Entramos a un campo ilegal de 'rehabilitación' en Irak
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Entramos a un campo ilegal de 'rehabilitación' en Irak

Decenas de familias fueron acusadas de tener lazos con terroristas, por lo que fueron condenadas a un infierno en vida.
AM
traducido por Adan Michel

Todo era celebración cuando el primer ministro de Irak, Haider al-Abadi, llegó a Mosul el pasado 9 de julio para declarar la ciudad oficialmente liberada del grupo terrorista Estado Islámico (EI). La presencia de Abadi marcó una momentánea victoria en medio de una intensa batalla que se libró durante meses, cobrando la vida de decenas de miles de civiles y desplazando a casi medio millón más.

Sin embargo, en un campamento para personas desplazadas en la región de Bartella, al norte de Irak, el júbilo era sustituido por un sentimiento de incertidumbre y desesperanza. El lugar fue diseñado específicamente para gente sospechosa de tener lazos con yihadistas: Bartella fue el hogar de 170 familias que fueron reubicadas a la fuerza por el ejército iraquí.

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De acuerdo con un documento emitido por el consejo distrital de Mosul, en este lugar "recibirían rehabilitación psicológica e ideológica", para después ser reintegrados a la sociedad.

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Desde su apertura, Bartella dio la impresión de ser un campo al aire libre para personas cuyo único crimen era la posibilidad de tener lazos con EI, dijo a VICE News Belkis Wille, investigadora sobre Oriente Medio y África del Norte para la organización Human Rights Watch.

"La idea fue presentada como una especie de campamento de rehabilitación, con algunos programas de recuperación, pero hasta ahora no he visto en Irak algo que sugiera que tal programa en realidad existe", dijo Wille. "En teoría el campamento estaba ahí para brindar rehabilitación, pero en realidad era un lugar que se convertiría en una horrible campo de prisioneros con servicios mínimos".


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El campamento de Bartella fue cerrado el pasado 17 de julio y las familias fueron reubicadas en otros campamentos luego de la intensa presión que ejercieron distintos grupos de derechos humanos, quienes aseguraban que se trataba de una violación internacional de la ley. Pero su breve existencia puso al descubierto muchos retos a los que se enfrenta Irak en su intento de construir un futuro pacífico después de EI, uno ya dividido por fisuras sectarias y diferencias tribales que han hervido bajo la superficie durante décadas.

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VICE News entró en el campo de refugiados de Bartella antes de cerrarse para ver de primera mano cómo las familias vinculadas a EI estaban viviendo después de la mortífera liberación de Mosul, y el estigma que enfrentan.

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"No sé por qué ayudamos a estas personas. Todos ellos son parte de EI", murmuró un oficial de seguridad mientras le daba sorbos a un vaso de agua. Estaba de pie a la sombra de un camión, vigilando mientras los voluntarios de la Misión Médica de One World distribuían suministros a mujeres y niños que esperaban en el sofocante calor para recibir paquetes de pañales, cepillos de dientes y fórmula para bebés.

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"Mi hijo va a morir", dijo una madre a los voluntarios mientras miraba a sus hijos en una tienda de acampar improvisada. El niño estaba tumbado en el suelo, desnutrido y con una herida en el pecho. Los voluntarios miraron con exasperación y le dijeron a la madre que poco se podía hacer por su hijo.

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En entrevistas realizadas por Human Rights Watch, los refugiados dijeron que no habían sido acusados formalmente de ningún delito, ni se les había brindado ninguna información sobre cuándo podían salir.

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Con pocos o ningún hombre en el campamento, a menudo se enviaba a muchachos jóvenes a recoger bloques de hielo para sus familias. El hielo distribuido por las organizaciones de ayuda significaba que las familias tenían acceso a agua fría y un rudimentario método de refrigeración en el sofocante calor.

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"No somos Daesh", dijo una madre mientras esperaba que las heridas de su hijo fueran atendidas por un médico voluntario. "Sólo queremos salir de aquí".

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