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Por qué la serie 'Malcolm' es una oda al socialismo

Tras ver la serie por segunda vez, ya no me cabe duda de qué trata realmente.

Casi todos los episodios de Malcolm acaban con una puerta cerrándose de golpe que devuelve a la familia del protagonista —una mezcla explosiva de personajes inadaptados y problemáticos— al statu quo. Se trata de un recurso habitual en este tipo de series: al final, todo vuelve a la normalidad. En Malcolm, sin embargo, esa normalidad resulta desoladora. A diferencia de los protagonistas de Friends, por ejemplo, que viven cómodamente en sus apartamentos en pleno Manhattan y a quienes los problemas en el trabajo parecen no atormentarles, la familia de Malcolm es pobre, y cada broma, guiño y línea argumental gira en torno a esa realidad.

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Crecí con la convicción de que Malcolm era una serie alocada sobre cuatro hermanos revoltosos y sus padres, pero después de haber vuelto a verla, ya no me cabe duda del verdadero mensaje: la meritocracia es una farsa, las instituciones sociales están corrompidas y el trabajo asalariado es un sistema cruel. Los padres de la familia, Hal y Lois, tienen una relación carnal un tanto cómica que de joven no lograba entender. Ahora veo que se trata de una forma de protegerse de las vicisitudes del capitalismo. Todos los personajes están condenados, de una forma u otra, por el mundo que les rodea.

Pese a que pueda sonar bastante duro para tratarse de una serie de máxima audiencia de FOX, no es la primera vez que una producción de esta clase coquetea con ideas radicales. De hecho, en la pared del dormitorio de Malcolm, Dewey y Reece se hace referencia a una: un póster de la serie Dinosaurios, que se emitió a principios de los noventa en la cadena ABC. Dinosaurios no se parece a ninguna otra sitcom: una serie anticapitalista cuyos protagonistas son una familia de dinosaurios que viven en un pantano propiedad de la corporación FruitCO (una división de Empresas PorqueYoLoDigo), encabezada por un director general que recuerda mucho a Trump. En sus capítulos se hace crítica a la explotación, el acoso sexual y la corrupción política. La serie concluye con la extinción de la familia debido a una glaciación provocada por el calentamiento global. Dinosaurios era una especie de guía espiritual para Malcolm.

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Al inicio de la serie, la familia de Malcolm está endeudada y estresada, y vive en una casa que se está cayendo a pedazos. Una estampa típica es la de Hal y Lois sentados a la mesa de la cocina y rodeados por montones de facturas impagadas. Lois no tiene tiempo para ir más allá de las funciones básicas que se le presuponen a una madre —hacer la colada y la comida para toda la familia— porque tiene un trabajo a tiempo parcial en una droguería. Hal trabaja como administrativo en una empresa, uno de esos puestos improductivos que el capitalismo mantiene activos para hacer que la gente se sienta miserable. Trabaja tan poco que, de hecho, en cierto punto se descubre que nunca ha acudido a la oficina los viernes, día que se escapa solo a sitios como Seaworld.

'Malcolm' muestra que las promesas del neoliberalismo siempre han sido falsas

En el primer episodio, la familia se entera de que Malcolm es un pequeño genio con un cociente intelectual de 165. En la escuela lo pasan a la clase de los superdotados, los "Krelboynes", donde guardan "todo tipo de cosas buenas que sería una pena malgastar con los niños normales". Una serie conservadora mostraría una historia de superación en la que el niño superdotado garantizaría un futuro próspero para toda la familia. Sin embargo, Malcolm cuenta una historia muy distinta, cruda y sincera, ya que el don del chico no solo no contribuye a mejorar su situación en el colegio, sino que lo encasilla; al final de la serie, Malcolm se matricula en Harvard pero se ve obligado a trabajar como conserje de la misma para poder costearse la matrícula.

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Todo esto ocurrió años antes de la crisis de 2008, cuando los medios empezaron a hablar de la "desaparición de la clase media" en las economías occidentales, como si la situación anterior hubiera sido ideal. Malcolm es una muestra clara de que las promesas del neoliberalismo siempre han sido falsas: los salarios de los trabajadores de categorías medias y bajas llevan estancados desde los ochenta y las deudas personales se han disparado. El episodio en que la familia se ve obligada a cancelar las vacaciones para poder pagar la factura del hospital en que Malcolm estuvo ingresado constituye un análisis de rentabilidad como pocos se han visto en televisión y que se produce a diario en las familias de gran parte de EUA.

Pero la serie va más allá del retrato de la supervivencia de una familia bajo el yugo del capitalismo, sino que pone en duda los conceptos en los que se basa. Una de las bromas recurrentes es que la pobreza de la familia se debe a los defectos del carácter de los padres y no a fuerzas estructurales. Cuando Lois y Hal tienen que dejar de mantener relaciones con tanta frecuencia debido a una infección por hongos, empiezan a obsesionarse por los asuntos de casa y la transforman en una especie de idílico hogar burgués. Cuando Dewey descubre que Hal ha estado fumando a escondidas, llega a la conclusión de que, con todo el dinero que Dewey se ha gastado en tabaco podrían haberlo enviado a un colegio privado. Un episodio que parodia el discurso de políticos como Thatcher o Reagan, según el cual los pobres son pobres porque no trabajan lo suficiente.

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Al revisitarla, te das cuenta de cuál es su verdadero argumento: la meritocracia no existe, las instituciones sociales están corruptas y el binomio empleo-salario es cruel

La crítica alabó la serie Malcolm por el uso de una sola cámara y la eliminación de las risas enlatadas, elementos que allanaron el camino a las comedias posmodernas de la década de 2000.. Sin embargo, poco se ha dicho de la diversidad  en el elenco de actores y actrices. El mejor amigo de Malcolm, Stevie, es de ascendencia afroamericana, sufre una discapacidad física y es de clase media-alta. No se trata de una broma interseccional cruel, como cuando Lena Dunham respondió a una crítica por falta de diversidad en Girls incluyendo a un personaje negro y republicano en dos episodio, sino que se retrata una relación sensible mediante la cual ambos personajes crecen. Asimismo, la familia conservadora de Stevie satiriza la "política de la respetabilidad" —la idea de "actuar correctamente" para salir adelante en un mundo dominado por el hombre blanco— de la que hacían gala series como La hora de Bill Cosby.

Últimamente parece que es tendencia que los críticos terminen sus reseñas con un intento de integrar la cultura pop en el panorama político contemporáneo, con resultados, a veces, un tanto forzados. Pero la progresiva insensibilización de la política hace que sea cada vez más difícil desvincularla de la cultura. Totalmente inmerso en el mundo de Malcolm, me solidarizo tanto con las vidas de sus protagonistas que no puedo evitar preguntarme cómo se las apañarían en la América de Trump. No muy bien, seguramente.

Pero luego me asaltó un pensamiento más aterrador: ¿y si ellos también hubieran votado a Trump? Si bien el éxito del magnate dependió de toda una serie de aspectos demográficos, la familia de Malcolm, compuesta por miembros blancos, con ingresos bajos y residente en alguna población indefinida del centro oeste de EUA, posiblemente estuviera dentro de ese sector demográfico susceptible de ser movilizado por Trump. ¿Podrían las promesas de Trump de recuperar los salarios elevados y de basar la economía en la exportación haber convencido a Lois y Hal? ¿Habría engañado el presidente electo a la pareja con su disfraz antisistema?

@yohannk