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Los Arizona Cardinals, el último equipo feliz de la NFL

La NFL es una liga severa y muy difícil, en parte porque el futbol americano así es. Lo que han hecho los Arizona Cardinals es aligerar esa carga y realizar algo único.
Photo by Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports

La NFL moderna está hecha, en su mayoría, de varios de tipos de mierda —mierda dentro del campo, fuera del campo, lesiones, patrocinadores cagados, estudios médicos cínicos y, por lo general, partidos culeros. Esto quiere decir que la característica más ventajosa que un equipo puede tener es cierta habilidad colectiva para sobrellevar toda esa mierda. Echa un vistazo al panorama del los playoffs, y verás a los equipos clasificados en orden por su capacidad para soportar todo esto. Este es el sistema que funciona.

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Los Denver Broncos tienen una defensa lo suficientemente poderosa para compensar una temporada donde el miembro del Salón de la Fama a la baja y su reemplazo inconsistente han sido inciertos. Los New England Patriots tienen a Tom Brady, quien ha salido adelante a pesar de sus reducidos receptores, su línea ofensiva, y una suspensión del comisionado. Los Carolina Panthers siempre han tenido malos receptores, peor también cuentan con Cam Newton, quien por sí solo es casi un equipo de futbol americano. Los tres cuentan descansarán en la primera semana de la postemporada.

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Las cosas salen mal en la NFL con tanta regularidad que ir por el mal camino es ahora central para la narrativa de cualquier buen equipo. Un plantel completo no siempre alcanza su potencial. Atraviesa una serie de retrocesos, sacudidas por suspensiones y lesiones, luchas internas, y emerge al haber ganado imperfecciones e identidad, la palabra preferida de los analistas de televisión. Es decir, el equipo ha sido abatido en la forma de su infatigable esencia; ha sufrido y aprendido algo del sufrimiento, y sabe cómo reaccionar cuando se encuentra en situaciones con desventaja.

Si esto parece adusto, es porque lo es. La NFL es una empresa adusta, y construida para serlo. La mayoría de los partidos son una sinfonía de problemas, y casi todos los equipos se estresan más allá de la razón. Sin embargo, de vez en cuando aparecen excepciones. Este año, los Arizona Cardinals son esa excepción. Para los Cardinals del 2015, milagrosamente, como que las cosas les han funcionado.

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Cuando te diviertes en el campo de juego. —Foto por Mark J. Rebilas-USA Today Sports

Los Cardinals perdieron ante los Seattle Seahawks, 36-6, en el partido final del domingo, pero lo que Arizona logró hacer en el año convirtió la derrota en algo sin mayor preocupación. Ya habían ganado 13 de sus primeros 15 juegos, asegurando la semana de descanso. Vencieron a los Seahawks hace un mes y medio, en Seattle, en un partidazo de ida y vuelta; vencieron por poco a los incesantes Vikings a mediados de diciembre, y dieron una exhibición en casa, en el penúltimo fin de semana de la temporada regular, ante los Green Bay Packers. Los Cardinals pasaron toda su campaña demostrando que pertenecen dentro de las filas de los favoritos al Super Bowl.

El ascenso de perennes perdedores a contendientes vale la pena resaltar —los Cardinals han llegado a los playoffs cinco veces durante sus 26 años en Arizona— pero la forma en que lo han logrado es incluso mucho más sorprendente. Los diseños han dado frutos, las apuestas han logrado su cometido, y la mala suerte, cuando les ha tocado, se han convertido rápidamente en buena suerte. Los Cardinals anotan 30 puntos, te dejan con seis, y sonríen. Son afortunados y divertidos, en un deporte que se supone es demasiado rudo para cualquiera de las cosas.

Al parecer, cada lugar en el plantel de Arizona está ocupado por los mejores. Carson Palmer, quien terminó su campaña del 2014 rápidamente por una lesión de ligamento cruzado anterior, es ahora candidato para el MVP, al lanzar pases cortos y profundos con precisión que, hasta el momento, se han convertido en una de sus características. Larry Fitzgerald se vio quemado el año pasado, pero una nueva oportunidad le ha devuelto actitud, y sus 109 atrapadas de esta temporada son una nueva marca personal. Chris Johnson arrancó el 2015 con una historia de superación pero sufrió una fractura de tibia a finales de noviembre; la lesión le otorgó una oportunidad a David Johnson, quien ha demostrado ser uno de los corredores más multifuncionales de la liga. En la defensiva cuentan con un ex safety ahora linebacker (Deone Bucannon), con un jugador importante emergente (Dwight Freeney), y con un back defensivo que cubre gran parte del campo.

Como se ve aquí, un running back de reserva de la NFL pasa por encima de alguien. —Foto por Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports

Durante el juego, este conglomerado parece un caleidoscopio donde todo encaja; cada pieza exitosa abre una nueva posibilidad. Bucannon se cuela en la línea ofensiva del oponente a la altura de la cadera, y motiva al quarterback para que el balón termine en las manos del esquinero Patrick Patterson. John Brown, el peligroso receptor profundo, captura un pase de 40 yardas, y en la siguiente jugada David Johnson atraviesa, a base de puro hombro, la defensiva para lograr seis puntos. Fitzgerald desaparece en la línea de golpeo y se aparece en las líneas del emparrillado; el dardo de Palmer se encuentra en el aire.

Este año, los Cardinals son un ecosistema, una escena, un culto de buenas vibras. Son la preferencias de los optimistas, prueba de que el éxito puede ser encontrado más allá de la aburrida fortaleza. En pocas palabras, son uno de los mejores equipos de 2015 y el que menos se parece a los equipos de futbol americano.

Dicha distinción representa en sí un logro desde ahora. La única cosa más difícil que ganar en la NFL es hacer ver fácil las victorias. El mes que viene será descrito por jugadores y analistas de una forma ya conocida: una prueba, una batalla. Sin embargo, para Arizona dichos términos como que no concuerdan. Los Cardinals estarán disputando unos cuantos partidos, y hasta el momento es algo que no les ha traído muchos problemas.