Ilustración de una ola rompiendo sobre una mujer que decide entre la carne y una alternativa basada en plantas
Ilustración por Elnora Turner  
Salud

¿Qué tan malo es comer carne cuando el planeta se está muriendo?

La sustentabilidad está siendo más relevante que nunca y los productos de origen animal son malos para el planeta ¿cuál es la mejor solución?

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Hola Casey,

Primero que nada, quería agradecerte: tu consejo es uno de los más sólidos, fundamentados y compasivos de Internet en lo que respecta al fitness (especialmente cuando se trata de fitness de las mujeres). Gracias por no ser una mierda e increíblemente amable con nosotras.

En segundo lugar, me ha surgido una duda. Sé que ya has escrito sobre los cambios en la alimentación/dieta para levantar pesas (más proteínas, comer carbohidratos). Sin embargo, como alguien (intolerante a la soja y que odia las proteínas de los guisantes) que ha comenzado a cuestionarse seriamente la sustentabilidad ambiental de mi dieta, me preguntaba cómo conciliar las necesidades dietéticas y la salud del planeta. Sé que la proteína de suero es una fuente de proteína bastante eficiente en términos de salud humana y emisiones (aunque el queso y la mayoría de los productos lácteos/vacas no lo son), pero comer lentejas y comidas a base de quinoa y combinarlas con proteína de suero parece una forma estúpida de vivir.

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Perdón si es una pregunta más difusa y filosófica de lo que te gustaría contestar. Tengo muchas ganas de saber tu punto de vista y creo que sería bueno tener una visión no vegana sobre este tema—Alison

A pesar de que sigo expresando mi ansiedad sobre el cambio climático de maneras cada vez más extrañas y relativamente sin sentido –mientras estoy parada frente a las bebidas en el supermercado tratando de no sentirme culpable por querer comprar una cerveza de mejor calidad en botellas de plástico– la verdad es que le doy poca importancia al asunto de comer productos de origen animal.

Una razón es que, si bien como carne, la cantidad que consumo se alinea con las recomendaciones que hacen los voceros ambientalistas. Yo como carne algunas veces a la semana o una vez al día; también como huevos, queso y yogurt, y bebo leche. A menudo, los productos que compro tienen un origen más responsable con el ambiente, pero no siempre. Tengo entendido que si Estados Unidos tiene problemas reales con los niños en cuanto al consumo de productos animales, no soy uno de ellos.



Pero también pienso en esto de una manera más sistémica, especialmente porque a muchos de nosotros constantemente nos causa ansiedad el hecho de obtener suficiente proteína. Creo que el futuro de los alimentos se basa en fuentes alternativas de proteínas de origen agrícola y de origen vegetal que no son de fábrica, y personalmente estoy lista para comer hamburguesas hechas exclusivamente de grillos. Pero comprarlos ahora como una alternativa alimenticia no nos llevará allí, y, lo que es más importante, el hecho de que las personas hagan esto no hace una diferencia lo suficientemente sustancial como para corregir la situación del medio ambiente. Necesitamos de los supermercados que venden productos no sustentables y que intercambian nuestro sustento por ganancias litigadas fuera de existencia a gran escala, lo cual no es algo que pasa cuando dejamos de comprar esos alimentos. A medida que las cosas continúan empeorando, ahora es más importante que nunca ser honestos con nosotros mismos sobre lo que es algo más que un intento de absolución personal, lo que simplemente es marketing aprovechándose de nuestra culpa colectiva y lo que es mejor para el planeta.

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Lo importante es que esa infraestructura sea sustentable, y solo podemos llegar ahí mediante un cambio legislativo radical, no por la carne que compramos esta semana. La acción individual a través de las elecciones personales del consumidor de manera aislada está bien, pero en el contexto cultural, es una táctica manipuladora que difunde la culpa, similar a la "productividad" y los "life hacks" que nos impone un sistema capitalista. El impacto de que absolutamente todos cambien a una dieta basada en plantas (eliminando 0.7 toneladas métricas de las emisiones globales totales, o alrededor del 4 por ciento del total por persona en los Estados Unidos) es minúsculo en comparación con, por ejemplo, la regulación de las 100 compañías responsable del 71 por ciento de las emisiones históricas totales, un total de 923 mil millones de toneladas métricas desde que comenzó la era industrial. Solo la industria de combustibles fósiles constituyó el 70 por ciento de las emisiones en nombre de los humanos en 2015. De hecho, esas compañías y muchas otras trabajan muy duro para distraernos con la última hamburguesa hecha de proteína de trigo texturizada.

Eso no significa que estamos absueltos, de ninguna manera. Pero creo que es mucho más importante para mí pasar menos tiempo preocupándome por la soya y más tiempo en el panorama general.

Para ilustrar esta idea, digamos que hay un basurero que está extremadamente cerca de tu vecindario, y se ha vuelto tan grande y tóxico que está comenzando a contaminar el agua subterránea, afectándote directamente a ti y a todos los que viven en el vecindario. El tres por ciento de ese basurero es la basura que todos en el vecindario arrojan allí, y el 97 por ciento son los residuos tóxicos de una fábrica local, digamos que están depositando 97 toneladas de residuos por año. Podrías poner, digamos, 10 horas adicionales a la semana de tu tiempo asegurándote de que tu propia casa sea absolutamente neutral en cuanto a basura: te tomas el tiempo de usar bolsas reutilizables, no compras nada que genere desperdicios o envases, reutilizas cualquier desperdicio que generes. Cualquiera de esas 10 horas que sobran, las usas para convencer a tus vecinos para que hagan lo mismo, con un éxito mixto. Incluso si obtienes la aceptación de todos, los desechos en el basurero solo disminuirían un 3 por ciento, de 100 toneladas a 97 toneladas, lo que no es suficiente para detener el problema de contaminación del agua. Sin embargo, tu acción personal te deja satisfecho.

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Ahora digamos que, en cambio, continuas generando tu propio desperdicio igual que antes y aceptas la idea de que todo lo que contribuiste a ese 3 por ciento es insignificante en comparación con el efecto mucho mayor de la empresa. Ahora toma esas 10 horas de tiempo para presionar a tu gobierno local para que la corporación deje de tirar sus desechos en el vertedero, y usa parte de ese tiempo para que tus vecinos se organicen también. Después de cierta coordinación, la corporación reduce sus desechos, digamos a la mitad, a 48.5 toneladas de 97. Tal vez tu gobierno local incluso cierra esa compañía y usa subsidios para reemplazarla con una alternativa completamente verde que produce la misma cantidad de desechos que todos tus vecinos. Ahora el agua subterránea es mucho más segura, a pesar de que personalmente no hiciste nada para administrar tu propia contribución. En este escenario también te sientes satisfecho de haber marcado la diferencia, pero hiciste una diferencia mucho más grande con la misma cantidad de inversión.

Mi presunción aquí es que nuestra capacidad en términos de tiempo, atención y paciencia para lograr un cambio es limitada. Es extremadamente importante no confundir lo que nos hace, como individuos, sentirnos seguros de que hicimos algo con lo que en realidad es un buen uso de ese tiempo, atención y paciencia. Algunas personas tienen tiempo y dinero para obtener y comprar alimentos orgánicos y cultivados de manera sustentable,o que nunca usan el transporte aéreo. Yo no y creo que la mayoría de la gente tampoco. (Incluso las personas que pueden, en su mayoría no lo hacen; incluso este tipo que defiende la acción individual señala que el 10 por ciento más rico de las personas son responsables de la gran mayoría de las emisiones. No hay límite para cuánto deberían preocuparse los ricos por la acción individual, en mi opinión).

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Puedes girar en tu propia rueda de hámster de acción personal y gastar tus ingresos disponibles en carnes alternativas o caminar por el vecindario recogiendo basura, ¡eso tiene un impacto concreto! ¡Los microplásticos que entran al medio ambiente son malos! Pero, ¿es un uso de tu tiempo y recursos tan bueno como, por ejemplo, buscar o donarle a un político que hará progresos importantes en la regulación de las grandes corporaciones petroleras, o invertirá en energía verde, u obligará a las granjas industriales a salirse del negocio y subsidiará a las granjas sustentables?

Siempre habrá gente que dirá, ¿pero no se pueden hacer las dos cosas? Claro que se puede. Pero si estás trabajando en algo que odias para tratar de obtener un ingreso decente donde el único gesto ecológico es comprar migajas congeladas sin carne, no estoy segura de que te estés cuestionando las preguntas correctas sobre la dirección del planeta y tu lugar en él.

No sé si la gente ya se haya dado cuenta, pero ninguno de nosotros tiene dinero. A medida que los salarios se mantienen fijos y los impuestos se mantienen bajos para las personas ricas y relativamente altos para las personas de ingresos medios a bajos, nuestra capacidad de votar con nuestros dólares disminuye todos los días.

Estamos en una etapa de crisis climática lo suficientemente grave donde la acción individual no será suficiente para cambiar sustancialmente el rumbo por el que vamos. Esa oportunidad se tuvo aproximadamente a finales de los 80. (Y honestamente, es discutible que realmente haya existido, dada la cantidad de ofuscación que las compañías de energía estaban haciendo en torno a la ciencia climática)

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Es cierto que necesitamos absolutamente a todos los que están detrás de la crisis climática, pero ahora estamos en modo de clasificación. De la misma manera que no necesitamos ser mejores en nuestros trabajos a través de ajustes vitales, ya que los salarios se mantienen estables y los impuestos de la riqueza exuberante continúan bajando; lo que realmente necesitamos es nuestra parte correspondiente, y las grandes corporaciones y los ricos necesita pagar. Tenemos que centrarnos en las personas (empresas) en gran parte responsables de la situación en la que nos encontramos.

Como bien señalas, la proteína de suero probablemente no es lo mejor para el medio ambiente, ya que se deriva de los mismos animales que causan problemas de emisiones, además de que crea una cantidad significativa de desechos ácidos para los que actualmente no tenemos uso. Entonces, si estás tratando de alcanzar un recuento de proteínas –particularmente si eres intolerante a las fuentes veganas habituales de proteínas (hay proteína de cáñamo que puedes probar y proteína de arroz, y, creo que alguna vez vi "proteína de coco" pero quién sabe si sirva de algo)– ya estás haciéndole daño al planeta. Yo digo que hay que aceptarlo, pero sabiendo que estás tratando de hacer algo para "salvar el planeta" no recaigas en tus elecciones personales.

Puede que te sorprenda escuchar después de todo esto que ni siquiera me gusta mucho la carne, y soy muy quisquillosa al respecto. Es asqueroso manejarla cruda, y generalmente ensucias mucho cuando la cocinas. Si me ofrecen un buen bistec, claro que estaré muy feliz, pero sale caro, y no me encanta como para hacerlo yo misma, excepto en casos extremadamente raros. Me costaría mucho más trabajo dejar el queso, los huevos y la leche. Pero continuaré comiéndolos mientras me concentro en mi objetivo más grande de cambiar el sistema, que me parece mucho más satisfactorio y que me ayuda a dormir mucho mejor por la noche que comprando de manera santuriosa varios tipos de soja.

Nota: Casey Johnston no es doctora, nutricionista, dietista, entrenadora personal, fisioterapeuta, psicoterapeuta o abogado; ella simplemente es alguien que hizo mucho y leyó mucho sobre levantar pesas.