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fútbol y esperanza

Diez futbolistas de Eritrea 'desiertan' justo antes de una competición internacional

En los últimos seis años, más de 50 futbolistas eritreos han huido de su país aprovechando cualquier ocasión que se les presentara. ¿A qué se debe esta fuga masiva?
Foto de Baz Ratner, Reuters

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La selección nacional de Eritrea no podrá disputar el torneo anual regional que se celebrará en Etiopía en las próximas semanas. La ausencia será motivada en gran parte por la deserción de diez de los integrantes del combinado, que han pedido asilo político en Botswana tras jugar un partido allí.

Un funcionario del Consejo de Asociaciones de Fútbol para el Este y el Centro de África (CECAFA) ha anunciado que se espera que la Copa Challenge arranque el próximo día 21 de noviembre cuente con la participación de 11 selecciones. O lo que es lo mismo: jugarán todas las selecciones del África Central y Oriental… excepto Eritrea, según ha informado la emisora Kenya Broadcasting Corporation.

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No queda claro si el equipo ha sido excluido de jugar en Etiopía por los antecedentes que acumula en las ediciones anteriores del campeonato, en las que se produjo la deserción de varios jugadores, o si más bien no lo hará por su falta de efectivos. Los sucesivos intentos de VICE News por contactar con la asociación africana han tenido una respuesta nula.

Los jugadores eritreos, por su parte, se resisten a regresar a su país de origen. El gobierno de Eritrea está siendo investigado por la ONU por presuntos crímenes contra la Humanidad; se trata de un delito que podría ser perseguido por el Tribunal Penal Internacional.

La ONU ya ha detectado en previos informes que la tortura y el esclavismo son prácticas habituales en el país. Además, se ha denunciado que Eritrea cuenta con un servicio militar indefinido y que su gobierno ha asesinado de forma sistemática a muchos de los que han intentado huir de sus fronteras. El ministerio de Asuntos Exteriores de Eritrea ignoró el informe y no rebatió ninguna de sus denuncias.

Dick Bayford, abogado de los jugadores de la selección de fútbol, explica que existe la preocupación de que sus clientes sean imputados por un delito de deserción. Según la ley, los jugadores son parte del ejército del país, que castiga la deserción con la pena de muerte.

Imagen de una protesta de inmigrantes eritreos frente a la sede de la UE en Tel Aviv, Israel. Foto de Baz Ratner, Reuters.

Los jugadores permanecieron en un centro de conferencias durante más de dos semanas hasta que Botswana les concedió el asilo político. El gobierno de Botswana estaría hoy negociando el desplazamiento de los refugiados a otro país debido a complicaciones logísticas. Augustine Makgonatsotlhe, viceministro de Defensa del país, ha declarado a Reuters que Botswana no ha revocado su asilo, pero que busca la colaboración del Alto Comisionado de Ayuda al Refugiado de Naciones Unidas (ACNUR), para encontrarles un nuevo destino.

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Según Makgonatsotlhe, los refugiados tiene que vivir 10 años en el país antes de ser integrados en la sociedad. Y ello significa que tendrán que vivir en campos de refugiados hasta entonces. "No estamos diciendo que no les queramos aquí", asegura el viceministro. "La única alternativa a ese destino es que ACNUR les encuentre otro país anfitrión".

Los jugadores están acogidos en el campo de refugiados de Duwaki, a unos 450 kilómetros de distancia de la capital, Gaborone. Makgonatsotlhe ha contado que los jugadores pueden solicitar salir del campamento si están en disposición de mantenerse por sí mismos. Sin embargo, lo que sucede normalmente es que a los refugiados que no tienen posibilidad de conseguir un trabajo no se les permite salir de los campos. Los refugiados angoleños que huyeron de la Guerra Civil que finalizó en 2003 llevan años atrapados en los campamentos, según el viceministro.

La portavoz de ACNUR Tina Ghelli ha explicado a Reuters que los jugadores disponen de tres opciones: ser repatriados de forma voluntaria a su país de origen, recibir un estatus alternativo o la residencia permanente en Botswana, o ser reasentados en un tercer país. Ghelli ha comentado que la decisión de reasentar a los refugiados en un tercer país dependerá de los informes que se redacten sobre ellos y de si cumplen o no con los requisitos específicos.

Un inmigrante eritreo sostiene una pancarta para protestar por el trato al que se les somete en las fronteras europeas en Ventimiglia, Italia. Foto de Eric Gaillard, Reuters.

Ya son 50 los futbolistas que han huido de Eritrea desde 2009, cuando la selección rechazó regresar de un torneo que se estaba celebrando en Kenya en 2009. Uno de los casos más recientes sucedió en 2012, cuando el equipo al completo se presentó en la oficina de ACNUR en Kampala, Uganda, después de jugar contra el combinado nacional de dicho país. Finalmente, se les concedió asilo político en Holanda.

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Otros veinte jugadores desaparecieron en 2013 durante un viaje a Kenya. 12 de ellos rechazaron volver a casa en 2009 después de jugar un torneo en Tanzania, al igual que hicieron otros 13 miembros en 2011 en el mismo país. En 2014 el torneo no se celebró después de que Etiopía renunciara a ser el país anfitrión. El país decidió organizar la competición este año después de que Ruanda renunciara a hacerlo.

Nicolas Musonye, secretario general de la CECAFA, no ha confirmado si la ausencia de Eritrea es el resultado de la sanción que le fue impuesta en 2013 tras su deserción masiva. La falta de participación se produce después de que 10 de los jugadores del combinado nacional se negaran a embarcar en un vuelo después de un partido clasificatorio para el Mundial de Brasil de 2015, celebrado en Botswana en octubre de 2013.

El fútbol no es el único deporte eritreo que está asistiendo a la deserción de sus participantes. El corredor Weynay Ghebresilasie pidió asilo en el Reino Unido justo después de correr la maratón de los Juegos Olímpicos de 2012. Ghebresilasie había sido el deportista encargado de ondear la bandera de su país durante la ceremonia inaugural.

Además de los atletas, miles de eritreos y de eritreas han huido de su país en los últimos años, mientras que el número de gente que escapa no para de crecer. En 2014 más de 35.000 personas huyeron rumbo a Europa. En 2013 habían sido más de 13.000.

Este artículo se publicó originalmente en VICE News.