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VICE: Hola, Kevin. Cuéntame cómo empezó esto del comercio con videos comprometedores de celebridades?
Kevin Blatt: Todo se remonta a Larry Flint y a la revista Hustler, que hace años publicó fotografías de Jackie Onassis desnuda. Creo que ambas cosas contribuyeron a intensificar ese interés insaciable por ver celebridades desnudas. Después del tremendo éxito del video de Pamela Anderson y Tommy Lee, la cosa empezó con una película en la que yo había participado, 1 Night in Paris.En aquella época vivía en una zona residencial muy cara de California; nadie sabía a qué me dedicaba y un buen día tenía frente a la puerta de mi casa un montón de camionetas de cadenas de televisión y de la prensa. De repente, los medios me habían hecho el objetivo de sus entrevistas sobre la cinta de Paris Hilton. Aquella circunstancia abrió puerta al resto de películas de sexo entre famosos.
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Mucha gente acudía a mí con grabaciones conseguidas por medios de dudosa legalidad o de alguien que las había encontrado en Craiglist o robadas en un aeropuerto. Me decían, por ejemplo, que tenían un video sexual de Tila Tequila o de alguien, y entonces yo hacía un poco de investigación para averiguar cómo la habían conseguido y si tenían derecho a tenerla. En la mayoría de los casos resultaban ser propietarios de un 50 por ciento de los derechos de autor, lo que significa que eran ellos o ellas los que aparecían en la cinta cogiendo con la celebridad en turno. Esas situaciones se dan a menudo cuando te acostaste con alguien que luego se ha hace famoso.
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En aquella época había mucha gente que no tenía mucha idea de las normas a la hora de publicar un video de este tipo; poco antes se aprobó la ley USC22457 en el estado de California que establecía que para comercializar cualquier producto destinado al público adulto era preciso disponer de dos documentos firmados en los que demostraras que eres mayor de edad y manifestaras tu deseo expreso de difundir el contenido.Entonces, si los documentos no estaban firmados por ambas partes implicadas, ¿qué hacías en esos casos?
Lo convertí en un negocio desde el momento en que me asocié con varios abogados. Decían: "Siempre podemos abordar al personaje famoso y preguntarle si tiene interés en adquirir los derechos de autor o su 50 por ciento para hacer lo que quiera con él".
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Sé que parece muy turbio y suena a extorsión. De hecho, mucha gente me llama extorsionista, pero no, no lo soy. Soy una especie de Robin Hood moderno, la primera línea de defensa de las celebridades, porque les estoy dando la oportunidad de deshacerse de material comprometido por un dinero que resulta insignificante en comparación con los millones que se embolsan.Así que casi siempre sacas tajada de esto.
Exacto. Mi negocio es como una chatarrería, intentamos vender lo que se puede salvar y son muchas las celebridades que están dispuestas a pagarte una buena lana por hacerse con la propiedad de estos videos.Hubo un par o tres de veces en que las cosas no salieron bien y los abogados del personaje famoso te proponen un trato y luego se inventan alguna historia sobre por qué el video se ha hecho público y te dejan en la estacada.¿Cuántas cintas de gente muy famosa pasaban por tus manos?
Al menos una cada dos semanas. Una locura. No te puedes hacer una idea de lo que pasa aquí, en Hollywood, todos los días. No puedo darte nombres porque he firmado contratos de confidencialidad, pero sí te puedo decir que he visto a hombres muy heteros en escenas de sexo muy gay, he visto a directores de Hollywood muy famosos a los que les pone el fetiche de los pies, he visto cosas raras con embudos…
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¿Ha cambiado mucho la industria desde tus principios con Paris Hilton? En caso afirmativo, ¿cuándo crees que se produjo ese cambio?
Después de la cinta de sexo de Kim Kardashian, el panorama cambió por completo. Aquel episodio se convirtió en un modelo de negocio que siguieron toda esa gente que ansía la fama sin tener relevancia alguna.
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Mi negocio se rige por un código: si el video ha sido grabado por la propia celebridad o ésta sabía que se la estaba grabando, entonces me interesa. Si claramente se trata de una invasión de la intimidad, como es el caso de las fotos de Fappening, no quiero saber nada del tema.Todas esas fotos fueron robadas, por lo que en ese caso no había nadie que fuera propietario del 50 por ciento de los derechos de autor, ni tampoco se dio o recibió permiso para difundir las imágenes. Yo necesito que se cumplan esos requisitos. Cuando investigo a las personas que me traen las cintas, soy como un detective privado. A veces los interrogo a muerte para ver si cambian su versión de los hechos. Sólo cuando sé que todo está correcto cierro el trato con ellos.¿Cómo ves el futuro de tu sector?
El año pasado conseguí que se publicaran más películas que en los últimos diez. Todo apunta a que mi negocio mejorará y se ampliará. Si me lo hubieras preguntado hace diez años, te habría dicho que después de lo de Paris Hilton, la cosa acabaría desapareciendo y nadie se volvería a grabar en momentos de sexo.Y en cambio sigue habiendo gente interesada en ver esos videos.
Creo que estos videos gustan tanto porque humanizan a las celebridades, las ponen a nuestra altura. Las cosas como son: todos cagamos, meamos y cogemos. Cuando ves al Presidente o a una supercelebridad en la cama con alguien, sientes ese morbo de estar viendo algo que no deberías. Eso es entretenimiento.@hannahrosewens