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Nuestra Señora del Derecho a Decidir: hablamos con religiosos que apoyan el aborto legal

Amor a la prójima, religiosidad popular y organización. Una pastora pentecostal y dos católicos cuentan cómo viven su espiritualidad y su fe en que Argentina legalice la práctica
Gabriela Guerreros

Artículo publicado por VICE Argentina

En un colectivo, en un tren, en la calle, en una oficina, en la casa de tus amigas: los pañuelos verdes del aborto legal se multiplican en Argentina y la promoción de la causa experimenta un pico de popularidad inédito. Lo muestran las estadísticas de las consultoras de opinión pública, las divisiones internas entre partidos políticos tradicionalmente conservadores, los vendedores callejeros de pañuelos verdes afuera del Congreso y, en otra lectura de los tiempos, la postura de creyentes que se organizan para predicar el derecho a decidir.

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Aquí charlamos con tres de ellos, Victoria Tesoriero, Gabriela Guerreros y Pablo Herrero Garisto. Todos expusieron en el debate en comisiones de la Cámara de Diputados y esperan que, con la lucha y Dios mediante, el aborto este año sea ley.

Victoria Tesoriero, Integrante de Católicas por el Derecho a Decidir

Victoria Tesoriero

Solidaridad, justicia y amor a la prójima. Esos son valores que defiendo como católica. La Iglesia Católica no debería oponerse a nuestros derechos, porque la comunidad católica apoya estos avances y entonces, queda desconectada de lo que piensa su base. Creo que la jerarquía de la Iglesia tiene una postura política contra los derechos de las mujeres que no se condice con lo que piensa la comunidad católica, y de hecho hay argumentos desde el catolicismo que avalan la postura de Católicas por el Derecho a Decidir, especialmente con el tema de la legalización del aborto. La Biblia no habla de aborto y en el Código Canónico los cánones 1323 y 1398 son más despenalizadores que el Código Penal argentino. El Papa, por otro lado, otorgó el “perdón” a las mujeres que abortan. Creo que la Iglesia Católica no debe intervenir en el debate sobre el derecho al aborto, justamente porque pedimos una política pública que garantice nuestro derecho, más allá de la postura de cualquier Iglesia y en defensa de un Estado Laico.


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También es importante señalar que la Iglesia no es una institución monolítica y conviven en ella múltiples posturas. Sin embargo, la jerarquía se ha manifestado en oposición a los derechos de las mujeres (aunque la Iglesia no ha tenido la misma postura a lo largo de la historia). Creo que esta postura tiene que ver con el patriarcado, con la pretensión de sostener un modelo hegemónico de familia y con la búsqueda del control del modelo social a través del cuerpo de las mujeres, el control de la sexualidad como forma de control social.

Hoy, en cambio, estamos ante un proceso de cambio cultural muy grande. La novedad de estos últimos años es la participación de una nueva generación de feministas muy jóvenes, de colegios secundarios, que se han sumado a este reclamo con fuerza. Es una renovación del movimiento de mujeres. Las jóvenes toman el derecho al aborto con mayor naturalidad, estoy muy contenta por este hecho. Creo que la agenda de las mujeres se ha vuelto una agenda primordial e insoslayable.

Gabriela Guerreros, Pastora pentecostal de la comunidad Dimensión de Fe

A lo largo de nuestro camino como comunidad nos hemos prestado a deconstruir las miradas patriarcales sobre los textos religiosos y nuestra práctica. Hemos aprendido a mirarnos como comunidad y, en el pentecostalismo, caracterizado como un gran movimiento, la mayoría de las que componen las comunidades son mujeres. Así que hemos deconstruido esas miradas para, a partir el feminismo y desde una teología feminista, poder interpretar como era la comunidad de los primeros cristianos y las primeras cristianas, donde el rol de la mujer era el rol protagónico. Jesús tenía discípulas. Por lo tanto yo no veo tensión entre mi práctica cristiana y la decisión de apoyar el derecho a decidir.

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Además, la realidad de los abortos clandestinos nos ha atravesado como comunidad. Por eso, con una mirada que deconstruye la teología de una mujer consorte y sumisa tuvimos que dar respuesta. Hermanas de la comunidad o amigas de las hermanas de la comunidad han sentido que la comunidad es amigable, que nadie las iba juzgar ni sentenciar.

Para mí, se trata de una forma de practicar la espiritualidad popular, que nos acerca a las realidades que experimenta nuestra gente todos los días.


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A mi humilde entender, creo que el tratamiento del tema y la legalización van a borrar un “estigma” y a crear un derecho que nos invita cada día a ser una sociedad más inclusiva. Se trata de acceder a este derecho con toda la legalidad que el Estado nos debe. Va a ser un elemento de conquista para la juventud y va a traer cambios favorables a esta sociedad.

Y si pudiera decir algo más como parte del pueblo argentino: hace poco nos enterábamos de las últimas medidas que ha tomado este gobierno. Y yo no veo a esos sectores conservadores, jerárquicos y patriarcales que dicen defender la vida preocupados ante el regreso del Fondo Monetario Internacional y el bienestar de la gente. Está claro que estos sectores proclaman al Dios del mercado, al Dios dinero, que vendría ser la espiritualidad del capitalismo y el patriarcado. Por eso es ahora que tenemos que seguir organizando la digna rabia entre nosotros y nosotras.

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Pablo Herrero Garisto, Cristianos de Base

Pablo Herrero Garisto

Yo soy gay y católico y en mi juventud tuve un gran tensión entre lo que planteaba la jerarquía de la Iglesia y lo que vivenciaba día a día en mi intimidad y el derecho a decidir sobre mi cuerpo, sexualidad y placer. No sólo se da en situación de personas que tengan una orientación sexual no acorde con la norma imperante, si no que se da en otros ámbitos, como aquellos que llegan al sacramento del matrimonio habiéndose divorciado o sin estar bautizados. Hay una religiosidad popular que se vive por abajo que no tiene que ver con lo que plantea la jerarquía institucional. Y en Latinoamérica, cada vez más gente vive su fe sin seguir al pie de la letra lo que esa jerarquía dice que debemos hacer.

Además, la ilegalidad del aborto perjudica a los que menos tienen. A mí en lo personal me tocó acompañar un aborto clandestino con un médico, que es algo muy costoso. También existe la opción, promocionada por las líneas telefónicas que armaron las compañeras, de adquirir pastillas de Misoprostol, algo que es más barato, pero que también conlleva una suma de dinero que para las mujeres más humildes es muy difícil de conseguir.

Creo que la postura en contra de la jerarquía eclesiástica tiene que ver con el pasado de la Iglesia Católica y con cómo se convirtió en una religión de los imperios. Y eso se traslada a los sectores que dicen ser pro vida y que en definitiva tratan de apuntalar un control y un poder sobre la idea de familia y de un orden social donde el hombre heterosexual está por encima de las mujeres y las minorías sexuales. Así, se sostiene un arco de conceptos: desde que el pecado original es culpa de una mujer: Eva, hasta la imposibilidad de decidir sobre nuestros propios cuerpos y vivenciar nuestra sexualidad.

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Más allá de que salga o no la ley no hay vuelta atrás con el cambio cultural y el consenso social que ya se logró. Si se sanciona la ley, como sucedió con la ley de Matrimonio Igualitario, creo que se puede producir un efecto dominó en países de la región. Dirigentes históricamente conservadores como Chiche Duhalde ya han dicho que han “cambiado su parecer” y están a favor y eso habla del costo político que tendría oponerse a la ley.

Como católico me baso en el Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, que plantea la libertad de conciencia como un derecho de las personas para poder decidir frente a temas discutibles. Hoy estamos frente a un tema discutible, no es que la Iglesia plantea que si no lo aceptas no podés ser católico, cada uno tiene la libertad de decidir. No hay elementos teológicos o bíblicos: es la misma libertad que le dio Jesús a sus seguidores: síganme o no me sigan.

Cerca de una ley histórica

La militancia multitudinaria y transversal de miles de mujeres, los casi mil expositores que debatirán en las comisiones de la Cámara de Diputados hasta el 31 de mayo, los Martes Verdes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito y la relevancia del tema para la agenda de los medios hacen de este uno de los ejercicios legislativos más observados de la historia parlamentaria argentina. Si, como dicen por ahí, todo depende de 40 diputados indecisos que esperan el final de esta etapa de argumentaciones para definir su postura y, con ello, la media sanción de la ley, quizás las que vienen sean las dos semanas más importantes para una lucha histórica por los derechos de las mujeres.