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cerveza

Cerveza, tengo que decirlo: te amo

Una merecida carta de amor absoluto a la cerveza.
Ilustración por Aina Carrillo

Hace 162 años Louis Moritz llegó a Barcelona procedente de Alsacia y montó la Fábrica de cerveza Moritz en lo que entonces eran las afueras de la ciudad y hoy es pleno centro. En 2018, esta fábrica sigue produciendo cerveza y se ha convertido en un punto de encuentro cultural y gastronómico para los barceloneses. Moritz es la primera cerveza hecha en Barcelona que sigue entre nosotros y para celebrarlo le hemos querido escribir una carta de amor a esta bebida insustituible.

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Hola, cerveza. ¿Cómo estás? Ya sé que no me has preguntado pero, yo estoy bien. Joder, no, no puedo empezar así. Esto va a ser muy complicado. Es que piensa esto, si ya es muy complejo escribirle una carta de amor absoluto a una persona —una persona que no sabes si te contestará algún día—, imagínate lo demencial y extraño que debe ser redactar una misiva a una bebida, a un concepto, a algo que sabes perfectamente que nunca podrá responderte con palabras agradables o con intrincados juegos dialécticos para rechazarte. Cerveza, sé que este escrito no va a obtener respuesta pero, qué diablos, necesitaba comunicar lo que siento por ti, aunque se pierda en el eterno devenir de internet.

Para empezar, me gustaría comentarte que no existe espacio suficiente en este planeta para agradecerte, cerveza, todo lo que me has dado. En la Tierra no existen ni discos duros ni servidores suficientes —ni materia prima suficiente para crearlos— como para almacenar el documento de texto que me gustaría dedicarte. Este sería, sin duda, el Word más grande de la historia de la humanidad, cuatrillones de páginas escritas en Arial, tamaño 10. Debido a este pequeño problema, me veo con la obligación de resumir mi amor en este presente artículo, lo que vendría a ser intentar meter lo infinito dentro de una cajita de madera.

"¿Cuántas relaciones potenciales no habrían salido nunca de su letargo si no fuera por la pequeña ayuda de la cerveza?"

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¿Qué eres exactamente, cerveza? ¿De dónde vienes? Está claro que no solo eres un líquido que se obtiene mediante la fermentación de distintos tipos de cereales que en algún momento alguien introduce en una botella que, después de un proceso de etiquetaje y distribución, terminará bañando el interior de nuestros cuerpos. Si bien esto es cierto, está claro que tu encanto deriva de algo más complejo.

Sin ti muchas cosas serían distintas: intento imaginarme una primera cita amorosa entre dos individuos y no puedo concebirla sin una cerveza entre medio. ¿Cuántas relaciones potenciales no habrían salido nunca de su letargo si no fuera por la pequeña ayuda de la cerveza? ¿Cuántas fiestas en terrazas habrían sido tremendamente aburridas sin ti? Estoy seguro de que muchos libros, películas o discos no hubieran existido nunca si no hubieras estado ahí, empujando sutilmente a las personas a imaginar más allá de las limitaciones de la percepción. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

"Al recorrer los extraños y laberínticos confines de las entrañas de los humanos, les permites ser ellos mismos, sin los miedos y prejuicios que recorren sus angustiados valles cerebrales"

Claro que sí. Si ya lo sabes, en el fondo la gente se mueve por beberte, toda esa peña que asiste a presentaciones de fanzines, de discos o de libros, lo único que quieren de estos eventos es que estés tú y poder estar contigo y hablarte y abrazarte. La temperatura de este país nos obliga a beber cañas frescas y a convertir un “¿tomamos una cerveza?” en un “Joder, ¿ya son las cuatro de la mañana?”.

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Es muy distinto —nadie lo puede negar— ver El Gran Lebowski con cerveza que sin cerveza; no puedo imaginarme unas fiestas de barrio sin todos los vecinos sujetando una cerveza con la mano, ya sabes, con esos vasos de plástico. Incluso después de pasarte el domingo por la mañana limpiando todo tu piso y poniendo lavadoras, cuando terminas, lo que más te apetece es sentarte y beberte una cerveza mientras miras por la ventana y piensas “joder, y la gente se queja de los domingos”.

Porque lo que tú haces, al recorrer los extraños y laberínticos confines de las entrañas de los humanos, es darles un voto de confianza, les permites ser ellos mismos sin los miedos y prejuicios que recorren sus angustiados valles cerebrales.

"Prefiero pensar que la cerveza sale de un mundo mejor y que nos trae un poquito de ese mundo a cada trago"

Eso sí, debo decirte que no tengo ni idea de dónde sales. ¿Cómo se hace la cerveza? No puedo llegar a entender cómo alguien puede llegar a prepararte a ti, ser extraño que nos generas todas estas sensaciones. Sinceramente, no soy de esos individuos que conocen todos los procesos e ingredientes de las cervezas, de hecho apenas conozco todos los tipos de cerveza que existen. De algún modo prefiero que exista este vacío en mi conocimiento sobre ti, porque esta ignorancia te aporta una aura especial que supera con creces cualquier realidad.

Prefiero imaginarme que eres un jugo que sale de un árbol o de un animal maravilloso que habita en un universo paralelo donde no existe el dolor y donde mi pareja nunca me diría durante las campanadas de nochevieja que ya no quiere seguir saliendo conmigo. En fin, prefiero pensar que la cerveza sale de un mundo mejor y que nos trae un poquito de ese mundo a cada trago.

Cerveza, sé que nunca podrás responderme a esta carta pero no pasa nada, sé que dentro de un rato nos veremos y recorrerás mi gaznate y creo que esto es lo único que tú y yo queremos.