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deportes

Dentro del encantador mundo de los bulldogs skaters

Si se siente mal por nunca haber podido andar en una tabla, siéntase peor al ver a estos perros hacerlo sin ningún problema.

Foto por Bryan Joiner.

Si has visto a un bulldog haciendo skate, es muy probable que sea Tillman. Tillman es la estrella de un video viral de 2007 que lo muestra sobre una tabla por el parque Santa Mónica; un video que lo impulsó a una carrera de reality show, un récord Guinness por el perro más rápido haciendo skate, un estatus honorario de la marina estadunidense y tantas apariciones personales más que, siete años después, los detalles se confunden para Ron Davis, el dueño de Tillman y su chofer personal.

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Cuando hablé con Davis, era la tarde de un sábado y él estaba manejando por California hacia una tienda de mascotas de la cual no puede recordar el nombre, mientras Tillman dormía en el asiento de atrás. A los nueve años —una edad que causa admiración para un experimento mal concebido como lo es el bulldog inglés— el vigor de Tillman y su vanidad lo han ayudado a mantenerse saludable, aún cuando él ni se entere.

"Tillman es un freak", dice Davis, "no es normal. Era el enano de la manada, no era el tipo más grande, pero es rudo y todo lo que quiere hacer es patinar". Cuando patina frente a un público, como está programado que lo haga hoy, dice Davis, "se vuelve todo un payaso. Entre más gente, mejor. Ha sido la estrella de un reality show, y ha hecho skate en Times Square, y nada parece molestarlo. Yo me pongo más nervioso que él".

En los siete años que siguieron al video viral que hizo que Tillman aterrizara en un comercial del primer iPhone, Davis ha visto a su buen perro convertirse en un perro incluso mejor. En retrospectiva, no puede evitar sentir pena. Comparado al mago que es hoy, Tillman estuvo "absolutamente horrible en el comercial", dice perplejo. "Era muy malo".

Si esto es cierto, sólo subraya lo especial que es Tillman en la pequeña e increíble comunidad de los bulldogs ingleses skaters y sus dueños. Tillman no es el primer bulldog inglés en ser un éxito, pero fue el primero en hacerlo en la era de YouTube, y la estrella citada por los otros dueños de perros skaters. Él era, y sigue siendo, el mejor.

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Otro de estos bulldogs skaters viene desde Lima, Peru, cada vez que tiene alguna competencia. Allí, cada sábado a las 3:33PM, Kelly Cronin y su esposo llevan a su perrito de dos años, "El Biuf", a un parque local que llaman el colegio de skateboarding para Bulldogs. Biuf creó su propio fenómeno viral en Perú el año pasado, alardeando con su sitio web como el mejor bulldog skater del mundo.

Una de las características del sitio web es una guía paso a paso para lograr que tu propio perro pueda hacer skateboard. Según me dijo Cronin, Biuf prácticamente aprendió a montar solo. Este fue el mismo caso de Tillman y de los otros perros con cuyos dueños hablé, lo que indica que a pesar de la lista de instrucciones (o una similar ilustrada majestuosamente en wikihow.com) en últimas es decisión del bulldog si quiere o no hacer skate.

Lo que también es claro es que en los bulldogs skaters la práctica hace al maestro. Habiendo sido una vez un skater puro y duro como Tillman, Biuf le ha agregado variedad a su conjunto de habilidades. "Él maniobra como un completo profesional", dice Cronin. "Sortea obstáculos, hace giros de 90 grados e incluso hace vueltas en U cuando es necesario".

Cronin es efusivo en cuanto a su amor por Biuf, y el sitio web descaradamente anota que "es fisicamente imposible no sonreír cuando ves a un perro sobre una tabla". Es esa alegría la que se ha quedado con Patrick Clemes, quien se autodescribe como una "persona loca por los perros", aún cuando su albóndiga skater, Beefy, se ha semi-retirado y ha completado el destino neoyorquino de colgar la toalla e irse a South Beach.

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Beefy aprendió a patinar en Levittown, Long Island, antes de irse al nuevo parque de skate de Astoria Park en 2009 y armar toda una escena. "Todos los que lo estaban viendo ese día estaban riéndose o sonriendo. Era genial, muy positivo y eso empezó una carrera que nunca me hubiera imaginado", dice Clemens. Beefy apareció en un anuncio de Jimmy Choo, recibió una tabla personalizada y un patrocinio de Blue Sky Longboards y patinó en Good Morning America, el magazine matinal favorito de Clemens. Todo eso ha causado un impacto duradero en su dueño. "No voy a decir que mi vida esté completa por esto", dice Clemens, de manera poco convincente, "pero hemos podido hacer grandes cosas".

Con Beefy fuera de la Gran Manzana, el título al bulldog skater más visible en Nueva York se fue para Cartman, un perro de tres años que conocí junto a su dueño, Johnny Nguyen, un sábado en el Central Park inundado de gente. Cartman es un skater duro (y un jugador de fútbol ávido) que tiene un poco de dificultad para subirse en la tabla, por lo menos en el caótico parque. Parar y voltear tampoco son sus especialidades, pero con un poquito de ayuda y espacio libre, puede dar todo un show.

Nguyen está tan ocupado que no tienen mucho tiempo para hacer skate a menudo, y seguirle el ritmo a un perro que realmente no puede maniobrar sólo, especialmente con público, es difícil. Hay mucha acción involucrada y muchas pausas para tomar agua supuestamente para el perro, pero en realidad son para el dueño. Él tiene que lidiar no sólo con un perro perfectamente testarudo sino también, inevitablemente, con 20 manos queriendo acariciarlo en un momento. Después de más o menos 30 minutos, también yo estoy cansado y me dirijo al tren.

Cuando me bajo, toda la cuadra está desierta excepto por una mujer paseando a un bulldog inglés, el cual me hace sonreír torpemente, incluso sin una tabla. Ese es el asunto con estas caras peligrosamente estrujadas, que se ven tan humanas que evocan esta respuesta. Les salgo al paso, luego hago una vuelta en U y le pregunto a la mujer si alguna vez ha pensado en comprarle una tabla, frente a lo que la mujer lanza una risita despiadada, abriéndole un hueco a mi boba alegría, recordándome que no todo bulldog es un Le Biuf James en potencia.

"No" dice ella, sin dudarlo y con la estudiada paciencia de alguien que ha tenido que responder esa pregunta antes, "es peligroso". Ella puede ver cómo su respuesta me da un puño en las entrañas y continúa, educada pero firme, con su respuesta practicada que apunta a terminar rápidamente con semejante insensatez: su frágil vida es regalo suficiente. Es su perro, es un buen perro y eso es suficiente.