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Sexo

Repartí los Halls del sexo a mis amigos y así fue su sexo oral

"Parece que tu polla sea más gruesa que nunca".
sexo oral halls negros
Collage por el autor

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Hace unos días leí el artículo de un compañero que probó los caramelos Halls negros con su novio en su intimidad —ya sabes, ahí abajo—. El final apoteósico todavía resuena en mi cabeza. En fin, son unas inocentes pastillas mentoladas, unos caramelos, grageas o como quieras llamarlo que con un poco de imaginación pueden alegrarte la jornada.

Pero mi estupor fue provocado por otro suceso. Al día siguiente, mientras hacía algo de compra para dignificar mi escuálida nevera en el Carrefour, me topé de frente con los dichosos caramelos. Un foco los iluminaba como al Cristo del Amparo. Pensaba que eran muy difíciles de encontrar y allí estaban, esperándome en sus respectivos paquetes justo al lado de un inofensivo Halls de naranja.

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Bajo la inocencia de unos caramelos, se esconden oscuros deseos

Los añadí a la cesta de inmediato. Mientras hacía cola para pagarlos le daba vueltas a la cabeza. Primero imaginándome el vitoreo de mis compañeros en la redacción y segundo por cómo aprovecharlos bien. A los pocos segundos lo vi claro. Tenía que repartirlo entre mis amigos para que me contasen su experiencia.

Hice un par de llamadas, unos whatsapps y comencé a distribuir Halls negros. Me pasé dos tardes yendo de aquí para allá porque todo el mundo se animaba. Barcelona cayó a mis pies. Era "en Pau Escobar" de caramelos sexuales que creó una incipiente Sodoma y Gomorra del frescor.

La comanda era simple: caramelo a la boca, imaginación y ganas de pasarlo bien. Después me reportarían sus impresiones con detalle. ¿Qué podría salir mal?

El gélido mundo de la felación. Javi, 36 años

He de decir que, después de leer el artículo original, mis expectativas sobre estos caramelos eran muy altas. Y he de decir también que el "testing" con mi novio no nos defraudó en absoluto.

Las sensaciones son similares tanto al dar sexo oral como al recibirlo, aunque hay algunos matices. Al darlo hay que tener cuidado con la sensibilidad del glande, ya que si uno "posa" el caramelo sobre él, la sensación es más aguda y puede llegar a picar, aunque es el típico picor que está entre el dolor y el placer. Una vez descubrimos esto, alternamos la posición del caramelo entre la base del glande y en la zona de debajo o al lado de nuestra lengua. La sensación fluctuaba entre el frío y el calor y era simplemente maravillosa.

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"Parece que tu polla sea más gruesa que nunca, algo así como cuando estás híper excitado"

Recibir sexo oral con esto también es una gozada. Lo mismo: tienes esa sensación de frío-calor (mi novio lo comparaba con el bálsamo de tigre para los dolores musculares) y, además, parece que tu polla sea más gruesa que nunca, algo así como cuando estás híper excitado, tu tronco palpita y parece que tenga vida propia. Supongo que será por el efecto de la menta…

El rallador. Eneko, 25 años

Era el cumple de mi chica y este plan era perfecto. Le hice uno de esos regalos en los que la mitad era para ella y la otra para mí. Una cajita mona con un kit sexual —entre otras cosas, los Halls— y una noche en un hotel cutre para saciar la curiosidad.

Al rato abrió la cajita, yo corrí las cortinas y ella soltó un "gracias" con sonrisa picarona. Reparó en los caramelos, se lo expliqué y no le disgustó la idea, así que nos pusimos al lío.

"Sentí un ardor helado como si estuviera recibiendo una mamada de Yeti"

Empezó a chupármela y a los pocos segundos sentí algo horrible. Me picaba como si me hubieran hecho una felación con un rallador de queso, pero fresquito. No sé si me equivoqué de caramelos o qué, pero sentí un ardor helado como si estuviera recibiendo una mamada de Yeti.

Mantuve la calma y dije que todo era maravilloso, que ella tenía que probarlo. Era su regalo, ya sabes. Me comí un caramelo y comencé a bajar. Empezó a quejarse con los primeros lametones. ¡Picaba como un demonio! Ya pude dejar de fingir y lloriqueamos los dos en la cama hasta que aliviamos nuestro ardor en la ducha. Eso sí, nos reímos mucho.

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Pasión entre las piernas. Noa, 23 años

Le propuse a mi novia innovar en nuestro sexo oral con estos caramelos que no conocía. Primer día de vacaciones, una casa vacía y excitación. "Cariño, ¿en serio este caramelo va a hacerte sentir algo tan brutalmente placentero? Bueno, probémoslo y ahora me lo cuentas", me dijo. La situación daba juego incluso antes de comenzar. Reíamos a carcajadas.

"El efecto frío-calor lo cambió todo: me encantó. Le pedí que lo repitiera en más de una ocasión"

Comenzó a lamerme. Tengo que reconocer que estaba más expectante por sentir algo especial que por disfrutar. Como no estaba funcionando decidí seguir como si nada. Pasó un ratito y le dije que soplara suavemente. El efecto frío-calor lo cambió todo: me encantó. Le pedí que lo repitiera en más de una ocasión. Ya estaba sumergida en un húmedo mar de placer.

La experiencia no fue como para ver las estrellas, pero sí lo suficiente como para quedarme rendida y satisfecha dispuesta a soñar con ellas. Seguramente lo volveré a probar cuando mi novia no esté con la regla. Sin duda, una buena opción indolora y económica. Le doy un 7,5 a los "Black Halls".

Sorpresas de buenas noches. Gabriel, 30 años

Un lunes cualquiera, mi novia y yo nos disponíamos a ir a dormir alrededor de la media noche. Estábamos agotados porque habíamos tenido un duro día de trabajo, aunque la jornada no iba a terminar sin más.

Una vez en la cama, dejé el móvil en la mesilla y me metí un caramelo en la boca sin que se diera cuenta. Le di las buenas noches con un beso. Me preguntó por ese peculiar y fresco olor, pero como estaba juguetón, dejé que el caramelo hablara por sí mismo. Sonreí y me comencé a deslizar lentamente sobre sus pechos. Le mordí los pezones con suavidad. Noté como la piel se le erizaba entre un hálito de frescor.

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"Mi lengua giraba combinando rápido y lento por su clítoris. Sentía escalofríos. Era tanto el placer que alcanzó el clímax a los pocos segundos"

Seguí bajando y besaba cada recoveco. Se estremecía de placer mientras contraía los muslos. En un acalorado forcejeo se los separé y comencé a comerle la entrepierna. Mi lengua giraba combinando rápido y lento por su clítoris. Sentía escalofríos. Era tanto el placer que alcanzó el clímax a los pocos segundos. Enseguida la cogí y, alentado por el reverdecer de un frío invierno en agosto, la penetré como un caminante blanco ante Desembarco del Rey. Ambos sentíamos una sensación peculiar que nos agradó. Sin duda repetiré porque no dio tiempo a que ella me practicara sexo oral. Nos rendimos ante la pasión.

Empotramiento en un Nissan Primera. Adriana, 29 años

Había quedado con un chico majo de Tinder con el que divagábamos en conversaciones de todo tipo, incluido el sexo sin tabúes. Tenía los caramelos misteriosos de mentol y una cita que prometía. Si todo iba bien, ¿qué mejor momento para probarlos?

Nos vimos después de cenar, dimos un paseo por la playa y acabamos borrachos en una discoteca. Bailamos, reímos y terminó pasando lo que tenía que pasar. Nos besamos y nos rozamos en el garito. Sentía su polla y yo estaba a cien, así que acabamos en la parte de atrás de mi viejo coche como dos adolescentes.

"Comenzamos a follar como animales sin importarnos lo más mínimo que cada dos por tres pasaran personas junto al coche"

A los pocos segundos estábamos desnudos. Ya le había hablado de los Halls, así que saqué el cartucho y cada uno se metió una gragea en la boca. Sonreí y bajé. Me soltaba guarradas mientras jugaba con la lengua y el caramelo. Al rato me quitó de encima y me lo comenzó a comer. Noté el fresquito enseguida y más aún cuando sopló. Estaba desatada. Después de un rato comenzamos a follar como animales sin importarnos lo más mínimo que cada dos por tres pasaran personas junto al coche. Los cristales estaban totalmente empañados por una bruma de lujuria y mentol. Sin duda, una buena noche.

Aunque hay de todo, estos testimonios harán que quieras batir el récord mundial de apnea ultrarefrescante. Alégrate, tengo buenas noticias. No paro de verlos en ultramarinos y supermercados desde que los descubrí, así que ya tienes plan para avivar tu vida íntima por algo más de un euro. Por el momento, yo tengo que bajar otra vez al súper porque mi madre me quitó los últimos que me quedaban. No sé si sabe lo que tiene entre manos, aunque prefiero no imaginármelo.

Sigue al autor en Instagram: @jllorca