Identidad

El suicidio por mensaje es una nueva forma de violencia doméstica

Que haya quien crea que las mujeres tienen poderes de manipulación práctica sobrenaturales es un verdadero problema.
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Imagen de la izquierda:Alexander Urtula e Inyoung You cortesía de la Oficina del Fiscal de Suffolk County. Derecha: foto por Pat Greenhouse de Michelle Carter siendo juzgada en 2017/The Boston Globe vía Getty Images

La semana pasada, por segunda vez en Massachusetts en menos de 4 años, una joven fue imputada por homicidio imprudente por enviar mensajes a su novio incitándole a que se suicidara.

El pasado mayo, la mañana antes de su graduación en el Boston College, Alexander Urtula, de 22 años, se quitó la vida saltando desde un aparcamiento.

En una rueda de prensa, la fiscal del distrito del condado de Suffolk, Rachel Rollins, anunció que se iban a presentar cargos por homicidio imprudente contra Inyoung You, de 21 años y novia de Urtula, por su implicación en la muerte de este. La evidencia: 75 000 mensajes de texto enviados entre ellos en los últimos dos meses. La fiscal declaró que You ya había usado la violencia física contra Urtula antes de su muerte, que rastreaba su localización a través de su teléfono y que se encontraba en el aparcamiento cuando sucedió la tragedia.

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Entre otras cosas, dijo Rollins, You escribió a Urtula instándole a que se matara, diciéndole que debería morir y que su familia y sus amigos estarían mejor sin él.



En una declaración, la fiscalía explicó que estos mensajes “muestran claramente la dinámica de la relación, en la que la señora You exigía y amenazaba a sabiendas de que ejercía un control mental y emocional total sobre el señor Urtula”. Añade que You conocía el “círculo vicioso depresivo” en el que se encontraba Urtula y se aprovechó de ello.

“La violencia doméstica no hace distinciones”, dijo Rollins.

Se había visto un caso similar antes. En junio de 2017, Michelle Carter fue condenada por homicidio imprudente por enviar mensajes a su novio de 18 años, Conrad Roy, diciéndole que se suicidara. Entonces, ella tenía 17 años. El juicio se mostró en un documental de HBO, el programa americano 20/20 y la prensa británica, y se cubrió más o menos en los medios internacionales. Sus abogados están tratando de apelar la condena de Carter a las Cortes Supremas de Estados Unidos, alegando que la sentencia viola los derechos de libertad de expresión de la primera enmienda de la constitución estadounidense.

La defensa, la acusación y diferentes expertos sugieren que estos casos tienen repercusión mediática porque el sistema judicial estadounidense —y la sociedad en general— no concibe la violencia de género de una mujer contra un hombre. En estos casos, los abogados pueden caer en el error de retratar a la mujer como si fuera un ser con poderes sobrenaturales capaz de manipular a la víctima.

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“A mí lo que me interesa es esa idea de que estas mujeres hechizaron a sus novios para que hicieran cosas que de otro modo no hubieran hecho”, dijo Nancy Gertner, exjueza federal y profesora de derecho en Harvard, que está en el tribunal de apelación de Carter. “Es contrario a la mayoría de estereotipos de género, aunque desde luego es una caricatura: la de la bruja malvada”.

La caricatura de la bruja parecía apropiada, al menos, en el caso de Carter. Como yo, muchos periodistas acudieron en manada a la ciudad neogótica de Taunton, en Massachusetts, para cubrir el juicio. Nos pisoteamos los unos a los otros cuando la acusada, pálida y frágil, entró lentamente en las cortes. Parecía una escena sacada de una película de esas con un final dramático y lúgubre. Empecé a preguntarme si realmente estábamos allí por las implicaciones con la libertad de expresión o por razones más primordiales. En aquel momento, publiqué un artículo en el que contaba que el Estado estaba tratando de mostrar a Carter como una sirena que hechiza a los hombres en las redes sociales.

Cuando pregunté por el papel que desempeñaban los estereotipos de género en un caso así, el jefe de prensa de Rollin, Matthew Brelis, me remitió a las declaraciones y las ruedas de prensa del fiscal del distrito. “Esas son las declaraciones públicas que vamos a dar por ahora”, dijo.

Hay expertos que afirman que este tipo de casos sirven para sacar a la luz el gran desconocimiento que existe sobre la violencia doméstica.

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“La gente se confunde porque los casos de violencia ejercida por mujeres son escasos”, dijo Kate Auerhahn, profesora adjunta de Criminología en la Universidad de Temple.

En un estudio de 2007, en el que se compararon a mujeres y hombres imputados por crímenes pasionales, Auerhahn decía que “la incapacidad de concebir la violencia femenina” está presente no solo en los jueces y jurados, si no también en la literatura de investigación sociológica y criminológica.

En 2016, varios investigadores, entre los que se encuentra Emily Douglas, profesora y decana de la facultad de Ciencias Sociales y Ciencias Políticas en el Instituto Politécnico de Worcester, llevaron a cabo un análisis que concluyó que, mientras que las mujeres son más propensas a sufrir lesiones (o ser asesinadas) en disputas domésticas, tanto hombres como mujeres muestran el mismo grado y frecuencia de violencia con sus parejas.

Pero aunque mujeres y hombres tengan las mismas posibilidades de sufrir abusos por parte de sus respectivas parejas, es más difícil que los hombres “se vean a sí mismos como víctimas”, dijo Douglas.

Esto también podría aplicarse a los casos de los mensajes de texto. En ambos, las mujeres fueron imputadas por lo que hicieron pero, también, por lo que no hicieron: cuidar de sus novios con enfermedades mentales.

En el caso de Carter, que tiene 20 años, esta rechazó ser juzgada en un tribunal y, en su lugar, fue enjuiciada por el juez Lawrence Moniz, que la reprendió no solo por los mensajes de texto, sino también por no ayudar a Roy cuando ella sabía que iba a quitarse la vida. “Cuando nuestros actos ponen en riesgo la vida de otra persona, existe el deber de hacer lo necesario para reducir ese riesgo”, dijo Moniz. El juez insistió en la importancia de no haber avisado a la madre o a la hermana de Roy y añadió: “Ser irresponsable y no cumplir con este deber puede acabar en una condena por homicidio imprudente”.

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¿Se condenaría a un hombre en la misma situación? Es imposible saberlo porque, hasta ahora, no se ha acusado a ninguno de homicidio imprudente por enviar mensajes de texto animando a una mujer a que se quite la vida. Moniz basó su dictamen en otros dos casos en los que se acusó a dos hombres por crear un entorno peligroso y no ayudar a las víctimas, aunque en ambos casos a estos hombres no se les condenó.

A lo largo de la historia, se ha culpado a las mujeres por las acciones violentas de los hombres, especialmente en casos de violaciones. Pero Auerhahn dice que descubrió que, en la era moderna, las mujeres condenadas por asesinar a sus maridos eran por lo general sentenciadas a penas más leves. “Lo cual era lo propio dadas las circunstancias”, dice y explica que cuando las mujeres matan a sus parejas, por lo general, lo hacen en defensa propia.

Con todo, Douglas remarca que “en alrededor de la mitad de casos, la violencia doméstica es bidireccional. Lo cual no cuadra en esa narrativa dominante de que en cada relación hay una persona buena y una mala”.

Por el momento, no se sabe si el caso de You se llevará a juicio.

You volvió a su país natal, Corea del Sur. Pero se desconoce si volverá voluntariamente a Boston para ser juzgada o si Estados Unidos tiene el poder para extraditarla.

Las declaraciones de Rollin dan a entender que, al igual que Carter, You probablemente sufría también problemas mentales. De hecho, una de las maneras en las que la fiscal asegura que You controlaba y manipulaba a Urtula eran las amenazas de autolesionarse.

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