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El olor fue lo primero que captó mi atención: fresas podridas. Los perros rastreadores de chinches pueden detectar ese olor desde las primeras fases de la plaga. Los humanos no deberían ser capaces de hacerlo. Sabía que estarían allí pero no esperaba encontrar tantas. Levanté una esquina de su sábana bajera y encontré el colchón ennegrecido por las heces y las costuras llenas de huevos.
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Pedí mi cita de seguimiento y estuve viendo a un consejero durante algún tiempo. Nunca me hicieron las pruebas del TOC, sino que se centraron en el campo de la ansiedad. Había adquirido una fobia pero esa palabra implicaba que mi miedo era irracional. Aunque someterme al mismo baño de químicos que a las chinches era una locura, no querer tener chinches es, creo yo, bastante razonable.Mi relación de tres años se debilitó en los meses siguientes por razones obvias. No voy a echar la culpa a los bichos. Dicho esto, estoy seguro de que ser un loco vigilante obsesivo con una linterna constantemente en la mano no ayudó tampoco. Dejé de ir a las sesiones de terapia. Me era difícil encontrar tiempo para ir y no me veía yendo a una terapia de exposición sobre las chinches. Eso ayudó un poco. Al menos podía sentarme en el metro.Dos años después, sigo sin estar bien. Desde que empecé a escribir esto, he levantado mi somier para echar ácido bórico y la espalda me sangra de tanto rascarme. Mi fiel linterna vuelve a estar en mi mesa de noche. Cuando veo un colchón en la basura, especialmente uno de esos con esas marcas de cuchillo tan familiares, me cambio de acera.Últimamente, me he estado levantando con picaduras, unas relativamente cerca de otras. Fue absolutamente aterrador, hasta que encontré un puñado de diminutas arañas en las cortinas de encima de mi cama. Me puse tan contento al encontrar aquellas arañas que no pude evitar reírme mientras tiraba las cortinas por la ventana.Para mí, hay dos estados: tener chinches y sospechar que puedo tener chinches. El miedo es algo con lo que siempre voy a tener que lidiar. Cuando creo que tengo una plaga, hago las comprobaciones de rigor, pongo algunas trampas y trato de calmarme antes de empezar a grabarme mientras duermo. Intento correr riesgos razonables, como caminar por el borde de la acera en lugar de cruzar la calle. Probablemente no sea la mejor manera de afrontar esto pero todavía necesito esos rituales. Es la única manera aliviar la comezón del interior de mi cráneo.Sigue a Jake Scott en Twitter.