De la nostalgia a la euforia: así fue el lanzamiento del nuevo disco de Lianna
Lianna| Foto: Camila Acosta Alzate |Noisey en Español

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Música

De la nostalgia a la euforia: así fue el lanzamiento del nuevo disco de Lianna

En medio de un ambiente acogedoramente íntimo, acompañamos a la cantante bogotana en una de las noches más importantes de su vida.

Eran las 6:00 p.m. del viernes 27 de julio, y el sol aún brillaba sobre una multitud de cientos de personas que esperaban con entusiasmo y cierta impaciencia sobre la carrera 14 con calle 85, al norte de Bogotá. Pronto empezaría a llover, tanto afuera como adentro del Auditorio Lumiere, donde Lianna presentará su nuevo álbum, Como El Agua. Entre la gente que esperaba había raperos y raperas con camisetas de Alcolirykoz y Gordo Sarkasmus, mujeres con chaquetas de Lianna y personas con camisa, recién salidas de la oficina: era un público variado. Aunque el disco había salido en abril, se sentía como si esta cita estuviera pendiente hace años. Ya había lanzado su álbum debut Paciencia en octubre de 2012, pero muchos de sus más fervientes seguidores esperaban su nuevo trabajo como si fuera el primero.

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Su trayectoria ya la había establecido como un punto de referencia en el hip hop colombiano del siglo XXI: antes de su debut hace seis años, su voz había iluminado temas de exponentes como ALI A.K.A. MIND, Jiggy Drama, JHT, y Flaco Flow y Melanina. Más recientemente, desde Paciencia, había colaborado y brillado con Alcolirykoz, Vic Deal, Doble Porción y Ruzto y se había confirmado como una voz que se ajustaba perfectamente a las instrumentales de rap. No obstante, hasta ahora no existía una pieza en la que Lianna desplegara todo su repertorio sobre este tipo de beats. Por eso fue tan potente cuando llegó Como El Agua en abril de este año, al centrarse exclusivamente en sonidos de soul, R&B y rap. Por eso esta noche prometía ser especial.

Foto: Camila Acosta Alzate |Noisey en Español

Sobre las 6:30 p.m. del viernes, mientras atardecía en Bogotá y aparecían las primeras estrellas, la multitud que estaba esperando empezó a entrar a Lumiere. La fiesta empezó oficialmente cuando Delfina Dib subió al escenario y empezó a cantar adelantos de lo que será su debut como solista. Luego fue el turno de Ruzto: el integrante de Aerophon Crew y del colectivo INDIO dejó ver todo su arsenal, pero se concentró en Efecto Espectador, su más reciente entrega, que narra su experiencia durante el 2017 trabajando en Estados Unidos como inmigrante para poder ayudar a su familia. También impulsó un momento triste pero necesario: un homenaje a viva voz a la crew de VSK, que murieron hace unos días luego de hacer bombing en el metro de Medellín. La gente no podía esperar más para escuchar a Lianna: cada llamado a su nombre extasiaba a los asistentes que expectantes desahogaban sus gritos en el cada vez más lleno Auditorio Lumiere. Pero antes faltaba la presentación una figura tan enigmática como talentosa: N. Hardem. El rapero bogotano recordó sus temas clásicos de Cine Negro (2014), producido por Soul AM, y demostró por qué es uno de los artistas más importantes del país, con rimas que imaginan nuevas formas de utilizar el lenguaje, referencias culturales complejas y menciones de la vida bogotana. Casi ensimismado y con mucha calma, controló el escenario.

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Tenía sentido que estos tres artistas precedieran a Lianna. Después de todo, la colaboración siempre ha caracterizado su carrera, con los coros con los que ha elevado incontables canciones. Su música puede entenderse como parte de algo más allá de egos personales: como un acto de amor, de compartir, de solidaridad. Entonces DJ Lolita, fiel escudera de Lianna y en sí misma una estrella rutilante de las fiestas de rap y dancehall en Bogotá, pinchó – en una especie de popurrí majestuoso de introducción – varias de las principales canciones de la carrera de Lianna. Era como si estuviera recordándole al público que estaba a punto de presenciar a una figura que llevaba mucho en esto, que se había ganado su lugar, como más adentrada la noche lo recordaría Gambeta.

Foto: Camila Acosta Alzate |Noisey en Español

Y entonces sonó la voz de Lianna, cuando era una niña llamada Juliana Valentina y cantaba para su familia. Era “Intro: Llegar” de Como El Agua. Mientras tanto, en la pantalla se proyectaban imágenes de un álbum familiar, con una Lianna en sus primeros años. Algunos ojos del público se humedecieron. Justo cuando la caja iba a caer, Lianna subió al escenario. Vestida con un espectacular abrigo azul – como si de una guacamaya exótica se tratara, desplegando su plumaje espectacular – y una camiseta blanca amarrada que revelaba su abdomen, empezó a tararear. Bastó sólo eso para que la potencia de su voz llenara la sala y para que el júbilo de los asistentes se revelara en gritos y aplausos. Iba acompañada de dos cantantes que le hacían los apoyos y segundas voces. Evidentemente conmovida, pero claramente dueña de la noche, dio las gracias y empezó con “Me Quedo Aquí”, una oda a esos momentos que no deberían acabarse, a la felicidad sencilla en un beso o un trago frío, a la valentía de buscar esos lugares que atrapan.

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Luego vendrían ”Como El Agua” y “Saberse Ir”, ambas de su último álbum. La primera, una canción sensual que suena a humedad, a momentos llenos de vapor, a fluir; la segunda, un potente tema que da final al álbum, y que narra cómo se encuentran los arrestos para salir de una relación. En este tema Lianna rapea, algo que siempre le había dado nervios hacer por el respeto que le tenía a la técnica, por más que su escuela hubiera sido las colaboraciones con raperos. Pero con la ayuda de Gambeta de Alcolirykoz, explicó, se animó a intentarlo. El resultado fue genial: manteniendo la suavidad de su voz, lograba llegar a un ritmo distinto y más fuerte que permitía encajar más palabras para explicar las situaciones, así como experimentar con flows y texturas nuevos para su carrera. Además de ser una cantante superlativa, Lianna resultó ser también una rapera fulgurante. Por la parte de las canciones antiguas, salió del rap e interpretó “Nunca más”, una bomba llena de energía, carisma y autoestima que dinamizó su presentación. Aunque no todo el público se la sabía, destacaban los hinchas de Lianna de toda la vida que la cantaban con fuerza.

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La colaboración volvió y Lianna llamó a la tarima a Ruzto para cantar juntos “Piloto”, de Efecto Espectador. Luego volvió a sus canciones de Paciencia, en la que no solo destacaba ella sino su público, entregado, preso de los sentimientos carnales que desataba aquél trabajo debút hace más de seis años. Vendría luego “Para Adelante”, donde cambió de formato y se acompañó de un piano y una guitarra; la iluminación bajó y todo se sentía más privado. Esto sólo aumentó cuando cantó “Paciencia”, dedicada a su papá. Se notaba que cantarla era un acto fuerte emocionalmente, y mientras lo hacía miraba hacia arriba, uniendo su mirada con la de su familia, que la contemplaba con orgullo. Cuando acabó, expresó su felicidad y agradecimiento, a la vida y a todos los que habían comprado la entrada para apoyarla y estar en el lanzamiento de su disco. Se permitió recordar que para el lanzamiento de Paciencia apenas habían vendido como 50 entradas, mientras que ese día el Lumiere, con aforo para cerca de 700 personas, estaba repleto. La dulzura con la que Lianna hablaba hicieron de ese momento, y de todo el concierto, un evento muy íntimo y especial, como si el nexo musical que unía a todos los presentes fuera equivalente al nexo filial de las familias.

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Entonces Lianna – para placer de los asistentes, que lo bañaron con una ovación digna de su estatura en el hip hop nacional apenas subió a la tarima – convocó al coprotagonista de Como El Agua, al que hizo casi todos los beats y al que la fue guiando y acompañando en todo el proceso: Gambeta (El Arkeologo). Su química y cariño eran notorios, tanto en el abrazo estrecho que se dieron en la tarima, como en sus miradas cómplices de un camino trazado a la par, de la mano. Cantaron “Cóctel Espacial”, un tema con tempo alto que es el más enérgico del álbum. Posteriormente el integrante de Alcolirykoz se deshizo en elogios para Lianna: expresó lo mucho que la admiraban y respetaban él y toda la escena del rap colombiano.

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Le sucedieron “Cada Paso” – con un humor más calmado y reflexivo, y que fue producida por la misma Lianna, junto con Euribeats y D.J.H – y “Sal”. Mientras tanto, el ambiente se tornaba cada vez más vaporoso, no solo por la aglomeración masiva, sino por los ánimos de un público que secaba sus gargantas en cada canción. Entonces Lianna volvió a agradecer: a Pilar Torres, su manager; a DJ Lolita; a todas las mujeres que hacen música en Colombia, como Delfina Dib; a la audiencia por hacer que el concierto y el proyecto de Lianna fueran posibles, un acto de grandeza, de bondad, de reconocer que el camino no ha sido fácil y que sin esas personas, hubiera sido peor. Tras cantar “Brilla”, llamó a Anyone/Cualkiera de No Rules Clan y a N. Hardem para cantar “‘Antídoto”, un tema anti envidias y rencores que declara que Lianna no le debe nada a nadie ni le importa lo que vayan a decir de ella. Saliéndose del formato tradicional de un verso tras otro, la canción pone a los artistas a jugar entre sí, como un ping-pong de rimas y cantos, lo que la hace una de las más creativas y refrescantes del disco. La noche iba encontrando su final con su canción “Inspiración”, del disco Paciencia, en la que todo el público mantuvo sus manos arriba a petición de Lianna. El postre del gran festín llegó cuando, en vez del rapeo que en la versión original de la canción le corresponde a Kid Cubicle, Lianna rimó en inglés con la confianza, habilidad y ritmo de una veterana rapera de los 90’s.

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Foto: Camila Acosta Alzate |Noisey en Español

La foto respectiva al final del show reveló lo grande que era el equipo que estaba detrás del concierto. Cantantes, DJs y todas las personas que trabajaron tras bambalinas posaron para inmortalizar el recuerdo de una noche en la que Lianna siempre estuvo en control, y en la que la generosidad con la que se acerca a la música se le devolvió con creces. Mientras la gente salía hacia Tres/Cero/Tres, bar aledaño donde seguiría la celebración, se sentían la euforia y energía que quedan tras un buen concierto, pero también la conciencia de haber presenciado una voz única en la música colombiana. Eran las 10:30 p.m. y llovía, continuando con la humedad del concierto. La estrella de Lianna nunca había brillado más que en esa noche del 27 de julio en el norte de Bogotá.

Así lo vivimos:

Foto: Camila Acosta Alzate |Noisey en Español

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