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Temerario como era, se me metió en la cabeza la idea de probarla. Hice una pequeña infusión con mucha agua y muy poca cantidad de planta, además, elegí las partes que me dijeron que eran menos potentes. Y llegado el momento, con mi compañera avisada y con instrucciones para que cuidara de mí, empecé a tomar cucharaditas de esa infusión cada 10 o 15 minutos, esperando a ver qué pasaba antes de tomar más. Seguramente el tener miedo, y el estar muy alerta a cualquier señal de acción, evitó que me matase. Tan pronto como noté la molestia para tragar, dejé de tomar, lo notifiqué a mi compañera y nos deshicimos del resto de la infusión.
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