Decirle adiós a un recinto siempre resulta extraño. Conforme se vacía, se pueden sentir los fantasmas del pasado que comienzan a poblar los espacios antes habitados por gritos y consignas. En ese momento te das cuenta que todo es real, simplemente porque es cursi.Los fans de los Spurs atestiguaron esos últimos y efímeros momentos conforme su equipo disputaba el último partido en White Hart Lane, su estadio con 118 años de existencia, ante el Manchester United. El recinto vio pasar ocho victorias de FA Cup —incluyendo la primera de todas en 1901, convirtiéndose en el primer equipo no perteneciente a la primera división en ganar dicha copa—. Básicamente, millones de personas crecieron en ese estadio.No hace falta decir que los fans lucieron motivados mucho antes del partido:
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Fue el comienzo perfecto del final. Los Spurs se adelantaron en el marcador al minuto seis —fue como si los fans convencieran al cabezazo de Victor Wanyama de entrar a la red—. El gol llegó después de un pulcro centro de Ben Davies que encontró a Wanyama en el poste más lejano. No hubo algo que David DeGea pudiera hacer.Después, el chico maravilla, Harry Kane, anotó el segundo en el minuto 48. El orgasmo en la grada explotó.
El Manchester United anotó un gol para hacer las cosas más interesantes al 71, pero los dioses del balompié ya habían sostenido su reunión para darle la victoria al equipo de casa. Los fans se bajaron de las gradas e invadieron la cancha hasta que fueron retirados. Se entiende la euforia, déjenlos festejar.