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Estuvo enrolado en las pandillas, pero hoy este guatemalteco es un competidor Olímpico

Daniel Quiyuch vivió una infancia marcada por la pobreza y la violencia que le arrastró a las calles, pero el deporte le marcó una salida. Hoy compite en la marcha atlética de Río, y dice a VICE News que si tiene que morir en la carrera, lo hará.
Imagen vía facebook de Daniel Quiyuch

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Cuando tenía 12 años, Daniel Quiyuch se hizo con su primer arma de fuego, un revolver calibre 38 que escondía en su casa. Ninguno de los miembros de la familia se dio cuenta. Su padre solía beberse su salario en alcohol y descargaba su violencia contra ellos. Daniel hacía lo mismo en las calles de Mixco, Guatemala, penetradas por las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha, que habían impuesto una nueva cultura 'gangsteril' en los barrios empobrecidos de Centroamérica.

"Si yo hubiera seguido donde estaba, hace tiempo tendría que haber estado tres metros bajo tierra. Yo no tendría que estar vivo" explica 16 años después Daniel Quiyuch, en una entrevista con VICE News, a través de una video llamada. El está en su habitación del Centro de Alto Rendimiento Atlético Las Lomas, en San Luis Potosí, México. Lleva puesta una gorra y unos grandes audífonos; se le ve relajado y expresivo.

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El atleta que hoy tiene 28 años, está ahí congregado, junto al resto de la delegación guatemalteca de Atletismo, en la recta final de entrenamientos previos a los Juegos Olímpicos. Hoy 19 de agosto, disputará la competición más larga y sacrificada de las Olimpiadas, los 50 kilómetros de marcha atlética. Asegura que si tiene que morir en la carrera, lo hará. No va a dejar "ni una gota de energía" en la competencia.

'Si yo hubiera seguido donde estaba, hace tiempo tendría que haber estado tres metros bajo tierra'.

Quiyuch Castañeda nació en Ciudad de Guatemala en abril de 1988. Cuando tenía siete años, sus padres se separaron, y él y sus dos hermanos pequeños se fueron a vivir con su padre a Mixco, una ciudad dormitorio de un millón y medio de habitantes, a 15 kilómetros de la capital.

La colonia Pablo VI, a donde se mudaron, era en aquel momento, una de las llamadas "zonas rojas". Una señal de violencia en el quinto país con mayor índice de homicidios del mundo según datos de Insight Crime, y el segundo en tasa de homicidios de menores de 20 de años, según UNICEF. Esta institución de Naciones Unidas, también coloca a Guatemala en quinta posición a nivel mundial en desnutrición infantil.

Como muchos niños de su colonia, Quiyuch vivió una infancia marcada por el hambre, la pobreza y la violencia. A los 12 años, empezó su primer trabajo formal, como conserje de mantenimiento en un club llamado Albatros. Allí recogía, cuidaba y limpiaba. Desde niño, Quiyuch había tenido buena condición física, pero nunca hizo ningún deporte y la única oportunidad de dedicarse a ser deportista, quedó frustrada por sus responsabilidades laborales.

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Cuando tenía 13 años, un delegado de la Selección Guatemalteca de Futbol llegó a la escuela donde estudiaba y, después de verle jugar, le pidió que comenzara a entrenar para formar parte de la selección sub-15 de Guatemala. Quiyuch recuerda que la nueva esposa de su padre se puso muy contenta, pero su padre le prohibió ir a los entrenamientos. "Me dijo que me tenía que dedicar a ser un guatemalteco más. Que con mi trabajo iba a comer", relata el marchista.

'Me empiezo a involucrar con pandillas… a los 14 años, me topo por primera vez con las drogas'.

En su trabajo en aquel club, tanto los clientes, como sus supervisores le trataban mal. Pero ya ganaba dinero y no tenía que seguir obedeciendo a su padre. Poco a poco, en los siguientes dos años, dejó de llegar a su casa y a cambiar de familia. "Me empiezo a involucrar con pandillas, con personas fuera de lo común. A los 14 años, me topo por primera vez con las drogas. Con la cocaína. Empiezo a tener una vida como que muy fuera de lo normal para un niño", explica Daniel.

Las pandillas, principalmente el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha, se habían trasladado a Centroamérica con las primeras deportaciones masivas de ilegales desde el sur de California con una nueva cultura que imponía la violencia como su principal rasgo. Hoy en día, en Guatemala hay un aproximado de 18.000 adolescentes y jóvenes involucrados en pandillas, según cifras de la Policía Nacional Civil (PNC).

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Aunque Daniel Quiyuch se juntara con pandilleros, afirma que nunca se bautizó formalmente en ninguna de las dos bandas y su afición a las drogas hizo que terminara como un joven de la calle.

"Mucha gente de la colonia Belén llegó a tenerme miedo. Había momentos en que yo ya no estaba en mis cinco sentidos. Si me tocaba que hacer algo, pues lo hacía", explica el atleta. En una ocasión él vio como moría uno de los drogadictos que dormía a su lado, afuera del mercado Belén, y uno de sus mejores amigos llegó a contarle que acababa de violar y asesinar a tres niñas.

Un día como tantos, mientras consumía drogas dentro de un carro abandonado en el que pasaba las noches, vio que un hombre entró a un taller de pintura y reparación de vehículos. Se trataba de Jimmy Morales, un cómico que aparecía en un programa de televisión llamado Moralejas. Quiyuch lo reconoció y se le quedó mirando a aquel tipo de la televisión, sin saber que diez años más tarde le estrecharía la mano, a ese mismo hombre, pero ya siendo presidente de su país.

Mataron a sus maridos y luego las violaron: para estas indígenas la justicia tardó 28 años. Leer más aquí.

Daniel Quiyuch y su esposa Jamy Franco, también es marchista, en su casa en Mixco. (Imagen por José Andrés Ochoita/VICE News)

A los 18 años, después de llevar cuatro vagando por las calles de Mixco, Daniel Quiyuch entró en una fuerte depresión y llamó a su madre, amenazándole con suicidarse. Ella llegó a rescatarle y se lo llevó vivir a su casa.

Empezó a trabajar en una fábrica de ropa, pero en 2009 quebró. Al día siguiente, su nuevo padrastro, un militar retirado, le despertó temprano. Le dio un par de tenis y lo llevó a correr. "Al modo militar: vienes porque vienes". Daniel pasó todo el trayecto llorando. No quería correr. "Cuando regresamos a la casa, él se me quedó viendo y se fue a hablar con mi mamá. No se qué le dijo, pero mi mamá llegó y me dijo, 'mira, dedícate a hacer deporte'", recuerda el marchista.

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La idea original era aprovechar el talento que su padrastro vio en él, para que se hiciera con una visa de deportista con la que ir a Estados Unidos. Pero en 2010, los planes se adelantaron. El jefe de la nueva fábrica que lo empleaba, lo llevó a correr la media maratón de Cobán, una pequeña ciudad al norte del país con larga tradición atlética. Allí, un miembro de la Federación Nacional de Atletismo de Guatemala se presentó y lo llevó a conocer a un nuevo entrenador de marcha. Esta vez, Quiyuch no dejó pasar la oportunidad.

'Mi mamá llegó y me dijo, 'mira, dedícate a hacer deporte'

El nuevo entrenador, Rigoberto Medina, un ex atleta cubano de larga trayectoria de entrenamientos y éxitos en países como El Salvador o Colombia, acababa de llegar a Guatemala a hacerse cargo de la selección de marcha. Daniel le dijo que quería ser marchista y Medina lo incorporó en su equipo. En los dos siguientes meses, el entrenador reunió a un grupo de jóvenes en situación de pobreza y los convirtió en una de las selecciones de marchistas más competentes que ha tenido Guatemala.

Entre ellos están Erik Barrondo, proveniente de una aldea maya pocomchi, quien en 2012 logró la primera medalla olímpica para el país, una de plata, en 20 kilómetros marcha en los Juegos Olímpicos de Londres. También se encuentra Jamy Franco, actualmente casada con Daniel Quiyuch, quien logró oro en los Juegos Panamericanos de 2011 y Mirna Ortíz, quien hizo una plata.

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El primer año fue duro. El Comité Olímpico de Guatemala y Confederación Deportiva de Guatemala apenas les daba apoyo económico. Daniel comenzó ganando 400 Quetzales mensuales [unos 51 dólares]. Su madre le preparaba atol de maíz y un pan para irse a los entrenamientos. "Muchas veces yo me subía de aferrado a los buses y camionetas. Llegué a hacerme amigo de los choferes, ya sabían que iba a entrenar. Ellos me llevaban a la terminal, y de ahí caminaba para el estadio", explica Quiyuch.

Otras veces, regresaba caminando desde el estadio hasta su casa, 15 kilómetros después de entrenamientos de 35. Cuando se hacía tarde, se quedaba a dormir en el suelo del apartamento de Rigoberto Medina, junto a Erik Barrondo y Jamy Franco. Cenaban huevos y frijoles.

Clasificado para los Juegos de Londres, bronce en los Panamericanos

En febrero de 2011 empezaron las competencias. Quiyuch llevaba solo cuatro meses entrenando bajo el método del entrenador cubano, que implicaba, por ejemplo, subir y bajar dos veces a la semana el volcán de Agua, de 3.760 metros de altura.

La primera competencia fue en la Copa Centroamericana de Marcha, en El Salvador, donde obtuvo un segundo puesto. Unos meses más tarde, en marzo de 2011, en el Circuito Mundial de Dudince, en la República Eslovaca, logró una marca B para competir en los Juegos Olímpicos de Londres y en los Juegos Panamericanos. En estos, celebrados en octubre de 2011 en Guadalajara, México, el atleta de Mixco obtuvo la medalla de bronce en los 50 kilómetros marcha.

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En Londres, fue descalificado después de tres tarjetas rojas, en el peculiar juego de caderas que implica la marcha atlética, que no permite perder el contacto con el suelo, ni flexionar las rodillas.

Desde entonces, ha recorrido toda Europa, estuvo en China, en Perú, en Rusia, y ahora irá a Brasil. Sabe que es un ejemplo y le gusta acudir a escuelas, a contar que sí se puede a niños que, como él, sufren pobreza, violencia o racismo. "Antes no sabían ni pronunciar bien mi apellido. Ahora, hasta lo saben escribir. En la escuela, en el trabajo, te dicen 'indio', te dicen 'negro', te pueden decir como sea. Pero cualquiera tenemos la capacidad de estar a la par con cualquier persona del mundo", cuenta.

Nacieron en Estados Unidos y hoy viven en Guatemala. Ahora estos niños quieren regresar. Leer más aquí.

Hace poco más de un mes, el 28 de junio, Daniel Quiyuch se encontraba en el Palacio Nacional de Guatemala, en un acto de juramentación a los 21 deportistas que compiten estos días en los XXXI Juegos Olímpicos.

Jimmy Morales, un humorista convertido en político, que ganó las elecciones presidenciales de 2015, estaba estrechando la mano a los deportistas. Daniel Quiyuch, iba vestido con el uniforme deportivo blanco con el escudo de Guatemala bordado, estaba de pie, serio, esperando al presidente.

"Yo fui y se lo dije: 'Usted no se acuerda de mí, pero yo sí me acuerdo de usted'. Y le conté cuando le vi en la tienda de enderezado y pintura. 'Usted en ese momento era un cómico y mi vida estaba torcida. Ahora usted es el Presidente de Guatemala, y yo voy a ir a las Olimpiadas'", explica desde el otro lado de la pantalla.

La carrera de marcha atlética será hoy, 19 de agosto. Será un recorrido en la costa, cerca de la Isla de Pontal, al oeste de Barra de Tijuca, donde se encuentra la Villa Olímpica. Este trayecto ha sido catalogado como uno de los más bellos de las Olimpiadas.

Quiyuch lleva dos años entrenando para el gran día, bajo las instrucciones de un nuevo entrenador, el polaco Bohdan Bulakowski. No quiere hablar sobre la competencia, ni sobre los resultados de Brasil. Sólo asegura que lo va a dar todo. "Si me toca que dejar la vida en esa competencia, yo la voy a dejar. Si me toca morirme ese día en esa competencia, me voy a morir ese día. Y me voy a morir feliz, porque lo voy a dar todo", asegura.

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