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en andorra empezó todo

Así nació el mito de Jan Ullrich: derrotando a su jefe de equipo

El ciclista alemán Jan Ullrich alcanzó el estrellato por la puerta grande: mandando a la lona a su propio jefe de equipo en Andorra.
Foto de Vincent Kessler, Reuters

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Esta es la historia del nacimiento de una estrella. Acomodaos, cerrad los ojos y trasladaos al 15 de julio de 1997.

Jan Ullrich, de 24 años y gregario del equipo T-Mobile, está haciendo el Tour de Francia y va sobrado de fuerzas. En la primera etapa de montaña, Ullrich había tirado de su jefe de equipo, Bjarne Riis, para que solo perdiera 30 segundos a pesar de sus problemas físicos; en la etapa del día 14, Jan había podido atacar y dejar atrás al danés, que luchaba por revalidar la victoria en la vuelta francesa.

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Ullrich, de todos modos, es joven y tiene muy claro que trabaja para Riis… ¿o quizás no tanto?

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A pesar de tener clara su posición, hoy parece nervioso. Cada vez que Laurent Defaux prueba de atacar en la escalada a Envalira, en Andorra, él se engancha como si no quisiera dejarle ni dos metros de margen. Pero la siguiente reacción siempre es mirar cómo reacciona su jefe de filas. Y lo que ve no es lo que espera.

Riis no está pletórico, y eso el pelotón siempre lo nota. No reacciona a los cambios de ritmo de sus rivales y sus piernas mantienen un pedaleo regular y demasiado duro, como si no tuviera más piñones para reducir.

Ullrich, en cambio, tiene dos ritmos diferentes: el de 'descanso' es regular y acompasado, como si no le costara nada de esfuerzo. Cuando lleva este ritmo automático, incluso se permite moverse dentro del grupo en el que está y variar de las últimas posiciones a las primeras.

El otro ritmo de Ullrich es de reacción: cuando debe responder a los ataques, los músculos de las piernas se le tensan de golpe y sacan energía de vete a saber dónde para seguir la estela del atacante. Los brazos se le ponen rígidos para coger fuerte la bicicleta y que no se le escape con la velocidad que le impone el resto de su cuerpo.

Jan Ullrich en el Tour de Francia del 95. Solo tenía 21 años, pero las maneras ya las llevaba de serie. Foto del usuario de Flickr Anders.

Los dos miembros del equipo alemán han conseguido coronar el antepenúltimo puerto de la etapa más dura del Tour del 1997: solo es queda subir hasta Ordino y encarar la última escalada hasta la Coma de Arcalís.

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Riis ha sido capaz de mantenerse en el grupo de corredores que optan a la victoria final en París después de llegar a Ordino, pero justo a la salida del pueblo, Ullrich se ha colocado al frente del grupo y está imprimiendo un ritmo diabólico a la carrera. Ambos tienen unos cuantos competidores por delante y el alemán parece querer atraparlos.

Al comenzar el último puerto de la etapa, el corredor del equipo T-Mobile ha esperado unos segundos en el coche en el que va el director del conjunto y han hablado unos breves momentos. Parece que le han dado vía libre para atacar.

En un momento concreto, la carrera se rompe: Ullrich aparece de la nada y se escapa solo. Riis no parece capaz de seguir su ritmo. Con cara de sufrimiento, resoplando cada pocos segundos, el neerlandés se va quedando atrás. Los únicos que han hecho el gesto de intentar atrapar a Ullrich son el francés Richard Virenque y el italiano Marco Pantani.

Ullrich entrando detrás de Richard Virenque a la meta de Morzine. Imagen vía Reuters.

Los tres ciclistas, separados por más de medio minuto, han atrapado y superado a todos los corredores que tenían por delante y ya son los líderes de la etapa. Están subiendo a un ritmo endemoniado, imposible de aguantar por parte del resto de concursantes. Parece que los persiga el mismo diablo mientras suben unas rampas del 9% de inclinación.

Riis, aunque haya podido superar al resto de ciclistas, se ha quedado atrás y no da señales de poder llegar hasta la cabeza de carrera. Ullrich, en cambio, parece de otro planeta: el corredor del equipo alemán es un contrarrelojista sublime, pero hasta hoy no le habíamos visto escalando a este nivel.

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Ullrich pedalea con una cadencia altísima, sin mover el torso y manteniendo la bicicleta estable en todo momento. Lo único que se mueve además de sus piernas es el pendiente que lleva en la oreja izquierda, que se ve claramente gracias a un corte de pelo… particular. El alemán no disminuye el ritmo: es más, lo aumenta tras cada curva que negocia en la ascensión a Arcalís.

Jan Ullrich, ya con el maillot amarillo que le acredita como el líder del Tour de Francia, a rueda de Udo Bölts. Imagen vía Wikipedia.

Los aficionados no se atreven a ponerse demasiado cerca de la carretera debido a la velocidad a la que sube Ullrich. Los fans están demasiado asombrados para darle los típicos golpecitos en la espalda que tan nerviosos ponen a los ciclistas. Las piernas del alemán no se detienen: su cara no muestra ningún síntoma de sufrir. No cambia la expresión. No resopla, no sonríe, no aprieta los dientes. Su rostro es una máscara hierática.

Ullrich es joven y tiene poca experiencia, pero su cara pecosa es la de un ciclista que sabe lo que se hace, como Miguel Induráin hace unos años o Eddie Merckx en los años 70. Si sigue así, Jan tiene muchas opciones de ganar la vuelta francesa.

Quedan sólo cuatro kilómetros y Ullrich ya dispone de más de un minuto de ventaja sobre Virenque y Pantani. Ganará la etapa, y si no se desinfla, liderará la general con más de dos minutos de margen sobre el francés.

Riis, por su parte, sigue pedaleando con Francesco Casagrande, pero no dejan de perder segundos en cada pedaleo. El ciclista germano está presentando su candidatura para dominar el ciclismo profesional en los próximos años y parece que nadie le puede hacer sombra.

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Ullrich sonríe por primera vez al ver la pancarta del último kilómetro. El alemán aumenta aúnmás el ritmo para arañar unos segundos que no necesita mientras los espectadores le animan como si no hubiera mañana. Muchos aún se preguntan quién es este muchacho que lleva el dorsal número 8 y tres franjas en el pecho que forman la bandera germana: a partir de hoy lo tendrán clarísimo.

Parece que Ullrich quiera esconder la cabeza justo antes de pasar por la línea de meta, pero sólo está cogiendo fuerzas para soltar el manillar y levantar las manos. Finalmente, el joven ciclista cruza la línea, y entonces grita, lleno de rabia, lleno de felicidad: está totalmente exhausto tras más de siete horas y media sobre la bici, pero sabe que ha dado un paso de gigante para ganar el Tour.

Ullrich es el nuevo líder: en una misma tarde ha superado al excampeón y jefe de filas de su equipo, Bjarne Riis, y a su competidor Marco Pantani.

En ese momento, todos los que han seguido la etapa son conscientes de que han visto nacer a una nueva estrella.

Sigue al autor en Twitter: @21pauriera