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Los Angeles

St. Louis mantiene a raya a sus votantes para retener a los Rams

St. Louis está más cerca de darle a los Rams $400 million para un nuevo estado tras invalidar una ley que permite a los ciudadanos tener el voto final. ¿De todas formas se irán a Los Angeles?
Jeff Curry-USA TODAY Sports

Qué semana ha sido para San Luis y los Carneros, ya que San Luis tiene planes para construir un nuevo estadio y retener a los Carneros es esa ciudad, pero también los Carneros tiene planes para irse a Los Ángeles, al igual que los Raiders y los Cargadores, lo que solo pasaría si los Carneros no se van, que a su vez solo sucedería si San Luis le construye un nuevo estadio a los Carneros, lo cual podría pasar después de esta semana, pero igual y no.

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Ok, demasiada información. Empecemos desde el principio.

En 2002, los dueños de los Cardenales de San Luis decidieron que querían un nuevo estadio que reemplazara al Busch Stadium, el cual había sido construido en 1996 durante la era de las "donas de concreto" de recintos deportivos multifuncionales. Un grupo de residentes locales, enojados de que las autoridades aprobaran el uso del dinero público para el estadio de reemplazo sin haberles consultado, presentó un referéndum el cual pretendía exigir que cualquier estadio financiado por los contribuyentes en San Luis fuera corroborado por el voto de toda la ciudad. Fue aprobado por un buen margen, un 55% en contra de 45%, y dos años después una medida similar en todo el condado fue aprobada con una mayoría mucho más marcada. Aunque la corte dictaminó que era muy tarde para votar para el cese del nuevo estadio de los Cardenales, al menos la ciudadanía supo que tendría voz y voto la próxima vez que un dueño de un equipo local decidiera llegar a poner orden.

Por supuesto, el próximo dueño que quiso poner orden fue Stan Kroenke de los Carneros de San Luis, quien sacó ventaja de su increíble acuerdo amistoso para comenzar a exigir un nuevo estadio tan solo 18 años después de obtener el viejo. El Gobernador de Missouri, Jay Nixon, horrorizado de perder uno de sus equipos en el estado frente a Los Ángeles —la ciudad que los Carneros consideraron su casa en la que permanecieron tres veces más tiempo que en la actual San Luis— propuso un flujo de financiamiento que cubriría los $400 millones del costo total. Ya que la medida de 2002 necesitaría que fuera aprobada, y porque Nixon no quería someter su propuesta de $400 millones para financiar el estadio a los caprichos de los votantes, inmediatamente demandó a la ciudad de San Luis para invalidar la medida con duración de 13 años.

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El lunes, Nixón ganó:

El Juez de la Corte, Thomas Frawley, declaró invalida la ordenanza de la ciudad que requería el voto público, bajo la descripción de "demasiado vagas para hacer obedecer." La ley tiene muchas "incertidumbres", escribió en su dictamen, "la suma de éstas solo nos permite, a lo mucho, considerarlas como conjeturas."

Stan Kroenke disfruta una refrescante bebida entre períodos de "sabotaje". Foto por Joshua S. Kelly-USA TODAY Sports

El dictamen del juez Frawley es extenso y exhaustivo, pero el punto clave es que la ordenanza de 2002 es "tan vaga como para hacerla valer", al parecer porque fue escrita demasiado general. Por supuesto, la ordenanza ha sido escrita precisamente de esa manera porque los que la hicieron tenían miedo de dejar el tipo de fisuras legales que los equipos de otras ciudades dejaron permitiendo que se colaran cantidades de dinero de derechohabientes.

Ha habido algunas teorías —incluyendo una petición fallida por los residentes para intervenir— de que los abogados de la ciudad acusados de defender la ordenanza no hayan hecho, digamos, bien su trabajo. El alcalde de San Luis, Francis Slay, es un gran partidario del plan de Nixon. De hecho, Slay declaró el miércoles que no tenía intenciones de apelar al dictamen del lunes o convocar un voto público, bajo el argumento de que tener a un equipo de la NFL es "una de las cosas que hacen que la vida en la ciudad sea divertida."

Mientras tanto, un grupo de ciudadanos —incluyendo Jeanette Mott Oxford, la activista que ayudó a aprobar el referéndum y que después trabajó en la legislatura de Missouri— están tratando de apelar la decisión de Frawley.

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El panorama de los alcaldes que invalidan a sus electores sobre las decisiones de los gastos es otro indicador del difícil camino que los ciudadanos enfrentan cuando tratan de expresarse sobre las decisiones de un estadio: puedes votar sobre los límites de lo que el gobierno puede hacer sin tu permiso, incluso puedes hacerlo dos veces, pero aún hay una probabilidad de que los abogados lo determinen como inválido porque te olvidaste decir "es lo que dijo Simon."

Después de la resolución de Frawley, ha habido mucha especulación de que el plan del estadio de los Carneros se acelere. Mientras que el referéndum, si se mantiene, remueve un obstáculo del camino, aún queda otro más grande (y familiar): el dinero.

Al principio, el Gobernador Nixon propuso financiar el nuevo estadio de los Carneros con el mismo plan de gastos del gobierno: $24 millones al año, la mitad proveniente del estado, y la otra mitad del condado y la ciudad. Desafortunadamente, el gasto público del nuevo estadio no solo sería más costoso —$400 millones ahora contra los $300m de antes—, sino que también tendría que contar por los $100 millones en deudas que todavía quedan del Domo Edward Jones, más unos $40 millones de mantenimiento. (Bajo el plan de Nixon, San Luis mantendría intacto al Domo Jones, al parecer para seguir albergando convenciones, lo cual es una horrible, horrible idea.) A principios de año, Nixon decidió echar por la borda $6 millones del plan del nuevo estadio en recursos del condado porque todavía tiene el requisito del referéndum, a diferencia del alcalde Slay, y los líderes del condado se están involucrando.

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Así que eso nos deja con…espera, déjame agarrar una calculadora. Habría $540 millones en costos con $18 millones al año para pagar en un período de 30 años, lo cual funcionaría si San Luis pudiera obtener una tasa de interés de …0%.

Vacía tus bolsillos, abandona la democracia, y Santa lo va a considerar. Foto por Jeff Curry-USA TODAY Sports.

Sin duda, Nixon está trabajando duro para llenar ese hueco con otra fuente de dinero público, ahora que ya no se tiene que preocupar sobre su batalla legal. Una propuesta reciente: dar $50 millones en créditos de impuestos a una organización sin fines de lucro, la cual vendería los créditos y regresaría lo recaudado al estado y se usaría para los Carneros. Aún así, hay una gran colina que escalar, incluso si Nixon simplemente necesita la aprobación de la legislatura estatal.

Dato gracioso: De hecho Nixon trató de afirmar que tampoco necesitaba el permiso de la asamblea legislativa, pero se retractó rápidamente cuando ésta comenzó a desplegar a sus abogados.

Todo este embrollo me hacer creer que nadie puede predecir qué equipos de la NFL terminarán en Los Ángeles el próximo año, un resultado que todo mundo —incluyendo, recientemente, al dueño de los Gigantes de Nueva York, John Mara— sigue insistiendo que es inevitable. El dueño de los Carneros parece el más interesado en irse —te das cuenta cómo el nombre de Kroenke no es mencionado en ninguna de las reuniones sobre el estadio de San Luis, aunque es porque el hombre es alérgico a las declaraciones en público. También el equipo tiene la oferta más fuerte de dinero público para un estadio en su ciudad actual, asumiendo que a la máquina de Rube Glodberg no se le acabe el combustible antes de llegar a los $400 millones. Los Cargadores tiene una oferta sobre la mesa de San Diego que realmente a nadie le gusta, mientras que los Raiders ni siquiera han llegado tan lejos con Oakland. Ah, por cierto, ¿mencioné que el único contendiente serio para ser una casa temporal de la NFL en Los Ángeles no se le permite albergar más de dos equipos al mismo tiempo?

En circunstancias como estas, el instinto de las ligas deportivas es hacer tiempo: sigue mandando indirectas de que alguien está por marcharse a Los Ángeles, y reza para que las autoridades locales entren en pánico y comiencen a aventar dinero por todas partes. Siempre y cuando los votantes no cuenten. Siempre arruinan todo.