El misterioso nuevo mundo de Jóhann Jóhannsson

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Noisey

El misterioso nuevo mundo de Jóhann Jóhannsson

El compositor islandés nos habla sobre la creación de la música para la película 'La llegada', todo un desafío en una era aterradora.

En los últimos años, el compositor islandés Jóhann Jóhannsson ha demostrado tener un don especial para componer la música de películas, y ha recibido los correspondientes reconocimientos por ello. Su trabajo para La teoría del todo de 2014 recibió nominaciones a los Óscar y a los Globos de Oro (en el caso de estos últimos también salió ganador), al siguiente año recibió su segunda nominación a los Óscar por su trabajo para Sicario de Denis Villenueve y este año ha vuelto a ser nominado a los Globos de Oro por la música de La llegada, la obra de ciencia ficción de corte intelectual de Villeneuve.

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La llegada es el tercer proyecto en el que Jóhannsson ha colaborado con el director franco-canadiense, extendiendo una relación que empezó con el thriller de 2013, Prisioneros. En las tres colaboraciones, Jóhannsson ha demostrado un ingenio excepcional para crear música que funciona como un elemento esencial en la infraestructura emocional de la película. Es capaz de crear un sentimiento, un referente que se convierte en algo indispensable para el film, y con La llegada, Jóhannsson ha conseguido superarse una vez más. Al principio de la película, cuando todavía no sabemos qué es lo que ha llegado, su retrato sónico inescrutable encaja a la perfección con la lenta revelación de los hechos que nos ofrece Villenueve. Y cuando por fin llega la revelación, el momento se queda grabado en nuestra mente gracias a una serie de sonidos alienígenas, descubriéndonos un paisaje de sonidos que nos resulta nuevo y exótico sin perder la personalidad de Jóhannsson. El compositor seguirá demostrándonos sus habilidades con la esperadísima Blade Runner 2049, también de Villeneuve, que llegará en el próximo otoño.

Jóhannsson nació en Reykjavík y creció escuchando música clásica y aprendiendo a tocar el piano y el trombón. Sin embargo, no quiso estudiar una carrera formal en el conservatorio y decidió estudiar lingüística y seguir explorando la música tocando en grupos de shoegaze ruidosos y minimalistas y desarrollando un gusto por el estudio. "Me flipaba el proceso en el estudio, las capas de sonido y la creación de paisajes sonoros", me dice en una llamada telefónica desde Berlín. "Capas de guitarras distorsionadas, pedales de fuzz, filtrados y ecualizados con montones de reverb".

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Evitando el rigor de los estudios académicos, el gusto de Jóhannsson permaneció cambiante y dinámico, abierto a las fuerzas creativas que se remontan a cientos de años atrás. Entre sus influencias de después del 1900 encontramos a artistas tan variados como Karlheinz Stockhausen, Jesus and Mary Chain, Suicide y Philip Glass.

El estilo personal de Jóhannsson se manifestó por primera vez en Englabörn, un disco de 2002 basado en la música que había creado para una obra teatral del mismo nombre, que describe como "una obra oscura y muy perturbadora sobre la violencia doméstica", y continúa diciendo: "Trataba cosas horrendas, como la peor naturaleza del hombre. Mi reacción fue intentar componer la música más bella que pude".

Tras recibir respuestas positivas tanto de la crítica como del público, Jóhannsson continuó trabajando con la música para convertirla en un disco. Añadió piano, glockenspiel, celesta, órgano, percusión y un cuarteto de cuerda para crear una música melancólica y decididamente preciosa. "Esta música fue como un momento de victoria para mí", dice. "Me parecía que todo lo que había hecho antes tenía que acabar en ese disco y esa música".

El procedimiento que siguió el compositor para crear Englabörn no difiere mucho de su modo de abordar la composición de música para una película. "Se trata de entrar en un estado receptivo donde eres capaz de reaccionar ante lo que se te presenta, y eso puede llegar desde cualquier sitio. No importa si estás componiendo para una peli o tu propia música; siempre tienes que entrar en ese espacio", explica. "Obviamente, hay unos parámetros prácticos a la hora de componer música para películas o hacer tu propio disco, pero para mí ambos procesos son muy similares".

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Es cierto que La llegada comparte algunos referentes sonoros con el disco de Jóhannsson de 2002, como los instrumentos de cuerda emotivos y la percusión entrecortada que nos resulta familiar, además de una naturaleza rica y contemplativa que sugiere que Jóhannsson pasó mucho tiempo  destilando la esencia de la historia, lo suficiente para poder adaptarse a su significado, e incluso ayudar a definirlo.

La  relación floreciente entre Jóhannsson y Villeneueve es, al menos en parte, responsable de la energía de la música. Villenueve le ofrece a Jóhannsson libertad para que mantenga su enfoque osmótico, de modo que aunque tenga que adaptarse a un concepto y marco visual, todavía puede situarse en ese espacio donde pueda recibir los mensajes e interpretarlos. "Le gustan las declaraciones valientes", dice Jóhannsson del director. "Cosas que tienen personalidad y espera que sean originales y eso es justamente lo que intento hacer".

Una de las razones por las que el sonido de Jóhannsson es tan original y esencial para la narrativa de la película es que no tiene que esperar a que el film esté acabado para empezar a componer, la música no es un simple componente adicional a la película, sino que está grabada en su ADN. "Denis es muy generoso enviándome material desde muy al principio; en el caso de La llegada, por ejemplo, empecé a grabar la semana que empezó el rodaje", dice Jóhannsson. "Uno de los temas principales lo compuse durante la primera semana, así que Denis estuvo sumergido desde el principio en ese mundo de sonidos y en la paleta de sonidos que caracteriza la música de  La llegada".

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La llegada se basa en el corto de ficción de Ted Chiang, "Story of Your Life", y empieza cuando 12 naves de extraterrestres aterrizan en diferentes ubicaciones de la Tierra. Dentro de las naves están lo que los humanos llaman heptapodos, unos extraterrestres que parecen una mezcla de un elefante y un calamar. Sus movimientos son fluidos y acertados; su lenguaje críptico y no linear, y unas manchas de tinta que echan por los tentáculos se convierten en la única pista para descifrar su mensaje.

La Dra Louise Banks, interpretada por Amy Adams, es una lingüista contratada por el ejército norteamericano para que descodifique el lenguaje y les ayude a descubrir cuál es la misión de estos extraterrestres en la Tierra. Tras semanas de contacto con las criaturas, Banks consigue componer una sintaxis y descubre que han venido a ofrecernos un "arma". ¿O puede que sea una herramienta? Su mensaje no queda del todo claro porque ha sido imposible descifrar la semántica de su idioma. Mientras, lingüistas de todo el planeta intentan encontrar la interpretación más acertada mientras la incertidumbre empieza a sembrar el caos entre el ejército y la población en general.

Ante la duda, empezamos a preguntarnos si deberíamos tener miedo o curiosidad por estos extraterrestres y Jóhannsson consigue situarse en el umbral que existe entre estas dos emociones. Su música imita a la perfección el dilema de La llegada, moviéndose constantemente entre el miedo y la curiosidad, la violencia y la confianza, a menudo representando dos emociones contrarias al mismo tiempo.

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"Era obvio que teníamos que mantener a la gente en este espacio", me dice. Pero no es fácil mantener este equilibrio y evitar caer más hacia el terror, sonando como una peli de terror; o irse demasiado en la otra dirección, haciendo desaparecer la intriga emocional. Mantener ese equilibrio fue un claro desafío para el compositor.

"Una de las escenas que fue bastante difícil de conseguir es aquella en la que hacen el primer contacto provechoso [donde suena su composición "Hazmat"]. El reto es transmitir lo misterioso. Hay un miedo y hay una sensación de estar entrando en lo desconocido, pero también hay un asombro y la sensación de que estamos ante la presencia de algo más grande que nosotros… encontrar ese equilibrio fue complicado".

Pero, ¿cómo se logra ese equilibrio? En "Hazmat", un sonido de cuerdas reflexivo abre el tema, ondeando y haciéndose cada vez más inestable. Pero cuando está a punto de romperse, aparece un bajo rotundo que lo apoya. El vibrato de las cuerdas se separa entonces de la uniformidad y se convierte en una danza arrítmica. Mientras los instrumentos se mecen y balancean, Jóhannsson introduce una serie de nuevos timbres, cada uno de ellos más alienígenas que el anterior: ligados distorsionados, sonidos ominosos y la voz del vocalista experimental Robert Aiki Aubrey Lowe (también conocido como Lichens), que sale del abismo junto con las cuerdas. Jóhannsson consigue el equilibrio porque su música es dinámica. Respira, madura y sufre contratiempos, como nosotros.

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"Mucha gente cree que se trata de sintetizadores de bajo cuando escucha la voz de Robert Lowe cantando con varias capas", explica del compositor de 47 años. "Hay muy pocos sonidos de sintetizadores en la música de La llegada. Hay algunos ritmos de sintetizadores, pero el 99 por ciento de los sonidos son de origen acústico y han sido tocados o cantados por un músico o cantante y grabados en una sala".

Después de haber grabado a los músicos, Jóhannsson utilizó el estudio para esculpir su sonido, tal y como lleva haciendo durante casi dos décadas. Las capas de percusiones se cubren unas a otras en una mezcla de ritmos ambiguos. "Poco después de haber leído el guion, haber visto parte del arte conceptual y haberme sumergido en la historia tuve claro los sonidos, la paleta y los instrumentos que quería utilizar", dice. "Por ejemplo, tuve muy claro que la voz humana sería una parte muy importante de la música".

Jóhannsson utilizó sus conocimientos lingüísticos para establecer el papel de la voz humana, componiéndola de tal modo que se asimilara a la prosodia del habla. "El aspecto lingüístico era algo que me interesaba mucho", sigue diciendo. "Utilizar la voz como instrumento textural… Quería utilizar esos bloques de construcción básicos del lenguaje para crear la música. No se canta ninguna palabra real; son sílabas. Hay como un tartamudeo, una duda, casi como si se estuviera formando un lenguaje".

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En  La llegada el regalo que hacen los extraterrestres a la humanidad es su lenguaje no linear, un idioma que, una vez aprendido, permite a los hablantes vivir el tiempo de una forma no linear. Mientras el lenguaje creado por Johannsson se desarrolla en segundo plano, las potencias mundiales se debaten entre aceptar este regalo o responder con violencia, pues muchos países siguen convencidos de que los extraterrestres están ofreciendo un arma. El nacionalismo, poder y alarmismo se convierten inevitablemente en temas centrales, como en la vida real, y la incertidumbre lleva a los países al borde de una guerra mundial.

La ciencia ficción nos ofrece una lente fantástica para observar nuestra cultura. Funciona para hablar de dónde estamos, pero también sobre hacia dónde vamos. Eso es lo que hace  La llamada, y la música de Jóhannsson nos facilita el viaje. El sentimiento que ha credo para esta película es increíblemente humano y, como tal, nos es muy fácil identificarnos con él. " La llegada refleja las preocupaciones que tenemos hoy cuando nos vemos rodeados de incertidumbre", dice Jóhannsson. "Nuestros sistemas parecen estar fracasando en todo el mundo".

La llegada reflexiona sobre el paisaje volátil de nuestro propio mundo. En cualquier momento, parece que un acontecimiento importante puede dejarnos las cosas más claras o arrastrarnos hacia una creciente falsa ilusión. Siempre habrá una incertidumbre, sobre todo durante momentos políticos y culturales tectónicos y las consecuencias que estos nos dejan, así que tenemos que estar atentos para tratar de entendernos los unos a los otros. A veces, simplemente tenemos que confiar en que la persona que tenemos enfrente tiene intenciones buenas solo porque es humana, y con eso basta.

Foto de Jónatan Grétarsson.

Traducido por Rosa Gregori.