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Post-identitario

Descubrimiento

Ophelia Pastrana nos cuenta cómo comenzó su transformación de hombre a mujer.

Boudoir en México.

Este año cumplo 33 y aún sigo sin saber quién soy. Cuando digo sin saber me refiero a que todavía pongo en duda definiciones simples como el identificar si soy hombre o mujer, aún cuando tengo un pene entre las piernas. No me cuesta imaginar que ésta es la duda de identidad más básica, tan sólo después del identificar un "yo soy yo" y "tú eres tú".

Toda sociedad tiene un conjunto de esquemas de género, vale decir, una serie de normas o estereotipos culturales relacionados con el género que sirven de base para la formación de una identidad social en relación a otros miembros de tal sociedad, y que en consecuencia, dan origen a esta identidad de género. ¿Mis últimos dos años? identificar qué significa esto en el entorno que me rodea.

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Curiosamente.

Previo a estos dos años —mi vida en transición— nunca tuve conciencia de sostener de una identidad. Yo era yo. Y tal cosa como pensar quién voy a proyectar estaba fuera del ámbito de consideración. Sólo puedo suponer que muchos viven así todavía.

De hecho mi vida se llevó completamente by the book.Terminé la prepa a los 17 años, cursé mi licenciatura en física en Estados Unidos y ya por andar al chas-chas de mi vida académica salté de-re-chi-to a mi maestría en econometría, hecho que por siempre será mi herramienta número uno en la navaja suiza de utensilios compensatorios para situaciones de baja autoestima.

Practiqué casi cinco años de taekwondo competitivo y como si esto fuera insuficiente como muestra de logro disciplinario, le dediqué una cantidad considerable de tiempo y esfuerzo a ser líder en un club de debates.

Además, el diario de mi vida amorosacuenta nueve novias de las cuales a la ultima última decidí convertir en mi esposa. Todas fueron mujeres pero mi vida sexual no daba más de un polvo cada tantas semanas, si acaso. Y mi otro matrimonio, aquél que se lleva con tus socios laborales, lo entablé al mismo tiempo que mis nupcias amorosas. ¡Ah! Todo esto sucedido antes de que cumpliera mis 26.By the book.

Lo que logré fue construir un espacio funcional para una cáscara presencial, la piel externa de mi yo. Por adentro, hasta mis 27 años, yo no tenía identidad alguna. Ni en mi manera de vestir, ni en mis gustos musicales y mucho menos en mis gustos sexuales.

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Hoy sí lo sé. ¡Hola! Soy Ophelia Pastrana. Transgénero. Queer. Como los thrillers sexo-adjudicados, mujer de día, mujer de noche (sólo que otra). Soy la chica que aprendió a vivir su feminidad con rigor científico de investigación —y butt plug— luego de existir como hombre por el tiempo considerable como para completar una vida entera. Y me tocó armarme desde ceros. Es un placer.

Crecí en un ambiente fuertemente conservador. A un googlazo de distancia seguro podrán topar con los políticos colombianos de renombre en su partido conservador —– a quienes yo con mucho cariño les llamo "tío" y "abuelo", respectivamente—. Pero eso no quita que mi crianza haya sido (misteriosamente para mí) completamente desprovista de exposición alguna a cualquier persona LGBT cercana. Mi primer amigo gay lo conocí a los 27 años que, para rematar, fue mi terapeuta.

Y es así como me topo con una curiosa situación de crianza masculina entera, decidida y completamente heterosexual y heteronormativa (incluido el matrimonio de rigor). A mis 27 años yo no sabía que una persona podía cambiar de sexo y tan-tán. De hecho tuve una familia que se cuestionó mi primer novio a mis 30 años (bueno, y yo también). Mi primer bra fue a los 29. En fin.

Pero como ha de ser evidente, me topé con dudas de identidad y como buen ejecutor de proyectos y cabeza de equipo, tomé mis pasos para lidiar con ellos. ¿Paso número uno? Vas con un psicólogo que te escuche. Paso número dos en el libro de la duda de género: experimentas.

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Dado que el acto de travestismo no es "de a diario", hay que sumarle un factor de desquite que te pone en condición de exagerar lo que tú —-en tu crianza masculina—- percibes es la esencia de ser mujer.

Seré güera por Alicia.

Pero yo, planeador y estratega, en alas de no caer en estos vergonzosos pasos, me topé con un curioso acercamiento a este (que presento acá) servicio para nosotros, navegantes del clóset. Encontré un salón de belleza cuyo fin no sólo es hacerte cortes de cabello y maquillar sino que su razón de existencia es transformarte.

Es una "Casa de transformación travesti" que, además de otorgar el servicio de cambiar tu apariencia hasta que seas irreconocible como tu género asignado al nacer, también te da espacios para convivir en este mismo lugar o si lo organizas con la dueña del recinto, te lleva de antro una noche para que sepas lo que es salir como tu "verdadero tú".

Ahora sólo tengo que lidiar con ese tema de hablarle a la familia, los amigos y arrancar.

No hay palabra del ámbito laboral que me asuste más que el término "godinato". Llena de las más profundas percepciones negativas y asociada con una —supuestamente humorosa— esclavitud. La cultura godín es el rendir de tus sueños, entregar tus logros a la esclavitud de un sistema laboral de cero decisión en lo que procesas un muy bello ycómico look hacia afuera mientras por dentro dejas un vacío.

Esta foto me sacó del clóset conmigo misma.

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Piénsalo por dos segundos: ¿Quién es Ophelia? ¿Es quien eres hoy? Lo paradójico de la sociedad es que te sanciona si no tienes identificación y te celebra que no tengas identidad. Pero de mi experiencia, es la autoidentificación la que te permite edificar.

Así que vamos a hacer el ejercicio siguiente. A partir de hoy ya no eres . Las circunstancias son las cosas que te suceden y las que ocurren alrededor tuyo, ninguna de las cuales controlas.

Tus pensamientos modelan quién eres, así que por hoy quiero que seas una suerte de versión superhéroe de ti. Te invito a practicar el parado "superman" en lo que estés con tus amigos. Desde hoy tú eres la versión mejorada de quien eres.

Eso fue lo único que yo pensé. Y eso es mi identidad es, lo que yo quiero que sea.

@Ophcourse