Los diarios porno virtuales

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Futuro de la tecnología

Los diarios porno virtuales

Emily Witt, autora de 'Future Sex', recuerda sus encuentros con dioses sexuales, monstruos con tentáculos y dominatrices neumáticas.

Este artículo apareció en el número del Futuro de la tecnología de la revista VICE. Puedes leerla completa aquí.

(Todas las ilustraciones por Deshi Deng). 

Nuestros cuerpos son lentos para recorrer grandes distancias, se les dificulta conocer otros cuerpos, se quedan solos en habitaciones los sábados por la noche. Quieren tener sexo, pero no hacen el esfuerzo de conectarse, así que tienen que arreglárselas solos. Un futuro en el que los humanos no puedan vestirse con trajes táctiles y cogerse en la Matrix es como un futuro sin coches que se manejan solos o sin viajes espaciales: hasta que lleguemos ahí, lo seguiremos imaginando.

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Tras años de no ser más que una falsa promesa, un eslogan residual de los años 90, la realidad virtual es finalmente un futuro que podemos habitar. En 2016, el lanzamiento de aparatos como el Oculus Rift y el HTC VIVE llevó a la súbita proliferación del porno virtual. Con una inversión de 800 dólares (16, 8022 pesos) puedes comprar un visor incómodo, un par de controles manuales, y la oportunidad de ver un torso que no es del mismo género o color que el tuyo, al bajar la vista. Un amigo me ayudó a montar un VIVE que conseguí prestado y describió el proceso de configuración mientras lo fue armando. La primera experiencia en realidad virtual es revisar todos los menús y hacer varios ajustes. "Estoy en una cocina de IKEA y se está cayendo a pedazos", dijo al describir la sala virtual donde un "típico C3PO con acento británico" le enseñó cómo apuntar y disparar con los controles. Una vez que terminó de calibrar los sensores colocados en las esquinas opuestas de mi departamento de una habitación, me entregó el visor. La pantalla de bienvenida del VIVE tiene un cielo nocturno y una visualización del planeta Tierra desde el espacio exterior. Las palabras "ESTO ES REAL" flotan sobre un horizonte poblado de nubes.

El equipo necesario para tener sexo virtual es incómodo. Los enchufes de las máquinas pueden llenar un multicontacto. No puedes simplemente acostarte en la cama y encenderlo cuando estás caliente; tienes que levantarte, ponerte un visor y disparar láseres a los menús. Siguiendo el ejemplo de iTunes, tampoco puedes comprar porno en las tiendas de aplicaciones de estos aparatos, sólo videojuegos violentos, Selfie Tennis y recreaciones digitales de ecosistemas en peligro. Mi primera vez en posesión de un aparato de realidad virtual llegué a casa después de una noche de copas, me puse el visor y miré a unas medusas flotar por todo el lugar mientras sonaba una música New Age. Yo era un fragmento sin cuerpo de plancton en un vasto océano. Una tortuga marina nadaba suavemente debajo de mí. Las anémonas se mecían con las corrientes.

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Empecé a ver porno al día siguiente. En este punto de la historia, la mayor parte del porno virtual es POV (Point of View, por sus siglas en inglés, o planos subjetivos). Tu avatar es un torso estático y silencioso; un torso que reemplaza al tuyo cuando volteas a verlo con el visor puesto. Dioses sexuales gigantes se alzan amenazadores sobre ti y te cogen mientras observas sus tatuajes. Este tipo de porno está disponible en sitios como Badoink, Naughty America, Hologirls, Pornhub y KinkVR. A veces, tu torso es de una mujer, otras veces de un hombre. Nunca hay una cabeza: el marco de la imagen se corta a la altura del cuello, así que el torso que ves lo sientes como una extensión de tu cuerpo, como las imágenes de las ferias donde pones tu cara en un óvalo para que te fotografíen con el cuerpo de Tarzán. El cuerpo de tu avatar está inmóvil, acostado en el suelo o sentado en una silla. Entonces una o dos personas asumen el papel de operadores, sus senos y genitales a centímetros de tu rostro, haciéndose cosas el uno al otro y penetrándote. El campo de visión de la mayoría de estos videos es de sólo 180 grados, por lo que si te das la vuelta con tu visor puesto, ves una imagen en espejo del sexo, pero ahora lo ves a tus espaldas. Estas son fantasías rutinarias: chicos que limpian la piscina, una madrastra, el mejor amigo de tu hermana, un pene en una caja de palomitas. Un instructor de yoga, una lectora de cartas de tarot, un maestro y sus esclavos.

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En Sharing Is Caring, un video que descargué de una empresa llamada Wankz, mi avatar era una mujer que estaba topless y llevaba minifalda. Tenía un buen bronceado, pequeños senos naturales y una manicura francesa, que resultó ser la cosa que más trastornó la fantasía de que este era "mi" cuerpo. Su (mi) torso estaba recostado en una habitación iluminada por la luz del día, con una escultura de cristal en forma de estalactita en una esquina y sillones blancos al frente. Un hombre y una mujer estaban de pie junto a ella. Imagínense acostados sobre su espalda, mirando una gran televisión de pantalla plana, excepto que ésta se ha salido del marco y te envuelve. El hombre y la mujer le hacían muchas cosas al torso: le chupaban los pezones, le metían los dedos, lo penetraban, tenían sexo mientras el torso dejaba escapar una corriente constante de gemidos inarticulados y yo descubría qué se sentía ser una persona bronceada con una manicura francesa.

"Es un coñito perfecto, un coño perfecto, nena", dijo el sudoroso hombre británico que era el amante de mi torso. Empuñó su pito sin circuncisión para un close-up. He visto mucho este tipo de género, llega a su mejor momento cuando aquello que quieres ver se posiciona cerca de ti: unos senos cuelgan frente ti, un culo baja y se posa sobre tu cara, penes brillantes se ofrecen para una degustación. O cuando miras hacia arriba hay un cuerpo encima del tuyo, un rostro que mira tus ojos con interés. Incluso con este formato básico, con estas fantasías elementales, el porno virtual es una gran mejora comparado a ver porno en una laptop. Sientes como si estuvieras en la habitación con estos extraños gigantes sexuales.

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Pero hay algunas cosas que no entiendo sobre el porno virtual POV. Los avatares nunca hablan. Nunca vemos sus rostros. Nunca intercambian un torso por otro a la mitad de la toma. El ángulo fijo de la cámara es sofocante, pero cuando vi un video llamado Empowering Ava, donde la cámara no era POV, sino que estaba instalada en una esquina, entendí que por ahora las limitaciones de la tecnología hacen que sea mejor poner la cámara donde se pueda ver la acción. Empowering Ava es una porno hecha para atraer mujeres. Vi a una mujer tener sexo anal con su esposo usando un vibrador. Esta pareja casada aventurera estaba tan lejos, al otro lado de donde "yo" me encontraba. Otra cosa: ¿una pareja casada aventurera? No es mi fantasía. "No puedo creer que te guste esto", repetía el marido.

Un torso estático y silencioso; un torso que reemplaza al tuyo cuando volteas a verlo con el visor puesto. Dioses sexuales gigantes se alzan amenazadores sobre ti y te cogen mientras observas sus tatuajes

El sueño de la realidad virtual no es observar versiones más realistas de los mismos videos. El sueño es una matrix, un meta-verso, una Simulación Inmersiva Sensorial Ontológicamente Antropocéntrica [OASIS, por sus siglas en inglés] (escoges tu nombre favorito de una novela de ciencia ficción), donde tienes un avatar que es más delgado, viste con cuero y usa una espada de samurái; tiene un corte de pelo lateral color lavanda y va a los clubes nocturnos. Un día me metí a un sitio llamado 3dx Chat. Es un MMORPG (Videojuego de rol multijugador masivo en línea): un mundo virtual en el que los avatares se reúnen y, en este caso, tienen sexo casual entre sí; personas reales interactuando con sus cuerpos virtuales. Escogí mi avatar y lo nombré embot. Podía ajustar todo, desde su corte de cabello hasta la "densidad de las cejas". Todas las opciones de vestuario eran " sexys". Exploré las faldas de colegiala y recorté blusas blancas para hacer que los senos gigantes de mi avatar se asomaran por debajo. La vestí con un corsé de cuero negro y lancé a mi pelirroja gótica al mundo para conocer hombres musculosos y con torsos de pirámide. Entré a una habitación llamada " Yacht Sex" en la que había alrededor de 50 personas. La contraseña era "cógeme". Vagué por los interiores de madera del yate y miré hacia el mar. Al presionar los botones, accidentalmente le quité los shorts a mi avatar y luego se los puse de nuevo rápidamente. Vi a algunas parejas fajando en un jacuzzi en el piso de arriba. Podías elegir tus posiciones sexuales en un extenso menú. Fui al club nocturno. Mi avatar bailó rodeado de otros avatares que llevaban pulseras LED. El único problema era que no estaba en la realidad virtual: el parche para activarla no funcionaba. Tuve que imaginar cómo sería con el visor puesto.

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Entre el video porno y los juegos de rol en línea están los juegos interactivos virtuales. Las compañías de software japonesas sobresalen en estas fantasías, ya que ofrecen interacción con personajes animados en juegos como Custom Maid (Doncella a la medida), que se ve tan patriarcal como suena. Jugué uno llamado X Story Player. En cierto modo funcionaba en la realidad virtual, excepto cuando intentaba usar los controles, pues mi avatar se ponía a dar vueltas. Mi avatar era un nerd que trabajaba en un experimento de laboratorio. Se masturbaba en un contenedor y colocaba su propio ADN en la máquina que ha construido, creando así un monstruo de tentáculos que a su vez se estimulaba mediante imágenes pornográficas. La criatura escapaba, dejando un rastro de baba y mujeres lujuriosas a su paso. Mi avatar recibió una mamada de una mujer con la mirada vacía llamada Saiko. "Me siento tan extraña", dijo. Se veía extraña. Estaba sentada en su cama, mientras su vestido se resbalaba, junto a una caja de cereal abierta y un recipiente de comida china a medio comer. "Tengo un deseo enorme de algo, pero no es comida. Oh, Dios, es tan abrumador". Hizo un gesto para que mi avatar se acercara, mientras abría su boca. El rímel corría por sus mejillas, y cuando dejé de presionar las teclas de movimiento, ella flotó ligeramente, temblando en el espacio digital.

Me gustó más FemDomination, un juego interactivo en un entorno virtual de 360 grados. Tal vez fue mi experiencia favorita de realidad virtual, lo cual es algo que me da vergüenza admitir, ya que es un juego donde dominatrices con cuerpos neumáticos de Lara Croft penetran a un avatar masculino que está atado a una silla de tortura con una cadena alrededor de su escroto.

La pantalla de inicio de FemDomination dice "bienvenido al mundo del sexo y la sumisión". Estás parado frente a un enorme templo de piedra iluminado por la luz de la luna llena. Los grillos cantan, el viento sopla y los pájaros aletean por el cielo nocturno lleno de estrellas. La entrada al templo está situada bajo una estatua de una mujer en cuatro patas. Recorres un pasillo decorado con representaciones jeroglíficas de personas torturadas sexualmente, hasta llegar a la mejor pantalla que haya visto de un menú virtual: un cuarto en el que estás flanqueado a ambos lados por monumentales estatuas transexuales de piedra que tienen sexo oral entre sí mientras suena una música que sólo puedo describir como "techno sexual".

Elegí la opción de "orientación" del menú virtual y bajé la mirada para ver mi cuerpo digital desnudo y atado a una silla de ruedas. Me di la vuelta y observé fijamente los senos cubiertos de cuero de mi asistente de mirada vacía. Las cosas subieron de tono a partir de ese momento: una dominatrix me hipnotizó mediante el movimiento ondulante de un cristal verde brillante; me recosté en la cima de una torre sin techo, bajo las palmeras y las estrellas, mientras un cabello negro bestial me decía: "Es muy fácil convertir a un hombre en esclavo: haz que se ponga duro y hará lo que le ordenes". Una dominatrix con acento australiano le dio a mi avatar un masaje de próstata. "Repite, 'Sí señora, ordéñeme por favor'", dijo. Mientras abusaba del torso, otra mujer sujetó el brazo de éste, viendo con benevolencia hacia abajo con la mirada drogada, sin pestañear. Alterné entre el "modo de excitación" y el de "experiencia". Escogí la fantasía del "cinturón con dildo" en lugar de "los dientes de Kali". Me excitaron las vaginas de caricatura y los charcos de semen que brillaban en la oscuridad como pelusa bajo luz ultravioleta.

Cuando la Tierra se sobrecaliente y se enferme, y lo que solía ser la naturaleza sólo sea montañas de basura, y la familia Trump nos permita vivir únicamente para comprar trajes de negocios de Ivanka Trump, el Gran Arrecife de Coral virtual nos recordará un lugar que ahora está desteñido y esquelético, y el sexo virtual sucederá tanto como el sexo real. Los mundos virtuales son cada vez más intrincados mientras que el mundo que habitamos se ha convertido en una derruida cocina de IKEA. Algún día atravesaremos nuestras ciudades en cápsulas que se conducen solas, y cuando nos cansemos de pasar tiempo en las redes sociales, nos pondremos los visores, fijaremos la intensidad de las cejas de nuestros avatares en el nivel 10 y clavaremos los ojos en genitales animados de plastilina. Cuando tienes máquinas que hacen todo por ti, te conviertes en una máquina tú mismo. Me gustó el sexo virtual. Fue divertido. Espero tener más. Espero tenerlo con alguien que amo.