Nacionalizar o no, esa es la cuestión
Foto de Michael Kooren, Reuters

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¿hay plazas para todos?

Nacionalizar o no, esa es la cuestión

España ha nacionalizado a 67 deportistas en tan solo 15 años y esto, a pesar de mejorar el nivel de las selecciones, conlleva una polémica difícil de solucionar.

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Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro son el evento deportivo más importante del año y marcarán la agenda mediática del periodismo deportivo las próximas semanas. Miles de deportistas repartidos en un total de veintiocho disciplinas competirán por alzarse con una medalla en el pódium final y escribir su nombre en las páginas de oro de la historia del deporte olímpico.

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Poder disfrutar en un mismo evento de deportistas de la talla de Usain Bolt, Michael Phelps, Pau Gasol, Novak Djokovic , Neymar o Bradley Wiggins es un hito tan exclusivo que solo podemos verlo cada cuatro años.

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En las últimas décadas, sin embargo, muchos de los deportistas que representan a un país han sido nacionalizados. En el caso español, se puede conseguir la nacionalización residiendo diez años en el país —menos si se procede de Latinoamérica—, tener un padre o madre de origen español o el matrimonio con una persona española.

A este último procedimiento se acogió a finales de la década de los noventa Nina Zhivanevskaia, nadadora rusa nacionalizada que ganó la medalla de bronce en los 100 metros espalda en las olimpiadas de Sídney'00, cuatro años después de haber acudido a los Juegos de Atlanta representando el equipo ruso.

El historial de nacionalizaciones en el mundo del deporte, sin embargo, viene de lejos. Ya en la década de los cincuenta y los sesenta, con el objetivo de aumentar el nivel competitivo de las selecciones, el régimen de Franco otorgó la nacionalidad a futbolistas y jugadores de baloncesto de primer nivel que por aquel entonces jugaban en España como Alfredo Di Stéfano, Ladislao Kubala y Ferenc Puskas en fútbol; y Wayne Brabender y Clifford Luyk en baloncesto.

Nina Zhivanevskaia en la final de 50 metros espalda del Europeo de Natación que ganó en Berlín en 2002. Imagen vía Reuters

Precisamente este es el procedimiento más rápido del que goza un deportista extranjero para conseguir la nacionalidad española: el Real Decreto, procedimiento que usa de manera discrecional desde el gobierno para convertir en ciudadano español a personas con "circunstancias excepcionales".

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En la actualidad, no existen unos criterios o requisitos específicos aunque en el caso de deportistas se suele apelar al interés general y durante el proceso se solicita un informe al Consejo Superior de Deportes con un análisis deportivo, social y penal antes de resolver cada caso.

Con el caso Zhivanevskaia y la nacionalización de la atleta de origen cubano Niurka Montalvo, España vivió una fuerte corriente aperturista a partir de 1999. Desde entonces y hasta el año pasado, los distintos Ejecutivos han otorgado la nacionalidad española a través de este procedimiento express a un total de 67 deportistas de origen foráneo. Solamente en 2015 se registraron 11 casos, cifra récord en nuestro país.

Una de las principales consecuencias de este fenómeno está en el fuerte rechazo que despierta entre algunos deportistas porque, según ellos, las distintas federaciones deportivas lo utilizan para reclutar deportistas de élite y asegurarse medallas, especialmente en el mundo del atletismo.

Niurka Montalvo celebra la victoria en salto de longitud en los Campeonatos del Mundo celebrados en Sevilla en 1999. Imagen vía Reuters

Recientemente un grupo de atletas españoles, entre los cuales se encuentran los ocho mejores vallistas de España, han enviado un manifiesto a la Real Federación Española de Atletismo proponiendo reducir el número de atletas nacionalizados en los equipos de la selección que participan en competiciones como los Juegos Olímpicos o los Mundiales de Atletismo.

A raíz de este manifiesto se ha reavivado un debate muy interesante en el mundo del deporte, especialmente en aquellas disciplinas donde la presencia de deportistas de origen foráneo es más palpable como el atletismo o deportes minoritarios como el béisbol, en el que casi no hay deportistas españoles —el madrileño Jorge Balboa es el único miembro de la selección española nacido en España—.

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¿La inclusión de deportistas nacionalizados beneficia o perjudica el desarrollo del deporte a nivel local? ¿Las nacionalizaciones express de deportistas de alto nivel son necesarias? ¿Hay que limitar su participación en deportes como el atletismo?

Sobre este último punto, el entrenador de atletismo José Luis Calvo opina que "hay que aclarar, para entender bien la polémica, que no es lo mismo nacionalizar al deportista que lleva muchos años en el país, que ha estudiado en nuestros institutos, conoce nuestras tradiciones y costumbres etc., que al deportista que se nacionaliza express, por intereses de medalla o particulares de tal o cual club".

"Entiendo las nacionalizaciones de deportistas de Marruecos o Latinoamérica que llevan años vviendo aquí, en cambio, las express no me gustan".

Antonio Serrano, entrenador de atletismo

El reputado entrenador, Antonio Serrano también se muestra crítico con este tipo de nacionalizaciones aunque insiste en la importancia de separar estos casos con aquellas nacionalizaciones que se producen por residencia.

Precisamente son las nacionalizaciones express las que generan más polémica. "En el caso de que la nacionalización se realice con el único objetivo de favorecer a la selección española y se consiga mediante algún tipo de 'chanchullo' legislativo, me posicionaría más a favor del malestar de aquellos atletas que han luchado por su puesto", confiesa Marina Rivas Gallardo , una joven lanzadora de martillo.

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La mala fama o reticencias que despiertan las nacionalizaciones express es más que palpable entre los deportistas nacionales, no obstante, tal y como señala el plusmarquista español Ángel David Rodríguez, debemos recordar que "son legales, muy difíciles de conseguir y se otorgan por el interés general de la sociedad española. Todos los deportistas que obtienen la nacionalidad han pasado un análisis deportivo, social y penal para asegurar que tienen las mejores intenciones".

Sí que parece haber cierto consenso, sin embargo, en la necesidad de evitar ciertos abusos. "Hay que evitar lo que hemos visto en el campeonato de Europa en Ámsterdam, donde la selección de Turquía tenía etíopes, keniatas e incluso jamaicanos compitiendo en velocidad. Este no me parece el camino", afirma José Luis Calvo.

"En el Campeonato de Europa ya se está comenzando a ver muchas medallas de atletas que vienen del mercadeo".

Antonio Serrano, entrenador de atletismo.

En cambio, no se llega a un consenso cuando se habla de establecer un límite de nacionalizados por deporte. Algunos se muestran a favor, como el ex seleccionador nacional de baloncesto femenino, José Ignacio Hernández, Antonio Serrano y José Luis Calvo, quienes opinan que "es difícil y habrá que estudiar cada deporte y cada campeonato, pero es la mejor solución para todos".

Por otro lado, sin embargo, otros como Marina Rivas Gallardo sostienen que "el atletismo es diferente" y insiste en que "en el caso de deportes de equipo la medida me parece correcta, ya que se trata de un cupo limitado. En el caso de un deporte individual no deberían establecerse este tipo de restricciones, aunque sí debería fomentarse más su práctica entre los más jóvenes, algo que a la larga, podría paliar este conflicto".

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Otra de las grandes cuestiones a resolver en este debate es si la participación de jugadores nacionalizados de primer nivel beneficia o frena el desarrollo del deporte a nivel local. José Ignacio Hernández asegura que "la nacionalización de Sancho Little o Astou Ndour han ayudado a la formación de nuestras jugadoras. Además, han ayudado a dar un salto de calidad a las distintas selecciones nacionales, que últimamente han conseguidos varias medallas".

Los casos más importantes, sin embargo, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo tienen lugar en el atletismo. Varios deportistas nacionalizados parten como favoritos para luchar por las medallas en las olimpiadas de Río: el atleta de origen cubano Orlando Ortega en los 110 metros vallas, el reciente campeón de Europa en 5 000 metros, Ilias Fifa, de origen marroquí y Adel Mechaal, también de origen marroquí, son solo algunos ejemplos.

Illias Fifa ganando la prueba de los 5000 metros en los Europeos de Amsterdam. Foto de Michael Kooren, Reuters

¿Este tipo de casos beneficia o perjudica al desarrollo del atletismo en nuestro país? Calvo expone que "el tener un líder o un ídolo cercano de alto nivel, puede generar más ilusión e implicación en los entrenamientos. Lo que está claro es que a más triunfos y medallas más recursos económicos", pero también acepta que "si el nivel del deportista nacionalizado es muy alto puede generar cierta desilusión en los jóvenes, ya que ven que su puesto ya está ocupado".

Ángel David Rodríguez, sin embargo, prefiere matizar que "no existe una disputa interna para participar en las grandes citas de atletismo puesto que muchos deportistas nacionalizados no quitan el puesto a nadie porque su nivel es muy superior al que hay aquí". Un atleta nacionalizado es otro rival más y los otros tienen que ganarle y entrenar duro. "Es evidente que si el deportista nacionalizado no estuviese quizás sería más fácil conseguir esa plaza, pero cuando todos estamos bajo la misma ley y reglas ya no valen las lamentaciones", apunta Serrano.

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Marina Gallardo Rivasañade otro punto positivo más allá del meramente competitivo: "los deportistas nacionalizados nos enseñan puntos de vista diferentes, otros sistemas de entrenamiento o incluso culturas que aquí no vemos y esto nos enriquece".

Álex Sigurbjörnsson, nacido en Islandia, nunca ha tenido otra nacionalidad distinta a la española. Entre su fuerte arraigo a España, vive aquí desde los 2 años, y la ausencia de equipo de remo en Islandia, el cauce natural era representar a España en unos Juegos Olímpicos. Casos como el suyo son cada vez más habituales en nuestro deporte.

"Los deportistas nacionalizados de fuera ayudan al deporte nacional a aumentar su nivel y a que España tenga más visibilidad internacional", apunta Sigurbjörnsson, aunque entiende el malestar que esto pueda suponer en otros compañeros nacidos en España que queden apartados de las grandes competiciones. Él, sin embargo, es positivo y asegura que "cuanto mayor sea el nivel nacional, mejor tendremos que ser los atletas para clasificarnos dentro de nuestro propio país y conseguiremos mejores resultados en campeonatos internacionales a la larga".

El keniata Otieno es placado por Marcos Poggi durante un partido de las World Series Cup de rugby a siete en Dubai. Foto de Jumana El-Heloueh, Reuters

Un caso diferente es el de Marcos Poggi, miembro de la selección española de rugby, de origen argentino que llegó a España cuando tenía 13 años y consiguió la nacionalidad por residencia. "El proceso fue iniciativa de mi familia, en ningún momento pedí respaldo a la federación pero estoy convencido de que si lo hubiese hecho me habrían ayudado en todo lo posible", asegura Poggi.

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Es consciente que desde algunos sectores, los casos como el suyo son vistos con recelo aunque su arraigo esté lo suficientemente demostrado: "Llevo compitiendo con España desde los 17 años, es decir, mi formación la he hecho prácticamente toda aquí y para mi esta es la mejor forma de devolver todo lo que me ha dado durante estos años", intenta explicar a los que aún ven con malos ojos que tenga la nacionalidad.

Gonzalo "Chalo" Echenique, uno de los miembros más destacados del combinado nacional de waterpolo en Río, nació en Argentina pero el verano pasado el gobierno español le otorgó la nacionalidad española por Carta de Naturaleza. En este caso, el propio jugador confiesa que fue la propia Federación Española de Waterpolo la que le propuso obtener el pasaporte español y empezar a competir con la selección.

"No la solicité. Vinieron de la Federación, me la ofrecieron y después de pensarlo bien y hablarlo con mi gente, acepté". Tampoco tiene reparos en admitir que el bajo nivel competitivo del waterpolo en su país natal fue un fuerte incentivo para decidirse a dar el paso.

No obstante, derrumbando un mito en torno a este tipo de nacionalizaciones express, cuenta que el proceso no fue tan rápido como era de esperar. "Recuerdo que desde la Federación me dijeron que sería rápido. Teníamos seis meses para nacionalizarme antes del Europeo pero no solo no llegué a jugarlo sino que tuve que esperar casi 2 años para poder representar a España".

Sorprende que no solo no fuese criticado en Argentina sino que le apoyaran en todo momento. "No creo que perjudique que haya deportistas extranjeros nacionalizados porque al final estos tienen más nivel y eso hace mejorar a los locales. Sí que estoy de acuerdo, sin embargo, que haya un límite, me parece lo más justo", confiesa el hispano-argentino.

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