que es una obra banal, de chistes fáciles, y se llevan la sorpresa de que es una obra que si bien tiene mucho humor, es profunda y toca temas sensibles y da información. Hay muchas mujeres que salen agradecidas porque hay cosas que no conocían. Igual los hombres. Otra cosa que piensan es que es una obra solo para mujeres, pero es una obra para todo el mundo.
MG: El esposo de una amiga me preguntó eso hoy: ¿y los hombres también pueden ir?
CC: Sí, a mí también me han preguntado eso.
DA: Y últimamente vienen muchas parejas gays, de hombres y de mujeres. Eso es bonito porque ven que en todo entran, que la obra es incluyente.

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Victoria Góngora.

¿Hay chistes que nunca fallan?
DA: Los gemidos.
VG: Los gemidos y el empute.
CC: Pero la emputada yo siento que a veces funciona muy bien y otras veces se sienten como muy regañados.
DA: Igual es un monólogo que te hace sentir muy identificada, porque habla de los exámenes, de los tampones, de los calzones, entonces las mujeres se sienten muy identificadas.
SR: Pero en un congreso de ginecología se sienten horrible.
VG: Los médicos se sienten muy regañados.
SR: ¿Y por qué? Porque en realidad no piensan en la mujer. Ahí queda en evidencia. Si lo hicieran, por ejemplo, el parto no sería acostada, el que está cómodo ahí es el médico, pero la que está pariendo, no. Uno debería parir así (se abre de piernas mientras hace una sentadilla) ¿Por qué? ¡Por la fuerza de gravedad! Así de sencillo. Pero no, lo hacen a uno acostarse para que sea más jodido, para que el médico esté sentado cómodamente. ¡Hijos de la chingada!.
DA: El día que mi hijo nació había un partido de Colombia y el man me quería hacer cesárea para poderse ir al partido. Yo le dije: "vaya y coma mierda". Lo que me demore, me demoraré.
SR: Si los hombres parieran, todo sería completamente distinto. Todo. Habría una máquina la re contra chimba para poder parir.

Diana Ángel.

¿La obra ha tenido un impacto en sus vidas personales? De pronto en la forma en que hablan de sus vaginas.
SR: Para mí, evidentemente, es mucho más fácil hablar de la vagina y sin tapujos. Si lo dice uno frente a un público que no conoce, imagínate con la gente conocida. Para mí ha sido mucho más fácil hablar de ella. Igual nunca he sido así como muy tímida pa' las cosas así (habla con ceseo). Pero sí, claro. Además, solo decir trabajo en Monólogos de la vagina, ya.
DA: Cuando los taxistas preguntan: "¿En qué está trabajando ahora?" "No, en Monólogos de la vagina". Se quedan mudos.
IS: Es divertido ir a entrevistas porque la gente te entrevista esperando que tú te autocensures. Y es muy divertido ver cómo empieza a haber incomodidad en el presentador o en el periodista que está haciendo la nota cuando uno no hace la autocensura. Ellos esperan, como siempre, que la mujer se autocensure. Cuando la mujer no se autocensura es incómodo para ellos.
DA: ¿Te acuerdas ese día en Bravissimo? Casi nos echan. Todos "bueno ya, por favor. Pero dijeron de todo". "¿Pero no querían que les cantáramos el rap?"

¿Creen que puede haber lugar para unos monólogos del pene?
CC: Ya existen.
SR: Lo que pasa es que se vienen muy rápido. No es muy profunda.
CC: Claramente. Apenas surgieron los Monólogos de la vagina obviamente no se iban a quedar atrás.
SR: Pero no han sonado.
DA: Además, históricamente la más afectada por la violencia ha sido la mujer. Digamos que los hombres se quejan mucho de eso: "ay, pero por qué los hombres no". Hay muy pocos hombres que denuncian violencia, primero por el machismo y porque les da miedo, pero segundo las estadísticas muestran que más de un 95% de las afectadas son las mujeres o los niños menores de 15 o 16 años. Entonces, evidentemente este es un tema mucho más profundo, tiene una investigación mucho más allá de lo que pueda ser un monólogo del pene.
CC: Dígamos que, claro, la vagina y el pene son órganos sexuales y a partir de eso se crea todo el universo o todo el imaginario de la sexualidad, pero esto va más allá de la sexualidad.

¿Cuál es su palabra favorita para referirse a la cuca?
IS: Coño.
MG: Cuca.
VG: Ay, a mí me encanta la despeinada.
DA: Cuquita.
CC: Cuca o coño.
SR: Vaginocha. Así le dice mi hijo "Mamá, perdóname por pegarte en la vaginocha", porque es que eso sí, el codo, la rodilla, eso va directo a la vaginocha.