Una de las mejores taquerías en Tijuana está rodeada de prostitutas, adictos y gringos cachondos

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Una de las mejores taquerías en Tijuana está rodeada de prostitutas, adictos y gringos cachondos

La taquería sin nombre está en la Zona Norte de Tijuana, en medio de un ambiente lujurioso y tolerante ante lo ilegal. Y sirven los mejores tacos de la región.

Hace varios años me invitaron a pasear al "conquistador de paladares y aventurero moderno", Anthony Bourdain. Pasamos un par de noches en Tijuana para su programa "No Reservations". Los que me conocen probablemente están hasta la madre de que lo siga repitiendo, pero de cualquier forma, sucedió. Esa noche fuimos a los bares del centro de Tijuana a beber mezcal, cerveza y tequila; después comimos tacos en Las Ahumaderas, una taquería muy típica de la región. Todo me pareció perfecto, pero desde entonces la gente —bueno, solo los haters— no me ha dejado de chingar por haber llevado al gran Anthony Bourdain ahí, que según muchos no es ni cerca la mejor de Tijuana.

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Recibí todo tipo de mensajes de hueva y críticas llenas de odio en redes sociales, a pesar de que yo no tuve nada que ver con la elección de la taquería. El equipo de producción de No Reservations eligió el lugar basándose en las sugerencias de los locales; la verdad, al final no estuvo tan mal. Los de la taquería colgaron una foto bien fea y súper pixeleada de nuestra visita y ahora, cada vez que voy, me regalan tacos. Solo por eso vale la pena aguantar los mensajes cagados de risa que me manda la gente cuando ven mi cara adornando las paredes de Las Ahumaderas solo por esto.

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La taquería sin nombre en la Zona Norte de Tijuana. Todas las fotos son del autor.

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Pero entonces, ¿cuáles son los mejores tacos de Tijuana? No sé y no me importa. Hay un montón de taquerías deliciosas en casi cada esquina de esta hermosa ciudad fronteriza y, a diferencia de otras partes del país, aquí los tacos son de carne asada al carbón. Los tijuanenses no sabemos de los tacos chilangos callejeros de bistec nadando en grasa, acá tiramos la carne al asador y esperamos a que agarre el saborcito ahumado para luego ponerles un chingo de guacamole fresco y listo. ¡Eso es un taco norteño, chingao!

Sin embargo, si quieren una taquería que en serio exprese lo que es el ambiente tijuanense es ésta, sin nombre. En la esquina de la calle Coahuila y Niños Héroes, en la Zona Norte de Tijuana está un carrito callejero de tacos.

No existe ninguna otra taquería donde se viva mejor el viejo cliché de lujuria tijuanense que en ésta.

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La Zona Norte de Tijuana es, como su nombre lo indica, la región pegada a la frontera con Estados Unidos, a unos cuantos metros de la ciudad que se autoproclama "America's finest city" —la ciudad más fina de América—, San Diego, California. Pero, contrario a su perfecta y limpia ciudad vecina, la Zona Norte es bastante tolerante ante la prostitución y las drogas (y conocida en todo el mundo por ello). No cierra, nunca duerme, está 24/7 dispuesta para quien quiera divertirse en ella. La taquería sin nombre tampoco cierra, nunca.

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Alrededor de estos tacos de carne asada sucede una fiesta interminable de perversión. Pushers, prostitutas, travestis, cholos deportados, adictos, y los clientes principales: los gringos cachondos que pagan en billetes de un dólar. ¿Sodoma y Gomorra? Dos, tres, solo si vas al famoso Hong Kong, el strip club mejor brandeado del norte de México (tiene anuncios espectaculares repartidos en toda la Baja y algunos comerciales sonando en la radio gringa presumiendo que nunca cierra). Me dicen que en los 'teibols' del resto del país no hay billetes de un dólar. Aburridos.

En fin, la Zona Norte no está tan mal. Digo, si no te importa ver obvias víctimas de trata de personas en la calle vestidas como colegialas, travestis haciendo guardia afuera de moteles apestosos, gringos (as) adictos (as) prostituyéndose por 20 dólares, indigentes, y bandoleros exconvictos y tatuados recién salidos de una película de Edward James Olmos. Es un encanto de gueto muy peculiar.

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La taquería sin nombre es la proveedora oficial de tacos en esta Disneylandia de la perversión. Todo el día y toda la noche está surtiendo infinidad de tacos de birria, de carne asada y adobada (parecida a la del trompo al pastor de los chilangos). "Aquí diario amanece un muertito o un encajuelado", me dicen los taqueros, en referencia las olas de violencia que cada tanto afectan a la zona y son provocadas por los ajustes de cuentas entre las bandas narcomenudistas que buscan control en el aparentemente más lucrativo negocio en la colonia de la tolerancia.

Entre su repertorio de tacos, el de birria es el mejor. La birria es de res y la traen en bicicleta desde la cocina, que está cerca. Si pides tus tacos "doraditos" fríen la tortilla de maíz en la grasa de la birria y quedan crujientes, con más sabor. Para acompañar solo necesitan un poco de cebolla morada encurtida. Los de asada se sirven con su correspondiente enorme ración de guacamole, con doble tortilla; y los de adobada vienen de un trompo, que según los taqueros, es el más grande de la ciudad —pesa casi cincuenta kilos, así que les creo— y se sirven con un buen trozo de piña asada.

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No hay pierde, con dos de esos tacos quedas lleno. Y apestoso, porque el carbón arde todo el tiempo y se impregna hasta el más recóndito rincón de tu ser. Con cincuenta pesos —cerca de 3 dólares— te alcanza para dos tacos y un refresco.

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Que se vaya mucho a la chingada toda esa gente que me critica por llevar a Bourdain a Las Ahumaderas. ¿Quieren la taquería que más represente a Tijuana? Vayan a la Zona Norte y coman tacos de birria entre las putas y las drogas, pues estas son características reales de la región: una muy peculiar mezcolanza de culturas —entre la mexicana y la gringa— y el libertinaje.

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La taquería sin nombre es testigo de vidas tristes que trabajan y vagan con hambre. No es el lugar apropiado para llevar a la familia, pero la última vez que fui me encontré a una estadounidense de 20 años comiendo tacos con su papá y su novio, a los que llevó a los prostíbulos como regalo del Día del Padre.

Espero que al don le hayan gustado sus tacos. Sobre su experiencia en el prostíbulo al que los vi entrar, no se nada. No los acompañé. No se me antoja el sex show en foam en un martes a las 4 de la tarde. Y menos después de atascarme dos tacos de birria.