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Cultură

Tu enorme polla está sobrevalorada

El tamaño importa. Pero no de la forma que tú piensas.
Foto de Shockingly Tasty vía Flickr

Cuando tenía 18 años conocí a un tío que trabajaba en una tienda de surf. Me estaba comprando un bikini blanco con flores de lentejuelas. Su nombre era Zane, lo que en aquel momento parecía guay. Nunca le pregunté su edad, pero digamos que era más mayor que yo. Era un jueves por la tarde, había salido del colegio y todavía llevaba puesto mi uniforme. Tonteamos mientras mis amigas se reían a meros metros de mí, y él escribió su número detrás del ticket de compra cuando pagué.

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Al día siguiente le llamé en el recreo desde el patio. Rodeada por mis amigas, todas intentaban escuchar a través del interfono de esa manera que hacen las niñatas de insituto. Me pidió una cita y el viernes siguiente, le recogí en la tienda de surf después del colegio. Fuimos a cenar y al cine en un barrio de moda en Melbourne, y me pasé la noche enamorándome de sus ojos azules como el oceáno, de su pelo sucio y de que fuera más mayor que yo. Al final de la noche, le llevé a su casa y me invitó a entrar. Queriendo hacerme la mayor, acepté.

Su casa estaba hecha una mierda, había como otras diez personas viviendo ahí. Era como una casa okupa de surfetas y sus compañeros de piso estaban desperdigados por el salón fumando pipas de agua. Nunca había visto una cosa de esas antes y cuando me lo pasaron, dije que no educadamente. Él se encogió de hombros y le dio una calada. Entonces yo intenté memorizar Cada. Pequeño. Detalle.

Finalmente, Zane, fumado hasta las trancas, me llevó de la mano hasta su habitación. Encendió velas por todo, lo que a mí me pareció dolorosamente romántico. Me estiró en la cama y nos empezamos a liar. Segundos después me estaba metiendo los dedos y gimiendo en la oreja. Empecé a tantear su cinturón y una vez que conseguí quitarle los pantalones y los canzoncillos, retrocedí estupefacta.

"Wow," dije con los ojos como platos sentándome de nuevo en la cama.

"Pues nunca he visto a una chica reaccionar así," dijo entusiasmado.

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Zane tenía la polla más grande que había visto en mi vida. Hasta ese momento sólo había visto una en un contexto sexual pero, insitntivamente, sabía que aquello era un monstruo. La situación pasó de romance a película de terror. No tenía ni idea de qué hacer así que hice lo que acostumbraba hacer en esas situaciones extrañas: Intenté diferir la incómoda situación comiéndole la polla. El problema fue que sólo me cabía la puntita.

Quiero cerciorarme de que comprendéis lo grande que era esta polla. Cuando la rodeaba con mi mano mis dedos no se tocaban, de hecho había unos centrímetros entre ellos. Cuando conseguí metérmela en la boca aquello era de categoría garganta profunda. Su pene era jodidamente enorme.

Después de chupársele sin éxito alguno e intentar pajeársela a dos manos, Zane pensó que sería muy buena idea intentar meter su pene colosal en mi pequeño cuerpo adolescente, que no tenía mucha experiencia.

Sobra decir que no me cabía. Avergonzada, me vestí y le di un beso de despedida. Jamás volví aver a Zane ni a su enorme tercer pierna.

Al día siguiente le conté lo de la polla Godzilla a todas mis amigas como si fuera lo más guay de este planeta. Total, ¿qué sabían ellas? La mayoría de ellas aún eran vírgenes retrasadas, y por alguna razón cuando todavía eres adolescente, el mundo te tiene convencida de que las pollas enormes son LO MÁS. Pues no es el caso. Sin ánimo de ofender a todas las grandes pollas ahí fuera, vuestras pollas probablemte son preciosas, pero no son para mí.

Desde el incidente de Zane, hace 10 años llevo diciéndole a las chicas que el pene perfecto es de tamaño medio a normal, y me lo he demostré a mí misma cuando hace poco quedé con Zane 2.0. El año pasado avisté a Moby Dick por segunda vez, y fue igual de abrumador que la primera vez, sólo que ahora mi vagina es mucho más elástica.

Pero igualmente, es difícil meter cosas enormes en agujeros pequeños y con este, siempre tenía que estar yo encima para controlar la profundidad de la penetración, que acorde a mis cálculos, sólo me metía media polla. Mantener el equilibrio de rodillas mientras mueves las caderas intentando estar sexi, evitando ser apuñalada en el cérvix o el útero por su rabo fue un verdadero desafío. Me distraía y a nadie le gusta ser distraerse en el sexo. Esto no es Sudoku.

En resumen, las pollas enormes son divertidas porque luego puedes contárselo a tus amigas, pero a parte de eso, no traen más que problemas. No quiero acabar con el coño hecho trizas, sólo quiero un pene que me quepa sin tener que hacer estrategias ni maniobras.

Resulta que el tamaño sí importa.