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Cultură

El infierno de drogarse con estramonio, el primo del toloache

No confundas "natural" con "seguro" a la hora de elegir con qué drogarte.

Estramonio. Todas las fotos del autor (excepto la indicada).

No conozco a nadie que haya tenido alguna experiencia con el estramonio y la haya disfrutado. Hace unos 20 años me encontraba pasando el verano en un "campo de trabajo internacional" en la maravillosa Isla de Ons, en Pontevedra, España, zona protegida de la actividad humana más dañina pero que seguía recibiendo visitantes y personas que deseaban acampar en la zona permitida.

En dicha isla, famosa por no tener ni guardia civil ni policía, se encontraba uno de los campamentos más frecuentado por hippies de dentro y fuera del país. Un solo bar, una sola tienda, unas pocas casas de los nativos de la isla y todo lo demás era naturaleza. Un bello lugar, mucho menos conocido que sus hermanas las islas Cíes. El campamento era un trasiego de gente, con provisiones traídas de forma específica, aunque lo que más pude ver fue hachís, opio y LSD para su consumo allí mismo.

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Como en esa época estaba muy interesado por las drogas, procuré agenciarme trabajos cerca de esa gente y pronto establecí trato con ellos. Unos porros de mal hachís que había llevado para esos días hicieron que pronto se me abrieran las puertas de sus reuniones nocturnas. No eran muy distintas a otras: mucha gente joven —algunos sólo de espíritu— drogándose juntos en paz y armonía.

Una mañana me tocó ir a limpiar la parte trasera de la iglesia de la isla, el antiguo cementerio que estaba desatendido, y me encontré un campo de plantas con flores blancas y con una especie de fruto similar a una manzana verde pequeña llena de pinchos. La planta me resultaba conocida, pero entre los libros que me había llevado no había ninguno que tuviera una ilustración o una foto que la identificase. Lo que sí note al empezar al arrancar y cortar esas plantas, es que el olor que despedían era realmente desagradable.

La isla de Ons. Imagen vía.

Era la Datura Stramonium o estramonio, pero con exactitud no lo supe hasta la noche cuando subí a ver a los hippies y a drogarme un rato con ellos: llevé la planta y me dijeron el nombre rápidamente. Todos coincidían en que era muy peligrosa, mortal, pero también insistían en que se podía usar como droga lúdica. Eran charlas de hippies y no parecía prudente confiar más que en eso de que era muy peligrosa. Los interrogué intentando hacerme una idea de sus efectos; uno de ellos me dio una pista que me permitió atreverme con la temeridad, pensando que estaba a salvo de sus peligros. Me contó que paralizaba ciertas musculaturas del cuerpo como primer efecto perceptible junto con el calor que te daba, y en concreto que lo podía notar porque rápidamente se hacía imposible tragar bajo su efecto. Me dijo que fuera muy despacio y que cuando notase que empezaba a costarme tragar mi propia saliva, parase y no tomase ni una gota más.

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Temerario como era, se me metió en la cabeza la idea de probarla. Hice una pequeña infusión con mucha agua y muy poca cantidad de planta, además, elegí las partes que me dijeron que eran menos potentes. Y llegado el momento, con mi compañera avisada y con instrucciones para que cuidara de mí, empecé a tomar cucharaditas de esa infusión cada 10 o 15 minutos, esperando a ver qué pasaba antes de tomar más. Seguramente el tener miedo, y el estar muy alerta a cualquier señal de acción, evitó que me matase. Tan pronto como noté la molestia para tragar, dejé de tomar, lo notifiqué a mi compañera y nos deshicimos del resto de la infusión.

Sinceramente no recuerdo mucho más después de eso, excepto que el calor —especialmente en la cara— que me estaba provocando me era desagradable y que el no poder beber era muy agobiante en ese estado. Recuerdo cierta somnolencia. Nada más, hasta que desperté al día siguiente. Sé tan sólo lo que me han contado, que no me encontraba nada orientado, parece que caí en un profundo sueño. Sin alguien cuidándome es casi seguro que no hubiera terminado bien el asunto.

Era una planta muy potente, pero no tenía el menor uso lúdico o recreativo para quien la toma. No tenía mucha gracia no recordar nada de lo que había hecho, aunque lo que me contaban que hice o dije pudiera ser gracioso: estaba delirando, no disfrutando. No le di más importancia al tema del estramonio, sobre todo porque apareció un nuevo grupo de hippies que traían opio y estaban dispuestos a hacer intercambios.

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Así que mi interés se fue al opio, que probé por primera vez allí también.

Después nos avisaron que iría un helicóptero a la isla porque un chico "se había caído por un acantilado".

El helicóptero tuvo que hacer filigranas para poder acceder con un especialista en rescate hasta donde se encontraba el chico herido, con varios huesos rotos y más de 10 horas entre piedras inaccesibles. Sufría un shock provocado por las horas sin beber ni comer y el golpe tremendo que se dio. Pero no era lo único: el chico había tomado la noche anterior una infusión de estramonio y, aunque estaba con sus compañeros, en algún momento de la noche se debió separar del grupo para acabar delirando en un entorno peligroso hasta tirarse por el acantilado. Dos días después nos llegaron noticias de su recuperación en el hospital, traídas a la isla por el médico: él sólo recordaba que tenía mucho calor, sed y que "creyó ver una lata o una botella de Coca-Cola y fue por ella", acantilado abajo. Tal vez esa caída y rotura de huesos, que lo dejó inmovilizado, le salvaron la vida. De haber seguido su instinto por el calor agobiante que le produjo el estramonio, seguramente hubiera acabado metiéndose en el mar, de noche, delirando y solo.

Desde entonces ha sido raro el verano que no he leído en la prensa casos de envenenamiento con esta planta, casi siempre por parte de alguien que creía que al ser una planta no era peligrosa.

De hecho, cuando un amigo mexicano conoció la historia —el equivalente mexicano es el toloache—, me dijo: "la mejor es la que crece sobre la calavera de un antepasado tuyo, porque sólo de esa forma la planta no te mata o te vuelve loco para siempre, aunque sólo la puede usar el curandero chamán". No la había probado —ni quería— pero conocía su uso tradicional y peligros.

Los efectos de la Datura son provocados por la atropina —sustancia venenosa extraída de la belladona— y aparte de provocar un delirio en el que la persona no mantiene contacto con la realidad de su entorno, provoca una amnesia que hace que ni seas consciente de lo que estás viviendo en tu delirio ni puedas recordar nada después. Imagina tomarla, y si tienes la suerte de que la dosis sea insuficiente para matarte, que dejes de recordar ni saber lo que haces y aparezcas horas (o días) después en otro punto distinto —normalmente desnudo por el calor y sed— y sin saber lo que hiciste. ¿Tiene pinta de ser divertido? No para mí, gracias.

Si no eres un chamán mexica entrenado en su uso durante décadas, no te acerques a esta planta buscando diversión porque lo más probable es que acabes encontrando un sanatorio o un siquiátrico. Y si no te interesa acabar tirándote por una acantilado para conseguir una lata de tu refresco favorito, no confundas "natural" con "seguro" a la hora de elegir con qué drogarte.