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Bomba Hache. Foto por Pablo Trigo. (@pasantri).
Identidad

Sin miedo a las caídas: el revival del patinaje en cuatro ruedas

Compañía, libertad, aprendizaje y lucha por el territorio.

El estallido

El uso de los patines quad en sus modalidades más libres se ha convertido en una tendencia masiva durante la pandemia. Para muchos esto obedece a que se puede practicar al aire libre y de forma biosegura, ayuda a que las personas se liberen del encierro y brinda la porción de ejercicio necesaria para combatir el sedentarismo. Pero en su ola más reciente esta práctica lleva algunos años cocinándose a través de diferentes comunidades en el mundo que se inspiran entre ellas y van tomando forma a través del apoyo mutuo y la fraternidad.

El roller skate o roller squad freestyle es un deporte extremo en el que se hacen con estilo y gracia todos los trucos y saltos posibles con patines quad. El Roller Derby parece un deporte agresivo y de mucho contacto, similar al rugby, pero depende principalmente de la estrategia. Y el roller dance ya lo conocemos todos porque lo hemos visto en muchos videoclips setenteros (si no lo has hecho, abajo puedes ver uno). Estas modalidades de patinaje en cuatro ruedas, preferidas por mujeres, se han convertido para muchas en una sólida forma de acompañarse, tanto en lo virtual como en el espacio físico.

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Entrevisté a varias patinadoras que hacen parte de estos movimientos en América Latina y España. Casi todas llegaron a enamorarse del deporte con solo ver videos de otras mujeres en algún lugar del Internet. 

Carne fresca

Dani Gatobuho vive en Bogotá, es ilustradora y artista musical. Sintió su llamado al patinaje después de un accidente que, junto a la pandemia, la mantuvo encerrada un buen tiempo. Ya había probado los patines quad y se había caído muchas veces. Pero esta vez, gracias a Internet, dio con una comunidad que no solo la recibió con los brazos abiertos sino que la hizo avanzar rápido y le permitió compartir espacios y emociones con otras mujeres que estaban en una situación muy parecida a la suya. 

Dani no convivía con mujeres desde el colegio y en su experiencia sobre ruedas descubrió algo mucho más valioso que el deporte. “La mayoría de chicas que he conocido han encontrado en el patinaje una manera de curar muchas heridas, vienen de depresiones largas, de accidentes como yo, de haber terminado relaciones”, cuenta Gatobuho. “El patinaje les ha hecho sentir que son fuertes, muchas hablan de la sensación de libertad”.

A las chicas que como ella llegan a los grupos con la intención de aprender y ser parte de la acción colectiva se les llama fresh meat (carne fresca). Con solo un inbox, ellas pueden acceder a diferentes tipos de aprendizaje y profesoras experimentadas que además de las técnicas y los trucos les enseñan a encontrar su estilo propio y sus habilidades destacadas. 

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Las maestras

Caro Hernández y MoonSun empezaron a patinar en Bogotá muy jóvenes en un equipo de Roller Derby y se encontraron con el roller skate en 2014. “Cuando empezamos con MoonSun todo era muy empírico y no teníamos a quién mirar como referencia más que la una a la otra, patinadoras en YouTube, o personas de otras modalidades”, dice Caro. “En ese entonces solo montábamos con skaters, que aunque nos empujaron a intentar cosas nuevas, no tenían las bases para enseñarnos a usar nuestros patines en ciertos trucos”. 

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Caro Hernández. Foto por @altruista_ruidosa.

Después de mucha práctica lo consiguieron y se convirtieron en las precursoras de colectivos y grupos de aprendizaje relevantes en Colombia. Caro dejó el Roller Derby por una lesión, pero MoonSun siguió y en este momento es la capitana del equipo Bogotá Bone Breakers. Las dos fundaron el colectivo de patinaje agresivo en rampas Hell on Quads: “Desde allí ayudamos a numerosas personas a perder el miedo a este deporte. Esto lo aprendimos desde el Derby, a compartir conocimiento y a trabajar por la comunidad”, dice MoonSun.

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MoonSun. Foto cortesía de la patinadora.

Además del trabajo local, ellas reciben patrocinios de colectivos y marcas en otros países. Caro empezó a trabajar creando contenido y manejando la comunicación de ciertas marcas, logrando lo que cualquier patinadora soñaría: ¡vive del roller skate! “Ni siquiera yo lo creo a veces”, cuenta.

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 En Bogotá también existe el colectivo Squadrilla, a través del cual se ha enseñado el patinaje de forma gratuita y se han entregado a la comunidad local las herramientas necesarias para practicarlo. “Somos partidarias de que lo que se aprende se enseña, el conocimiento es libre y uno no se debe quedar con la información que le ha cambiado la vida”, afirma Eri Alejandra, cofundadora del colectivo.

En México, Priscila Tnd enseña roller dance, una modalidad muy diferente y con una existencia más larga. Lo primero que transmite a sus alumnos es la historia del baile en patines. “El roller dance ha sido una herramienta fundamental para exigir los derechos de las comunidades de afroamericanos en los Estados Unidos”, cuenta esta patinadora que vivió dos años en Beijing dando clases.

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Priscila Tnd. Foto por Jairo Saucedo.

En Chile está Bosque Lluvioso, quien ha decidido que la enseñanza primordial del patinaje es “empatizar con la alegría ajena y entender que los logros de mis amigas son mis logros”. Este tipo de pensamiento está en casi todos los grupos de enseñanza. Las profesoras, además de entregar su conocimiento deportivo, impulsan la interacción entre sus alumnas y generan comunidades sólidas en todas las ciudades. 

La comunidad

Muchas de las mujeres que son pioneras en el roller skate en sus países empezaron con el Roller Derby. Este es un deporte en equipo que al no tener regulación oficial en muchos lugares permite que las chicas se tengan que organizar ellas mismas a nivel competitivo. Así es como esta disciplina, además de las sobresalientes enseñanzas deportivas, les dejó a las patinadoras un aprendizaje invaluable: el trabajo en equipo dentro y fuera de la pista. “Es un deporte comunitario y autogestionado, entonces compartes con muchas mujeres mucho tiempo, haciendo deporte y organizando. Con el paso terminas desarrollando un vínculo emocional muy lindo”, dice Bosque Lluvioso sobre su experiencia en Chile.

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Metropolitan Roller Derby.

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Pero esta no ha sido la única razón por la que el roller skate vive a través de comunidades, estas chicas también se inspiran en una de las pioneras más importantes del mundo en patinaje en quads. Michelle Steilen, también conocida por su seudónimo Estro Jen, es la fundadora de la marca y colectivo Moxi. Ella siempre ha propiciado la práctica de este deporte como algo que se vive en colectivo. A través de su marca, ha dado a conocer la práctica de forma masiva y muchos de los videos de las mujeres de esta comunidad son los que han impactado a las demás en todos los países. Además, Moxi patrocina patinadoras en todo el mundo y junto a otras marcas han tejido una red de grupos que siempre están enterados de las últimas tendencias en trucos y estilos. 

Con el tiempo, el trabajo y la experiencia las chicas pueden ir e interactuar con estos centros de operaciones. “Mi primer viaje sola fue a Los Ángeles y las chicas fueron tan amables que me dieron casa, me ayudaban a movilizarme e incluso organizamos dos encuentros para patinar con la mayor cantidad de personas posible”, recuerda Caro Hernández. “Fue increíble para mí porque esperaba estar perdida todo el tiempo”.

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Así es que a pesar de ser una práctica individual, se vive y aprende con otras. También pasa con el roller dance. En México Priscila Tnd organiza un Roller Jammin, otro grupo que además de estar en las calles se apoya por medio de videos que se comparten en los que se puede ver el progreso de cada uno.

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La experimentada patinadora española Bomba Hache dice que el suyo es el primer país a nivel internacional que regula (federa) el quad freestyle. “Es un primer paso y nos abre un gran abanico de posibilidades. Esta comunidad está unida e involucrada en hacer que el mundo patine de nuevo”, señala. 

Los espacios

Cada ciudad tiene sus puntos calientes para practicar todas las formas de usar los quad. En Bogotá los parques metropolitanos Fontanar y Tercer Milenio son el punto de encuentro más visitado por las patinadoras, ya que allí tienen el espacio para practicar desde lo más sencillo hasta lo más complejo del deporte. Con el boom de este y otros deportes extremos, también se han ido construyendo nuevos skateparks, a donde cada vez llegan más y más chicas a hacer lo suyo.

El poder entrar a estos espacios con tranquilidad también es uno de los aprendizajes por los que pasan las patinadoras. “En los skateparks el 85% son hombres y las mujeres nos sentimos intimidadas, a veces seguimos siendo ese claro ejemplo de que los hombres no respetan y tienen la autoridad de decirnos, de mirarnos, de morbosearnos o de subestimarnos”, cuenta Eri Alejandra desde su experiencia. Además está la lucha por el territorio, Dani Gatobúho me dice lo que sintió cuando empezó a frecuentar los parques: “Me daba susto (nos daba, a las aprendices) reclamar espacio porque el territorio es muy de hombres. Como que todavía hay mucho machismo a pesar de que son personas en su mayoría jóvenes”.

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Con este panorama, la idea de hermandad es más necesaria que nunca. “Veo que las nuevas generaciones de chicas tienen un ejemplo y compañía en quienes ya tenemos trayectoria, saben que los skateparks también son espacios para nosotras y que tenemos todo el derecho de ocupar, pedir turno y aprender”, dice Caro Hernández. 

La chilena Bosque Lluvioso está convencida de que este deporte gusta tanto a las mujeres precisamente porque las que ya lo practican son chicas y al estar juntas “sentimos que podemos desarrollarnos más allá de los mandatos patriarcales que nos subyugan constantemente, podemos expresarnos y sentirnos más libres”.

Una red irrompible

Todas las patinadoras a las que entrevisté están convencidas de que el boom más grande de los patines quad todavía está en camino y ninguna duda del enamoramiento que se puede desarrollar al entrar a este universo. “Soy de las que cree que mucha gente no ha practicado este deporte antes por desconocimiento”, afirma Bomba Hache.

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​Bomba Hache. Foto por Pablo Trigo (@pasantri).

Parece que al igual que en la vida, el poder levantarse de las caídas, con el aliento y ánimo de sus amigas, las ha vuelto más fuertes y les ha permitido perder el miedo a sus propios demonios. “Antes de esto era muy introvertida y vivía en mi cabeza mucho”, cuenta Caro. “Ocurre un proceso de enamoramiento y valoración de una misma en torno al deporte”, dice Bosque Lluvioso. “Yo siempre digo que patinar es un tipo de meditación activa”. 

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Bosque Lluvioso. Foto por: Yair Barrios.

A diferencia del patín en línea, el quad se asemeja mucho a un zapato y otorga a quien lo usa la sensación de tener ruedas como parte del cuerpo. Estas ruedas son un medio de transporte a una realidad en la que no se le dice a las mujeres que no pueden jugar duro.