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Una herramienta para identificar el machismo en las películas

Un pequeño test que ni siquiera un clásico como Star Wars supera.

El test Bechdel es como esa ecuación de álgebra supremamente corta que tu profesor de matemáticas escribía sobre el tablero a manera de quiz exprés y te sentías seguro de resolverla en tres segundos… Eso, hasta que reprobabas por tercer periodo consecutivo la materia. La lógica es la siguiente: ¿En una película aparecen por lo menos dos personajes femeninos? ¿Esos personajes hablan entre sí en algún momento? ¿Sobre algo más que no sean hombres, sus relaciones románticas, sus complejo de Electra con el padre o cualquier otro drama que involucre algún macho?

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Para muchos feministas, estas tres condiciones son un barómetro perfecto para develar las brechas de género y las representaciones que el cine hace de las mujeres: simples satélites que giran alrededor de un mundo inminentemente masculino. Anclado al test, surgió igualmente el Principio de Pitufina, que sirve para describir ese papel secundario que juegan las mujeres para balancear en una película un grupo de personajes mayoritariamente hombres: caso Peggy en los Muppets, la princesa Leia en Star Wars, la siempre simpática Penny en The Big Bang Theory y por supuesto Pitufina, la princesa azul de los pitufos.

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El test apareció en 1985, cuando la caricaturista Alison Bechdel se inspiró en una conversación real que había sostenido con su amiga Liz Wallace sobre las reglas que esta imponía a una película. Bechdel transformó la conversación y la hizo parte de su tira cómica Unas lesbianas de cuidado (Dykes to watch out for), y desde entonces se hizo tan popular que incluso hoy, treinta años después, existe una página dedicada a realizar el test a cuanta película aparece en el panorama y hasta un festival de cine. La propuesta del test ha sido tan exitosa que a finales de 2013 el Instituto del Film sueco comenzó a utilizarlo para clasificar las películas de acuerdo al test en los cines de Estocolmo.

A pesar de la aparente simplicidad del test, es sorprendente que la lista de películas que no lo superan sea más larga. Entre los ejemplos más clásicos está la trilogía original de Star Wars, El Caballero de la Noche y la saga completa de El Señor de los Anillos. Incluso clásicos en los que la protagonista es una mujer, caso Breakfast at Tiffanys o nuestra archiheroina del mundo sicarial de Medellín, Rosario Tijeras, también reprueban el Bechdel.

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Hollywood parece ser el peor alumno del Bechdel. De las películas más taquilleras entre 2007 y 2012, según un análisis de la Escuela Annemberg de Comunicación y Periodismo, solo el 28% de los personajes eran mujeres, lo que contrasta con el hecho de que más de la mitad de los espectadores de este país son mujeres. Sin embargo, de las películas nominadas al Óscar de este año, hay grandes títulos que resaltan por superar la prueba: La teoría del todo, Selma, Gone Girl, Boyhood, Wild y Birdman, cumplen con las expectativas de Wallace, la amiga de Bechdel.

Para Alessandra Merlo, profesora asociada al departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes, el valor del test reside precisamente en esa simplicidad que permite a cualquiera reflexionar de manera general sobre la producción cinematográfica que consumimos a diario y corroborar que las brechas de género y las malas representaciones de las mujeres son reales y están por todas partes.

Entre las películas colombianas en que las protagonistas son mujeres, La vendedora de rosas supera con creces el test Bechdel. Por el contrario, en Confesión a Laura la protagonista queda relegada a un segundo plano por el personaje de Santiago, y la única conversación que sostiene con otra mujer es vía telefónica con la esposa de este y gira en torno al remedio que necesita Santiago por el estreñimiento.

Sin embargo, teniendo en cuenta el caso de Estocolmo, es peligroso considerar el test como un instrumento de verdad absoluta. Si bien no hay que ser mujer para entender que el sexismo está por todos lados, Merlo advierte que el test tiene valor sólo en relación a lo realista y reproductor de realidad que tiene el cine, pero cuando se encuentra con la metáfora el test pierde efecto.

"Me parecería limitante considerar el test como un instrumento absoluto. Si una película no lo supera, creo que habría que empezar a preguntarse también otras cosas. Si El Gran Lebowski es una de estas películas, para hacer un ejemplo, es probablemente también que sea así porque se trata de una sátira del machismo que exalta elementos extremos. Y no porque los reconozca como positivos, sino, al contrario, porque los ridiculiza".

Sucede lo mismo con las telenovelas y el cine derivado de la comedia. "Al trabajar con estereotipos (puesto que esto hace parte del lenguaje de la comedia y la telenovela) tiene siempre el altísimo riesgo de mostrarse muy conservador en las representaciones de género. Sin embrago hay un cine consciente y serio en Colombia. Cito dos películas (intencionalmente ni las más conocidas ni las más recientes.): Retrato en un mar de mentiras (Carlos Gaviria, 2010) y La eterna noche de las doce lunas (documental, Priscila Padilla, 2013)".