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prisiones

La muerte de un hombre inocente

¿A los fiscales en Mississippi les importa más un juicio que la ejecución de una persona inocente?

El pasado mes de abril en su casa rodante, apartada de la carretera en las afueras de Haleyville, Alabama, Charles Rice se reclinó en su sofá, encendió un cigarrillo y me contó por qué se negaba a socializar con personas que no fueran blancas. Había pasado por muchas cosas para encontrar a Rice, quien era el testigo principal de un juicio por asesinato relacionado con racismo, y por el que un joven de 20 años llamado Marlon Howell fue condenado a muerte. No era la primera persona que visitaba a Rice sin previo aviso. Durante más de una década, abogados defensores, fiscales, oficiales de policía e incluso el fiscal del estado lo han buscado para interrogarlo sobre el caso Howell.

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Detrás del sofá reclinable, en la pequeña cocina del remolque, una bandera de La Confederación adornaba su refrigerador. Rice hablaba con entusiasmo y estaba un poco inquieto, levantó sus pies en el aire. Me dijo que nunca conoció a Howell porque pertenecía a la "raza equivocada". Sobre la gente de color en general, dijo que no "salgo con ese tipo de gente. Me quedo dentro de mi propia raza".

"No soy prejuicioso", aclaró Rice inmediatamente. "No me malinterpretes. Tienen tanto derecho de estar aquí como yo, su sangre es del mismo color que la mía". Pero más tarde me diría: "Conoces a un encía azul,1 y los conoces a todos".

Aun así, en mayo de 2000, Rice seleccionó a Howell de entre una rueda de reconocimiento de seis jóvenes negros. Howell, quien se declaró inocente, fue acusado de asesinar a un hombre blanco afuera de la casa de Rice en New Albany, Mississippi. Sin ninguna evidencia física que relacionara a Howell con el crimen, la identificación de Rice se convirtió en la evidencia más importante del caso contra Howell. Pero la confianza de Rice en su propio testimonio aparentemente se ha tambaleado en los últimos años. En 2005, después de haber sido contactado por uno de los abogados de Howell, Rice firmó dos declaraciones —una escrita a mano; otra, a máquina— retractándose de la identificación de Howell, afirmando que, "después de pensarlo mucho", tenía dudas. Luego, en 2007, retractó su declaración de nuevo, jurando que había firmado bajo presión y reafirmó que identificaba a Howell como el culpable.

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El testimonio de Rice contra Howell impulsó la carrera de uno de los políticos más destacados en el Sur del país: En 2001, el fiscal de distrito Jim Hood se apoyó en Rice para persuadir a un jurado (sólo conformado por blancos) y sentenciar a Howell a la pena de muerte. Desde entonces Hood logró convertirse en procurador general de Mississippi, y recientemente terminó de fungir como presidente de la Asociación Nacional de Fiscales.

Hoy en día, Hood aún se jacta, en el sitio de la asociación en internet, de la condena de Howell y de rechazar una apelación que se hizo posteriormente. Durante más de una década, Hood ha utilizado su posición para asegurar que Howell permanezca en el corredor de la muerte, a pesar de que han surgido nuevas evidencias a favor del acusado en el caso.

Rice no es el único testigo clave que ha retractado su testimonio original frente al abogado de apelaciones de Howell, para después cambiar su declaración ante los fiscales. En 2006, una mujer llamada Terkecia Pannell presentó una declaración en la que dice que dos conocidos de Howell, Curtis Lipsey y Adam Ray, admitían haber cometido el crimen. En la declaración, Pannell también afirma que durante el juicio, después de que le dijera al fiscal de distrito que no mentiría en el estrado y diciendo que Howell tenía un arma, "nunca me llamaron a testificar". Los dos coacusados de Howell, que señalan a Howell como el tirador, también han retractado partes cruciales de sus testimonios y dicen que la policía los presionó para dar declaraciones falsas. (Hood rechazó darnos una entrevista y se negó a responder a preguntas por escrito en relación con el caso Howell).

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Luego, en 2013, una mujer llamada Lasonja Gamble se presentó afirmando ser un testigo clave para la coartada de Howell. Alegó que un oficial de policía de New Albany se había acercado a ella afuera de su escuela en 2001 y la disuadió de no testificar en el juicio. "Me dijo que no dijera absolutamente nada porque no era importante, que ya se habían encargado de todo", relató Gamble en una entrevista con el abogado de Howell. "Mi madre siempre me decía que a veces hay que actuar como si no supieras nada alrededor de la gente: Actúa como si no supieras nada, es más seguro si actúas de esa manera".

Marlon Howell en la escuela.

Justo a las 5:15 de la mañana de un lunes, en mayo de 2000, una sola bala irrumpió la paz del vecindario Northside de New Albany, un barrio de clase trabajadora. Hugh David Pernell —de 71 años de edad, padre de tres hijos y reverendo de la Iglesia Presbiteriana— recorría su ruta para entregar el periódico de la ciudad, cuando de pronto unos hombres en un Cutlass lo detuvieron. Alguien se acercó a la ventana del lado del conductor y le disparó en el pecho. La bala atravesó el cinturón de seguridad y pasó a través de su corazón. En sus últimos momentos de vida, Pernell intentó huir. Su auto se siguió por una calle residencial, atravesó un jardín, y se estrelló contra un auto que estaba estacionado. Pernell abrió la puerta y cayó al suelo. Murió momentos después.

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Rice, quien vio lo que sucedió desde su ventana, llamó al 911 e informó que un tirador negro había huido en un Cutlass viejo. Las luces de las patrullas alumbraban la calle mientras los policías recorrían la escena en busca de pistas. Además de una huella dactilar en la puerta de Pernell y un casquillo encontrado debajo de la defensa del auto, los investigadores tenían poca evidencia para trabajar en el caso. Pero en cuestión de horas, la policía recibió un aviso de que un joven de 19 años, llamado Curtis Lipsey, había participado en el tiroteo. La noche anterior, Lipsey había estado conduciendo por los alrededores en un Cutlass propiedad de la abuela de su amigo Adam Ray, también de 19 años. A partir de ahí, el caso se desarrolló rápidamente. Como a las 7:30 de la noche, después de que la policía visitó la casa de Lipsey y habló con la hermana de éste, Lipsey y Ray se entregaron. Más tarde Ray le diría a un juez que su primo le había dado el revólver calibre .380 que la policía determinó había sido utilizado para matar a Pernell. Mientras interrogaban a los dos amigos en la comisaría, un joven de 20 años llamado Marlon Howell jugaba basquetbol cerca de la casa de su familia en la ciudad vecina de Blue Mountain. De regreso a su casa al anochecer, Howell vio una masa de sirenas de policía en la entrada de su casa. Al principio, pensó que algo le había sucedido a su familia, él nos dijo que minutos más tarde, se encontraba esposado y en la parte trasera de una patrulla camino a New Albany.

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Su padre era un predicador bautista, pero la educación disciplinaria de Howell no lo había convertido en un adolescente devoto. Con complexión de mariscal de campo y un peculiar carisma, Howell era conocido como el payaso de la clase y, durante su adolescencia, le había interesado más andar detrás de las chicas, fumar mariguana y jugar basquetbol que estudiar la Biblia. "Marlon amaba a las chicas", me dijo su padre, James Howell. Con el tiempo, Howell ganó reputación por salir con mujeres blancas. "En aquel tiempo era algo importante salir con alguien de diferente raza", dijo Jaylan Buchanan, uno de los amigos más cercanos a Howell. "Yo y otros chicos con lo que me llevaba, éramos discretos con eso, pero Marlon no. No le importaba".

El que Howell saliera con muchas chicas ocasionó problemas, grandes y pequeños. "Una vez que Marlon y yo fuimos a un viaje de la iglesia a Alabama, conocimos dos niñas e intercambiamos números", recordó Eric Griffin, el primo de Howell, quien dijo que aún considera a Howell su mejor amigo. De regreso en casa, él y Howell hablaban con las chicas todos los días durante horas. Cuando llegó el recibo del teléfono, "eran más de quinientos dólares, algo que ninguno de los dos podía pagar".

Durante el último año de secundaria de Howell, una chica se acercó a él mediante un conocido de la escuela y le preguntó si le podía conseguir mariguana. Él la consiguió, pero resultó que la chica estaba trabajando para la policía local. Él había sido blanco de una operación encubierta de narcóticos.

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Howell, entonces de 17 años, fue acusado como adulto por posesión de 6.8 gramos de mariguana. En lugar de terminar el último año de secundaria, pasó tres meses en la cárcel y después de un año bajo arresto domiciliario, se le permitió salir sólo para trabajar temporalmente y poder pagar las cuotas por libertad condicional. Se esforzó por mantener el trabajo, pero al estar acusado por un delito grave, sus gerentes se negaron a contratarlo tiempo completo.

Mientras que Howell fue confinado a la casa de sus padres en Blue Mountain, Griffin comenzó su primer año en la Universidad de Mississippi, en Hattiesburg, como cuatro horas al sur. En marzo de 2000, después de que Howell fue liberado de su arresto domiciliario, visitó a Griffin en la universidad. Ver cómo la vida de su primo había evolucionado pareció tener un impacto positivo en él. "Él estaba en libertad condicional", recordó Griffin, "y dijo: 'Sí, una vez que consiga dejar todo esto atrás, quiero obtener mi GED (examen de desarrollo de educación general). Quiero ser como tú, ir a la escuela como tú'".

Pero la noche del 14 de mayo, pocas semanas después de ese viaje, Howell se subió en el Cutlass con Ray y Lipsey. Howell conocía a Lipsey de la escuela, y dijo que se metió en el coche por capricho, con la esperanza de ir a conocer algunas "chicas" en una pista de patinaje en Tupelo.

Ninguno de los interrogatorios que se hicieron la noche siguiente se grabó. Ray y Lipsey firmaron declaraciones afirmando que Howell le había disparado a Pernell al intentar asaltarlo para conseguir dinero y pagar las cuotas de libertad condicional. Más tarde, Lipsey le dijo al jurado que, a cambio de su declaración, llegó a un acuerdo con la oficina del fiscal de distrito para reducir su sentencia por homicidio involuntario y robo. Lipsey y Ray habían "recogido a Marlon Howell en Northside en las primeras horas de la mañana", se lee en un resumen del interrogatorio que hizo un investigador de New Albany, Tim Kent, quien jugó un papel importante en la investigación, con "la intención de asaltar a alguien en las calles de New Albany […] Howell le dijo a Adam Ray: 'Detén el coche, voy a tomar su dinero". Meses después, Lipsey diría al jurado que "Howell estaba desesperado por encontrar a alguien a quien robarle dinero para pagar las cuotas".

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Al día siguiente, Rice identificaría a Howell en una rueda de reconocimiento.

Mientras tanto, la noticia del asesinato de Pernell se esparció rápidamente. Pernell, un hombre que trabajó durante mucho tiempo en la oficina postal de New Albany, era una de las personas más conocidas de la ciudad. "Casi todo el mundo en la ciudad tuvo contacto con él. Era una persona muy agradable ", dijo Michael Reed, un residente de New Albany que estuvo en el jurado de Howell y quien, de niño, jugaba con los hijos de Pernell.

El asesinato indignó a la comunidad. "Ni siquiera deberían hacerles un juicio", dijo un hombre a un periódico local, en referencia a Howell y los coacusados. Un comisionado del condado más tarde le diría al tribunal que, en los días posteriores al asesinato de Pernell, algunos residentes de New Albany querían linchar a Howell. Él me contó que durante su interrogatorio escuchó a un jefe de policía de la ciudad, David Grisham, en el teléfono tratando de calmar a varias personas que parecían querer que se llevara a cabo una ejecución de inmediato.

A New Albany se le conocía como la "ciudad amistosa y justa". Todos los ex empleados del departamento de policía de la ciudad, varios de ellos afroamericanos, y los abogados locales hablaban de lo orgullosa que estaba la cuidad por haber trascendido las feas políticas raciales de la región. Sin embargo, varios residentes afroamericanos describen otra realidad: prejuicios raciales y acoso por parte de la policía local.

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Para los abogados de defensa en todo el norte de Mississippi, no es el departamento de policía de la ciudad el que llama la atención, sino el jurado, en su mayoría conformado por gente blanca, profundamente conservador del condado de Union: "¿Cuál es la única jurisdicción en la que no quieres tener un caso penal? En el condado de Union", dijo Victor Fleitas, un abogado en Tupelo, que ha defendido a clientes en el norte de Mississippi.

Quizás como resultado, el sistema de justicia penal de la ciudad parece funcionar casi en su totalidad con acuerdos mediante los cuales el acusado admite ser culpable para reducir su sentencia. Un detective retirado con el que hablé me dijo que de los cientos, incluso miles, de casos en los que trabajó durante sus 25 años en el departamento de policía de New Albany, casi en todos se declaraban culpables. "No hemos llegado a juicio más que tres o cuatro veces en todos estos años, debido a que hemos manejado bien los casos y se declaran culpables", dijo el ex detective. "Si haces las cosas bien, ellos te dicen la verdad".

Hay muy pocos casos —como un acusado por año— que llegan a juicio. El secretario del Sistema de Tribunales del condado, Phyllis Stanford, afrirma que durante los diez años que ha ejercido ese trabajo, ningún jurado del condado de Union ha emitido un solo veredicto de no culpabilidad. "¿Quién realmente lleva un caso a juicio en New Albany?", dijo Fleitas. "O estás fuera de tus cabales o realmente eres inocente".

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New Albany.

Sabiendo que iba a ser un reto, el padre de Howell le pidió a su amigo Duncan Lott, quien ejerce derecho en Booneville, que representara a su hijo, pues afirmaba que éste había estado durmiendo en su casa en el momento del asesinato. Aunque la familia tenía poco dinero para ofrecerle, Lott tomó el caso. Sin embargo, no tenían recursos para pagarle al investigador y el estado rechazó su solicitud de financiamiento público para la defensa de Howell. Para el momento del juicio, Lott sólo había encontrado dos testigos para la coartada de Howell: el padre y la hermana de éste.

El caso se le asignó a Jim Hood, un fiscal de 39 años de edad, con sede en Houston, Mississippi. Como fiscal, Hood era intensamente antagonista y eficaz. Pronto se le conocería en todo el estado por su peinado similar al del cantante de música country Conway Twitty, por llevar una pistola de 9 mm al trabajo cada mañana y por apoyar la pena de muerte en el estado.

Hood no tenía ninguna evidencia física que vinculara a Howell con el asesinato. Y Charles Rice, el hombre que vio lo sucedido desde su casa, era el único testigo. Rice era el pilar más sólido del caso de Hood.

Para apoyar la declaración de Rice, el jefe de policía David Grisham dijo al jurado que aunque el sol aún no había salido en el momento del asesinato de Pernell, "el cielo se iluminaba" y las luces de la calle y las del coche "ayudaron a que viera mejor". Un examinador médico le dijo a la corte que la bala atravesó el cuerpo de Pernell de tal manera que concordaba con lo que Rice declaró. Otros expertos forenses explicaron que la falta de evidencia física para vincular al asesino es algo común: huellas dactilares o residuos del disparo. Grisham también afirmó ante la corte que hubo un abogado defensor presente en la rueda de reconocimiento de Howell, a quien generalmente la ley estatal le pide asegurar que el proceso sea justo.

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Rice le relató al jurado que mientras se preparaba un café por la mañana, escuchó un claxon afuera de su casa, así que abrió las persianas y vio a un hombre acercarse a la ventana del lado del conductor de Pernell. "El hombre hizo un gesto con las manos, y cuándo las bajó, tomó la pistola y le disparó a Pernell", dijo Rice a la corte. "Entonces Marlon se subió al asiento del copiloto y huyeron". Lipsey le dijo al jurado que Howell insistió en que detuvieran a Pernell para asaltarlo.

Brandon Shaw, primo lejano de Ray, dijo ante la corte que los tres habían irrumpido en su casa pocos minutos después del tiroteo y que Howell admitió haber cometido el asesinato. Shaw llevó a los policías a la parte trasera de su casa, donde supuestamente Howell había escondido el arma. Hood presentó declaraciones contra Howell, por parte de uno de los compañeros de celda de Howell, el hermano de Shaw y de un hombre llamado Marcus Powell, quien afirmó haber acompañado a Howell de la casa de Shaw a su casa después del asesinato.

En total, Hood llamó a 11 testigos para corroborar la culpabilidad de Howell, entre estos cuatro peritos que declararon ante el jurado con autoridad y, al igual que Rice, con mucha certeza.

Lott parecía estar poco seguro de su argumento. Antes de la condena de Howell, la defensa llamó a cinco testigos y no convocó a ningún experto para inquirir el caso del estado.

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En el quinto y último día del juicio, Hood dejó de llamar a Howell por su nombre y comenzó a referirse a él como "Big Chiefa",2 que era el apodo de Howell de adolescente. Hood pintó a Howell como si fuera el líder de una pandilla que forzó a sus acólitos a cometer un delito. "Ustedes escucharon cómo se le quebraba la voz", dijo Hood del testimonio de Lipsey, "del miedo que le tiene a Big Chiefa". Cuando el jurado leyó el veredicto de culpabilidad, la madre de Howell se desmayó y la tuvieron que sacar de la corte en una camilla.

Durante el alegato final en la sentencia de Howell, la oratoria de Hood osciló entre un discurso duro, como el de todo representante de la ley, y apelaciones emocionales en nombre del difunto. "Considero que [a Pernell] le hubiera gustado ver al acusado sentenciado a muerte, pensando en lo que le va a suceder", dijo Hood al jurado. "Considero que al menos querría eso". "Se van a dar cuenta que este hombre merece morir", le advirtió al jurado, y después de más o menos una hora de deliberación, así fue. El juez fijó la ejecución de Howell para el siguiente 15 de mayo, el primer aniversario de la muerte de Pernell.

La estación de policía de New Albany donde interrogaron a Howell por primera vez.

En 2006, conforme New Albany superaba el caso Howell y Jim Hood se instalaba cómodamente en la capital del estado como procurador general, el caso contra Hlentamente comenzó a desmoronarse.

Después de que Howell fue sentenciado a muerte, sus dos hermanas buscaron abogados locales que realizaran apelaciones pro bono. En Mississippi, se toparon con Billy Richardson, un abogado criminal de Fayetteville, Carolina del Norte, que estaba de paso. Después de reunirse con la familia, Richardson aceptó el caso sin cobrar honorarios y rápidamente se obsesionó con demostrar la inocencia de Howell.

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Richardson, quien ahora cumple su segundo mandato como demócrata en la Cámara de Representantes de Carolina del Norte, tiene aire de ser una persona sureña con una mentalidad progresista profunda y con el ímpetu de un abogado litigante que se pone a sí mismo en cualquier situación.3

Durante ese año, Richardson haría varios viajes a Mississippi para entrevistar a las personas que participaron en el juicio. Para el año 2006, cada testigo clave que testificó contra Howell se había retractado de elementos clave en sus declaraciones. Y un nuevo testigo, Terkecia Pannell, surgió para apoyar la coartada de Howell.

Pannell, ex novia de Shaw, dijo que había estado en la casa de Shaw justo después del tiroteo. En una declaración detallada, Pannell afirmaba que, en las primeras horas de la mañana, los coacusados de Howell fueron a la casa de Shaw, pero que Howell no estaba con ellos. "Adán tenía un arma, tenían miedo, dijeron: 'Matamos a un blanco'", explicó ella. "Traté de decirle al fiscal del distrito lo que sabía, pero siguió dictándome lo que él quería que yo dijera".

En la declaración de Pannell se lee que durante el juicio, en el palacio de justicia, después de que ella le dijera al fiscal de distrito que diría la verdad en el estrado, "me enviaron a casa y me dijeron que me llamarían si me necesitaban". Lott, el abogado defensor de Howell, no se había tomado la molestia de entrevistar a Pannell y no se le informó lo sucedido en la corte con ella aquel día.

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Además, Richardson consiguió dos declaraciones de Rice en las que afirmaba que tenía dudas sobre la identificación de Howell en la rueda de reconocimiento. En su declaración Rice dijo que había hablado de esas dudas con su esposa, quien más tarde firmaría su propia declaración corroborando esto.

Tras darse cuenta de que el caso de Howell se apoyó en gran medida en el testimonio de Rice, Richardson contrató a un experto en percepción y memoria, quien llegó a la conclusión de que, a una distancia de un poco más de 20 metros en el momento (al amanecer) del asesinato de Pernell, habría sido imposible que Rice hubiera visto la cara del tirador con suficiente claridad para después identificarlo con certeza.

Richardson también descubrió que Lott nunca investigó los antecedentes de Rice, lo que habría revelado su extenso historial criminal incluyendo robo de autos, información que pudo haberse utilizado para impugnar su credibilidad. (En 2005, Lott firmó una declaración afirmando en detalle su incapacidad para representar adecuadamente a Howell).

Richardson proporcionó otra posible explicación de por qué Rice escogió a Howell de entre la alineación de sospechosos: Como regla general, un sospechoso no puede sobresalir en la rueda de identificación. Pero en el caso de Howell, no sólo era el miembro más alto de la alineación, sino también el único con zapatos; el resto usaba sandalias con calcetines blancos. Además, la policía nunca hizo que Rice identificara a Lipsey o a Ray.

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La ley estatal de Mississippi generalmente otorga a presuntos delincuentes el derecho de contar con la presencia de un abogado durante la alineación de sospechosos. En 2001, Grisham, jefe de policía de New Albany, le dijo a la corte que Reagan Russell, un abogado local de defensa, había representado a Howell en el proceso de identificación. Después de que Richardson descubrió que esto era falso en 2005, Grisham presentó una declaración afirmando que había sido otro abogado, Thomas McDonough, el que había estado presente. Esto también resultó ser falso, cosa que ambos abogados defensores afirmaron en sus declaraciones y confirmaron a VICE. Howell no tenía ningún representante legal durante el proceso de identificación. (Grisham no quiso hacer comentarios al respecto).

Disputando lo dicho por Richardson y Lott de que Howell sobresalía entre los otros detenidos de la alineación, los jueces estatales se basaban en la afirmación del departamento de policía de que otro de los posibles culpables, Robert Harris, entonces de 22 años, medía lo mismo que Howell. Sin embargo, en la fotografía para la identificación del agresor, Harris se ve más pequeño. Cuando me puse en contacto con Harris, quien conocía a Howell desde antes que lo detuvieran, él se mostró sorprendido por la afirmación del departamento de policía. "Él era mucho más alto que nosotros", dijo Harris con respecto a la alineación e insistió en que él no era más alto que Howell, ni en ese entonces ni ahora. "No podía ser cierto —siempre ha sido más alto que yo".

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En junio, envié una fotografía de los posibles atacantes a Gary Wells, un profesor de psicología en la Universidad Estatal de Iowa y un destacado experto en ruedas de reconocimiento. Aunque no le había dado ninguna información sobre el caso, inmediatamente señaló a Howell como sospechoso. Le dije a Wells había acertado.

"Si yo o una persona de la calle podemos testificar, y ni siquiera presenciamos el crimen, el testigo puede equivocarse", dijo Wells, señalando al tamaño de Howell y sus zapatos. "¿Por qué no simplemente le dicen: Oye, el chico que creemos que es el culpable es el número tres?"

Un año antes del arresto de Howell, el gobierno contrató a Wells para que creara directrices para identificar al atacante en todos los departamentos de policía del país.

"No creo que realmente pongan de excusa que en aquel entonces nadie sabía", dijo Wells. "Para 2000, el Departamento de Justicia de EU informó que nuestro trabajo se había distribuido a todos los organismos de seguridad en EU, diciendo: 'No hagas esto, no hagas lo que hiciste aquí'. Así que la pregunta sería: ¿Qué otras pruebas tienen?"

Miriam Howell, hermana de Marlon, cerca de su casa en Myrtle.

Al presentar Hood el testimonio de Rice como evidencia irrefutable, éste dependía principalmente de la declaración de los coacusados de Howell sobre cuál había sido el motivo del asesinato. La afirmación de que un intento de robo había sido la causa de la muerte de Pernell sustentaba la historia de Hood. Pero en 2005, Lipsey y Ray afirmaron que habían sido presionados para hacer las declaraciones. En sus nuevas declaraciones, ambos señalaron que no vieron cómo había sucedido el crimen, que no sabían quién había matado a Pernell y que Howell no había dicho nada de asaltar a alguien.

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En el juicio de 2001, Lipsey testificó que en el primer interrogatorio que le hicieron, la noche que lo detuvieron, inicialmente le dijo a la policía que él estaba "dormido" en el asiento trasero del Cuttlas y que no había visto el asesinato. De acuerdo con el testimonio de Lipsey, uno de los oficiales, un detective joven llamado Tim Kent, descartó su declaración. Lipsey dijo que Kent, ahora alcalde de New Albany, supuestamente le había dicho que Howell ya había sido detenido y que lo había acusado a él de tirar del gatillo. Nada de eso era verdad, pero Lipsey dijo que luego dio una segunda declaración. La declaración de Lipsey que la policía puso en el expediente, en la que acusaba directamente a Howell, serviría de base para la teoría del delito del estado. (Kent, diciendo que el caso Howell "es lo que es", rechazó una solicitud de entrevista y no respondió las preguntas escritas que le enviamos).

"Entre la intoxicación, las amenazas y que me dijeron que Marlon había mentido sobre mí, le di a la policía lo que quería", dijo Lipsey en una retractación, desde la cárcel, donde cumple una sentencia de 35 años por su participación en el tiroteo. "También la policía siguió presionándome sobre el robo. Marlon nunca dijo que asaltáramos a alguien", continuó la declaración. "Me sentí presionado a mantener mi segunda declaración en el juicio a pesar de que no reflejaba la verdad".

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Ray, quien firmó una retractación similar durante una entrevista con Richardson, me llamó desde la cárcel, donde cumple una sentencia de 30 años por participar en el asesinato de Pernell, y afirmó su retractación de 2005. (En el juicio, Hood le dijo al jurado que no iba a llamar a Ray, quien tiene un coeficiente intelectual bajo, porque "ese chico no está del todo bien"). "Ellos me estaban presionando", me dijo Ray sobre su interrogatorio, "tratando de asustarme con sus tácticas para infundir miedo".

Ray también insistió en que Howell no había dicho nada acerca de roba a alguien esa noche. El creyó que habían detenido a Pernell porque Howell "lo conocía o algo así".

A pesar de que Ray dijo recordar que, tras escuchar el disparo, Howell se subió con prisa en el Cutlass —lo que contradice la versión de los hechos de Howell— también dijo que estaba tan intoxicado esa noche que no podía recordar los eventos muy bien. Cuando le pregunté a Ray que quién creía que había matado a Pernell, dijo que no había visto el asesinato y que no sabía.

Shaw, quien le dijo a la policía dónde estaba el arma, le dio a Richardson una declaración en 2005 retractándose de su testimonio en el que declaró haber visto a Howell ir a la parte de atrás de su casa con el arma. En cambio dijo que Lipsey y Ray simplemente le habían dicho dónde estaba el arma.

Los interrogatorios de Lipsey y Ray también sirvieron para que Hood señalara a Howell como el líder de la pandilla. Amigos y conocidos de Howell con los que hablé me dijeron que Howell, cuyo historial criminal en un principio sólo incluía lo de la mariguana, nunca perteneció a algo parecido a una pandilla, y mucho menos era líder de alguna. "No hay pandillas en New Albany, así que no estoy segura de qué pandilla pudo haber sido líder", dijo Taliah Hasan, quien ahora asiste a la escuela de leyes en Michigan y conocía a Howell por ser amiga cercana de su hermana Miriam. "Fue una táctica para incriminarlo", dijo. "La gente lo llamaba 'Chiefa' porque fumaba mucha mariguana", dijo Hasan. "'Chiefing' significa fumar. [Hood] malinterpretó por completo el apodo".

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El hecho de que Hood afirmara repetidamente que Howell se negaba a trabajar para llevar una vida honrada reforzaba la idea de que Howell quería robarle dinero a Pernell. Sin embargo, como la hermana de Howell Apprecia Prather señaló, en los años previos a la muerte de Pernell, Howell había tenido diferentes trabajos. Y mientras estuvo en arresto domiciliario, por ejemplo, Howell tuvo un trabajo temporal en un almacén de distribución de Wal-Mart; se le negó su solicitud para trabajar tiempo completo debido a su cargo por portar mariguana.

"La escena que [Hood] pintaba", dijo Prather, "era la de un Pernell respetuoso de las leyes e inocente que trabajaba para ganarse la vida, que tenía una familia, en contraste con un niño negro, perezoso y no trabajador. Estábamos perplejos".

El reverendo James Howell y Linda Howell, los padres de Marlon, en una iglesia en Falkner.

En los casi 12 años que ha servido como procurador general de Mississippi, Hood se ha dado a conocer por perseguir a los peces grandes. Tomó un caso contra British Petrolium después de la catástrofe de Deepwater Horizon, ha sido antagónico de Google y, en 2005, procesó a un ex miembro del Ku Klux Klan por orquestar el asesinato de defensores de los derechos civiles en Mississippi. Hood es el único procurador general demócrata en el sur del país, y ha adoptado una serie de posturas progresistas que no son muy populares en Mississippi al ser un estado conservador. En junio, por ejemplo, Hood se negó a representar al gobernador de Mississippi, Phil Bryant, en su oposición al fallo de la Suprema Corte sobre el caso Obergfell, que legalizaba el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país.

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Su confianza como demócrata podría estar relacionada con su personalidad tan impetuosa que trasciende totalmente la identidad del partido. Sin embargo, también templa su postura más liberal aceptando los elementos centrales del credo conservador. El esfuerzo de Hood por apoyar los derechos de la Segunda Enmienda es eclipsado por una búsqueda casi fanática de los casos de pena de muerte.

Por ejemplo, cuando Hood asumió su cargo surgieron nuevas pruebas en el caso de Michelle Byrom, quien había sido condenada a muerte por el asesinato de su esposo en 1999. Resultó que un juez había, presuntamente, ocultado confesiones del hijo de Byrom. A pesar de esta información, que señalaba la inocencia de Byrom, Hood estuvo en contra incluso de celebrar una audiencia para examinar las nuevas pruebas y, en cambio, pidió al estado que la ejecutaran inmediatamente. El pasado mes de junio, después de llegar a un acuerdo con la fiscalía, Byrom caminó libre después de 16 años de estar sentenciada a muerte.

Byrom no es la única persona que ha quedado en libertad tras ser sentenciada a muerte. Desde 1973, 155 condenados a muerte han sido exonerados en EU, de acuerdo con el Centro de Información sobre Pena de Muerte, una cifra que no incluye a gente como Byrom que quedó en libertad como resultado de las negociaciones de culpabilidad. En una encuesta de más de 300 condenas erróneas que fueron revocadas gracias al análisis de ADN, el Proyecto Inocencia encontró que más de 70 por ciento tiene que ver con la identificación errónea por parte de los testigos. El año pasado, un estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias presenta una estimación "conservadora" que sugiere que más de cien condenados a muerte en los EU son inocentes.

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En 2008, la Suprema Corte de Mississippi ordenó que se realizará una audiencia para determinar si Howell tenía derecho a otro juicio. Antes de la audiencia, la cual no tendría lugar hasta marzo de 2013, Richardson creía que lo tenía todo ganado. "¿Qué más se tiene que demostrar?", dijo Richardson. Pero semanas antes de la audiencia, Richardson se enteró de que el propio Jim Hood viajaría a New Albany para defender su caso de 12 años.

La presencia de Hood trajo una serie de retos para el equipo de Richardson. Tener al máximo representante de la ley de Mississippi en la sala del tribunal, defendiendo personalmente el caso, significaba que Richardson se enfrentaría a un gran personaje. Richardson consideró al propio Hood como testigo y le preocupaba que, en lugar de actuar como litigante, el procurador participara sin ser sometido a un interrogatorio.

Hood también podría cuestionar personalmente a quienes estuvieran haciendo acusaciones en relación con la conducta de su departamento en 2001.

En las semanas antes de la audiencia, Hood hizo algunos preparativos. Sus representantes visitaron a quienes, años antes, habían retractado su testimonio original. En el momento de la audiencia, su departamento había conseguido testigos clave para revertir sus retractaciones.

Al acusar al fiscal de distrito de Howell de haber ocultado su testimonio en 2001, la declaración de Terkecia Pannell involucraba a Hood en una violación de conducta grave, así que ella se convertiría en el blanco de algunas de las tácticas judiciales más agresivas de Hood. Después de que Pannell pasó al estrado y estaba esperando a que la llamaran en la sala de testigos el tribunal, el fiscal convenció al juez que le permitiera entrevistarla personalmente en otra sala. Esta no era la primera reunión que tenía con Hood, pero fue en la única en la que estuvo un miembro del equipo de defensa de Howell, un abogado con sede en Tupelo llamado Jim Waide.

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"Más que una entrevista, Hood mostró el enojo que tenía hacia ella", me dijo Waide, "lo suficiente como para asustarme, y yo soy abogado".

Ante el juez, después de la reunión, Waide dijo que Hood le había dicho lo siguiente a Pannell: "¿Sabes qué es el perjurio? Tienes otra oportunidad para decir la verdad; para evitarte problemas legales y para decir la verdad".

Según Waide, después de que Pannell le dijera varias veces a Hood que ya había dicho la verdad, Hood le respondió: "Bueno, no pasaste un polígrafo". Resultó que, durante los dos días anteriores a la audiencia, Hood había realizado sucesivas pruebas de detección de mentiras a Pannell en el juzgado.

"Creo que las pruebas de detección de mentiras en sí mismas son muy intimidantes", dijo Waide, quien ha ganado tres casos ante la Suprema Corte de Estados Unidos y quien, como muchos en la profesión legal, tiene poca fe en la fiabilidad de los polígrafos. "Cuando la vida de alguien está en juego, no creo que sea apropiado estar intimidando a los testigos".

En el estrado Pannell hizo una intervención que dejó mucho que desear. Después de firmar su declaración sobre la inocencia de Howell, vaciló en un interrogatorio de la fiscalía. Al final de su testimonio, declaró que no podía recordar los acontecimientos con toda certeza.

Otros testigos que llamó Richardson dañaron aún más el caso. Charles Rice, quien había presenciado el tiroteo, dijo al tribunal que Richardson y sus investigadores fueron a su casa la noche antes de su boda y le insistían que retractara la identificación de Howell. Dijo que cuando regresaron dos días más tarde, firmó una declaración jurada adicional con tal de que no lo molestaran más.

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Al leer su retractación punto por punto, Rice dijo al tribunal que cada elemento de la misma indicaba que sus dudas eran falsas. Él dijo que estaba seguro, sin duda alguna, sobre la identificación de Howell. Brandon Shaw dijo al tribunal que había dado una falsa retractación después de que Richardson y su investigador lo fastidiaron, según él le habían dado dinero a cambio de que aceptara reunirse con ellos. "Yo no diría que me ofreció dinero para cambiar mi testimonio", dijo Shaw, "pero era como si estuviera tratando de sobornarme".

Richardson confirmó esto, pero alegó que era para reembolsar las dos horas que Shaw se había tomado en su trabajo, en un autolavado. (Cuando me encontré a Shaw frente a su casa de New Albany en abril, me dijo que su retractación no fue precisa y se negó a decir más). En tres días, casi una década de trabajo de Richardson se había derrumbado.

La corte en New Albany, donde Howell fue juzgado por el asesinato de Pernell.

No hay duda de que, sólo por mirar por la ventana durante el asesinato de Pernell esa maána de mayo, Rica ha tenido que soportar 15 años de dolores de cabeza. Los abogados de Howell, tanto los fiscales estatales como el federal lo han interrogado en varias ocasiones. Me dijo que su entonces esposa lo corrió de su casa de New Albany después de que arrojaran un perro muerto en su pórtico tras el asesinato. Al llegar a Haleyville, me imaginé que el testigo clave me echaría de allí. El perro furioso que me recibió cuando llegué al camper de Rice sólo confirmó mi creencia.

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Sin embargo, después de que su esposa actual encadenara al animal, Rice me hizo señas desde su sala de estar. Para mi sorpresa, parecía deseoso de hablar sobre el caso. "El viejo caso Howell regresa, ¿eh?", dijo Rice. Entonces, sin preguntar, reafirmó haber identificado a Howell. "Ese chico es culpable", me dijo. "Ese muchacho merece morir".

Rice encendió un cigarrillo y repitió lo que le había dicho al juez en la audiencia del condado de Union dos años antes: que Richardson lo había presionado para retractarse. "Me colmaron la paciencia", dijo. "¡No lograba que esos hijos de puta se fueran de mi casa!"

"Fue un trampa", continuó. "Quiero decir que había tres personas allí mismo, y los tres me hacían las mismas preguntas. Lo pensaron de tal forma para que me retractara e hicieron un muy buen trabajo".

En un momento, claramente exasperado por hablar de Howell, Rice exclamó: "¡Estoy harto de que ese hombre se meta con mi vida personal!"

Richardson dijo que él puede ser un interrogador persistente, pero afirmó que la retractación de Rice era genuina. Ésta es una afirmación que no puede ser confirmada con certeza: el equipo de Richardson no grabó la conversación en la que Rice acepta retractarse. Richardson cree que el caso ahora recae en gran parte en la credibilidad de Rice, y el abogado tiene una enciclopedia mental de razones para dudar del testigo central.

Mientras hablábamos, Rice hizo descripciones vívidas del asesinato y sostuvo que reconoció a Howell desde el primer momento que lo vio en la rueda de reconocimiento.

En abril, en un McDonalds fuera de Tupelo, como a una hora en coche de la casa de Rice, conocí a un investigador privado llamado Leonard Sanders, quien, años antes, ayudó a tomar las declaraciones exculpatorias de Pannell y Rice. Sanders dijo que los dos habían hablado por su propia voluntad y parecían estar diciendo la verdad. "Trabajando para abogados, he destruido sus casos muchas veces", me dijo Sanders. "No tenía un interés particular en que fuera de una forma o de otra, pero a medida que avanzaba me sentía más y más convencido de que Marlon Howell fue condenado injustamente".

La ex esposa de Rice, Melody Burns, también firmó una declaración durante una reunión con uno de los investigadores de Richardson diciendo que, en conversaciones privadas, Rice había expresado dudas sobre haber identificado con certeza a Howell. Durante sus entrevistas con Richardson, en las que ella estuvo presente, ella declara que Rice no fue presionado para retractarse. Además de sus preocupaciones en cuanto a la rueda de reconocimiento, "también estaba preocupado por el hecho de que sólo vio a dos personas en el coche, incluyendo el tirador", afirma la declaración de Burns.

No pude localizar a Burns. Chuck Mims, un jefe de policía retirado y principal investigador de Richardson en Carolina del Norte, me dijeron que después de que Hood la contactara justo antes de la audiencia de 2013, Burns decidió retirarse del caso. "Ella dijo que ya no quería saber más del caso", Mims me dijo, "que ella estaba asustada y que no quería tener nada que ver con eso".

B-Quik en New Albany, Mississippi, donde Lasonja Gambles asegura haber recogido Howell antes del tiroteo.

En 2013, mientras estaba de gira con una feria ambulante, un elefante de circo fue herido en un tiroteo en Tupelo. Se esperaba que el elefante se recuperara completamente, pero el ataque aparentemente deliberado sobre el animal exótico capturó los titulares nacionales.

La noticia del tiroteo llegó a una mujer en Carolina del Sur llamada Lasonja Gamble, quien creció en Blue Mountain y había sido amiga de Howell. Mientras leía la nota en internet, vio otra nota acerca de la audiencia probatoria de Howell en el cercano condado de Union. Fue entonces cuando, dijo ella, los acontecimientos de esa noche regresaron de pronto.

Gamble escribió en la sección de comentarios de la nota de la audiencia de Howell que tenía información que demostraba que Howell era inocente. Mims, investigador de Richardson, la contactó casi de inmediato.

En su declaración jurada, Gamble afirmó que ella había recogido a Howell en una gasolinera en Northside antes del asesinato de Pernell. Al regresar a casa después de dejar a Howell, su declaración decía que aún estaba oscuro. (El tiroteo fue justo en el amanecer).

Desde la audiencia probatoria de 2013, la calidad de las declaraciones de Richardson se ha convertido en un tema central del caso. Así que, sin suerte para contactar a Gamble, le pedí más información a Richardson acerca de sus declaraciones. Mims me envió dos DVDs de su entrevista con ella. En las cintas, una Gambles segura y seria cuenta la historia detallada de cuando llevó a Howell a casa en las primeras horas del día y luego, durante más de una década, haber tenido demasiado miedo a las represalias de la policía como para hablar de ello.

Gamble, de 18 años entonces, había conocido a Howell en la secundaria y dijo que, por las fechas del asesinato, la entonces novia de Howell sospechaba que Gambles tenía una relación con Howell. En algún momento entre la una y media y las tres de la mañana del 15 de mayo de 2000, dijo Gamble, Howell la llamó desde un teléfono público en la gasolinera B-Quik en Northside, a poco más de un kilómetro de distancia de la escena del asesinato de Pernell. Tras recogerlo, Howell visiblemente conmovido y llorando le dijo a Gamble que Lipsey y Ray estaban "actuando de manera loca" y que le iban a hacer daño a alguien, dijo ella. De camino a Blue Mountain, Gambles recordó que Howell dijo algo que ya había ocurrido algo o estaba a punto de ocurrir y que no quería saber nada de eso. "Creo que dijo que 'estaba a punto de suceder'", le dijo más tarde a Richardson. Y agregó que, después de dejar a Howell en su casa, condujo a la suya y se fue a la cama, todavía estaba oscuro, pero que no podía dormir "porque sabía que algo no estaba bien".

Gamble dijo que, semanas más tarde, —meses antes del juicio de Howell— mientras se preparaba para hacer sus exámenes finales del último año, un oficial de policía corpulento y alto con barba gris de New Albany se acercó a ella fuera de la escuela. "Me dijo que no quería que dijera absolutamente nada", afirmó Gamble, "que ya lo habían detenido y le habían dado tiempo en la cárcel". Gamble temía que la policía tomara represalias contra ella por hablar, dijo, sobre todo después de 2003, cuando tuvo su primer encuentro con la ley por portar mariguana. "Tenía miedo de que me inculparan de algo y me volvieran a encerrar", dijo.

Cuando se le preguntó por qué Howell no había dado su nombre, (tal vez la pregunta más inquietante asociada con su aparición como testigo potencial), Gamble dijo que sabiendo lo vengativo que era el Departamento de Policía de New Albany pensó que Howell estaba tratando de protegerla. Richardson dijo que, enfocándose en todos los demás elementos del caso, nunca le preguntó directamente a Howell cómo había regresado a casa esa noche.

En la grabación, Gambles insiste que su historia es verdadera. "Lo prometo por mi vida", dice Gamble. "No tengo nada que ocultar. Estoy cansada de esconderme, y estoy cansada de guardar silencio. Tengo que sacar esto de mi pecho".

La declaración jurada de Gambles es el elemento central de la última ronda de apelaciones a nivel estatal de Howell, presentada en julio por Richardson, su hijo Matt Richardson, Waide y el Proyecto de Inocencia de Mississippi, una organización afiliada a la Universidad de Leyes de Mississippi que pretende exonerar a quienes son condenados injustamente. A mediados de septiembre, un grupo de abogados que forma parte de la Iniciativa Promesa de Justica con base en Nueva Orleans presentó la primera apelación de Howell ante un tribunal federal.

Los documentos presentados en la corte afirman la inocencia de Howell pero también cuestionan la legalidad de su sentencia de muerte. La apelación sostiene que la condena por marihuana de

Howell en 1999 fue ilegal. De acuerdo con la ley de Mississippi, dado que Howell era menor de edad en el momento de la detención, sólo debió ser acusado por un delito menor cuyo castigo es equivalente a una multa de 250 dólares, se dijo en la apelación. El haber procesado a Howell como adulto tuvo que ver en la pena de muerte que recibió dos años más tarde, cuando el jurado, tras declararlo culpable de asesinato, le dijo que consideraba su condición de libertad condicional como uno de los dos factores agravantes en su sentencia.

El estado tiene hasta mediados de noviembre para responder a la apelación federal.

Howell afirma que mientras tanto pasa el día viendo noticias en la televisión y leyendo la revista Time. Me dijo que se le permite salir de la Penitenciaría Estatal de Mississippi durante una hora cada día, pero que las excursiones no son lo mejor. Lo esposan y lo llevan en lo que él compara con "una jaula de perro", que, dijo, no es mucho más grande que su celda. "Te ponen allí con un candado en la puerta y te permiten caminar adentro".

En abril, me desperté con un mensaje de texto de la hermana de Howell Miriam. Su hermano menor cumplía 35 años. "¡Buenos días! Súmate a la celebración y oración por Marlon Howell", escribió. "Oremos por su victoria, fuerza, alegría y por que mantenga viva la esperanza".

Durante nuestras conversaciones, Howell casi siempre se mantuvo enfocado y concentrado en mis preguntas y rara vez ensalzó su inocencia. Pero en marzo pasado, el sistema telefónico de la prisión nos notificó que sólo nos quedaban 15 segundos de la llamada y en ese momento Howell perdió su compostura habitual.

"Tienes que entender", me dijo Howell, "han sido quince años de una mentira permanente. Estoy en la cárcel, hombre. Están tratando de matarme".