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Cultură

Especial de narrativa: Pedazos olvidados de un guión que nunca se usó

Notas inéditas de Vladimir Nabokov al guión cinematográfico de Lolita.

Foto por Carl Mydans/Time & Life Pictures/Getty Images.

Vladimir Nabokov publicó Lolita en 1955 en la editorial parisina Olympia Press Traveler's Companion, que tenía una colección de narrativa underground y vanguardista. La novela era ambas cosas: un arrebatado relato hecho en primera persona de la pasión de un europeo de mediana edad por una "nínfula" preadolescente, un texto que resplandecía con los típicos juegos de lenguaje, enigmas y alusiones recónditas de Nabokov. Además de su contenido erótico, Lolita no se perfilaba como un best-seller en la Norteamérica de Eisenhower. Pero cuando Putnam publicó la obra en 1958, se vendió más rápido que cualquier otra novela norteamericana desde Lo que el viento se llevó. Un mes después, Stanley Kubrick compró los derechos para hacer una película basada en Lolita por la cantidad de 15 mil dólares, a pesar del considerable reto que representaría realizar un filme de este tipo sin ser censurado. En una reunión con Nabokov durante el verano siguiente, Kubrick trató de persuadir al novelista rusoamericano de escribir el guión. Nabokov lo meditó, pero finalmente declinó la invitación. Su esposa Véra le escribió a James Harris, colaborador de Kubrick: "La idea [del cineasta] de hacer que los dos protagonistas [Lolita Haze y su amante de cuarenta y tantos Humbert Humbert] se casen con las bendiciones de un pariente adulto es una limitante particularmente difícil".

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Unos meses después, de vuelta en Europa, Nabokov experimentó "una pequeña epifanía nocturna" sobre cómo proceder provechosamente con la adaptación de Lolita, que —como por arte de magia— se materializó en un telegrama de Kubrick: "Convencido de que está en lo correcto al no gustar del matrimonio. Libro es una obra maestra y debemos seguir aunque organización de códigos y censura desapruebe. Aún lo considero el único para guión. Si los detalles económicos pueden acordarse, estaría disponible". El agente de Hollywood Irving "Swifty" Lazar llegó a un acuerdo con Nabokov en el cual el escritor recibiría 40 mil dólares por el guión y 35 mil adicionales si recibía el crédito por éste él solo, tras lo cual, en marzo de 1960, viajó a California y rentó una villa en Brentwood Heights. Como después recordaría en el prólogo de una edición publicada del guión: "En su estudio de Universal City, Kubrick y yo debatíamos amistosamente en una batalla de propuestas y contrapropuestas sobre cómo convertir la novela en material cinematográfico. Él aceptaba mis propuestas más significativas y, de él, yo tomaba las menos significativas". Mientras tanto, con la ayuda de Lazar y su esposa, los Nabokov fueron introducidos a la socialité del Hollywood de entonces. "Yo salgo en películas", contestó John Wayne cuando, amablemente, Nabokov le preguntó cuál era su línea de trabajo.

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Pronto, el escritor vio su tiempo consumido en una tarea que, para su sorpresa, le resultaba muy placentera. Un cinéfilo desde sus días como migrante en Berlín y París, Nabokov entendía este lenguaje y, aunque se apegó a los personajes principales y los hechos narrados en su libro, cada escena fue dramatizada pensando en la presencia de una cámara. En la página dos de la novela, por ejemplo, se da una tajante explicación parentética —"picnic, rayo"— a la muerte de la madre de Humbert; en el guión, Nabokov elabora la tragedia de esta manera:

Voz de Humbert

…la mató un rayo que cayó durante el picnic de mi cumpleaños número cuatro, en una región elevada de los Alpes Marítimos.

CORTE A:

Una pradera en las montañas Una tormenta eléctrica avanza entre los afilados riscos
Varias personas corren para refugiarse y las primeras gotas de lluvia golpean el metal de una lonchera. Mientras la pobre señora vestida de blanco corre hacia el pabellón de un mirador, un estallido furioso de luz cae sobre ella. Su espíritu vuela lleno de gracia entre los negros riscos, sosteniendo una sombrilla y mandando besos a su esposo e hija, que la observan desde abajo tomados de la mano, con la mirada hacia el cielo.

Resulta evidente después de leer este pasaje que la lucidez y el ingenio de la escritura de Nabokov —"las primeras gotas de lluvia golpean el metal de una lonchera" o el "estallido furioso de luz"— hacen de este guión el más legible de todos los guiones, que fue probablemente a lo que Kubrick y Harris se referían al decir que éste era el mejor guión que se había escrito en Hollywood. Sin embargo, la verdadera genialidad de esta obra radica en la narración hecha en primera persona por Humbert Humbert —la hilarante falta de coherencia entre sus lecciones llenas de lirismo para el lector y lo que realmente es capaz de decirle a la nínfula mascachicles—, mientras que el guión, sin importar lo hermosamente escrito que está, se limita más bien a lo segundo: al diálogo. Es difícil filmar un estilo narrativo.

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Nabokov y Kubrick se reunían para discutir los avances del escritor cada dos semanas; eventualmente, Nabokov comenzó a desconcertarse ante las reservas que mostraba el director: "Para mediados del verano", recuerda en su prólogo, "ya no estaba seguro si Kubrick aceptaba con serenidad lo que yo estaba haciendo o estaba descartando todo silenciosamente". Es posible que el hombre se sintiera intimidado ante la refinada y prolífica imaginación de Nabokov; de cualquier manera, cuando el escritor presentó un primer tratamiento de 400 cuartillas, Kubrick no tuvo miramientos al señalar que la película podía durar casi siete horas: demasiado larga hasta para los estándares del cine de arte. Cortésmente, Nabokov redujo el guión a un tamaño más manejable ("prólogo, 10 [minutos]; primer acto, 40; segundo acto, 30; tercer acto, 50") y Kubrick dijo que estaba bien. El 25 de septiembre de 1960, durante su última reunión, Kubrick le enseñó a Nabokov algunas fotografías de la actriz Sue Lyon —una recatada "nínfula" de unos 14 años—, Nabokov la observó con algo de lástima, a pesar de que el director le aseguró que "podían hacerla verse mucho más joven y miserable" para el papel de Lolita.

Pasaron casi dos años durante los cuales, sospechosamente, Nabokov tuvo pocas noticias sobre su colaborador en Hollywood. Sin embargo, fue finalmente invitado al estreno de la película en Nueva York, que se realizó en el Loew's State Theatre, ubicado en Times Square ("unos asientos espantosos", escribió Nabokov en su diario), donde la multitud se abalanzó sobre su limosina "con la esperanza de ver a James Mason, pero encontrándose solamente con el plácido perfil de un doble de Hitchcock", recuerda el corpulento novelista. Para ese momento, estaba completamente tranquilo pues ya sabía lo peor: "Unos días antes, en una función privada, descubrí que Kubrick era un gran director, que su Lolita era una excelente película, protagonizada por magníficos actores y que solamente había filmado algunos extractos de mi guión por aquí y por allá". Kubrick y Harris habían decidido quitar todos los antecedentes de la historia (incluyendo la disparatada escena en los Alpes) y empezar la película con la llegada de Humbert a la casa de los Haza en Ramsdale; más aún, Kubrick había animado a los actores a improvisar, en especial a Peter Sellers, cuyo talento había "enamorado perdidamente" al director, de acuerdo a lo dicho por James Mason.

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Nabokov aparentó estar tranquilo con el asunto, ablandado por los 35 mil dólares que recibió por el crédito único de guionista; además, él esperaba poder publicar su propia versión del guión algún día, "No como una refutación petulante en contra de una gran película, sino simplemente como la variante revitalizada de una vieja novela". Fue difícil saber si Nabokov estaba agradecido o divertido, cuando tiempo después, la película fue nominada al Oscar por Mejor Adaptación Cinematográfica (la única nominación que recibió Lolita), un premio que finalmente ganó Horton Foote por Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird).

Abajo se incluyen seis páginas del guión de Lolita escrito por Nabokov, con notas hechas a mano por el escritor Los insertos y el texto tachado no aparecen en el texto publicado.

— 2 —

Corte a :
UN FEO Y ESPACIOSO SALÓN, CON UN GRAN
ESPEJO Y UNA ENORME CABEZA DE JABALÍ EN
LA PARED. Humbert entra. Con el descuido molesto
de un borracho, cierra la puerta tras él. Observa a su
alrededor. Saca una pistola. [Inspeccionando el lugar,
se asoma a la habitación contigua, que revela los restos
de una reciente fiesta—vasos vacíos brotando de la
alfombra y demás.]

Corte a:
LA ESCALERA CENTRAL por la cual lentamente desciende un hombre corpulento (Clare Quilty), portando una bata de seda, cuyo lazo va amarrando mientras avanza. [No vemos su cara. Dándonos la amplia espalda, atraviesa el pasillo y titubea ante la puerta de entrada. Humbert regresa del salón al pasillo y carraspea. Quilty, cuyo rostro aún no podemos ver, está bajo la influencia de alguna droga de la noche anterior y habla en un tono amigable pero poco claro.

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QUILTY

Sabes, creí que había
escuchado el timbre, pero, por
supuesto, me equivoqué.
HUMBERT Aléjate de la puerta.
QUILTY
Lo que digas.
HUMBERT Te traigo algo. ]

***

2— 39

Charlotte:
Estás arruinando tus dientes con
esas mentas. Por cierto, no te
olvides de tu cita con el Dr. Quilty
a las tres… ¡Ah, maldito perro!

Corte a:
El perro del Sr. Jung [, un enorme Collie,]
spera en la esquina de la Calle Lawn, luego
persigue el coche ladrando efusivamente y
casi es atropellado.

Charlotte:
De verdad, estoy harta de ese animal.

Corte a:
Ella llega hasta la entrada de la casa
donde el Sr. Jung está inspeccionando el
contenido de su buzón. Por encima de sus
anteojos mira de cerca a la Sra. Haze.

Charlotte: (asomándose)
Señor Jung, algo tenemos que
hacer con su perro.
El Sr. Jung, sonriente y un poco pirado,
rodea el coche y camina hasta su ventana.

Corte a:
Lolita asomándose por su lado del coche, cariñosamente…

***

35 — 67 Humbert, muy perturbado, siguió a Charlotte hasta el jardín.

Charlotte:
Esa era mi hija y estas son mis
azucenas.

Humbert: (murmurando)
Hermosas, hermosas.

Charlotte: (con un encantador abandono)
Bueno, esto es todo lo puedo
ofrecerle: una casa cómoda, un
jardín soleado, mis azucenas, mi
Lolita, mis tartas de cereza.

Humbert:
[Sí, por supuesto, estoy muy agradecido.
¿Cuándo dijo que puedo mudarme?

Charlotte:
¿Qué?
¿Quiere decir que sí se quedará
con nosotras?

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Humbert:
Ah, pues claro.

Charlotte: (sonriéndole)
Oh querido… ¿fueron mis tartas de
cereza el factor decisivo?]

[Sí, sí, estoy muy agradecido. Dijo 50 a la semana. ¿Incluye las comidas?… desayuno y un almuerzo. Yo contribuiría con el vino de mesa para las cenas. Me gusta un buen pan tostado y muchos vegetales… Sí, sí. ¿Usted entiende? ¿De verdad se quedará usted con nosotros?

H.
Pues claro, me encantaría mudarme…

Ch.
Hacerla más direfente. Oh querido, es maravilloso. ¿Fueron mis tartas de cereza el factor decisivo? Fue mi.. Fueron mis…]
Hacerla más direfente.

***

79   6 alt.   26

Corte a:
Ladridos histéricos de un Collie siguecoches en la Calle Lawn, por la cual el taxi de Humbert avanza, para detenerse en el número 342, una casa poco atractiva de tablillas blancas, típica de un suburbio, con un suave pasto filisteo donde sólo un diente de león ha sobrevivido a la podadora. Humbert sale [, observado por Charlotte a través de una ventana del primer piso]. El chofer se ha bajado para ayudarle con la maleta.

HUMBERT
No, deje las maletas ahí. Quiero que me
espere unos minutos.

CHOFER
Claro.

HUMBERT
Dudo mucho que me vaya a quedar aquí.
(Entre dientes) Qué casa tan horrorosa.

Humbert toca el timbre. Las campanas del timbre emiten una suave música. Una sirvienta de color lo deja pasar—y lo deja parado sobre el tapete de la entrada, mientras corre de vuelta a la cocina donde algo está quemándose. Humbert, malhumorado, olfatea. El pasillo de entrada está decorado con chucherías mexicanas y los típicos adornos banales clasemedieros (reproducciones de Van Gogh o cosas por el estilo). Una vieja raqueta de tenis con una cuerda rota está dentro de un cofre de roble. Hay un teléfono sobre una pequeña mesa cerca de la puerta de la sala; la puerta se encuentra entreabierta. Del piso de arriba se escucha la voz de la Sra. Haze que se asoma por el barandal preguntando melodiosamente: ¿Es Monsieur Humbert?
Un poco de ceniza de cigarro cae cuando Humbert voltea hacia arriba. En ese momento, la señora —sandalias, pantalón, camisa de seda, rostro arlequinesco (en ese orden)— baja las escaleras, su índice aún golpeando el cigarro en su mano.

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***

22—  [26]  200 122

HUMBERT
Ah sí, sí, claro. Pero me temo que ella está profundamente dormida. Tuvo un día agotador.

TOM
Está muy bien. Lo haremos suavemente.

Humbert abre la puerta. Lenta y delicada, la respiración de la niña que duerme se detiene por diez segundos.

HUMBERT
Por favor, en silencio. No quiero
que moleste a la niña.

Parecido a un cangrejo, Tom, un viejo lisiado, desdobla la malla sobre la cama. [Iluminada por un halo de luz proveniente del pasillo, Lolita duerme angelical. Tom mueve la cabeza como un rechazo a la maldad, reafirmando la joven inocencia. La sensación del momento, a pesar de su banalidad o por sus implicaciones, toca a Humbert (y) Tom] sale. Una vez afuera, cierra lentamente la rechinante puerta, y en el último momento (el pobre demonio tiene algunos espasmos) la cierra. [Lolita se incorpora.] Lolita no despierta.

LOLITA (mareada)
Quiero tomar algo.

Está muy somnolienta y no recordará esta irrupción la mañana siguiente. Humbert le da un vaso de agua. Se lo toma de un trago y seca su boca con movimientos infantiles contra la manga de su camisa. Luego se desploma de vuelta en su almohada.
[Lolita no despierta. Radio y otras…]
PÁGINA INSERTADA

***

Segundo acto 30 29 204 126

no hay que levantarnos todavía. Mira, tengo
una idea.
¿Me estás oyendo?

HUMBERT
¿Sí?

LOLITA
Es algo que hicimos [en el campamento].
Charlie y yo. Es divertido.

HUMBERT
¿Sí?

LOLITA ¡Por dios, cómo te late el corazón! ¿No
deberías ir al doctor? ¿Te estás muriendo?
[FRAGMENTO BORRADO: En el bosque cuando…]

VOZ DE HUMBERT
Me muero de curiosidad. ¿Cuál era tu idea?

LOLITA
Es jugar a algo. un juego que jugábamos en el bosque cuando teníamos que haber estado recogiendo moras [Déjame te explico primero. Estaba este chico, Charlie. Él es el hijo de la dueña del campamento. Ese chico es realmente increíble. Entonces, el chico estaba ahí y había un camino en el bosque que llevaba a la bodega de los botes. Bueno, él solía ayudarnos a Phyllis y a Bárbara y a mí a llevar remos y almohadas y otras cosas hasta el lago. Luego una de nosotras se metía a un arbusto con él para recoger moras, pero no eran exactamente moras lo que recogíamos. Empezó con Bárbara y luego dijeron que tenía que probarlo también, lo hice, sólo para reírnos un poco, pero bueno, era divertido. Es un juego que los niños juegan hoy en día. Como una moda, ¿sabes? ¿Todavía no lo entiendes? Eres tonto, ¿verdad?]