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Música

Angus MacLise: Percusionista olvidado de Velvet Underground y “chamán del downtown” neoyorkino

El hallazgo de una maleta en 2009 arrojó nuevas luces sobre la olvidada figura de este artista polifacético, y su legado emergió como la nueva piedra roseta del avant garde de los 60.

                                                          "Angus fue un percusionista de ensueño; una persona de ensueño".
- Lou Reed

Una de las imágenes más tempranas del grupo Velvet Underground - tomada a mediados de 1965, en la mítica Ludlow Street de Nueva York - muestra a un joven de barba y lentes de sol, mirando de reojo a la cámara en una postura corporal casi a la defensiva. Es Angus MacLise (Bridgeport, Connecticut, 1938), el enigmático y olvidado primer percusionista de la banda.

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En una de sus últimas fotos, a fines de los 70, el aspecto de aquel joven del Lower East Side de Manhattan, de entonces 41 años, luce casi irreconocible: se ve flaco y cubierto con una especie de turbante, aunque con el acentuado semblante de "chamán" que en varios momentos de su vida representó para muchos.

"Su relación con Lou Reed y John Cale (de quien había sido compañero de habitación) fue algo casual, nunca llegaron a plantearse las cosas demasiado en serio", explica Ignacio Juliá, crítico musical y autor del libro Feed-back: la leyenda de la Velvet Underground. "En las primeras maquetas del 65 solo aparecen Reed, Cale y (Sterling) Morrison, pues Angus no era fiable a la hora de presentarse en ninguna parte a una hora convenida. No entendía esa clase de compromisos", añade.

Si bien era evidente que Angus vivía de acuerdo a su propio calendario, el artista compensaba esa falta del sentido del deber con un innato talento como instrumentista, así como con un profundo conocimiento del lenguaje de las vanguardias artísticas de su época. Y aunque por esos años apenas rondaba la veintena, en muchos aspectos MacLise ya venía de vuelta: en el París de fines de los 50, y junto a su ex compañero de colegio, el cineasta Piero Heliczer, había fundado la Dead Lenguage Press, una editorial independiente en la que fueron publicados los primeros trabajos del poeta beat Gregory Corso y el cineasta Jack Smith.

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Asimismo, gran parte de su inadaptación musical con la Velvet tenía que ver con que MacLise (quien desde la adolescencia era un budista devoto y un estudioso de textos ocultistas tibetanos) entendía la percusión con bongos, tabla, o simplemente el acto de agitar una pandereta, como una experiencia cósmica-ritual en la que podía abstraerse durante horas, en un trance sin fin.

Foto por Boo Hooray.

Según cuenta la leyenda, en las pocas ocasiones en las que se presentó a los ensayos de la banda, el artista solía empezar a improvisar mucho antes de que sus compañeros llegasen, e incluso podía continuar horas después de que ellos se habían ido.

"Y cuando llegó el momento de la primera actuación pagada del grupo, MacLise simplemente se esfumó", señala Juliá. La razón: no podía tolerar que nadie -y mucho menos un manager- le dijese cuando empezar o terminar de tocar.

A fines de los 80, el compositor de vanguardia, La Monte Young, quien en los 60 había tocado junto a MacLise y Cale en el Theatre of Eternal Music, escribió que "la inspiración y el pensamiento de Angus sobre la música provenían de las fuentes primitivas más profundas de la esencia cósmica de la naturaleza". Y recordaba: "Cuando le preguntaba a Angus por su sorprendente habilidad para tocar, me decía que su inspiración nacía de escuchar la lluvia. Uno de sus profesores le había dicho que escuchase la lluvia, lo que me recordó a Debussy".

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Así, y pese a que la participación de Angus dentro de Velvet sería recordada por su bajo perfil en términos comerciales, La Monte solía referirse a él como el percusionista "más imaginativo con el que jamás había tocado". "Tenía una notable percepción de los matices y podía captar inmediatamente cualquier sofisticado patrón rítmico que yo crease", apuntó.

Aunque algunos han sugerido que fue Reed quien realmente lo marginó de Velvet, en una ocasión el líder de la banda declaró que, al renunciar a tocar profesionalmente, "Angus enseñó a todos una lección de pureza de espíritu". A su vez, el guitarrista y miembro fundador, Sterling Morrison, expresó en una oportunidad que "MacLise estaba en esto solamente por el arte".

Luego de 1965 - y pese a que Angus volvería a presentarse con ellos en contadas ocasiones - junto a Maureen Tucker en las baquetas y Nico en las vocales, el conjunto lograría consolidarse como uno de los más importantes e icónicos del siglo XX.

Leas también: Lou Reed y los días después del Velvet Underground

MacLise, por su parte, seguiría un rumbo nómada y errático, aunque tremendamente fructífero en el plano creativo. Esquivo de todo lo que fuese mainstream, solo sus familiares y amigos más cercanos pudieron conocer en vida la totalidad y magnitud de su trabajo.

Pero el 2009, un imprevisto hallazgo resucitó la obra del olvidado primer percusionista de Velvet, y su figura empezó a recibir, por fin, parte del reconocimiento artístico que siempre debió tener.

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A fines de los 90 comenzaron a aparecer numerosos discos con grabaciones inéditas de MacLise, extraídos de cintas caseras y editados por sellos independientes.

"Un amigo que supo que recién había comenzado a interesarme por otros compositores de avant garde y a hacer conexiones con la escena musical freak del Lower East Side de Manhattan, me invitó a su casa para escuchar algo de música", cuenta Will Cameron, un ingeniero en computación y músico experimental, oriundo de Connecticut.

"Yo describiría la situación como algo normal. Una simple visita a mi amigo Jason Villani. Nada fuera de lo común", recuerda.

Pero los sonidos que escuchó en esa ocasión literalmente le volaron la cabeza. "Me pareció que se trataba de algo realmente extraordinario", afirma.

El CD en cuestión era Astral Collapse, un compilado del sello Quakebasket que reunía una serie de experimentaciones sonoras de MacLise con sintetizadores, címbalo, campanas y grabaciones de campo.

"Su música fue tan esencial que, de alguna manera, abrió una puerta hacia otro tiempo y lugar y se convirtió en una verdadera obsesión para mí, así como en un modelo", señala. Esto llevó a Cameron "a averiguar un poco más y encontrar la manera de conocer a las personas que estaban detrás de esa música".

Entre el 2008 y 2010 el ingeniero trabajó junto al poeta y fotógrafo Ira Cohen, quien en los 70 había vivido junto a MacLise en Nepal. Pero eso no bastó: en 2007, su pasión por la música del artista lo llevó a acercarse a su viuda, la ilustradora de publicaciones contraculturales Hetty MacLise. "Mientras ella vivía en Londres y yo en Nueva York, nos convertimos en amigos y colaboradores cercanos", rememora.

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En 2009, esa afinidad natural dio paso a que Hetty, además de pedirle a Cameron que fuese su agente, le solicitara que recibiera el "archivo MacLise", el cual consistía en una maleta con todas las obras del artista -dibujos, poemas y fotos personales- y cinco cajas de grabaciones de bobina a bobina. La valija se encontraba hacía 30 años bajo custodia en el sótano de la Dream House, el centro de arte de vanguardia ubicado en Nueva York propiedad de La Monte Young y su esposa, Marian Zazeela.

Foto MacLise junto a Hetty (Boo Hooray)

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En 1967, MacLise se trasladó a San Francisco y se unió a la Floating Lotus Magic Opera Company, un grupo de espectáculo callejero e itinerante.

"La mayoría de los trabajos de Angus –explica Cameron- fueron producidos mientras pasaba su tiempo entre diferentes grupos humanos, siempre en movimiento. Así, en un momento, él podía estar improvisando con algunos de los músicos más grandes y respetados de aquellos días y, horas más tarde, tocando con artistas que no tenían ningún tipo de trayectoria, historia o identidad".

Fue precisamente en ese contexto, en San Francisco y entre artistas y músicos "sin estatus", donde Angus conocería Hetty, su futura compañera, con la que se casó ese mismo año en una ceremonia hippie oficiada por el gurú del LSD, Timothy Leary.

Tras viajar algunos años entre Vancouver, Paris, Grecia e India, a fines de los 70 la pareja finalmente decidió establecerse en Katmandú, Nepal. Arribaron con su pequeño hijo, Ossian, quien a la edad de cuatro años ingresó como novicio a un templo budista, y a la edad de siete, fue reconocido por un alto jefe de la secta Karguypta como la reencarnación de un santo o un tulku, convirtiéndose en el primer occidental en recibir ese reconocimiento.

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Por aquellos años, uno de los principales proyectos de MacLise fue la Bardo Matrix Press, una editorial independiente que publicó -en papel de arroz hecho a mano- a algunos de los mejores exponentes de la literatura americana de posguerra, como Paul Bowles, Gregory Corso, Diane Di Prima y Charles Henri Ford.

Sin embargo, con el correr de la década -y mientras seguía absorto en sus planes de viajes, proyectos y creaciones- la salud de Angus comenzó a deteriorarse dramáticamente debido a las adiciones que lo acompañaban desde su temprana juventud.

En 2011, el compositor minimalista Terry Riley declaró que MacLise siempre había sido particularmente negligente consigo mismo. "A fines de los 60 era bastante común encontrarlo inconsciente en las calles. No era una persona preocupada por si iba a vivir mañana o no", manifestó.

Así, y durante el solsticio de verano de 1979, MacLise, con tan solo 41 años, falleció debido a una nefasta combinación de hipoglucemia, malnutrición y problemas de drogas. Sus restos fueron incinerados a la tradicional usanza de los ritos del budismo tibetano y depositados en el rio Bishnumati, en Katmandú.

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Con el material encontrado en la maleta, Cameron llevó a cabo en mayo de 2011 en Nueva York la exposición Dreamweapon, en homenaje a la vida y obra de Angus MacLise. En aquella oportunidad, algunos medios calificaron al artista como "un documento humano vivo que conectó la escena Beat, el movimiento Fluxus, la Factory de Andy Warhol, el cine psicodélico, el rock y la vanguardia clásica".

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Durante la muestra, los asistentes pudieron apreciar por primera vez piezas como el calendario Year, en el que MacLise otorga un nombre diferente a cada día del año en base a su particular imaginario poético, o los múltiples escritos y diarios con su propio estilo de caligrafía onírica y surrealista, similar al sánscrito y al árabe.

"Su trabajo se encuentra en un lugar en el que la poesía, la acústica, la armonía, el ritmo y el lenguaje se confunden y se interponen", explica Cameron, y añade: "Angus contribuyó directamente a la definición de las prácticas de George Maciunas dentro del Movimiento Fluxus".

En 2013 "el archivo MacLise" fue adquirido por la Butler Library de la Universidad de Columbia y, posteriormente, el 2015, la firma Pleasure Editions imprimió un texto de poesía, tres casetes y dos libros que fueron presentados en el evento New York Art Book Fair de ese mismo año.

Trabajos de MacLise.

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"Angus fue un artista total, muy de su época, un hijo de los beatniks que posiblemente no hubiese encajado en los 70", considera Juliá. "Lo que le hace tan relevante es su enigma, el hecho de que sepamos tan poco de él y esa pureza de espíritu que alguna vez mencionó Reed".

En una carta que su amigo La Monte Young escribió en 1970 a la CAPS Foundation para que se le otorgase una beca, el compositor expresaba: "En mi mente, no tengo ninguna duda de que él es uno de los poetas más finos que escriben hoy en lengua inglesa. Su trabajo es importante para el futuro de la poesía, y representará distinción y logro para la fundación".

Aunque el reconocimiento le fue otorgado tres años después, el artista pasó gran parte de sus días en un estado de continua precariedad material.

Su más elevado logro fue, parafraseando a Nietzche, "haber hecho del arte la tarea propia de la vida". En sus palabras: "Seguí una curva a través de poemas, caligrafía, música y viajes, tarareando con tantos seres como fue posible".